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MARTES 1 DE FEBRERO DE 2022

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Asesinan al periodista Roberto Toledo en Michoacán, enero suma 4 homicidios contra comunicadores Ayer el periodista Roberto Toledo fue asesinado por tres sujetos en el municipio de Zitácuaro, Michoacán, confirmó el medio local Monitor Michoacán. Es el cuarto homicidio contra un comunicador en enero. Armando Linares, director del portal informativo, medio para el que laboraba Toledo, confirmó el asesinato del periodista mediante una transmisión en vivo desde Facebook. “Solo queremos dar a conocer lo que hace unos días dijimos, y que venimos arrastrando desde hace meses, desde hace semanas, el equipo de Monitor Michoacán ha venido sufriendo una serie de amenazas de muerte, el día de hoy, finalmente estas amenazas se cumplieron y el día de hoy asesinaron a uno de nuestros miembros de nuestro equipo, hace unos minutos atentaron contra su vida, perdió la vida hace unos minutos, así las cosas”. Linares reiteró que como comunicadores, “nuestra única defensa es una pluma, una libreta”.

Ayer finalmente las amenazas se cumplieron y uno de nuestros compañeros perdió la vida a mano de tres personas que llegaron, le dispararon de manera ruin, de manera cobarde. Nosotros no estamos armados, nosotros no traemos armas, nuestra única defensa es una pluma, una libreta, dijo. El domingo 23 fue asesinada en Tijuana la periodista Lourdes Maldonado López, hecho que ocurrió sólo siete días después del asesinato del fotoperiodista Margarito Martínez Esquivel, a quien le quitaron la vida con arma de fuego afuera de su casa en la misma ciudad fronteriza. Días antes, el 10 de enero, fue asesinado José Luis Gamboa, en Veracruz. Diversas ONG han documentado que en los últimos 21 años, 148 periodistas han sido asesinados en México –y afirman que el Estado es el principal agresor–, lo que hace al país, de acuerdo con Comunicación e Información de la Mujer, el más peligroso del mundo para el gremio.

Armando Linares

CONVICCIONES

El asesinato del jesuita Juan del Valle RUBÉN AGUILAR VALENZUELA

E

ntre el 16 y el 19 de noviembre de 1616 fueron asesinados ocho jesuitas en el hoy estado de Durango en el marco de un levantamiento de los tepehuanes, que dejó cientos de muertos. El 18 de noviembre en San Ignacio d El Zape fueron asesinados los padres Luis Álvarez y Juan del Valle. El 21 de noviembre estaba programada la celebración, en El Zape, de la consagración de una imagen dedicada a la Virgen que había llegado de la Ciudad de México. Era un encargo de los indígenas de la comunidad de Guanaceví. Ese era el mismo día que los tepehuanes habían fijado para el alzamiento. La fecha se adelanta después de los sucesos que ocurren el 16 de noviembre, cuando los indígenas alzados asesinan al padre Hernando de Tovar (1581-1616) en Santa Catarina de Tepehuanes cuando regresaba de Culiacán, su ciudad natal, a donde había ido, por orden de su superior, a conseguir apoyos, para la construcción de la iglesia de los jesuitas en Guadiana (Durango). Es el primero en perder la vida. Cuando estalló la rebelión, para la celebración en El Zape ya habían llegado 19 españoles y los padres Álvarez y del Valle. El 18 de noviembre entran al pueblo los alzados, que matan a los jesuitas y a la población que ahí se encontraba. Se dice que en ese evento la Virgen recibió un hachazo, pero no fue destruida. A partir de entonces se le venera como Nuestra Señora del Hachazo. El padre Juan del Valle nació en 1576 en Vitoria, Vizcaya, España. En 1591, a los 15 años, ingresó a la Compañía de Jesús en la Provincia de Castilla. El 30 de septiembre de 1594 llega a la Nueva España. De 1595 a 1596 estudia Humanidades y Retórica en Puebla y después sigue los

El jesuita Juan del Valle. Fuente: Giorgio Giovannetti | Imagen INAH estudios de Filosofía y Teología en el Colegio Máximo de México. Una vez que se ordena sacerdote y realiza la última etapa en la formación de los jesuitas, que es la tercera probación, se le envía a la Misión Tepehuana, con el padre Juan Fonte. Por 12 años se dedicó a la evangelización de los indígenas y también a transmitir conocimientos sobre distintos oficios, el cultivo de la tierra y la construcción de sus casas. De acuerdo con historiador Atanasio G. Saravia, el padre del Valle era: “De ca-

rácter afable y dulce y de espíritu extraordinariamente conciliador, era el llamado siempre a resolver las dificultades de los indios y de los españoles, habiéndose ganado por estas cualidades el nombre de Juan de la Paz con que en las comarcas que habitaba era bien conocido”. El 18 de noviembre de 1616 fue asesinado, junto con el padre Luis Álvarez. Tenía 40 años. Cuando terminó el conflicto fueron recuperados los cuerpos de los jesuitas asesinados en Santiago Papasquiaro, Santa Catarina de Tepehuanes y en San Ignacio

de El Zape. Sólo los que murieron en este último lugar fueron trasladados a Guadiana (Durango), donde se les celebraron solemnes exequias. Dice Saravia que los restos de los cuatro jesuitas muertos en El Zape, dos en el pueblo y dos en las inmediaciones del mismo, fueron llevados a Guadiana por el gobernador Gaspar de Alvear, quien, a decir del padre Alegre, los entregó en la hacienda de La Sauceda al rector del Colegio de la Compañía de Jesús en Durango. Al llegar a las inmediaciones de la ciudad fueron depositados en una carroza, para seguir con su traslado. Los franciscanos del convento de San Francisco, continúa Saravia, solicitaron que en su iglesia se depositasen los cuerpos mientras se pasaban con honor al templo de los jesuitas el día de santo Tomás de Aquino. En esa ocasión los cuerpos de los jesuitas, acompañados por la población y 150 soldados, fueron llevados a hombros, cubiertos de telas y bordados, hasta la iglesia de la Compañía de Jesús. Terminada la Misa se procedió al entierro, en un altar colateral al lado del Evangelio, dedicado a San Ignacio. En la iglesia de El Zape se encuentran dos cuadros con las imágenes de estos jesuitas asesinados. En uno está la siguiente inscripción en latín: “Pater Joannes del Valle Victoriensis occisus a barbaris Tepehuanis regni mexicani anno Domini 1616 (mense Novembris 18-Etatis suae)”. Y en la otra se dice: “Pater Ludovicus de Alvarez oaxachensis in nova Hispania occisus a baarbaris Tepehunaiss anno Domini 1616 (mense Novembris 18-Etatis suae 32)”. En 1695, el jesuita Eusebio Francisco Kino escribe desde la Alta Pimería, en el ahora estado de Sonora: “El Padre Juan del Valle, natural de la ciudad de Vitoria, un dechado de toda religiosa perfección, por medio de su evangélica predicación por toda la provincia de los Tepehuanes, bautizó muchos millares, fundó muchas iglesias, y a los 12 años de sus apostólicos trabajos le quitaron la vida los bárbaros Tepehuanes en San Ignacio de El Zape, a flechazos y macanazos”. @RubenAguilar


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