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MIÉRCOLES 20 DE ENERO DE 2021

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Estoy orgulloso de ser el primer presidente que en décadas no inició guerras: Trump / J. Je sús Esquive l Bajo la sombra del desprecio del partido republicano que lo adoptó como candidato presidencial, y con una nación dividida y politizada por sus acciones y narcisismo, Donald Trump se proclamó como el mandatario que nunca inició guerra alguna. “Estoy especialmente orgulloso de ser el primer presidente que en décadas no inició guerras”, declaró en su mensaje de despedida a su país como primer mandatario, a unas cuantas horas de ser reemplazado por Joe Biden, este miércoles 20. Repudiado por algunos legisladores federales republicanos, quienes en su momento fueron sus defensores incondicionales, Trump se mostró benevolente en su mensaje dirigido a sus conciudadanos, al hablar de lo que él considera será su legado como extitular del poder ejecutivo. “Todos los estadounidenses se horrorizaron por el asalto al Capitolio. La violencia política es un ataque a todo lo que apreciamos como estadounidenses y nunca puede ser tolerado”, subrayó. El asalto al Capitolio del pasado miércoles 6 –evento de violencia que llevaron a cabo miles de fanáticos y seguidores del saliente presidente, a quienes él mismo alentó para que intentaran detener la certificación legislativa de Biden como presidente– es otra sombra que persigue a Trump.

Por causa de ese ataque, el Congreso federal estadounidense encabezado por los demócratas lo someterá a un segundo juicio político bajo la acusación de “incitación a la insurrección”, con el que pretenden desaparecerlo del ámbito político estadounidense. El juicio político al que será sometido y que lo destaca como el único mandatario de Estados Unidos en ser enjuiciado dos veces consecutivas, busca obtener mayoría simple en el Senado (51 votos) para que Trump quede inhabilitado en términos políticos. La acción legislativa lo vetaría de por vida para volver a buscar la presidencia de Estados Unidos o cualquier otro puesto de elección popular, o bien para que encabece algún un movimiento o partido político, aun sin ser él candidato. “Ahora, mientras me preparo para pasar el poder a la nueva administración al mediodía de este miércoles, quiero que sepan que el movimiento que inicié está en su comienzo”, desafió en su mensaje de despedida. En otros puntos que abordó en su discurso, Trump destacó que en su país hay desconfianza en la grandeza nacional y requiere una unidad que sólo él le pudo brindar, en tácito reconocimiento a la división que permea en la Unión Americana.

“Estados Unidos no es una nación tímida de almas domadas que necesitan refugio y protección de aquellos con quienes no nos entendemos”, subrayó el magnate, a quien nadie puede refutar que, en efecto, como presidente no inició conflicto bélico alguno. El saliente mandatario, quien no asistirá a la toma de posesión de Biden en el Capitolio (el cuarto en hacerlo en toda la historia estadounidense), tuvo la cortesía

de pedirle a sus conciudadanos orar porque al nuevo presidente y su gobierno les vaya bien. “Restauré en Estados Unidos la idea de que todos importan, porque todos y cada uno de ustedes importan y tienen una voz... tomé las más duras batallas, los combates más duros y las decisiones más difíciles, porque para eso me eligieron”, concluyó.

Se va Trump y en Washington queda el tufo de insurrección / J. Je sús Esquive l A unas horas de que Joe Biden tome juramente como el presidente constitucional número 46 de los Estados Unidos y se ponga punto final al atípico mandato de Donald Trump, en la capital de este país pulula un tufo de insurrección y de miedo a una lucha armada. La Casa Blanca y el Capitolio, símbolos del capitalismo, la democracia y la libertad que tanto presume Estados Unidos, están acordonados y vigilados por cientos de policías y agentes especiales sin contar que las calles y accesos de Washington son vigilados por 25 mil soldados. El fervor por la llegada de Biden o el carpetazo a la pesadilla llamada Trump como le dicen algunos, se desvanece a la vista de cualquier persona con el acordonamiento de la ciudad capital que parece que se prepara para repeler el ataque de un regimiento de terroristas. El miedo a una réplica de la sedición del asalto al Capitolio, acto llevado a cabo por parte de miles de fanáticos y seguidores de Trump que él mismo incitó, tiene en vilo a 25 mil elementos de la Guardia Nacional, al país y al mundo. Las avenidas y calles que rodean a los edificios del gobierno federal están vedadas a peatones y vehículos, la Guardia Nacional cerró los puentes que conectan a Washington D.C. con el estado de Virginia y en dichas infraestructuras que pasan arriba del río Potomac colocó retenes. Las armas de alto poder en los hombros de miles de soldados de la Guardia Nacional, vehículos militares blindados y equipos tácticos de la policía y agencias federales

vigilando con binoculares desde azoteas en edificios, intimidan y hacen pensar en una zona de guerra como Bagdad. La fiesta de la democracia estadounidense con Biden como actor principal en el Capitolio, no será atestiguada por decenas de miles de personas. El acto y las celebraciones que conlleva, en gran parte debido a las restricciones por covid-19, enteramente se trasmitirá de manera virtual. Los templetes y balcones blindados en los que se encontrará Biden y la vicepresidenta Kamala Harris acompañados de sus familiares, atañen al tufo de insurrección un pensamiento de inseguridad y miedo a las turbas de fanáticos discípulos del discurso de odio de Donald Trump. Ni en momentos álgidos de la guerra contra el terrorismo internacional como la que libró el Pentágono contra el saudí Osama bin-Laden antes de ser eliminado y después de los ataques de 11 de septiembre de 2001, la capital de Estados Unidos se enfundó el uniforme de batalla. El enemigo insurrecto al que se prepara para repeler la democracia estadounidense son fanáticos y seguidores de Trump, ciudadanos de Estados Unidos armados con todas las de la ley, a quienes ahora su propio gobierno bautiza como terroristas domésticos. Nadie apuesta ni quiere el enfrentamiento armado, menos en la asunción de Biden a la presidencia, no obstante, Trump que estará en su mansión de Florida este 20 de enero para mirar desde lejos lo que ocurra en Washington, ya inoculó con su veneno a los “terroristas domésticos”.

Donald Trump | Foto The White House

EU rebasa los 400 mil decesos por covid-19 en el último día de la administración de Trump / J. Je sús Esquive l En el preámbulo del fin de la presidencia de Donald Trump y del inicio de la de Joe Biden, en la tarde del 19 de enero de 2021 en Estados Unidos se rebasó la cifra fatídica de 400 mil muertos a causa del covid-19. La nueva estadística sustenta lo que vienen asegurando y advirtiendo los expertos, científicos, médicos y epidemiólogos: que una nueva mutación del virus, aunada a las enfermedades bronquiales de esta etapa invernal, ha desatado un repunte de contagios y muertes. El conteo puntual y actualizado que realiza la Universidad de Johns Hopkins, registró en la tarde de este martes 19 de enero que en Estados Unidos han fallecido 400 mil 22 personas a consecuencia del covid-19 y hay 24 millones 163 mil 707 infectadas con el virus. A horas que concluya el día previo a la toma de posesión del demócrata Biden, y el fin del cuatrienio atípico que fue la presidencia de Trump, Johns Hopkins reportó que van mil 381 decesos y 137 mil 885 contagios nuevos del coronavirus.

Hasta este momento el estado de California sigue ocupando el primer lugar en infecciones y muertes por covid-19, seguido de Nueva York, Arizona y el estado de la Florida de entre las otras entidades de la Unión Americana con los estragos más fuertes por la expansión del virus. El condado de Los Ángeles en California ocupa el primer lugar en las dos categorías de la realidad del coronavirus en la bitácora de la Universidad Johns Hopkins, con 13 mil 937 muertes de personas y el contagio de un millón 24 mil 297. Biden ha prometido que desde el arranque de su presidencia concentrará todos los esfuerzos del gobierno federal estadounidense en ampliar y agilizar la campaña nacional de vacunación, en la cual por el momento sólo se ha vacunado al 3% de la población estadounidense. Además de la vacuna, Biden también instrumentará una orden ejecutiva con la que de manera voluntaria se pide a la sociedad estadounidense usar el cubrebocas durante 100 días a partir de este 20 de enero, y mantener la sana distancia como medida preventiva para parar contagios y muertes.


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