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¿Y si Jesús fuera joven hoy?
Por: Valentina Rodríguez. Periodista de la Universidad Sergio Arboleda.
¿Y si pudieras sentarte un rato con alguien que ha dedicado su vida a hablar con jóvenes de verdades que a veces duelen, pero sanan?
En tiempos donde la voz de la experiencia parece competir con el ruido de las redes, tener frente a frente a alguien que ha caminado por décadas con Dios y con jóvenes, no es poca cosa.
David Hormachea, pastor, conferencista, escritor y consejero, tiene dos ministerios: ‘Principios’ y ‘De Regreso al Hogar’, que han impactado a miles de personas por medio de conferencias, programas de radio, televisión, libros y audiolibros. Reconocido por su claridad al hablar, su compromiso con la verdad bíblica y su amor por las nuevas generaciones, conversamos sobre algo que no muchos priorizan, pero que es vital: la juventud y su propósito.
Si Jesús fuera joven hoy, ¿cómo cree que viviría su juventud?
Rev. David Hormachea: Yo creo que su mayor determinación, pese a ser el Hijo de Dios, fue “yo no hago lo que quiero, yo me someto siempre a la voluntad de mi Padre”. Durante todo su ministerio, Él estuvo siempre pendiente de agradar a su Padre. Yo no vine a hacer lo que yo quería, yo vine a hacer la voluntad de mi Padre. Así que no creo que haya ninguna diferencia. Él, viviendo en estos días, haría exactamente lo mismo: iría creciendo en gracia y sabiduría para con Dios y para con los hombres, y viviendo la voluntad de Dios de la mejor manera.
¿Y por qué cree que la juventud es tan especial para Dios? ¿Por qué esta etapa es tan importante?
D.H.: Porque es una etapa de transición clave en la vida de las personas. Los primeros cinco años de la vida de un niño son esenciales. Allí, el único órgano que no llega desarrollado cuando un niño nace es el cerebro. Todos los demás órganos llegan desarrollados, y el cerebro se desarrolla por las observaciones, los sentimientos, por las conversaciones. En esos primeros cinco años es esencial formar a los niños sabiamente.
Y luego viene la otra etapa transicional, que es la adolescencia. Es difícil porque el joven quiere su independencia y tiene que empezar a pensar en ello. Dios no nos entrega hijos para que se queden en casa, sino para entrenarlos para que se vayan. Cuerpo de hombre o de mujer, pero todavía no tienen una mente madura, y esa es una etapa transicional difícil.
Y luego la juventud, muy importante porque allí se está tratando de establecer, de afirmar lo que aprendió o rechazar lo que aprendió con las nuevas filosofías de pensamiento que llegan a la mente de ellos. Por eso los marxistas aprovechan el tiempo de la universidad para poder enseñar sus mentiras y lavar el cerebro a los muchachos. Y los jóvenes cristianos que no llegan preparados son terreno fértil para que les siembren filosofía sin Dios. Así que la juventud es muy importante porque en ese momento está esta transición para tomar decisiones ya como adulto.
En ese sentido, ¿cuál cree que es el error más común que los jóvenes cometemos?
D.H.: Dejarse guiar por las emociones, por sus gustos, por sus pasiones. Todo eso tiene una influencia muy grande en los jóvenes porque todavía no tienen claro su sistema valórico. Especialmente si no han tenido padres que les enseñen un sistema ético correcto, si no han estado en una congregación saludable donde les enseñen un sistema de valores apropiado. Están en una etapa muy fluctuante y en una etapa en que ya los enamoramientos son parte de su vida, el romanticismo es parte de su vida, la atracción por el sexo opuesto es parte de su vida. Entonces es muy fácil dejarse guiar por las emociones que experimentamos, especialmente cuando no tienen las convicciones que deberían tener.
Usted habla mucho de vivir correctamente, pero ¿cómo se ve un joven en la actualidad viviendo correctamente con redes, tentaciones, relaciones?
D.H.: Siempre y en todas circunstancias, el ser humano y el cristiano han enfrentado a los enemigos de la fe, los sistemas de pensamiento enemigos de la fe. Los sistemas inmorales que son parte de las pasiones humanas. El apóstol Pedro dice que nosotros, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia —a causa de las pasiones—, toda esta corrupción. Hoy, obviamente, los jóvenes tienen muchos más canales de invitación y de maldad que les llaman la atención y que son realmente llamativos. Por lo tanto, el hecho de que uno sea llamado por Dios a vivir una vida santa no es una tarea fácil, pero no es imposible. Dios, todo lo que demanda de nosotros, lo demanda porque podemos cumplirlo y porque Él nos da el conocimiento bíblico para obtenerlo y el poder del Espíritu Santo para poder practicarlo. Y lo que necesita el joven es desarrollar una disciplina personal para poder enfrentar el mundo y su maldad con un compromiso con la santidad.
¿Qué pensó la primera vez que le dijeron que su mensaje iba a ser compartido en TikTok a miles de jóvenes que probablemente no lo conocían y no lo habían escuchado antes?
D.H.: Bueno, para mí TikTok no era una herramienta que yo quería, por obvias razones, porque no encajo dentro del perfil, ¿cierto? Pero sí siempre tenía en mente: ¿cómo podríamos influenciar? Y me alegró que el equipo aquí en Colombia tome la determinación de hacer algo que pueda ayudar a los jóvenes, porque creo que tenemos un mensaje extraordinario, creo que tenemos principios y valores maravillosos que pueden ayudar especialmente a jóvenes que están buscando cómo aprender a vivir una vida extraordinaria. Los jóvenes que tienen un buen propósito en su vida, pues tendrán un buen contenido en nuestros TikTok.
Para finalizar: ¿Qué es algo que un joven sí o sí tiene que escuchar hoy?
D.H.: Que lo más importante en su vida tiene que ser Dios y tomarlo en serio. Ni los padres, ni una carrera, ni el dinero, ni la fama… nada de eso es esencial en la vida. Es lindo. Pero el apóstol Pablo dice: mi más gran de deseo en la vida es conocerle, es conocer al Señor, es ser partícipe de su muerte, de su resurrección, es decir, identificarme plenamente con Él. Esa es la meta más grande de mi vida. No me importan los títulos que tengo. No me importa la formación que tengo. Mi más grande meta en la vida es conocer al Señor.
Y el profeta dice: no se alabe el rico en su riqueza, el valiente en su valentía, el poderoso en su poder, el sabio en su sabiduría. Si no, alábese en esto, el que hubiere de alabar: en entenderme y conocerme, que Yo soy Dios. Así que lo más importante para un joven es entender y conocer, no alabar al dios de su imaginación. La conversación con el pastor David Hormachea recuerda que seguir a Cristo no es una tendencia momentánea ni un contenido viral más. Es un compromiso firme, contracultural y con propósito eterno. Su mensaje deja una invitación clara: vivir con convicciones, no por impulsos. En medio de un mundo que valora lo superficial, la inmediatez y la validación digital, los jóvenes cristianos estamos llamados a algo mayor, conocer verdaderamente a Dios, no como una figura lejana, sino como una relación real que transforma decisiones, relaciones y futuros.
Porque al final, no se trata de cuánto logras o cuánto muestras, sino de quién guía tu vida. Y si ese guía es Dios, el rumbo siempre tendrá sentido.