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¿Mucho amor y poca Biblia?

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Paul Tillich Obras

Paul Tillich Obras

El error que muchos padres están cometiendo es grave. Estamos viviendo una época en la que es importante que los padres sanen sus propias heridas para poder criar a los hijos con amor y respeto. Venimos de generaciones en las que no se validaban los sentimientos de los niños, ni se les trataba con consideración. El chip ha venido cambiando y ya no se les da prioridad a los logros por encima de las personas, ni se busca parecer, sino ser. Este es un punto positivo del que muchos niños, con padres conscientes están disfrutando.

Sin embargo, algunos padres han llegado a pensar que, por tener un hogar lleno de amor, cuidados y respeto hacia sus hijos y llevarlos los domingos a la iglesia, están cumpliendo con una crianza bíblica que honra a Dios. La realidad es que no es así.

De acuerdo con un estudio realizado por Barna Group en 2022, apenas un 22 % de los padres cristianos aseguran tener una visión bíblica completa de la crianza. La mayoría se apoya más en consejos de redes sociales, cultura popular o intuición. Y en un mundo donde el 70 % de los jóvenes criados en hogares cristianos abandona su fe entre los 18 y 25 años (según cifras de Lifeway Research), la necesidad de un enfoque bíblico es urgente. (Ver artículo ¿Por qué las personas están abandonando la religión de su infancia? - Edición 175).

Cuando Dios encomienda a los padres la difícil pero hermosa tarea de criar a sus hijos, no los suelta a ciegas sin preparación ni provisión. En Efesios 6:4, el apóstol Pablo da una instrucción clara: No hagan enojar a sus hijos, sino críenlos según la disciplina e instrucción del Señor. Es justamente ahí donde se encuentran las bases para criar a los hijos a la manera de Dios. Diferente, pero enfocada en la eternidad.

¿Cuáles son esas bases?

Dos palabras sencillas: disciplina e instrucción

Nuestra tarea como padres no es exasperarnos con pequeños detalles, sino ser fieles a ciertos principios fundamentales de la Biblia. Muchos padres están perdiendo la batalla con esos pequeños detalles.

“La disciplina y la instrucción del Señor” no son sugerencias, son anclas para navegar en medio de las turbulencias de este mundo caído, con la paz que sobrepasa todo entendimiento.

1.Normas y hábitos bíblicos

Lo primero es establecer normas y hábitos en el hogar que no se limiten a preferencias personales, sino a lo que dice la Biblia. Muchos podrían verlo como algo exagerado o incluso legalista, pero hay tanto en juego que vale la pena esforzarse por formar en la Palabra de Dios.

En su libro “Crianza bíblica”, el pastor Héctor Salcedo desglosa este versículo de Efesios 6:4 a través de un plan de cuatro componentes fundamentales para padres que buscan honrar a Dios en el proceso de formar a sus hijos.

Hechos&Crónicas tomó estos cuatro componentes y los contrastó con la realidad que viven muchas familias para que podamos preguntarnos: ¿qué ocurre si como padres no seguimos este modelo bíblico?

Esto implica que cuando enseñamos a nuestros hijos a pedir perdón, a servir a otros con humildad y gratitud o a practicar la hospitalidad, lo hacemos como reflejo del carácter de Cristo, no simplemente como parte de los modales o las normas sociales. El mismo término “disciplina” en griego (paideia) sugiere formación integral, moldear el corazón y la conducta.

Si no somos claros al explicar este fundamento, corremos el riesgo de confundir a nuestros hijos. Seguramente aprenderán a comportarse adecuadamente, según lo que se espera de ellos, pero sin entender el porqué de su comportamiento. Por el contrario, si somos claros con la instrucción bíblica, se creará en ellos una motivación interna genuina: honrar a Dios.

2.Disciplina correctiva: el amor que confronta

Los modelos de crianza han cambiado. En la actualidad, los padres nos enfocamos mucho en que nuestros hijos se sientan amados, pero criarlos de forma amorosa no significa que practiquemos una crianza permisiva. Dios, en su infinito amor, corrige a sus hijos. Hebreos 12:6 dice: porque el Señor disciplina a los que ama. Asimismo, un padre que deja pasar el pecado sin confrontarlo, no está amando verdaderamente a su hijo, sino acomodando su comodidad.

Salcedo afirma que muchas veces no corregimos porque estamos espiritualmente débiles, tibios o porque tememos perder la “paz” del hogar. Pero el costo de no hacerlo es mucho más alto. Un informe de TheNationalInstituteforEarlyEducation Research sugiere que “los niños que no aprenden a autocontrolarse desde pequeños muestran mayor propensión a conductas antisociales en la adolescencia”. Corregir a nuestros hijos de forma oportuna no significa un castigo impulsivo, ni con furia que maltrate su cuerpo y su corazón. Se refiere a ser intencionales a la hora de intervenir, con el objetivo consciente de formar el carácter y guiarlos al arrepentimiento genuino.

3.Advertencia bíblica Vs. amenazas

Otro error común en la crianza es utilizar amenazas, muchas veces manipuladoras, en vez de advertencias formativas y amorosas. Salcedo explica que la amenaza quiere controlar; la advertencia quiere formar. Una amenaza genera temor, pero no necesariamente transforma el corazón.

En cambio, una advertencia conecta la acción con una consecuencia real y bíblica, y se comunica con empatía. La amenaza nace desde el egoísmo del padre, la advertencia desde el amor y el deseo de educar y prevenir errores y pecados futuros. Un estudio de FocusontheFamily encontró que “los niños que fueron instruidos con advertencias consistentes y razonadas tenían un 30 % más de probabilidades de desarrollar un autocontrol saludable que aquellos expuestos a amenazas frecuentes”. Advertir a nuestros hijos, como lo hace Dios con nosotros en Su Palabra, es enseñarles que toda decisión tiene consecuencias, no desde el miedo, sino desde la verdad.

4.Instrucción constante de la Palabra

El último componente es el más conocido, pero muchas veces el más descuidado: instruir regularmente a nuestros hijos en las Escrituras. Esto no solo se refiere al devocional familiar (el altar en casa), sino a integrar principios bíblicos en cada conversación, corrección o actividad del día.

Deuteronomio 6:6–7 lo dice claramente: Grábate en el corazón estas palabras que hoy te mando. Incúlcaselas continuamente a tus hijos. Háblales de ellas cuando estés en tu casay cuandovayas por el camino, cuando te acuestesy cuando te levantes.

La instrucción no es un evento aislado, ni algo que hacemos los domingos en la iglesia, sino un estilo de vida, como lo afirma el pastor Darío Silva- Silva cuando se refiere al cristianismo: no es una religión. Cuando vivimos la verdad de la Palabra de Dios, la practicamos y la interiorizamos, podemos compartirla al instruir continuamente a nuestros hijos.

Según TheAmerican Bible Society, el 78 % de los adolescentes que tienen al menos un padre que lee la Biblia con frecuencia reportan una fe activa y creciente. El modelo importa. Lo que nuestros hijos ven en nosotros tiene más peso que nuestras palabras.

¿Cómo voy en mi crianza?

Hechos&Crónicas te trae esta lista basada en Efesios 6:4, para que revises cómo estás llevando la crianza de tus hijos y lleves cada punto sin chulear en oración ante tu Padre celestial. No te preocupes, Él te guiará si estás dispuesto a obedecer y a honrarlo en todo, incluso en la forma de educar a tus hijos.

Normas y hábitos bíblicos

¿Tengo normas en casa que reflejan principios bíblicos y no solo preferencias personales?

¿Mis hijos entienden el por qué detrás de las reglas que les doy?

¿Somos ejemplo en casa valores como el perdón, la gratitud y el servicio mutuo?

Advertencia bíblica (no amenazas)

¿Advertimos a nuestros hijos con amor, como Dios lo hace con nosotros?

¿Evitamos frases manipuladoras como “Dios te va a castigar”?

¿Les explicamos las consecuencias de sus decisiones basándonos en la verdad bíblica?

Disciplina correctiva

¿Corregimos rápidamente el pecado y no lo ignoramos por comodidad?

¿Nuestra disciplina busca formar el carácter y no solo modificar la conducta?

¿Nuestros hijos sienten que los amamos incluso cuando los disciplinamos?

Instrucción constante de la Palabra de Dios

¿Tenemos un momento cotidiano para leer la Biblia juntos en familia?

¿Relaciono situaciones cotidianas con principios bíblicos mientras vivimos el día a día?

¿Mis hijos pueden ver que la Palabra de Dios transforma mi vida también?

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