LUNES 13 DE SEPTIEMBRE DE 2021 / José Gil Olmos El expresidente Luis Echeverría Álvarez casi alcanza un siglo de edad y pasará a la historia como responsable de la matanza de Tlatelolco en 1968 y del Halconazo de 1971. Pero también por la riqueza que hizo crecer bajo la égida del poder presidencial, con la creación de una docena de empresas inmobiliarias que le han generado a su familia millones de pesos desde 1976 y que ahora salen a la luz por un juicio laboral. En 2006 Echeverría fue el primer presidente de México sometido a juicio. En noviembre de ese año se libró una orden de aprehensión en su contra como presunto responsable del delito de genocidio por la masacre del 2 de octubre de 1968 en la Plaza de las Tres Culturas, cuando fungía como secretario de Gobernación, y de la matanza del 10 de junio de 1971 ya como presidente. Sin embargo, por su edad y estado de salud, ambos cargos los pasó en prisión en su residencia de San Jerónimo y luego de tres años fue exonerado. Al mismo tiempo que era llevado a juicio, la suerte sonreía a los hijos de Echeverría, pues en pleno arraigo domiciliario del presidente en su residencia de Magnolia 131, en San Jerónimo, fueron notificados que una sola de sus empresas, Club y Residencias de Cuernavaca, SA, propietaria de las instalaciones del Hotel Camino Real Sumiya en Jiutepec, Morelos, había registrado un incremento de capital de 24 millones de pesos. Según la escritura pública 178253, expedida ese día por el notario 2 de Cuernavaca, Hugo Salgado Castañeda, el capital social de la empresa pasó de 38 millones 170 mil 167 a 62 millones 170 mil 767 pesos –un incremento real de 24 millones–, situación que se notificó durante la asamblea ordinaria de accionistas encabezados por su hija, María del Carmen Echeverría Zuno (Apro, 2 de enero de 2007). La riqueza de Echeverría quedó bajo el control de algunos de sus hijos. Está concentrada en 12 empresas: Administradora de Inmuebles Citlali, SA; Inmuebles Superación, SC; Inmuebles Abril, SC; Inmuebles Potam, SC; Inmuebles Cocori, SC; Inmuebles Nainari, SC; Club y Residencias de Cuernavaca, SA de CV; Cuernavaca Primavera, SA; Operadora
Luis Echeverría Álvarez: Solo, abandonado... y despojado de su riqueza inmobiliaria
| Foto INAH de Hoteles y Restaurantes Sumiya, SA de CV; Bello Caribe, SC; Inmuebles Pez, SC; y Bella Ixtapa Inmobiliaria, SA. En 2002, a los 80 años del expresidente, algunos de sus hijos lograron que “les donara” el total de los bienes, con lo que dejó de ser usufructuario vitalicio de la riqueza generada por esos negocios inmobiliarios. Se trató de un despojo porque esa cesión la hicieron a sus espaldas, dice Heraclio Bonilla, quien fue abogado del exmandatario. El expresidente, de acuerdo con personal que trabajaba para él y que también fue despedido de forma injustificada por los hijos, quedó recluido, abandonado,
en su propia casa. Próximo a cumplir 100 años, el 17 de enero, Echeverría vive arrinconado en una recámara de lo que fue su residencia, aseguró María Modesta Gil Cedillo, quien fue su asistente personal durante 25 años, hasta que fue despedida con agresiones de sus hijos, en diciembre de 2018, motivo por el que también están demandados penal y laboralmente (Proceso 2209). Ahora, como responsables de las empresas, los hijos del expresidente perdieron un juicio laboral por el que tendrán que pagar 9 millones de pesos, aproximadamente, a quien fuera su contador, Raúl Olvera Gómez.
Bajo presión
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Edilberto Aldán
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n Falling man, Don DeLillo escribió “Estos son los días posteriores. Todo ahora se mide por el después”, esta novela del estadounidense es considerada una de sus obras maestras y en ella relata como a un concentrado grupo de personas la afecta la devastación provocada por el ataque terrorista del 11 de septiembre. En la novela se plantea que, a partir de esa fecha, el mundo cambia para siempre, ya no hay un antes, sólo un después, tiempo que somos incapaces de imaginar. Se cumplieron 20 años de esa fecha, hemos tenido suficiente tiempo para pensar en el nuevo mundo. No conozco a nadie de mi generación que no tenga un vivo recuerdo de lo que estaba haciendo en el momento en que se enteró que una segunda nave se estrelló contra la Torre Sur del World Trade Center, confirmando que era un ataque terrorista. A lo largo de este tiempo hemos vivido las consecuencias de cómo se modificó el mundo en el que vivimos, no nos permitimos imaginarlo. En la conmemoración de estos 20 años desde el ataque terrorista, algunos medios se han concentrado en cómo han cambiado los Estados Unidos, pero es el mundo el
que fue afectado en su totalidad, nuestra concepción de vulnerabilidad es distinta, son nuevos los odios desarrollados hacia el pensamiento religioso del otro, las medidas de seguridad para los viajeros se modificaron, las relaciones entre los países comenzaron a cambiar a partir de ese momento, del desconcierto inicial ya pasaron dos décadas, y sólo nos hemos adaptado. En el 2001, ante lo desconocido fuimos aceptando sin reclamos las modificaciones que los gobiernos hicieron en nombre de la seguridad de todos, ante el terror. “El terror es poder acumulado que de pronto se descarga y destruye todo lo que toca; el terror se manifiesta en el ataque y la reacción natural contra él es la huida o, si tenemos fuerzas y ánimo, la resistencia”, escribió Octavio Paz haciendo una distinción entre lo que provocan el terror y el horror. A partir de ese 11 de septiembre, nos movimos hacia la dirección que se nos señaló sin chistar, con la prisa que merece el escape, sin la oportunidad para imaginar. A la generación que nació después del 11 de septiembre del 2001 le regalamos nuestra prisa, las reglas de un mundo modificado por el miedo, ellos no se cuestiona-
El juicio ha permitido develar la fortuna que acumuló Echeverría muy al estilo del dictador chileno Augusto Pinochet, pues al mismo tiempo que era enjuiciado políticamente, los negocios familiares se multiplicaban y se hacía más rico junto con su familia. En el juicio iniciado en 2015 ante la Junta Local de Conciliación y Arbitraje de la Ciudad de México, Junta Especial Número Nueve, con el número de expediente 601/2015, resultaron condenados los hijos del expresidente al pago de las prestaciones reclamadas por su extrabajador. “Sin embargo, mediante un juicio de amparo, totalmente cuestionable, seguido ante el Juzgado Quinto de Distrito en Materia del Trabajo de la Ciudad de México, lograron revertir temporalmente la decisión de la Junta. Pero al interponer el trabajador recurso de revisión en contra de la sentencia de amparo, logró que el Décimo Primer Tribunal Colegiado en Materia del Trabajo del Primer Circuito, en el Toca 48/2020, con fecha 28 de enero de 2021, dejara sin efectos la sentencia de amparo y se restituyera al trabajador en los derechos obtenidos mediante el referido laudo”, señaló el abogado Heraclio Bonilla, ahora litigante del contador. En declaraciones a Proceso, el abogado señala que recientemente los familiares de Luis Echeverría incumplieron una oferta de pago a su excontador, pensando que aún pueden negociar el resultado del laudo. “Sin embargo, pierden de vista que ya están fuera de tiempo y oportunidad para lograrlo, pues en las actuales condiciones, sólo es cuestión de tiempo ejecutar el referido laudo”. Peor aún, señala Bonilla, están poniendo en riesgo más de 50 millones de pesos de su patrimonio, por obligaciones incumplidas ante instituciones que protegen los derechos sociales de los trabajadores, pero todo depende de la rapidez con que resuelvan nuestro asunto. De alguna manera, los Echeverría siguen siendo “buenos clientes”, dijo el abogado Heraclio Bonilla Gutiérrez.
rán jamás las razones de nuestra precaución actual, con esta reacción, les enseñamos que ante la emergencia lo mejor es huir y aceptar. Quienes vivimos y recordamos el momento exacto en que se modificó el mundo, todo el mundo, insisto, hoy enfrentamos una nueva emergencia, la pandemia de covid-19, no alcanzo a distinguir si el terror que urge a la huida o el terror que inmoviliza, pero al igual que en la crisis desatada por el terrorismo hace 20 años, está fallando la responsabilidad colectiva de pensar en el mundo que viene. Desde hace 20 años, estamos siendo reactivos, con brotes aislados de quejas y lamentos por los pequeños inconvenientes que nos provoca la catástrofe en nuestra vida diaria, en lo personal o lo íntimo, como colectivo, estamos muy lejos aún de propiciar el intercambio que nos lleve a pensar en qué mundo queremos. La imaginación es la respuesta a toda catástrofe, íntima, personal o colectiva, pensar en uno y en el otro, pensarnos, en el futuro una vez que se sobrepasó el desastre, dónde queremos estar cuando pase todo esto, ¿lo estamos haciendo? Coda. En otra novela de Don DeLillo, El silencio, Tessa Berens indica “Escribo, pienso, doy consejos, miro a la nada. ¿Es natural en un momento así estar pensando y hablando en términos filosóficos, como hemos estado haciendo? ¿O bien deberíamos ser prácticos? Comida, cobijo, amigos, tirar de la cadena del retrete si podemos… Atender a las cuestiones físicas más simples. Tocar, sentir, morder, masticar. El cuerpo tiene una mente propia”, quizá, hasta ahora, es una que se niega a imaginar. @aldan