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LUNES 7 DE NOVIEMBRE DE 2022

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ASÍ ES ESTO

Bajar avión: ¿a poco siguen de parranda a sus cuarentas? RUBÉN DÍAZ LÓPEZ

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Para aquellos, mis amigos de farra, a quienes el destino alcanzó. Para mí, hoy en mi cumple

l destino nos alcanzó, fue la frase de un viejo amigo cuando le conté que había ido a uno de esos lugares donde bajábamos avión, como se decía en nuestras épocas: primero la precopa, que lo mismo hacíamos en el San Pancho de la Puri (ah ¡qué maravilla de botana, a diferencia de ahora!) o deambulando en el auto por calles hidrocálidas, con la copa o cheve en mano, íbamos a recoger a fulanito aquí, a sutanito allá. Ya entrados en calorcito, al antro que tocara, y los pongo en orden no cronológico, sino como medio me acuerdo: el Ioz (¿O era Ios) la República (quesque para adultos, pero apenas teníamos unos 24) el Zen, el Alquimia (me encantaban sus tres pisos). Estaban los más alternativos, a mí todavía me tocó la mítica Querencia o el Hijo del Ahuizote, donde viví un concierto super nice del Armando Palomas cuando aún no era una estrella del firmamento rockero nacional. El Yambak cuando era rockero y no un lugar de hípsters.

En fin, que después de terminar, aún cerraban en aquellas épocas tipo dos de la madrugada y estaban prohibidas las extensiones de horarios, nos íbamos a bajar avión a los tacos, poderosísimos y deliciosos tacos grasosos. No los menciono por importancia ni sabor, sino de los que me acuerdo: lechón el güero, en Héroe de Nacozari, frente a Plaza Krystal, sigue vendiendo y su sabor es una delicia, aunque ahora está sobredimensionado y hay que hacer largas filas para que te atiendan. Los burritos de la Puri, donde me llegué a comer dos gigantes, de esos que al día siguiente te volvían más creyente. Los tacos de San Cayetano eran un punto de reunión de trasnochados y antreros, aunque por la hora ya nunca nos tocaba guacamole, los de buche o pastor sí ayudaban a que Baco se apaciguara un poco. En fin, que había muchos lugares: los jochos del Mike, las tripas Héctor, el Potro Loco. Más recientemente iba al Chapetes después de una buena trasnochada en la feria. Pero ya no más. Ya no para bajar avión. Sigo frecuentando muchos tacos por mi adicción a la famosa vitamina T, pero tengo algunos años que abandoné los antros y la trasnochada; algunos de mis amigos cuarentones siguen yendo y no solo a los, digámosles, de adultos mayores (Décadas, Última Luma, etc) sino que algunos caen a los de chavos. ¡Qué vergüenza andar a esta edad en esos lugares de pubertos! Cuando me cuentan que van a esos meneste-

res, les recuerdo mi anécdota a los veintidós: estaba con el Marvin en un antro que no recuerdo, y pues éramos estudiambres, total que nos alcanzaba para una o dos cheves que traíamos en la mano y no soltábamos porque ya sabíamos que, a la menor provocación, el mesero se la llevaba. Total, que en las mesas VIP puros de treinta años tomando coñac (¡algo inalcanzable para nosotros!) y decíamos: ¡ches viejillos, que se vayan a sus casas, que andan haciendo aquí! Derivado de lo anterior, fue mi corte de la coleta de los antros, un día en uno de Guadalajara con mi excelente amigo Astraín, tomé mi vaso de coñac, miré a todo alrededor y me dije a mi mismo ¿Dónde quedarían los viejitos, que puro mocoso veo? Creaturas ¿A poco andan de parrandas a los cuarentas? Se les van a romper sus rodillitas (parafraseando a ese TikTok famoso). Yo, solo a algunas cantinas, y hasta antes de las 10 pm que a esa hora hay que lavarse los dientes y meterse a la cama. Excepcionalmente cuando Astraín me invita, vuelvo a Guadalajara, pero una sola vez al año. En fin, que recordar es volver a vivir, hoy que justo cumplo los cuarenta y tantos, y que recuerdo cuando me amanecía entre alcoholes y tacos, no puedo sino decirme a mí mismo: felicidades por lo bien vividas tus hermosas primeras décadas. rubendiazlopez@hotmail.com

Filósofo, político, luchador social, las diferentes facetas de Luis Villoro en homenajes del COLNAL y la UNAM / Judith Amador Como una figura ejemplar, de una honestidad intachable, amplia cultura y curiosidad vastísima, fue definido el filósofo Luis Villoro Toranzo por su hijo, el escritor Luis Villoro, al dar inicio este jueves 3 al homenaje que organizó El Colegio Nacional (COLNAL) para conmemorar el centenario de su nacimiento. El homenaje consistió en dos mesas de reflexión en torno a la vida y obra del también luchador social, nacido en Barcelona, España, el 3 de noviembre de 1922, quien fue miembro del COLNAL desde 1978, y fue en su sede donde se le vio por última vez en público, antes de su muerte el 5 de marzo de 2014. Fue convocado por Luis Villoro y el historiador Javier Garciadiego, también integrantes del Colegio. Realizada en el Aula Mayor, la primera mesa tuvo la participación de los abogados José Ramón Cossío, ministro en retiro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación; Diego Valadés, exprocurador de Justicia; Miguel Limón Rojas, exsecretario de Educación Pública; el sociólogo y académico Roger Bartra; el filósofo Carlos Mendoza, y el también filósofo e historiador Guillermo Hurtado, coordinador del libro póstumo La identidad múltiple, que reúne ensayos de Luis Villoro sobre temas como la educación, la democracia, la autonomía de los pueblos indígenas y la identidad y que se dio a conocer en este evento. A través de un comunicado, el COLNAL dio cuenta de la mesa inicial, en donde el público intervino y preguntó a Villoro cuál es la herencia mayor que él y su hermano Miguel recibieron. Destacó: “Fue un ejemplo para nosotros; él escribió mucho sobre la figura del ejemplo, como alguien que no impone su conocimiento, sino que con su propio ejercicio de pensamiento hace que los demás se acerquen y traten de imitarlo y creo que en ese sentido fue para nosotros una figura ejemplar”.

Luis Villoro Valadés abordó las reflexiones de Villoro en torno a temas políticos y cuatro propuestas que presentó en un foro organizado hace décadas, por el entonces secretario de Gobernación, Jesús Reyes Heroles: “Facilitar la creación de partidos; prohibir el corporativismo político; establecer la representación proporcional en la Cámara de Diputados y ‘de manera expresa dijo: cancelar los recursos económicos erogados por el gobierno, con nuestros impuestos, en favor de una organización política, el PRI’”. El jurista recordó que Villoro fue un inconforme permanente e impugnador de la concentración del poder. Nacido también en Barcelona, el sociólogo Roger Bartra recordó que compartió con el filósofo temas como los problemas de la identidad, pues él luchaba por ser mexicano: “Había crecido en Europa y ahí se había educado hasta que la Segunda Guerra Mundial lo había obligado a refugiarse en México, el país de su madre. Yo había nacido en México de padres catalanes, exiliados, me esforzaba por alcanzar una condición postmexicana”. Eso propició y reforzó su amistad. Y aclaró que Villoro no fue parte del canon de la identidad mexicana que el filósofo Samuel Ramos y el poeta Octavio Paz forjaron. Incluso –recordó– mientras Paz pu-

blica El laberinto de la soledad, en el mismo año, Villoro hace lo propio con su libro “Los grandes momentos del indigenismo en México”: En él “no se dedica a definir lo mexicano sino principalmente a desplegar su pasión por salvarse de su desgarramiento interno, el del mestizo, para recuperarse a sí mismo en un acto de amor por lo indígena y por el pasado prehispánico”. Evocó asimismo que cuando en 1994 se levantó el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), “se avivó la llama de la pasión por el ser indio” del filósofo. Hay que recordar que Villoro fue clave en las negociaciones por la paz con el EZLN y se asumió como una especie de “corresponsal”, al sostener intercambio de ideas con el subcomandante Marcos, ahora Galeano. En la UNAM La Universidad Nacional Autónoma de México, en donde hizo su doctorado en Filosofía, organiza un segundo homenaje del lunes 7 al miércoles 9 de noviembre. Inicia en el Auditorio Jorge Carpizo de la Coordinación de Humanidades con una ceremonia de inauguración a las 9:30. A partir de las 10:00 se llevarán a cabo varias mesas con temas en torno a las diferentes facetas del filósofo: Epistemólogo, activista y militante. Las con-

ferencias estarán a cargo de académicos mexicanos y del extranjero como Mario Teodoro Ramírez del Instituto de Investigaciones Filosóficas de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, Carlos Montemayor de la Universidad Estatal de San Francisco de Estados Unidos, Arturo Anguiano de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), entre otros. A las 14:15 horas se cambiará de sede a la Sala José Gaos del Instituto de Investigaciones Filosóficas (IIF) y el tema será Luis Villoro, filósofo político. Participan Paulette Dieterlen del IIF, Gregory Pappas de la Texas A&M University, y Gabriel Vargas de la UAM Iztapalapa. El martes a partir de las 10:00 horas, en la misma Sala José Gaos, se aborda “Villoro como teórico de la cultura”, con intervenciones de Héctor Díaz Polanco del CIESAS, Raúl Trejo de la Universidad de Chiapas, y Sergio Gallegos del John Jay College. La siguiente mesa es “Más allá del lenguaje”, las ponencias son de Kim Díaz de Pedro Stepanenko del IIF, Carlos Sánchez de la San Jose State University, entre otros. Por la tarde, a las 16:00 horas se hablará del historiador de la filosofía con Laura Benítez y Teresa Rodríguez del IIF, y Robert Sánchez del Occidental College. El miércoles desde las 10:00 horas se regresa al Auditorio Jorge Carpizo de la Coordinación de Humanidades, con las facetas Filósofo de la historia y Pensador múltiple, con Aureliano Ortega de la Universidad de Guanajuato, y Guillermo Hurtado y Abraham Sapién del IIF, así como su hija Carmen Villoro de la Biblioteca Iberoamericana Octavio Paz, Adolfo Castañón de la Academia Mexicana de la Historia y Olbeth Hansberg del IIF. Después del almuerzo se regresa a la Sala José Gaos para la mesa final “Luis Villoro en el horizonte”, con Fernanda Navarro de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, Carlos Pereda del IIF, su hijo Juan Villoro de El Colegio Nacional, y José Antonio Cruz Parcero del IIF. A las 18:00 horas se clausura el coloquio.


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