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Judith amador
ASÍ ES ESTO Bajar avión: ¿a poco siguen de parranda a sus cuarentas?
RUBÉN DÍAZ LÓPEZ
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Para aquellos, mis amigos de farra, a quienes el destino alcanzó. Para mí, hoy en mi cumple
El destino nos alcanzó, fue la frase de un viejo amigo cuando le conté que había ido a uno de esos lugares donde bajábamos avión, como se decía en nuestras épocas: primero la precopa, que lo mismo hacíamos en el San Pancho de la Puri (ah ¡qué maravilla de botana, a diferencia de ahora!) o deambulando en el auto por calles hidrocálidas, con la copa o cheve en mano, íbamos a recoger a fulanito aquí, a sutanito allá. Ya entrados en calorcito, al antro que tocara, y los pongo en orden no cronológico, sino como medio me acuerdo: el Ioz (¿O era Ios) la República (quesque para adultos, pero apenas teníamos unos 24) el Zen, el Alquimia (me encantaban sus tres pisos). Estaban los más alternativos, a mí todavía me tocó la mítica Querencia o el Hijo del Ahuizote, donde viví un concierto super nice del Armando Palomas cuando aún no era una estrella del firmamento rockero nacional. El Yambak cuando era rockero y no un lugar de hípsters.
En fin, que después de terminar, aún cerraban en aquellas épocas tipo dos de la madrugada y estaban prohibidas las extensiones de horarios, nos íbamos a bajar avión a los tacos, poderosísimos y deliciosos tacos grasosos. No los menciono por importancia ni sabor, sino de los que me acuerdo: lechón el güero, en Héroe de Nacozari, frente a Plaza Krystal, sigue vendiendo y su sabor es una delicia, aunque ahora está sobredimensionado y hay que hacer largas filas para que te atiendan. Los burritos de la Puri, donde me llegué a comer dos gigantes, de esos que al día siguiente te volvían más creyente. Los tacos de San Cayetano eran un punto de reunión de trasnochados y antreros, aunque por la hora ya nunca nos tocaba guacamole, los de buche o pastor sí ayudaban a que Baco se apaciguara un poco. En fin, que había muchos lugares: los jochos del Mike, las tripas Héctor, el Potro Loco. Más recientemente iba al Chapetes después de una buena trasnochada en la feria.
Pero ya no más. Ya no para bajar avión. Sigo frecuentando muchos tacos por mi adicción a la famosa vitamina T, pero tengo algunos años que abandoné los antros y la trasnochada; algunos de mis amigos cuarentones siguen yendo y no solo a los, digámosles, de adultos mayores (Décadas, Última Luma, etc) sino que algunos caen a los de chavos. ¡Qué vergüenza andar a esta edad en esos lugares de pubertos! Cuando me cuentan que van a esos menesteres, les recuerdo mi anécdota a los veintidós: estaba con el Marvin en un antro que no recuerdo, y pues éramos estudiambres, total que nos alcanzaba para una o dos cheves que traíamos en la mano y no soltábamos porque ya sabíamos que, a la menor provocación, el mesero se la llevaba. Total, que en las mesas VIP puros de treinta años tomando coñac (¡algo inalcanzable para nosotros!) y decíamos: ¡ches viejillos, que se vayan a sus casas, que andan haciendo aquí! Derivado de lo anterior, fue mi corte de la coleta de los antros, un día en uno de Guadalajara con mi excelente amigo Astraín, tomé mi vaso de coñac, miré a todo alrededor y me dije a mi mismo ¿Dónde quedarían los viejitos, que puro mocoso veo?
Creaturas ¿A poco andan de parrandas a los cuarentas? Se les van a romper sus rodillitas (parafraseando a ese TikTok famoso). Yo, solo a algunas cantinas, y hasta antes de las 10 pm que a esa hora hay que lavarse los dientes y meterse a la cama. Excepcionalmente cuando Astraín me invita, vuelvo a Guadalajara, pero una sola vez al año. En fin, que recordar es volver a vivir, hoy que justo cumplo los cuarenta y tantos, y que recuerdo cuando me amanecía entre alcoholes y tacos, no puedo sino decirme a mí mismo: felicidades por lo bien vividas tus hermosas primeras décadas.
rubendiazlopez@hotmail.com
Filósofo, político, luchador social, las diferentes facetas de Luis Villoro en homenajes del COLNAL y la UNAM
/ JUdith aMador
Como una figura ejemplar, de una honestidad intachable, amplia cultura y curiosidad vastísima, fue definido el filósofo Luis Villoro Toranzo por su hijo, el escritor Luis Villoro, al dar inicio este jueves 3 al homenaje que organizó El Colegio Nacional (COLNAL) para conmemorar el centenario de su nacimiento.
El homenaje consistió en dos mesas de reflexión en torno a la vida y obra del también luchador social, nacido en Barcelona, España, el 3 de noviembre de 1922, quien fue miembro del COLNAL desde 1978, y fue en su sede donde se le vio por última vez en público, antes de su muerte el 5 de marzo de 2014. Fue convocado por Luis Villoro y el historiador Javier Garciadiego, también integrantes del Colegio.
Realizada en el Aula Mayor, la primera mesa tuvo la participación de los abogados José Ramón Cossío, ministro en retiro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación; Diego Valadés, exprocurador de Justicia; Miguel Limón Rojas, exsecretario de Educación Pública; el sociólogo y académico Roger Bartra; el filósofo Carlos Mendoza, y el también filósofo e historiador Guillermo Hurtado, coordinador del libro póstumo La identidad múltiple, que reúne ensayos de Luis Villoro sobre temas como la educación, la democracia, la autonomía de los pueblos indígenas y la identidad y que se dio a conocer en este evento.
A través de un comunicado, el COLNAL dio cuenta de la mesa inicial, en donde el público intervino y preguntó a Villoro cuál es la herencia mayor que él y su hermano Miguel recibieron. Destacó:
“Fue un ejemplo para nosotros; él escribió mucho sobre la figura del ejemplo, como alguien que no impone su conocimiento, sino que con su propio ejercicio de pensamiento hace que los demás se acerquen y traten de imitarlo y creo que en ese sentido fue para nosotros una figura ejemplar”.
Valadés abordó las reflexiones de Villoro en torno a temas políticos y cuatro propuestas que presentó en un foro organizado hace décadas, por el entonces secretario de Gobernación, Jesús Reyes Heroles:
“Facilitar la creación de partidos; prohibir el corporativismo político; establecer la representación proporcional en la Cámara de Diputados y ‘de manera expresa dijo: cancelar los recursos económicos erogados por el gobierno, con nuestros impuestos, en favor de una organización política, el PRI’”.
El jurista recordó que Villoro fue un inconforme permanente e impugnador de la concentración del poder. Nacido también en Barcelona, el sociólogo Roger Bartra recordó que compartió con el filósofo temas como los problemas de la identidad, pues él luchaba por ser mexicano:
“Había crecido en Europa y ahí se había educado hasta que la Segunda Guerra Mundial lo había obligado a refugiarse en México, el país de su madre. Yo había nacido en México de padres catalanes, exiliados, me esforzaba por alcanzar una condición postmexicana”.
Eso propició y reforzó su amistad. Y aclaró que Villoro no fue parte del canon de la identidad mexicana que el filósofo Samuel Ramos y el poeta Octavio Paz forjaron. Incluso –recordó– mientras Paz publica El laberinto de la soledad, en el mismo año, Villoro hace lo propio con su libro “Los grandes momentos del indigenismo en México”:
En él “no se dedica a definir lo mexicano sino principalmente a desplegar su pasión por salvarse de su desgarramiento interno, el del mestizo, para recuperarse a sí mismo en un acto de amor por lo indígena y por el pasado prehispánico”.
Evocó asimismo que cuando en 1994 se levantó el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), “se avivó la llama de la pasión por el ser indio” del filósofo.
Hay que recordar que Villoro fue clave en las negociaciones por la paz con el EZLN y se asumió como una especie de “corresponsal”, al sostener intercambio de ideas con el subcomandante Marcos, ahora Galeano.
En la UnaM
La Universidad Nacional Autónoma de México, en donde hizo su doctorado en Filosofía, organiza un segundo homenaje del lunes 7 al miércoles 9 de noviembre. Inicia en el Auditorio Jorge Carpizo de la Coordinación de Humanidades con una ceremonia de inauguración a las 9:30.
A partir de las 10:00 se llevarán a cabo varias mesas con temas en torno a las diferentes facetas del filósofo: Epistemólogo, activista y militante. Las conferencias estarán a cargo de académicos mexicanos y del extranjero como Mario Teodoro Ramírez del Instituto de Investigaciones Filosóficas de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, Carlos Montemayor de la Universidad Estatal de San Francisco de Estados Unidos, Arturo Anguiano de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), entre otros.
A las 14:15 horas se cambiará de sede a la Sala José Gaos del Instituto de Investigaciones Filosóficas (IIF) y el tema será Luis Villoro, filósofo político. Participan Paulette Dieterlen del IIF, Gregory Pappas de la Texas A&M University, y Gabriel Vargas de la UAM Iztapalapa.
El martes a partir de las 10:00 horas, en la misma Sala José Gaos, se aborda “Villoro como teórico de la cultura”, con intervenciones de Héctor Díaz Polanco del CIESAS, Raúl Trejo de la Universidad de Chiapas, y Sergio Gallegos del John Jay College. La siguiente mesa es “Más allá del lenguaje”, las ponencias son de Kim Díaz de Pedro Stepanenko del IIF, Carlos Sánchez de la San Jose State University, entre otros.
Por la tarde, a las 16:00 horas se hablará del historiador de la filosofía con Laura Benítez y Teresa Rodríguez del IIF, y Robert Sánchez del Occidental College.
El miércoles desde las 10:00 horas se regresa al Auditorio Jorge Carpizo de la Coordinación de Humanidades, con las facetas Filósofo de la historia y Pensador múltiple, con Aureliano Ortega de la Universidad de Guanajuato, y Guillermo Hurtado y Abraham Sapién del IIF, así como su hija Carmen Villoro de la Biblioteca Iberoamericana Octavio Paz, Adolfo Castañón de la Academia Mexicana de la Historia y Olbeth Hansberg del IIF.
Después del almuerzo se regresa a la Sala José Gaos para la mesa final “Luis Villoro en el horizonte”, con Fernanda Navarro de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, Carlos Pereda del IIF, su hijo Juan Villoro de El Colegio Nacional, y José Antonio Cruz Parcero del IIF. A las 18:00 horas se clausura el coloquio.
Luis Villoro
/ anne Marie Mergier
Ante el hecho de que 50 mil agentes qataríes del orden serán insuficientes para garantizar la seguridad del millón 300 mil aficionados que se concentrarán en Doha, y ante los riesgos de atentados terroristas, ataques cibernéticos y enfrentamientos violentos, el gobierno de Qatar y la FIFA firmaron acuerdos de cooperación con 13 países, empresas privadas y organismos internacionales –entre ellos, de manera inédita, la OTAN– para que aporten miles de policías y soldados, asesores militares y cibernéticos, equipos de seguridad y hasta submarinos y aviones de combate.
Las cifras hablan por sí mismas: alrededor de un millón 300 mil aficionados al balompié se disponen a viajar a Doha para asistir a la vigésima segunda edición de la Copa Mundial de Futbol que se llevará a cabo del 20 de noviembre al 18 de diciembre.
Antes de la pandemia de Covid-19, el riquísimo microemirato de Qatar –11 mil 571 kilómetros cuadrados y 2 millones 931 mil habitantes, 350 mil de los cuales son qataríes de pura cepa– solía acoger a un promedio de 3 millones de turistas… al año.
A diferencia de las copas anteriores, en las que sólo dos selecciones y sus respectivos seguidores se congregaban en una misma ciudad, todos los partidos del Mundial 2022 se disputarán en la capital qatarí y sus alrededores.
Cinco de los ocho flamantes estadios del campeonato se encuentran en la capital; otros dos fueron construidos en Al-Rayyan y Al-Wakrah y el octavo en AlKhor, tres ciudades ubicadas respectivamente a 20 y 50 kilómetros del centro de Doha. 70 kilómetros solamente separan Al-Khor de Al-Wakrah.
Helmut Spahn, director de seguridad de la FIFA, lo reconoce: la primera parte del torneo plantea auténticos desafíos logísticos, pues a lo largo de dos semanas, del 21 de noviembre al 2 de diciembre, los 32 equipos competidores jugarán 48 partidos –cuatro partidos por día– en un espacio geográfico sumamente reducido.
Controlar los desplazamientos cotidianos de ocho cohortes de hinchas exuberantes por las calles y en los transportes públicos de una ciudad totalmente ajena a protestas callejeras y a vaivenes de muchedumbres causa angustia en las más altas esferas qataríes.
“El carácter compacto de la Copa del Mundo 2022 es algo excepcional. Por primera vez en la historia de esa competencia todos los equipos, todas las delegaciones y todos los aficionados estarán reunidos en el mismo lugar… Es un reto, pero también una oportunidad única para celebrar un jubiloso festival de futbol con fanáticos de los cinco continentes”, recalcó Spahn al concluir la Última Conferencia sobre Cuestiones de Seguridad de la Copa del Mundo Qatar 2022, celebrada en Doha los días 22 y 23 del pasado mayo.
“Momentos difíciles y complejos nos esperan”, reconoció, refiriéndose tanto al control de las multitudes como a problemas de seguridad inherentes a todos los encuentros deportivos planetarios: riesgos de atentados terroristas, ataques cibernéticos, arrebatos violentos de hooligans o enfrentamientos entre seguidores de equipos adversos.
Pero el alto responsable de la FIFA tenía además en mente las tensiones específicas que plantea ese primer Mundial celebrado en Medio Oriente y cuyo anfitrión es una monarquía musulmana de filiación sunita que aplica la sharia (ley islámica). Al igual que los dirigentes del emirato, Spahn teme choques culturales potencialmente explosivos entre qataríes muy conservadores y fanáticos extranjeros demasiado extrovertidos.
Policías y militares de todo el mundo para blindar el Mundial

“SocioS de Seguridad”
Desde su controvertido nombramiento en 2010 como anfitrión del Mundial por el Comité Ejecutivo de la FIFA, Qatar, que sólo cuenta con 50 mil policías y militares, multiplicó contactos internacionales y acabó firmando acuerdos de cooperación en cuestiones de seguridad con 13 países, varias instancias internacionales y destacadas empresas privadas.
El objetivo del jeque Tamim bin Hamad Al Thani, quien dirige el emirato desde 2013, es claro: el Mundial 2022 en el que invirtió 200 mil millones dólares debe ser el más seguro y el más grandioso de toda la historia del torneo.
El ambicioso jeque de 42 años considera que su éxito es esencial para la consagración planetaria de su reino y de su famoso soft power, poder de influencia que le permite tener cada vez más peso político en el mundo.
Sorprende la lista heterogénea de los “socios de seguridad” del emir. Si bien parece lógica la presencia de miembros de los servicios de inteligencia de los países cuyas selecciones compiten en el Mundial, así como la de expertos de Interpol y Europol y directivos del Centro Internacional para la Seguridad del Deporte –organismo con sede en Doha creado a iniciativa de Qatar en 2010 y ampliamente financiado por el emirato–, no deja de llamar la atención la participación de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en la protección del torneo futbolístico. El hecho no tiene antecedente.
Jens Stoltenberg, secretario general de la OTAN, asegura que esa cooperación se inscribe “naturalmente” en el marco de las relaciones estrechas de Qatar con la organización atlántica, sin dar mayores precisiones.
Sólo menciona que integrantes de la policía qatarí fueron capacitados en Eslovaquia y en el Centro de Excelencia de la OTAN de la República Checa para enfrentar ataques con armas CBRN (químicas, biológicas, radiológicas y nucleares) y en Rumania para perfeccionar sus técnicas de protección de los VIP (invitados muy importantes) y de intervención en caso de ataques con “explosivos improvisados”.
Francia lleva relaciones privilegiadas con Qatar desde hace varias décadas por lo cual encabeza la lista de los 13 países que firmaron “convenios de seguridad” con el emirato.
No se debe olvidar que, en 2010 Nicolas Sarkozy, entonces presidente de Francia, y Michel Platini, quien se desempeñaba como vicepresidente de la FIFA, jugaron un papel tan esencial como turbio en la atribución del Mundial a Qatar. Se habló inclusive de “conflictos de intereses”, delito que varias y largas investigaciones judiciales no lograron comprobar.
Como sea, París, que asesora a Doha en materia de seguridad desde 2005, firmó en 2021 un contrato con el emirato cuyo aspecto financiero sigue siendo oculto, a pesar de la insistencia de diputados y medios de comunicación para conocerlo.
En cambio, filtraron en la prensa cláusulas jurídicas del convenio. Destaca una que impide que militares y policías galos eventualmente culpables de violación de la muy rigurosa ley islámica, sean sometidos a penas de flagelación o condenados a muerte.
La misión gala en Qatar cuenta con 220 expertos de la gendarmería y la seguridad civil que intervendrán al más alto nivel para cubrir un amplio abanico de amenazas entre las que resaltan “ataques de drones hostiles”.
Francia desplegará también sus sistemas aerotransportados de control AWACS para asegurar la vigilancia del espacio aéreo qatarí. Compartirá esa responsabilidad con la Royal Air Force británica, que enviará aviones de combate Eurofighter Typhoon a Doha, y con FORTEM Technologies, empresa privada estadounidense considerada líder mundial de la lucha antidrones.
Turquía, fiel aliado de Qatar, que cuenta con una base militar en Doha y lleva meses capacitando a militares y policías qataríes, no se queda atrás. Están a punto de aterrizar en el emirato 3 mil agentes antimotines turcos, 50 expertos en bombas y 80 perros, unos rastreadores y otros antidisturbios, así como efectivos militares. Todos se encargarán de la vigilancia de los estadios y los hoteles junto con “miles” de policías enviados por Rabat. No se tiene su número exacto.
Marruecos pone además a disposición de Qatar algunos de sus mejores expertos en ciberseguridad, los cuales, por cierto, son bastante afamados a nivel mundial. Trabajarán al lado de especialistas de agencias privadas internacionales.
Impactadas por los millones de ataques cibernéticos sufridos por las infraestructuras de información del Mundial de 2018 que se celebró en Moscú –se habla oficialmente de 25 millones agresiones– las autoridades de la FIFA y de Qatar multiplicaron las iniciativas de protección en ese campo.
A raíz de acuerdos firmados con Islamabad y Amman, Doha puede también contar con importantes contingentes militares paquistaníes y jordanos. En ese caso también se habla en forma imprecisa de “varios miles de hombres”.
No será la selección nacional de Italia la que representará a ese país tan “futbolero” en Qatar, sino sus Fuerzas Armadas. El dispositivo militar previsto por Roma que incluye 560 soldados y carabineros, 46 vehículos terrestres, pero sobre todo el flamante patrullero offshore polivalente “Paolo Thaon di Revel” y un vehículo submarino teledirigido empezó a desplegarse en el país en octubre.
De hecho, la mayor responsabilidad de la Armada italiana será contribuir a la seguridad de las aguas internacionales frente a Doha y del espacio submarino cerca de la costa.
Los 115 agentes de la Unidad de Intervención Policial de la policía nacional española no viajarán a Doha. Involucrada desde hace meses en la elaboración del dispositivo de seguridad del Mundial, la dirección del Cuerpo Nacional de Policía se echó para atrás el pasado 14 de octubre. Según la prensa española, el alto mando policial ibérico no aceptó que sus hombres llevaran los uniformes impuestos por los qataríes a todos los agentes de mantenimiento del orden, nacionales como extranjeros. No se publicita mucho el papel de Estados Unidos en la seguridad del torneo futbolístico, pero se sabe que es preponderante.
Desde 2002 Qatar alberga la mayor base militar estadounidense de Medio Oriente, en la que el Pentágono instaló el CentCom, el cuartel general de sus operaciones en toda la región. Unos 20 mil soldados –la mitad de los efectivos desplegados en Medio Oriente– viven en el enclave de Al-Udeid totalmente apartado del resto del país.
El pasado 6 de octubre el Ministerio de Defensa de Qatar dio a conocer oficial pero escuetamente “la firma de un memorando de cooperación con el Departamento de Defensa de Washington sobre la contribución de las fuerzas armadas estadounidenses a la seguridad de la Copa Mundial de la FIFA 2022”.
El lacónico comunicado sólo indica que el general de brigada Khaled Muhammad Al-Nuaimi, vicepresidente del Comité Ejecutivo de Seguridad y Relaciones Internacionales, firmó el acuerdo en nombre de Qatar, mientras que el coronel Timothy Drifki, alto funcionario de Defensa y agregado militar, lo hizo en nombre del gobierno estadunidense.
E indica: “El acuerdo tiene por objeto definir y organizar las responsabilidades y los acuerdos técnicos relacionados con la cooperación en materia de seguridad”. Nada más.