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Cultivemos la mirada que consuela, alegra, acoge y acaricia
from Revista EC 119
Teresa Vives Pertusa. Presidenta de Escuelas Católicas
Una canción del Dúo Dinámico dice así: “El final del verano llegó y tú partirás…”. Según cómo se mire, con la llegada de septiembre se acaba el verano, el tiempo de relax, de las experiencias extraordinarias, de los encuentros anuales con amigos, los chapuzones en la playa, los paseos por la montaña, las visitas a los museos, las noches de fiesta. Cuando agosto toca techo se dice que se acabó el verano, aunque todos sabemos que el verano todavía no ha acabado. El acento lo pone la mirada.
El verano es todo eso, pero es mucho más. Nuestros ojos han visto muchas cosas en estos meses. Hemos sido testigos de imágenes que nos encogen el corazón, que hubiésemos deseado no ver y que por el contrario han quedado impresas en nuestra retina. Un fuego arrasador y destructor que priva de vida y de esperanza a muchas personas y que, en ocasiones, tristemente es provocado por un mano sin horizonte. Rostros desencajados por el hambre que fomenta la guerra despiadada. Destrucción y más destrucción del hábitat de familias enteras por el afán de poder y de dominación. Persecución de inocentes, deportaciones y detenciones por el mero hecho de cumplir con un programa electoral o por congraciarse con algunos aliados. ¡Cuánto dolor y vacío siembra la pérdida de seres queridos y de personas significativas, cuando menos lo esperas!
Todo esto ha formado parte de nuestro verano. Pero no solo eso. También ha habido mucho bueno en las experiencias de voluntariado, en los campamentos, en los cursos de formación, en los libros leídos, en la música escuchada o interpretada, en las conversaciones distendidas, en los horarios flexibles, en las aventuras, en las anécdotas, en la solidaridad a raudales y otras tantas experiencias que, sin duda, nos predisponen a retomar el ritmo ordinario a partir de septiembre con renovada energía.
La vida sigue y la llamada a poner el acento en lo que construye y en lo que genera esperanza está más viva que nunca
Y la vida sigue y la llamada a poner el acento en lo que construye y en lo que genera esperanza está más viva que nunca. Por eso me invito y os invito a no dejar que la oscuridad del mal nos invada, sino que, “con los ojos fijos en Jesús”, cultivemos la mirada que consuela, que dignifica, que alegra, que acoge y acaricia, que moviliza e invita a la acción, que no evade la realidad, que cambia y transforma porque, como dicen los que saben, “aunque nada cambie, si yo cambio, todo cambia” que es como decir: limpia la mirada porque “La lámpara del cuerpo es tu ojo” (Mt 6, 22-23).
Así como Jesús es capaz de abrazar toda la realidad con la mirada, nosotros que caminamos tras sus huellas y hemos recibido la vocación educadora, también tenemos la posibilidad de educar la mirada, de ayudar a observar y contemplar lo pequeño, lo cotidiano y lo diverso para crear conciencia de que el bien común es un bien que se construye entre todos.
Demos la bienvenida al nuevo curso, dejemos que el bullicio de las aulas, de los espacios de encuentro vuelvan a ser imágenes habituales donde la mirada se recrea y se abre a la novedad en permanente actitud de aprendizaje y compromiso.






