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Desarrollar el pensamiento crítico en la era de la IA
from Revista EC 119
Rafael Molina. Docente en el Colegio FEST San Juan García de Madrid y asesor del Departamento de Innovación Pedagógica de EC
“¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?” se preguntaba Philip K. Dick en la novela que inspiró la película Blade Runner. En un futuro plagado de inteligencia artificial, humanos y replicantes (androides casi indistinguibles de las personas) conviven, pero la línea que separa la verdad de la simulación se vuelve cada vez más difusa. Hoy, sin necesidad de viajar a un mundo distópico, nuestra realidad educativa enfrenta un desafío similar: en un entorno donde las máquinas ya “piensan”, ¿cómo educar al alumnado para que piense críticamente?
De la caza de replicantes a la búsqueda de la verdad
En Blade Runner , Rick Deckard, el protagonista, es un cazador de replicantes. Pero su misión no es simple: debe distinguir entre lo real y lo artificial, entre la emoción auténtica y su imitación perfecta. De la misma forma, nuestros estudiantes deben aprender a discernir la información genuina de las réplicas convincentes (información no verificada) que ofrecen sistemas de IA como ChatGPT, Gemini o Copilot.
En la era digital, buscar información es fácil. Lo complejo es evaluar su calidad y convertir toda esa información en conocimiento. En este primer paso, la rúbrica CRAAP (siglas en inglés que significan Actualidad, Relevancia, Autoridad, Exactitud y Propósito) se convierte en una herramienta esencial. Enseñar a los alumnos a verificar dominios web, analizar la autoría, comparar versiones de una misma noticia y triangular fuentes es como entregarles una caja de herramientas con las que poder distinguir la información veraz de aquella construida artificialmente.
Esto no se traduce únicamente en habilidades técnicas, sino también en compromisos éticos. Hablamos aquí del respeto a la verdad, la responsabilidad o el rigor intelectual.
En el aula, la inteligencia artificial no es una amenaza a combatir, sino una presencia que debemos integrar con mirada crítica y fundamento ético
Las sombras del algoritmo: sesgos e información parcial
Detrás del algoritmo hay un riesgo concreto: los sesgos. La IA no es neutral. Se alimenta de datos que pueden estar incompletos, ser ideológicamente sesgados o reflejar patrones discriminatorios. Estos sesgos pueden ser involuntarios -producto de los datos con que se entrenan los modelos- o voluntarios, cuando una narrativa es intencionadamente dirigida.
Formar en pensamiento crítico implica enseñar a detectar estas distorsiones. Señales como la falta de pluralidad de voces, el uso de lenguaje emocional o exagerado, la ausencia de contexto o el desprecio por opiniones contrarias deben ser identificadas. Nuestros estudiantes deben aprender a preguntar: ¿Qué no se dice? ¿A quién beneficia esto? ¿Se omite alguna información importante?
Estrategias como el análisis de titulares de diversos medios, debates con roles intercambiados o la verificación de datos ofrecidos por la IA fomentan una sana sospecha que no destruye, sino construye autonomía y pensamiento libre.

Rutinas de pensamiento en un mundo automatizado
La escuela, hoy, no debe limitarse solo a enseñar a su alumnado a usar la IA, sino a preguntarse con y sobre ella. Las rutinas de pensamiento desarrolladas por David Perkins o Robert Swartz, adaptadas al uso con tecnología, son clave en este proceso.
Algunas actividades clave para fomentar el pensamiento crítico frente a la inteligencia artificial incluyen estrategias como VeoPienso-Me pregunto, que invita a descomponer las respuestas generadas por la IA y formular interrogantes significativos; reclamar la razón, donde los estudiantes deben refutar o defender afirmaciones producidas por algoritmos utilizando evidencias; comparar y contrastar, que permite confrontar la información automatizada con fuentes humanas y evaluar su confiabilidad; y establecer el círculo de puntos de vista, una dinámica que enriquece la interpretación al introducir múltiples perspectivas, desafiando así la aparente objetividad de la IA.
Todo esto se acompaña de actitudes formativas: curiosidad, flexibilidad, perseverancia y una constante reflexión metacognitiva, porque el pensamiento crítico no es solo una destreza, es una forma de ser.
¿Sueñan los estudiantes con pensar por sí mismos?
En el aula, la inteligencia artificial no es una amenaza a combatir, sino una presencia que debemos integrar con mirada crítica y fundamento ético. El verdadero desafío no es evitar que los estudiantes piensen menos porque la IA lo hace por ellos, sino lograr que piensen mejor, precisamente porque la IA los impulsa a cuestionar, contrastar y tomar decisiones con criterio propio.
La escuela católica encuentra en este nuevo escenario una misión clara y profundamente alineada con su identidad: formar personas libres, informadas y comprometidas, capaces de discernir con lucidez la verdad en medio del creciente ruido. En un mundo saturado de datos, voces y algoritmos que ofrecen respuestas instantáneas, la educación no puede limitarse a la transmisión de conocimientos, sino que debe cultivar la conciencia crítica, el juicio ético y el compromiso con el bien común. Desarrollar el pensamiento crítico en la era de la inte ligencia artificial no es solo una necesidad pedagógica, sino un acto profundamente humanizador, porque aunque los algoritmos sean capaces de procesar información a velocidades inimaginables, solo los seres humanos, dotados de razón, sensibilidad y conciencia, pueden buscar y abrazar la verdad y el conocimiento de forma plena y significativa.
Así como los replicantes de Philip K. Dick desafiaban los límites entre lo humano y lo artificial, nuestros estudiantes, en esta nueva era, deben aprender a distinguir entre el conocimiento auténtico y sus imitaciones digitales. Educar en pensamiento crítico no es solo una respuesta a los desafíos tecnológicos actuales, sino una apuesta por la humanidad misma. En un mundo donde las máquinas simulan pensar, nuestra tarea educativa es más urgente que nunca: formar personas capaces de soñar, discernir y decidir por sí mismas. Porque, al final, no se trata de si los androides sueñan con ovejas eléctricas, sino de si nuestros estudiantes sueñan con pensar por sí mismos… y hacerlo con verdad, libertad y responsabilidad.
En este compromiso por una educación más consciente y transformadora, agradecemos especialmente al grupo de trabajo de Tecnología y Educación de los asesores pedagógicos de las sedes autonómicas de Escuelas Católicas. Su dedicación, visión compartida y generosa entrega han sido una fuente de inspiración y luz para los docentes y las instituciones afiliadas, iluminando el camino hacia una pedagogía verdaderamente crítica, ética y centrada en la persona.






