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Montenegro
Montenegro: el secreto
mejor guardado de los Balcanes
Enclavado en la península balcánica, Montenegro es un pequeño país que sorprende por su grandeza natural y cultural. Con apenas 13 mil kilómetros cuadrados —menos de la extensión de Quintana Roo— este destino cautiva con montañas que parecen tocar el cielo, fiordos que rivalizan con los noruegos y playas que se extienden a lo largo del mar Adriático.

Su nombre, que significa “montaña negra”, hace honor al paisaje dramático que lo caracteriza: cadenas montañosas cubiertas de bosques, lagos de un azul profundo y pueblos medievales que parecen detenidos en el tiempo. Kotor, con su bahía declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, es un ejemplo perfecto. Sus murallas abrazan un casco antiguo de calles empedradas, cafés con terrazas y campanarios que cuentan siglos de historia.

Pero Montenegro no es solo un deleite visual, también es un mosaico cultural. Durante siglos fue cruce de caminos entre imperios: romano, otomano, veneciano y austrohúngaro, dejando huellas visibles en su arquitectura, gastronomía y tradiciones. Un día puedes saborear un espresso al estilo italiano en la costa y al siguiente probar un guiso de cordero con especias que evocan a Oriente.

El turismo de lujo también ha encontrado en Montenegro un nuevo paraíso. En Porto Montenegro, en la ciudad de Tivat, yates de todo el mundo atracan en un puerto rodeado de hoteles boutique, restaurantes de clase mundial y tiendas de diseño. Todo esto convive con la hospitalidad de sus habitantes, quienes reciben al visitante con una mezcla de orgullo y calidez balcánica.

Además, para los amantes de la naturaleza, el Parque Nacional Durmitor ofrece uno de los paisajes más impresionantes de Europa: glaciares, ríos caudalosos ideales para practicar rafting y senderos que conducen a miradores desde donde se contempla la inmensidad de los Alpes Dináricos.

Montenegro es, sin duda, un país pequeño con un encanto descomunal. Un destino que ofrece historia, lujo, aventura y descanso en un solo viaje. Quizá por eso muchos viajeros lo llaman “la joya escondida del Adriático”.
