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Chamán Restaurant

Chamán Restaurant

Un viaje inesperado por Alberto Friscione

El Aeropuerto Internacional de Cancún estaba semivacío a las siete de la noche. Yo, en cambio, estaba lleno de ilusiones, pues me disponía a bucear en el Mediterráneo gracias a una invitación de nuestro jefe, Adrián.

Llegamos a Madrid justo a la hora de la comida, que disfrutamos Harris junto con Adrián y su esposa. Ese mismo día volamos a Menorca, donde ya nos esperaba el increíble velero Aventuras, capitaneado por Tony.

Al amanecer, una lancha de goma llegó para llevarnos a bucear. Apenas llegamos al sitio, nos colocamos nuestro equipo, incluidos los trajes de neopreno de 5 milímetros. El agua estaba fresca y muy clara en esas horas tempranas; en el fondo se levantaban enormes rocas que me recordaban castillos medievales, mientras los pastos marinos se mecían con la marea.

Por más que buscaba peces de buen tamaño, no aparecían. Aun así, realizamos dos inmersiones más. Un poco decepcionados, decidimos movernos a Mallorca. Allí visitamos una cueva impresionante, donde los rayos de luz dibujaban una cortina mágica en la salida. Fue ahí donde encontramos los coloridos nudibranquios — pequeños caracoles sin concha— y un pulpo resguardado en su guarida.

Con ganas de descubrir más, nos trasladamos a Cabrera, una zona protegida. Allí los meros se mostraban sorprendentemente amigables, nadando sin temor a nuestro alrededor.

Después de estas inmersiones reafirmé mi compromiso de cuidar y proteger nuestros mares, para que no terminen como el Mediterráneo: bello, sí, pero empobrecido en vida marina.

www.solobuceo.com

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