Gaudete No. 23 - 12 mayo 2024

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Cómo hablar con Dios en momentos difíciles

En los salmos escuchamos las voces de orantes de carne y hueso, cuya vida, como la de todos, está plagada de problemas, de fatigas, de incertidumbres. El salmista no responde de forma radical a este sufrimiento: sabe que pertenece a la vida. Sin embargo, en los salmos el sufrimiento se transforma en pregunta. Del sufrir al preguntar.

Y entre las muchas preguntas, hay una que permanece suspendida, como un grito incesante que atraviesa todo el libro de lado a lado. Una pregunta, que nosotros la repetimos muchas veces: “¿Hasta cuándo, Señor? ¿Hasta cuándo?”. Cada dolor reclama una liberación, cada lágrima invoca un consuelo, cada herida espera una curación, cada calumnia una sentencia absolutoria. “¿Hasta cuándo, Señor, debo sufrir esto? ¡Escúchame, Señor!”: cuántas veces nosotros hemos rezado así, con “¿hasta cuándo?”, ¡basta Señor!

Planteando continuamente preguntas de este tipo, los salmos nos enseñan a no volvernos adictos

al dolor, y nos recuerdan que la vida no es salvada si no es sanada. La existencia del hombre es un soplo, su historia es fugaz, pero el orante sabe que es valioso a los ojos de Dios, por eso tiene sentido gritar. Y esto es importante. Cuando nosotros rezamos, lo hacemos porque sabemos que somos valiosos a los ojos de Dios. Es la gracia del Espíritu Santo que, desde dentro, nos suscita esta conciencia: de ser valiosos a los ojos de Dios. Y por esto se nos induce a orar.

La oración de los salmos es el testimonio de este grito: un grito múltiple, porque en la vida el dolor asume mil formas, y toma el nombre de enfermedad, odio, guerra, persecución, desconfianza... Hasta el “escándalo” supremo, el de la muerte. La muerte aparece en el Salterio como la más irracional enemiga del hombre: ¿qué delito merece un castigo tan cruel, que conlleva la aniquilación y el final? El orante de los salmos pide a Dios intervenir donde todos los esfuerzos humanos son vanos. Por esto la oración, ya en sí misma, es camino de salvación e inicio de salvación.

Todos sufren en este mundo: tanto quien cree en Dios, como quien lo rechaza. Pero en el Salterio el dolor se convierte en relación: grito de ayuda que espera interceptar un oído que escuche. No puede permanecer sin sentido, sin objetivo. Tampoco los dolores que sufrimos pueden ser solo casos específicos de una ley universal: son siempre “mis” lágrimas. Pensad en esto: las lágrimas no son universales, son “mis” lágrimas. Cada uno tiene las propias. “Mis” lágrimas y “mi” dolor me empujan a ir adelante con la oración. Son “mis” lágrimas que

nadie ha derramado nunca antes que yo. Sí, muchos han llorado, muchos. Pero “mis” lágrimas son mías, “mi” dolor es mío, “mi” sufrimiento es mío.

Todos los dolores de los hombres para Dios son sagrados. Así reza el orante del salmo 56: «Tú has anotado los pasos de mi destierro; recoge mis lágrimas en tu odre: ¿acaso no está todo registrado en tu Libro?» (v. 9). Delante de Dios no somos desconocidos, o números. Somos rostros y corazones, conocidos uno a uno, por nombre.

DIA DEL MAESTRO

El día del Maestro/a en México se celebra todos los años el 15 de mayo, es un día conmemorativo en el cual se honra a los profesores.

Recordamos a quienes hicieron historia en nuestras vidas. Es un día para agradecer por los aprendizajes y las enseñanzas de vida, que inculcan los profesores y profesoras.

Encomendamos a Dios la vida y el servicio de los profesores para que no decaiga en ellos el amor a la verdad, el entusiasmo y la creatividad para enseñar no solo conocimientos sino estilos de vida conformes a la dignidad de la persona humana.

Domingo 12 Mayo 2024 • II Época, No. 23 • Editor P. Armando Flores

Spes non confundit

Convocaciòn al año santo 2025

1 de 3 partes

El jueves 9 de mayo, Papa Francisco entregó la bula Spes non confundit,(la esperanza no defrauda) con la que convoca al Año Santo 2025 y en la que lanza llamamientos en favor de los presos, los emigrantes, los enfermos, los ancianos y los jóvenes presos de la droga y de las prevaricaciones. El Pontífice anuncia que abrirá una Puerta Santa en las cárceles, pide la condonación de la deuda de los países pobres, el aumento de la natalidad, la acogida de los emigrantes y el respeto a la Creación.

Es la esperanza lo que el Papa invoca como don en el Jubileo 2025 para un mundo marcado por el choque de las armas, la muerte, la destrucción, el odio al prójimo, el hambre, la "deuda ecológica" y la baja natalidad. La esperanza es el bálsamo que Francisco quiere extender sobre las heridas de una humanidad que, "ajena a los dramas del pasado", se ve sometida a "una prueba nueva y difícil" que ve a

"tantas poblaciones oprimidas por la brutalidad de la violencia" o atenazadas por un crecimiento exponencial de la pobreza, a pesar de que los recursos no faltan y se destinan sobre todo a gastos militares.

La Bula contiene súplicas, propuestas (como la dirigida a los gobiernos para que amnistíen o indulten las penas de los presos o la de un Fondo Mundial para eliminar el hambre con el dinero de las armas), luego llamamientos en favor de los presos, los enfermos, los ancianos, los pobres, los jóvenes, y anuncia las novedades de un Año Santo -una sobre todo, la apertura de una Puerta Santa en una cárcel- que tendrá como tema "Peregrinos de la esperanza", en referencia a los fieles que vendrán a Roma y a los que, no pudiendo llegar a la ciudad de los apóstoles, lo celebrarán en Iglesias particulares.

Una fecha común para la Pascua

En el documento, el Papa Francisco mira al pasado, concretamente al "Jubileo Extraordinario de la Misericordia" convocado en 2015, pero también al futuro, concretamente a la celebración en 2033 de los dos mil años de la Redención y, ya antes, a los 1700 años de la celebración del primer gran Concilio Ecuménico de Nicea, que entre los diversos temas trató también la datación de la Pascua. "A este respecto, todavía hoy existen diferentes posturas, que impiden celebrar el mismo día el acontecimiento fundamental de la fe", subraya el Papa, pero "por una circunstancia providencial, esto tendrá lugar precisamente en el Año 2025" (17).

“Que este acontecimiento sea una llamada para todos los cristianos de Oriente y de Occidente a realizar un paso decisivo hacia la unidad en torno a una fecha común para la Pascua. Muchos, es bueno recordarlo, ya no tienen conocimiento de las disputas del pasado y no comprenden cómo puedan subsistir divisiones al respecto”.

La apertura de la Puerta Santa

En medio de estas "grandes etapas", el Papa estableció que la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro se abrirá el 24 de diciembre de 2024, iniciando así el Jubileo Ordinario. El domingo siguiente, 29 de diciembre, el Pontífice abrirá la Puerta Santa de la Basílica de San Juan de Letrán. A continuación, el 1 de enero de 2025, Solemnidad de María

Madre de Dios, se abrirá la Puerta Santa de la Basílica de Santa María la Mayor. El 5 de enero, se abrirá la Puerta Santa de la Basílica de San Pablo Extramuros. Estas tres Puertas Santas se cerrarán el domingo 28 de diciembre del mismo año. En cambio, el 29 de diciembre de 2024, en todas las catedrales y concatedrales, los obispos celebrarán la Eucaristía como solemne apertura del Año Jubilar. El Jubileo concluirá con el cierre de la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro el 6 de enero de 2026, Solemnidad de la Epifanía del Señor.

Por Enrique Alcalá Velarde pbro.

El 10 de septiembre del año de 1978 el Papa Juan Pablo I, conmovió al mundo cuando en el mensaje del Ángelus aquel día comunicó que, si bien Dios es Padre, mas aún, es Madre.

Durante siglos en la historia de la iglesia del arte y de la iglesia a Dios se le ha retratado como un hombre de edad mayor, con barba y facciones bien definidas.

Vayamos al origen, ¿De dónde surge la idea de llamar a Dios como Padre? retrocedamos 2000 años, cuando era impensable llamar a

Dios Padre y es que en realidad era un atrevimiento herético en aquel tiempo, impensable llamar a Dios Padre, ¡que blasfemia! Dios era el terrible, el dios de los ejércitos, el poderoso, el implacable. Sin embargo, a un hombre de aquel tiempo llamado Jesús, la experiencia y la cercanía de estar en contacto con Dios, lo llevaron a llamarlo Abba, Padre. ¡Qué gran ofensa para la religión en aquel tiempo!

La forma de llamar a Dios Padre en Jesús es novedosa, original, porque su experiencia personal lo invita a sentirlo de ese modo. Es hasta mas tarde que de nuevo la religión se encargó de hacer del Dios cristiano un patriarca omnipotente y omnisciente, un Dios creado por varones y para varones. Megalomanía masculina.

No pretendo quitarle a Dios su característica de padre, ni lo lograría, pero si es mi intención descubrir en Dios su rostro materno, aunque bien sabemos que Dios no posee ningún sexo. En las Sagradas Escrituras También encontramos algunas referencias a Dios como

La paciencia, virtud decisiva

La esperanza de Francisco es que "para todos", especialmente para los más desanimados que "miran el futuro con escepticismo y pesimismo", el Año Santo sea una oportunidad para "reavivar la esperanza" y también la virtud de la paciencia hoy "relegada por la prisa".

“De hecho, ocupan su lugar la intolerancia, el nerviosismo y a veces la violencia gratuita, que provocan insatisfacción y cerrazón. Asimismo, en la era del internet, donde el espacio y el tiempo son suplantados por el “aquí y ahora”, la paciencia resulta extraña. Si aun fuésemos capaces de contemplar la creación con asombro, comprenderíamos cuán esencial es la paciencia” (4).

madre: «Como uno a quien consuela su madre, así os consolaré yo» (Is 66, 13). «Porque tú formaste mis entrañas me hiciste en el seno de mi madre» (Sal 139, 13). «Cuántas veces quise reunir a tus hijos, como reúne la gallina a sus pollitos debajo de sus alas» (Mt 23, 37).

Si nosotros biológicamente salimos del seno materno, ¿no lo hacemos también de Dios en el sentido pleno de nuestra existencia? Dios también es madre, pero solamente lo pueden experimentar así aquellas personas que en oración se detengan a contemplar la presencia de Dios en sus vidas experimentando sus gestos, sus caricias, sus bondades.

De la vida parroquial

BAUTISMOS

El día 11 de mayo 2024 por el Sacramento del Bautismo administrado por el Sr. Cura Armando Flores Navarro, se incorporó al Pueblo de Dios.

Ethan Javier, hijo de Francisco Javier Mendoza y de Fátima Montserrat Gil, vecinos de Sahuayo.

PRESENTACIÓN

El día 04 de mayo de 2024 se presentaron a la Iglesia, con la pretensión de contraer matrimonio los novios Luis Villalpando Sánchez, originario y vecino de Jiquilpan,Mich. hijo de Luis y Luz. Pretende contraer matrimonio con Estefania García Espinoza, originaria y vecina de ésta, hija de Francisco y Beatriz.

OBITUARIO

El día 05 de mayo de 2024, en la Iglesia Parroquial de Santiago Apóstol, se celebró la misa exequial de Luis Manuel Suárez Sánchez, fué sepultado en el Panteón municipa.

El día 09 de mayo de 2024, en el Santuario de Santiago Apóstol, se celebró la misa exequial de José Juan Buenrostro Rivas, fué sepultado en el panteón municipal

¿Por qué los discíPulos no están tristes?

El Evangelio del Domingo

HecHos 3, 13-15.17-19

salmo 4

1 Juan 2, 1-5

lucas 24, 35-48

Hoy celebramos la solemnidad de la Ascensión del Señor. La página evangélica (Mc 16,15-20) —la conclusión del Evangelio de Marcos— nos presenta el último encuentro del Resucitado con los discípulos antes de subir a la derecha del Padre. Normalmente, lo sabemos, las escenas de despedidas son tristes, causan en quien se queda un sentimiento de pérdida, de abandono; sin embargo esto no les sucede a los discípulos. No obstante la separación del Señor, no se muestran desconsolados, es más, están alegres y preparados para partir como misioneros en el mundo.

¿Por qué los discípulos no están tristes? ¿Por qué nosotros también debemos alegrarnos al ver a Jesús que asciende al cielo?

La ascensión completa la misión de Jesús en medio de nosotros. De hecho, si es por nosotros que Jesús bajó del cielo, también es por nosotros que asciende. Después de haber descendido en nuestra humanidad y haberla redimido —Dios, el Hijo de

Dios, desciende y se hace hombre, toma nuestra humanidad y la redime— ahora asciende al cielo llevando consigo nuestra carne. Es el primer hombre que entra en el cielo, porque Jesús es hombre, verdadero hombre, es Dios, verdadero Dios; nuestra carne está en el cielo y esto nos da alegría. A la derecha del Padre se sienta ya un cuerpo humano, por primera vez, el cuerpo de Jesús, y en este misterio cada uno de nosotros contempla el propio destino futuro. No se trata de un abandono, Jesús permanece para siempre con los discípulos, con nosotros.

Permanece en la oración, porque Él, como hombre, reza al Padre, y como Dios, hombre y Dios, le hace ver las llagas, las llagas con las cuales nos ha redimido. La oración de Jesús está ahí, con nuestra carne: es uno de nosotros, Dios hombre, y reza por nosotros. Y esto nos debe dar una seguridad, es más, una alegría, ¡una gran alegría! Y el segundo motivo de alegría es la promesa de Jesús. Él nos ha dicho: “Os enviaré el Espíritu Santo”. Y ahí, con el Espíritu Santo, se hace ese mandamiento que Él da precisamente en la despedida: “Id por el mundo, anunciad el Evangelio”. Y será la fuerza del Espíritu Santo que nos lleva allá en el mundo, a llevar el Evangelio. Es el Espíritu Santo de ese día, que Jesús ha prometido, y entonces nueve días después vendrá en la fiesta de Pentecostés. Precisamente es el Espíritu Santo que ha hecho posible que todos nosotros seamos hoy así. ¡Una gran alegría! Jesús se ha ido al cielo: el primer hombre ante el Padre. Se fue con sus llagas, que han sido el precio de nuestra salvación, y reza por nosotros. Y después nos envía el Espíritu Santo, nos promete el Espíritu Santo, para ir a evangelizar. Por esto la alegría de hoy, por esto la alegría de este día de la Ascensión.

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