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El duelo taurino entre Bruno Aloi y Andrés García en la Plaza de Toros Provincia Juriquilla marcó una jornada memorable para la afición queretana. Bruno se despidió del escalafón novilleril, mientras que Andrés brilló con temple y clase, compartiendo la salida a hombros en una tarde de gran emoción taurina


Texto: Carlos Curiel
Fotos: Armando Vázquez
La tarde cayó luminosa sobre la Plaza de Toros de Provincia Juriquilla, donde el ambiente era de expectación y nostalgia. Los tendidos, con tres cuartos de entrada, vibraban ante la última comparecencia de Bruno Aloi como novillero. Frente a él, el joven queretano Andrés García, decidido a mostrar su progreso y carácter en un festejo que no solo representaba competencia, sino también un emotivo encuentro entre generaciones del toreo. Lo que sucedió en el ruedo superó las expectativas: arte, valor y un cierre de ciclo con sabor a triunfo.
La novillada, pospuesta en septiembre por el grave percance que Bruno sufrió en España, cobró un sentido especial. Era el regreso del torero capitalino a los ruedos mexicanos antes de su inminente alternativa en Aguascalientes, el próximo día 22. Desde el primer novillo, Aloi mostró madurez y temple, toreando con finura tanto con el capote como con la muleta. La estocada entera y en buen sitio le valió una oreja de peso. Con su segundo novillo, más complicado, dejó patente su oficio, demostrando que está listo para asumir el rango de matador de toros.
Andrés García, por su parte, debutó en Juriquilla con un sello de clase y determinación. A pesar de su menor experiencia, su toreo denotó seguridad y elegancia. Con

















el capote deleitó al público con quites por chicuelinas y verónicas llenas de temple, y con la muleta ligó tandas de mucho gusto. Su hermano, el matador Octavio García 'el Payo', lo acompañó desde el callejón, alentándolo en todo momento. La faena al último novillo, coronada con una gran estocada en la suerte de recibir, le valió las dos orejas y la ovación unánime del público. El festejo comenzó con la actuación del rejoneador Rafael Puente, quien abrió plaza con un novillo fijo y de clase, premiado con el arrastre lento. Puente fue ovacionado por el público tras una labor elegante, destacando en banderillas y en la colocación de los rejones. Los ejemplares de Santín, propiedad de Juan Antonio del Hoyo, fueron correctos en presentación y ofrecieron juego variado, con tres de ellos premiados con arrastre lento, contribuyendo


al lucimiento de los actuantes.
Mientras tanto, en las afueras de la plaza, la tradicional verbena taurina reunió a aficionados y familias enteras. Entre música, antojitos y tertulias, la comunidad taurina celebró la tarde de toros, comentando las faenas, el futuro de Bruno y la proyección del joven queretano. Juriquilla otra vez fue punto de encuentro de la pasión taurina, donde el arte del toreo se mezcla con la convivencia popular. La tarde cerró con un sentimiento de esperanza. Bruno Aloi y Andrés García salieron a hombros, símbolo de una fiesta que sigue viva y en constante renovación. Juriquilla fue testigo de una despedida y, al mismo tiempo, de un nuevo comienzo: el fin de una etapa y el nacimiento de dos promesas que, cada una en su camino, seguirán engrandeciendo la tauromaquia mexicana.


