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11, agosto de 2025.
MAGNÍFICA, Número 10, junio de 2025. Revista mensual de Circulación Controlada y Pagada. Editada, publicada y distribuida por 3A VIA EDICION PRODUCCION IMPRESION, SA de CV. Ignacio Zaragoza 411. Zona Centro. Aguascalientes, Aguascalientes. C.P. 20000. Editor Responsable: GABRIEL RAMÍREZ PASILLAS. Reserva de Derechos al Uso Exclusivo: En Trámite. Certificado de Licitud de Título y Contenido: En Trámite. Registro en el Padrón Nacional de Medios Impresos de la Secretaría de Gobernación: Pendiente. Impresa por, C Gráfico RGA. Filemón Alonso Muñoz 210, Ciudad Industrial, Aguascalientes, Aguascalientes, C.P. 20290.
Francisco Miguel Aguirre Arias
> La danza con lo inefable: la Inteligencia Artificial en el umbral humano
Nos encontramos en una encrucijada fascinante, un punto de la historia donde la inteligencia, antes considerada una prerrogativa exclusivamente humana, se manifiesta ahora en silicio y algoritmos. La Inteligencia Artificial (IA) ha trascendido la ciencia ficción para convertirse en una fuerza tangible que redefine nuestra interacción con el mundo, con el trabajo y, quizás, incluso con nosotros mismos. Este es un momento de reflexión profunda, donde las promesas de la IA se entrelazan con sus dilemas éticos y filosóficos, obligándonos a cuestionar qué significa ser humano en la era de la singularidad tecnológica.
El auge de la IA ha desatado un torbellino de preguntas existenciales: ¿puede la IA convertirse en un gurú, en un guía espiritual para el ser humano? La IA es una herramienta de procesamiento de información, capaz de analizar vastas bases de datos de conocimiento espiritual, filosofías milenarias o textos de autoayuda. Puede ofrecer perspectivas, conectar ideas y resumir sabidurías; sin embargo, un gurú, en su esencia más pura, es un catalizador de transformación interior, un guía que ha transitado por la experiencia humana y comprende sus complejidades emocionales y espirituales. Por su naturaleza, la IA carece de consciencia, de experiencia encarnada y de la capacidad de experimentar la iluminación o el sufrimiento: “La felicidad de tu vida depende de la calidad de tus pensamientos”, nos recuerda Marco Aurelio. La IA puede procesar pensamientos, pero no sentirlos ni vivir la lucha interna que conduce a la sabiduría; puede simular la sabiduría, pero no poseerla.
De manera similar, el debate sobre si la IA puede ayudar en crisis emocionales o psicológicas es complejo. Los chatbots y las aplicaciones de IA conversacional pueden ofrecer un primer nivel de apoyo, proporcionar información sobre salud mental, técnicas de relajación o incluso servir como un espacio seguro para expresar pensamientos sin juicio inicial. Su disponibilidad 24/7 y su capacidad para procesar grandes volúmenes de interacciones pueden ser beneficiosas en el acceso a recursos; no obstante, la terapia y el apoyo psicológico genuino requieren empatía humana, intuición, la capacidad de leer matices no verbales y de establecer una conexión terapéutica profunda. Un algoritmo puede identificar patrones en el lenguaje, pero ¿está en condiciones de comprender el dolor inherente a la pérdida o la complejidad de un trauma? La IA podría ayudar a racionalizar, pero la sanación emocional a menudo exige un tacto que va más allá de la lógica. En México, donde el acceso a servicios de salud mental es un desafío persistente, la IA podría ser un puente, pero nunca un sustituto total del profesional humano. La industria creativa se encuentra en el epicentro de un huracán impulsado por la IA. Desde la generación de imágenes y textos hasta la composición musical y el diseño gráfico, la IA está democratizando la creación y acelerando los procesos, pero esto plantea interrogantes urgentes sobre la autoría, los derechos de propiedad intelectual y la originalidad: ¿cómo se regula la IA para proteger a los creadores humanos?
El debate sobre la regulación de la IA en la industria creativa es vital para asegurar que la innovación no aplaste el talento humano ni devalúe el arte. Se necesitan marcos legales que definan la autoría, establezcan modelos de compensación justos y eviten el uso indebido de obras preexistentes.
El impacto de la IA en el deporte es igualmente transformador. En el fútbol americano, la IA puede analizar patrones de juego para optimizar estrategias ofensivas y defensivas; predecir movimientos de los jugadores y evaluar el rendimiento individual con una precisión asombrosa. En el baloncesto, puede monitorear la fatiga de los atletas, recomendar ajustes en el entrenamiento y analizar la eficacia de cada tiro o pase. En el fútbol soccer, la IA se utiliza para el análisis táctico, la detección de talentos, la prevención de lesiones y la toma de decisiones en tiempo real por parte de los entrenadores. Más allá del análisis de datos, la realidad virtual impulsada por IA está revolucionando el entrenamiento, permitiendo a los atletas simular situaciones de juego, mejorar su toma de decisiones bajo presión y perfeccionar habilidades motoras en entornos controlados y repetibles. Esto contribuye directamente a la ciencia deportiva y al alto rendimiento, ofreciendo a los atletas herramientas antes inimaginables.
Mirando al futuro, la IA redefinirá el futuro del trabajo de manera fundamental. Los trabajos rutinarios y repetitivos serán los primeros en ser automatizados, liberando a los humanos para tareas que requieren creatividad, pensamiento crítico, resolución de problemas complejos y, crucialmente, inteligencia emocional. En México, donde gran parte de la economía se basa en labores repetitivas, este impacto será significativo. Las proyecciones sugieren que millones de empleos podrían ser afectados, pero también se crearán nuevas profesiones y roles que hoy apenas podemos imaginar.
Las áreas profesionales donde la IA impactará de manera más positiva serán aquellas que logren una simbiosis entre la inteligencia humana y la artificial. Esto incluye:
• Ciencia de datos e ingeniería de IA. Las personas que diseñan, entrenan y mantienen los sistemas de IA.
• Roles creativos aumentados por IA. Diseñadores, escritores, artistas que usen la IA como una herramienta para amplificar su creatividad.
• Salud y medicina. Diagnóstico asistido por IA, desarrollo de fármacos, cirugía robótica.
• Educación. Tutores personalizados basados en IA, sistemas de aprendizaje adaptativo.
• Servicios sociales y humanos. Roles que requieran empatía, juicio ético y negociación interpersonal.
• Investigación y desarrollo. Acelerar el descubrimiento en casi todos los campos científicos.
Como bien dijo Epicteto: “No son las cosas las que perturban a los hombres, sino sus juicios sobre las cosas”. El miedo a la IA es natural, pero es nuestro juicio sobre ella lo que determinará si se convierte en una aliada o en un factor de desequilibrio. La IA nos obliga a reevaluar nuestras habilidades intrínsecas, a cultivar aquello que nos hace irreemplazablemente humanos: la capacidad de soñar, de crear desde la nada, de conectar a un nivel profundo, de sentir compasión y de buscar un propósito más allá de la eficiencia. En esta danza con lo inefable, la IA nos invita a una reflexión profunda sobre nuestra propia humanidad y el camino que deseamos construir hacia el futuro.
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Sara Ayala / @estoesnucleo
La irrupción de la inteligencia artificial (IA) y su popularización ha encendido un debate urgente y complejo: ¿estamos ante una revolución que transformará el trabajo humano o frente a una tecnología que amenaza con desplazarlo?
Los avances recientes en IA generativa, como la creación automática de textos, imágenes, música o voces, han demostrado que actividades tradicionalmente consideradas “creativas” también pueden ser realizadas -en mayor o menor medida- por sistemas automatizados. Esto ha generado preocupación, especialmente en sectores como el arte, la comunicación, el doblaje, la educación, la programación y el análisis de datos.
> La ansiedad que está generando la IA es muy real
Sin embargo, reducir el fenómeno al “fin del trabajo” sería simplificar una realidad mucho más matizada. La historia de la humanidad demuestra que cada revolución tecnológica ha generado tanto pérdidas como nuevas oportunidades laborales. El verdadero reto no está en la existencia de la IA, sino en la falta de regulaciones claras que garanticen un equilibrio entre innovación y derechos laborales.
¿Quién se beneficia del uso masivo de la IA? ¿Quién garantiza que los datos, las voces, las imágenes y las ideas tomadas de millones de personas en línea se utilicen con consentimiento y compensación justa? Hoy por hoy, muchos sistemas de IA se nutren de obras humanas sin ofrecer crédito ni retribución alguna a sus autores, lo cual representa una amenaza no solo legal, sino ética.
Además, existe un riesgo claro de precarización laboral: al automatizar tareas, las empresas podrían presionar por reducir costos sin mejorar condiciones para quienes siguen siendo parte del proceso productivo. En ese sentido, la IA no elimina el trabajo, pero sí puede transformarlo en algo más frágil, mal pagado o invisibilizado, si no se aplican límites adecuados.
Frente a este panorama, el papel de los gobiernos y las instituciones es clave. Se necesitan marcos legales que reconozcan la voz, la imagen y los datos personales como elementos protegidos, que definan con precisión qué trabajos pueden ser automatizados y cuáles deben mantenerse bajo control humano, y que promuevan políticas de capacitación y reconversión laboral para quienes puedan verse desplazados.
La inteligencia artificial, bien implementada, puede ser una aliada en la mejora de la productividad y la eficiencia. Pero para lograrlo, es necesario tener una visión a largo plazo que no sacrifique derechos en nombre del progreso. El futuro del trabajo dependerá menos de lo que la tecnología sea capaz de hacer, y más de las decisiones que, como sociedad, tomemos para proteger lo humano dentro de lo digital
Alejandro Cerdán / @estoesnucleo
Cada día que pasa es un día más en los que estamos aprendiendo a convivir con las Inteligencias Artificiales (IA) dentro de distintos entornos, entrenándolas según nuestras necesidades individuales o colectivas. Hemos evolucionado a la era en la que todas las personas estamos altamente ocupadas las 24 horas del día y preferimos delegar ciertas responsabilidades a estas herramientas.
¿En algún momento has sacrificado tus pasatiempos por sacar adelante tu chamba? Seguramente sí. Esta respuesta sería el estándar en la actualidad. Y justamente la llegada de estas tecnologías deberían de apoyarnos a facilitar los trabajos, a optimizar los recursos y a darle importancia a lo que realmente lo amerita; aunque la realidad sea otra.
Tal vez por el miedo a ser reemplazados en los trabajos a muchas personas les cuesta adaptarse al uso de las inteligencias en su día a día, ya que una máquina ahora tiene la capacidad de “pensar” y de calcular en minutos e incluso segundos para responder cualquier pregunta e inquietud. Lo que ha llevado a miles de personas a sacrificar sus pasatiempos y delegarlos a que una máquina los haga por ellos.
Una persona ya no debe de pensar demasiado porque los algoritmos ofrecen opciones y variedades de respuestas “ “
Ahora las ilustraciones, poemas, canciones, cortometrajes y novelas se pueden crear con un click (o, mejor dicho, con un prompt), una persona ya no debe de pensar demasiado porque los algoritmos ofrecen opciones y variedades de respuestas. Entonces esto abre una pregunta, ¿qué tanto estamos enfocando nuestros esfuerzos al trabajo y qué tanto a disfrutar de crear? ¿Por qué debo sacrificar lo que amo para enfocarme en laborar o en hacer las labores de la casa?
Así que es momento de que reflexionemos a qué queremos dedicarle nuestro tiempo y cómo podemos balancear el uso de las inteligencias artificiales con el arte y con nuestro trabajo. Entender que no está mal utilizarlas, pero siempre y cuando mantengamos el pensamiento crítico y cuestionarnos en qué puede ayudarnos, en buscar alternativas que hagan que tengamos más tiempo para disfrutar de la vida.
Mixtzin Alejandra Moreno Muñoz / @terceraviamx
La primera vez que escuché que ChatGPT contaba con una IA que interpreta las cartas del tarot y ofrece lecturas de forma gratuita para la reflexión personal, no voy a mentir, me causó mucho desagrado, pero al mismo tiempo, mucha intriga.
Y es que al buscar en Google “chatgpt tarot”, pude descubrir las inmensas posibilidades que me estaban esperando. ¿Me estás diciendo que puedo preguntar a una IA, que no sabe nada de mí, sobre cualquier aspecto de mi vida sin tener que hacer un esfuerzo emocional y físico, sin gastar una extensa cantidad de dinero, me va a dar una respuesta de forma inmediata y además va a acertar? “Lo necesito ahora mismo”, pensé. Pero no sin antes saber a qué me estaba enfrentando realmente.
Desde su lanzamiento a finales de 2022, ChatGPT de OpenAI se ha convertido en una parte relevante de nuestro ocio como motor de búsqueda, asistente virtual, redactor de mensajes, hasta confidente y psicólogo. Y tras el lanzamiento de nuevos modelos y funciones durante el 2024, los usuarios han aumentado entre un 5% a un 15% por mes. En este último año, de los 400 millones de usuarios de ChatGPT, 175 millones acceden de forma periódica cada semana a través de dispositivos móviles.
La idea de que una IA pueda formar parte de nuestro día a día no es nada nuevo, pues constantemente estamos en una búsqueda de alguna herramienta que nos facilite nuestra existencia. ¿Pero entonces qué sucede cuando recurres a ChatGPT para reemplazar la opinión de un profesional hasta evitar todo contacto humano?
Seamos seguidores o no, de los gurús espirituales o las experiencias místicas, es natural que las personas busquen algún tipo de orientación en tiempos de incertidumbre. Ya sea por mera curiosidad, o para buscar confirmación en tus propias interpretaciones o incluso para sentir alivio. Funcione o no, estas prácticas han brindado una base para sostenerse emocionalmente y acompañar los procesos de aprendizaje de cada persona.
La popularización de estas prácticas espirituales, como una lectura de tarot o una consulta astrológica, nos han llevado a una aceptación general de este tipo de herramientas. Y muchas veces la aceptación nos lleva a una falta de pensamiento crítico.
Pongámoslo de esta manera: estás scrolleando por TikTok y ves que más de diez personas están usando el tarot de ChatGPT, y, además, están aplaudiendo esta práctica. Inmediatamente vas a pensar que es una idea razonable. El contenido sobre astrología es mucho más sencillo de digerir que cualquier otro instrumento que involucre el autoconocimiento y el desarrollo personal, entonces si lo llevamos a un espacio más accesible y tan aceptado como lo es ChatGPT, este ejercicio será completamente ordinario. Pero el hecho de que sea algo ordinario, no lo hace del todo efectivo.
> ¿Cómo funciona la IA de tarot de ChatGPT?
Básicamente es así: ChatGPT utiliza un “modelo de lenguaje de gran tamaño”, conocido por sus iniciales en inglés, LLM (Large Language Model). Su “inteligencia” consiste en predecir cuál es la palabra más probable que viene a continuación. Es decir: no piensa, no comprende lo que dice y no tiene ni conciencia, ni alma, ni intuición.
No tiene acceso a tu vida personal, ni tiene conexiones con ninguna clase de sabiduría del más allá o espiritual. Solo responde con frases que, a nivel estadístico y de probabilidad, suenan coherentes. De hecho, si lo piensas, el 90% de lo que
te dice es exactamente lo que quieres escuchar. Sí, aunque pueda imitar el tono de un tarotista, o de tu amix personal, todo se reduce a probabilidades y patrones de lenguaje.
No es magia, es el resultado de toda una recopilación de información personal y un análisis de tus propios datos para su mejora, que voluntariamente compartes con una empresa. A largo plazo, esa información privada podría quedar expuesta en caso de alguna filtración o brecha de seguridad, y eso podría ponerte en una situación vulnerable sin que seas plenamente consciente de ello.
> Lo que opinan las personas dedicadas al tarot y astrología
El papel que ChatGPT pueda tomar en tu vida es un tema muy debatido entre quienes lo utilizan activamente y entre los que lo rechazan por completo. Pregunté en Instagram a mis seguidores si alguna vez habían utilizado ChatGPT para hacer una consulta astrológica o una lectura de tarot, y 15 de 20 personas, afirmaron que sí lo habían hecho. Las razones variaban: por curiosidad, por las risas o para comparar sus propias interpretaciones con las de la IA. Pero casi todos coincidían en que las respuestas que recibían, no eran precisas. “Le pedí mi carta astral, pero me la dio diferente 3 veces” , “saca cosas muy al aire” , “me respondió todo mal”, me comentaban.
Además, hubo personas que expresaron su oposición ante esta práctica. A esto añadieron: “¿dónde estaría la conexión astrológica? si solo es una máquina que repite cosas”. Y es verdad, pues mucha de la información que lanza ChatGPT puede contener hechos presentados de forma engañosa, elementos falsos y completamente inventados.
Para algunos tarotistas y astrólogos, esta herramienta se ha convertido en un apoyo. Saben que no te va a dar las respuestas definitivas, pero sí te puede ayudar a formular mejores preguntas, a profundizar tu sabiduría, a conectar puntos, etc. Pero ojo, nunca te va a dar la empatía que caracteriza a las personas, tampoco te va a asegurar una experiencia transformadora y sólo continuará alimentando la falta de pensamiento crítico o poder personal, y hasta el propio ego.
Para otros, es importante resaltar que, aunque no pueden evitar que las personas recurran a ChatGPT, sí invitan a los usuarios a usarlo de forma menos frecuente. Mencionan: “Lo que probablemente no saben es que cuando usas las herramientas holísticas constantemente desde la carencia terminan bloqueando energéticamente aquello que estás preguntando, es decir, pierdes tu capacidad de tomar decisiones”.
No podemos ignorar que la IA forma parte de nuestra vida cotidiana de múltiples formas, lo que sí podemos hacer es motivar a los usuarios a mantener una mirada crítica y poner límites sobre su funcionamiento.
Mixtzin Alejandra Moreno Muñoz / @terceraviamx
¿Cuántas veces has escuchado la frase “ la IA va a desaparecer mi trabajo”? Para algunos, suena a un temor lejano o simplemente pura ficción. Para otros lamentablemente es una realidad que ya está empezando a cobrar facturas. Ilustraciones hechas con IA, notas periodísticas generadas con ayuda de un chatbot, reemplazo de voces humanas e imágenes por machine learning… solo por mencionar algunos.
Lo que antes parecía una historia de ficción, se ha convertido en una crisis actual para diversos profesionistas. ¿Qué tan preparados estamos para enfrentarla?
> El caso del doblaje mexicano y la resistencia contra la IA Artistas, actores, actrices, músicos, productores, locutores, traductores y diversos miembros de la industria de entretenimiento se reunieron el pasado 13 de julio de este 2025 en el Monumento a la Revolución de CDMX para hacer un llamado urgen -
te a la regulación del uso de la inteligencia artificial, junto a los riesgos y amenazas que representan en sus respectivos ámbitos.
La marcha fue convocada por la Asociación Nacional de Actores (ANDA) y la Asociación Mexicana de Locutores Comerciales (AMELOC), haciendo énfasis en que algunas profesiones relacionadas a las artes escénicas ya están siendo afectadas por el uso no regulado de la IA.
Bajo la consigna: “La IA ayuda, no reemplaza. Somos las voces que no ves” se manifestaron en contra del avance acelerado y no regulado de estas funciones, que han permitido la clonación y replicación de voces sin el consentimiento de los artistas. Además, esto ha generado una ola de falta de contratos, mecanismos donde no hay pago justo y una falta de reconocimiento a su trabajo.
“Están clonando nuestras voces sin autorización, lo único que pedimos es que nos pueda retribuir y nos puedan pagar los ingresos”, señaló la presidenta de la agencia Locutores. com, Connie Troncoso. Además, destacó una polémica reciente en la que en un anuncio del INE se clonó la voz del fallecido actor de voz Pepe Lavat (famoso por ser el narrador de Dragon Ball).
En un vídeo para redes sociales, para efectos de humor se usó una narración parecida a la de Lavat para la autoridad electoral, sin créditos al reconocido actor, sin el consentimiento de su familia y sin compensación económica. Según su viuda, el INE le contestó “pues demande”, mientras que la misma Guadalupe Taddei (vocal ejecutiva) argumentó en declaraciones a medios el 15 de julio de 2025, que se usó TikTok, demostrando una ignorancia alrededor de la ética del uso de recursos creativos.
Entre las exigencias de los manifestantes declararon que este problema no se deriva únicamente al ámbito laboral, sino a una crisis cultural, en donde cada vez se está normalizando el desplazamiento de los trabajos creativos y no hay reparaciones de daño para los artistas.
Recordemos que la IA no genera desde cero, ésta se alimenta de bases de datos masivas sin permiso ni retribución a los autores originales.
> ¿Qué piden los artistas en una negociación tomando en cuenta la IA?
Entre las peticiones y exigencias, se encuentran:
• Contratos claros que garanticen compensación económica justa
• Que la voz sea reconocida como dato biométrico sujeto a consentimiento expreso
• Crédito para el artista
• Protección de los derechos de familiares de artistas fallecidos
• La garantización de que la locución y el doblaje sean realizados por talento nacional
A pesar de llevar aproximadamente 2 años impulsando iniciativas de ley para regular el uso de la voz humana frente a la IA, no ha habido avances ante su creciente uso en México.
La presidenta de México, Claudia Sheinbaum anunció el pasado 14 de julio que a través de la Consejería Jurídica y la Secretaría de Cultura van a reunirse con los artistas para dialogar sobre los esquemas que puedan plantearse para la protección de su trabajo. “Hay que proteger su trabajo, pero también su voz y todo lo que está asociado a esta profesión tan importante”, agregó Sheinbaum en la mañanera.
Sin embargo, un vocero de la Asociación Nacional de Actores resaltó: “Desde el sexenio hemos estado muy cercanos a ellos (las autoridades) por parte de la ANDA. Hay que reconocer que el mismo gobierno ha abierto espacios en el Senado para platicar. La cosa es que terminen de ser pláticas y reuniones y se ponga en papel, porque vemos que avanza muy rápido la tecnología y no la legislación”.
> Urge la regulación de la IA en los ámbitos creativos
En este contexto, ahora es más urgente que nunca visibilizar las amenazas del uso no regulado de la IA y sus consecuencias. Tan solo en marzo de este 2025, el servicio de streaming de Amazon Prime, Prime Video anunció que comenzará a ofrecer doblaje con IA en películas y series, una tecnología que también ha sido impulsada por la plataforma YouTube desde 2024.
No solo basta con visibilizar estos casos, es urgente exigir un debate de avanzada con autoridades bien informadas respecto al tema, a fin de proteger los derechos de autor y asegurar que el desarrollo de las nuevas tecnologías no se construya a partir del reemplazamiento del trabajo creativo. Porque cuando el arte se deshumaniza, pierde toda su capacidad de tocar a otros.
Aunque pareciera cosa del futuro, la inteligencia artificial (IA) ya forma parte del presente. La usamos a diario, sin darnos cuenta, cada vez que recibimos una recomendación en plataformas digitales, cuando un asistente virtual responde nuestras dudas o al detectar spam en nuestro correo. Pero ¿cómo funciona realmente esta tecnología y cómo se prepara el talento joven para dominarla?
El ingeniero Gerardo Orduña, docente en la Universidad Tecnológica Metropolitana de Aguascalientes (UTMA), explica que la IA es la capacidad de una máquina para imitar la inteligencia humana, aprender, razonar y tomar decisiones a partir de datos. “La inteligencia artificial aprende de todo lo que le damos. No inventa de la nada, sino que compara, analiza y genera a partir de lo que conoce”, detalla Esta tecnología se ha expandido a casi todos los sectores: salud, manufactura, logística, banca, educación, gobierno y, por supuesto, la industria tecnológica. Aguascalientes no se queda atrás, y desde la UTMA se impulsa una carrera especializada en IA con enfoque práctico y multidisciplinario. “Nuestros estudiantes no solo aprenden teoría, participan en concursos nacionales e internacionales, donde ya hemos obtenido primeros lugares gracias a proyectos innovadores”, destaca Orduña.
Uno de estos desarrollos fue un sistema de visión artificial que detecta intrusos en colmenas de abejas, entrenado con millones de imágenes para proteger los panales sin necesidad de insecticidas. “Fue un proyecto creado por chicos de entre 18 y 20 años. Lo llevamos hasta Colombia y ganamos el primer lugar porque resolvía un problema real del sector agrícola”, cuenta.
Además del dominio técnico, la UTMA también forma a los futuros profesionistas en ética digital, derechos tecnológicos y responsabilidad social. “Una IA mal entrenada puede replicar errores o sesgos. Por eso, desde el primer cuatrimestre les enseñamos a desarrollar tecnología con sentido humano”, señala.
Orduña defiende el uso de herramientas como ChatGPT o Copilot en el aula, siempre con criterio y guía. “Bien utilizadas, estas herramientas potencian el aprendizaje, estimulan el pensamiento crítico y enseñan a resolver problemas reales. El secreto está en saber cómo usarlas, no en temerles”
En cuanto al temor a que la IA reemplace empleos, el profesor aclaró: “La inteligencia artificial no viene a quitarnos el trabajo, viene a transformar lo que hacemos. Nos ayuda a ser más eficientes, a automatizar lo repetitivo y a dedicar más tiempo al pensamiento creativo y estratégico”.
La UTMA apuesta por una formación con visión de futuro. Sus egresados se integran en empresas líderes en tecnología, salud, banca o gobierno, pero también están preparados para emprender sus propios proyectos. Además, cuentan con certificaciones que avalan sus competencias ante empresas nacionales e internacionales.
Con un entorno industrial en crecimiento y un ecosistema académico comprometido con la innovación, Aguascalientes tiene el potencial de convertirse en un referente nacional en inteligencia artificial. Y en ese camino, la UTMA se consolida como una de las instituciones pioneras.
“Hoy vivimos en la era de la innovación, no de los grandes descubrimientos. La IA está para facilitar la vida, no para reemplazarnos. El reto está en cómo la usamos y para qué la entrenamos”, concluye Orduña.
Gabriel Ramírez Pasillas y Rubén Hernández Arellano / @somoslja
> Una tecnología al servicio de las personas
“La Inteligencia Artificial (IA) no debe usarse para reemplazar vínculos humanos”, afirma Aurelio Coronado, “sino para potenciarlos. La IA es una fuerza de la naturaleza, como lo fue en su momento la electricidad. Y ahora lo que nos toca es aprender a controlarla”. Aurelio Coronado es psicólogo con una amplia experiencia en intervención social y, desde esta perspectiva, comparte los cambios que la IA ha detonado en el ámbito de la salud mental.
En su opinión, esta tecnología no solo transformará la manera en que se estudia y ejerce la física, la ingeniería o las ciencias computacionales, sino que también transformará las ciencias sociales y humanidades, como la lingüística, la comunicación o la psicología. Incluso, la IA ya ha comenzado a modificar la estructura misma de la sociedad. En este sentido, Aurelio Cornado advierte que uno de los principales riesgos es utilizar la IA para automatizar procesos terapéuticos sin una orientación ética ni comunitaria: “Lo que quieren muchas veces es dar psicoterapia barata, rápida, automatizada”, puntualiza, “sin embargo, ese no debería ser el objetivo de la inteligencia artificial. La IA debe estar al servicio de las personas, no del sistema”
> Salir al encuentro de los problemas En 2019, Aurelio Coronado trabajó en Colombia de manera estrecha con la Fiscalía General de la Nación, en un momento en el que, además, esta dependencia había adquirido por millones de dólares una plataforma de IA llamada Watson: “Hoy esa tecnología cabe en un celular. No es exactamente la misma, pero puede hacer lo mismo y mejor”, y advierte que el verdadero potencial de estas herramientas radica en su capacidad para mejorar las relaciones humanas, no en sustituirlas.
“Estamos desarrollando aplicaciones con tecnología GPT que permiten que un profesional que atiende, por ejemplo, a niñas y niños con autismo, reciba sugerencias diagnósticas y preguntas clave basadas en literatura reciente.
HAY QUE SER CREATIVOS. NO PODEMOS
PERMITIR QUE NOS IMPONGAN UN MODELO DESHUMANIZADO. LA INTELIGENCIA
ARTIFICIAL PUEDE Y DEBE SER UNA HERRAMIENTA PARA MEJORAR NUESTRAS
VIDAS, PERO ESO DEPENDE DE CÓMO LA USEMOS
Esto no sustituye al especialista, lo potencia” , explica Coronado e insiste en que el foco debe estar en la comunidad. “La psicología está atrasada 20 años. La IA va 30 años adelante. Y nos encontramos justo en ese punto de inflexión” , y sostiene que, en su opinión, el futuro de la disciplina no está en abrir más consultorios, sino en salir al territorio donde están los problemas. Citó como ejemplo los centros de convivencia para niñas y niños en proceso de custodia por divorcio, los albergues de migrantes o las colonias donde la inseguridad afecta directamente el bienestar emocional de sus habitantes: “El entorno tiene un diseño que provoca eso que una persona padece. Le hemos echado la culpa a la persona durante tanto tiempo, cuando lo que en realidad tiene son traumas vinculados con la falta de cuidados”, afirmó.
Desde esta perspectiva que presenta Aurelio Coronado, la ansiedad y otros padecimientos constituyen respuestas legítimas ante realidades hostiles, más que déficits individuales que deben corregirse: “Bajo una postura clásica, tú tienes ansiedad. Desde otra, tú tienes miedo. Y ese miedo es válido porque está pasando algo amenazante. Lo que habría que hacer no es solo controlar el miedo, sino transformar ese entorno”, expresó.
> La IA puede contribuir las posibilidades de análisis y reflexión
A propósito del impacto inmediato de la IA en la práctica psicológica, Aurelio Coronado comparte la forma en que ha incorporado estas herramientas en su trabajo cotidiano. Desde grabar entrevistas para analizarlas con IA, hasta extraer patrones de habla que revelan niveles de conciencia sobre el trauma vivido por una persona. En su opinión, las posibilidades se han ampliado significativamente.
LA INTELIGENCIA
ARTIFICIAL (IA) NO DEBE USARSE PARA REEMPLAZAR VÍNCULOS
HUMANOS, SINO PARA POTENCIARLOS
“No solamente sirve para obtener información individual. Si se hace bien, cada entrevista nos da acceso a una lectura de lo que está ocurriendo en Aguascalientes, y eso se puede traducir en políticas públicas”, sostiene.
Para Aurelio Coronado, uno de los principales obstáculos es la visión reduccionista de la psicología como una disciplina de atención individual: “Nos ven como enfermeros de la salud mental, y eso está bien, pero no es suficiente. También debemos aportar al cambio de la realidad.
La gente no está ansiosa porque sea débil, sino porque el mundo se está colapsando”, advierte y, bajo esta perspectiva, Coronado introduce un tema central de su pensamiento: el colapso de las estructuras previas y la negación colectiva del mismo. “Estamos en la era del colapso”, asegura, “y en vez de decirlo abiertamente, seguimos fingiendo que todo está bien”.
> Una herramienta de conexión entre las personas
En esa misma línea, Aurelio Coronado aborda la crisis forense en México como un ejemplo del colapso institucional: “Tenemos miles de cuerpos sin identificar y personas desaparecidas. Los forenses no tienen los insumos para hacer su trabajo. El sistema está colapsado y todos fingen que no. Eso se llama hipernormalización”, denuncia.
A pesar de este panorama, Coronado sugiere recuperar la tecnología para aplicarla a finalidades de naturaleza humana: “Yo prefiero el agua a la inteligencia artificial”, afirma, “pero como no van a dejar de desarrollarla, entonces tenemos que usarla para nuestros propios fines. No podemos esperar que lo haga el Estado por nosotros”.
“La inteligencia artificial debe ser una herramienta de conexión entre personas”, explica Aurelio Coronado, “Imagínate una terapia donde el profesional le pide a la IA: ‘Recuérdame qué dijo esta persona hace tres sesiones’, o ‘Dime qué opciones tiene cerca de su casa’. Eso es potenciar el vínculo, no romperlo”
Además, propuso que la información que emerge en procesos terapéuticos podría ser sistematizada, en total respeto a la privacidad, para convertirse en insumo valioso para políticas públicas: “Hay que entrenar a los psicólogos para que hagan las preguntas correctas y construyan datos útiles. Así es como podemos cambiar entornos”, indicó.
> La calculadora más potente… al servicio de los placeres culinarios
Respecto del uso extendido -y a veces superficial- de herramientas de IA, como ChatGPT, entre las y los jóvenes, Aurelio Coronado considera que el problema radica en cómo se utiliza la tecnología: “Se acaba de publicar un estudio en el que se afirma que dicha herramienta digital puede causar problemas cerebrales. ¿Pero qué tipo de uso? Si lo usas como espejo, no sirve. Si lo usas como calculadora de palabras, para descubrir nuevas ideas, es otra cosa”, expresó.
También cuestionó el uso limitado que muchas personas hacen de una de las tecnologías más poderosas del presente: “Estamos usando la calculadora más potente de la historia para que nos diga dónde comer. Esa es la verdadera tragedia”, lamentó.
Por otro lado, Aurelio Coronado critica el sistema de salud mental vigente, que, en su opinión, tiende a medicalizar los problemas en lugar de abordar sus causas estructurales: “El sistema de salud está medicalizado. Si no duermes, te dan una pastilla. Si eres psicólogo, te dan un ejercicio de respiración. Pero quizá no duermes porque tienes deudas. Entonces el problema no está en ti, sino en el entorno. Y eso, el sistema no lo quiere cambiar”, explica.
Esta lógica, continúa Coronado, también permea en los usos que actualmente se le da a la inteligencia artificial: “Están buscando reemplazar personas con máquinas. El negocio está en dar soluciones rápidas, no en resolver los problemas de fondo. Por eso hay que estar alertas”, sostuvo.
El futuro de la psicología no está en abrir más consultorios, sino en salir al territorio donde están los problemas
Para Aurelio Coronado, el debate sobre inteligencia artificial y salud mental no puede reducirse a la eficiencia de una máquina. Está en juego algo más profundo: el tipo de relaciones, entornos y sociedades que queremos construir: “Usar IA no es simplemente hablar con una máquina como si fuera un espejo. Es usarla como una ventana para ver el mundo y mejorarlo”, propone.
> Un debate que va más allá de la eficiencia y la eficacia
Aurelio Coronado comparte un mensaje a las personas que diseñan políticas públicas en salud y educación: “Hay que ser creativos. No podemos permitir que nos impongan un modelo deshumanizado. La inteligencia artificial puede y debe ser una herramienta para mejorar nuestras vidas, pero eso depende de cómo la usemos”
El futuro de la psicología radica en utilizar las nuevas tecnologías para mejorar las condiciones de vida de las personas, sobre todo, con el ánimo de ir más allá del consultorio, más allá del algoritmo. En palabras de Aurelio Coronado, el desafío consiste en generar entornos de cuidado donde el bienestar sea una realidad compartida.
> ¿Las máquinas pueden pensar?
El concepto de Inteligencia Artificial (IA) se refiere a la capacidad de un sistema tecnológico para recurrir al conocimiento disponible y construir uno nuevo. Se dice que es artificial porque simula procesos cognitivos humanos para llegar a conclusiones, bajo mecanismos inteligentes como el reconocimiento de patrones, la memoria, el aprendizaje, la toma de decisiones, entre otros. La idea de construir máquinas autómatas está presente desde los albores de la humanidad, a manera de mitos y leyendas. Descartes, por ejemplo, creía que si a una máquina se le dotaba de cada una de las experiencias de una persona en particular, entonces terminaría por responder como esa persona lo haría: con una definición del ser humano como la suma de sus experiencias, sensaciones, información y memoria. Este escenario experimentó un giro en la década de los 50, cuando Alan Turing se formuló una pregunta fundamental: ¿Las máquinas pueden pensar? Es decir, con el conocimiento previo, ¿podrían generar uno nuevo?, y de ser sí, ¿se distingue de la forma en la que lo hacen los humanos o es similar?
> Simular procesos de pensamiento
Así fue como Turing propone el Test de Turing, un juego de imitación que incluso tú que me lees puedes llevar a cabo. Para ello, se necesita un juez humano, un humano y una máquina. Primeramente, el juez humano se comunicará por escrito tanto con el humano como con la máquina, sin ver y sin oír para adivinar quién es quién. El objetivo de la máquina consistirá en parecerse lo más posible a un humano (engañar), mientras que el humano simplemente se limitará a comunicar mensajes. Finalmente, si el juez no está en condiciones de distinguirlos con precisión en un número significativo de intentos, entonces la máquina habrá superado la prueba. Para ese momento de la historia, Turing teorizaba que, en un plazo de unos cincuenta años, distinguir entre el lenguaje de una máquina y el de un ser humano sería una tarea complicada.
Para 1956, el científico John McCarthy acuñó el término Inteligencia Artificial, en los siguientes términos: “La inteligencia artificial es la ciencia de hacer que las máquinas hagan cosas que requerirían inteligencia si las hicieran personas”. En este sentido, McCarthy creó un lenguaje de programación llamado List Processing (LISP) que puede tratar su propio código como datos, lo que permite que los programas piensen o simulen procesos de pensamiento. Además, este lenguaje posee capacidad de autorreferencia, es decir, puede leer, analizar, modificar y ejecutar su propio código, como si reflexionara sobre lo que hace.
> ¿Terapia o Terap(IA)?
Una década más tarde, en 1966, Joseph Weizenbaum creó el primer chat bot: una computadora psicoterapeuta entrenada a partir de las estrategias de comunicación que empleaba Carl Rogers, uno de los psicólogos más famosos de la época y de la historia. Rogers se hizo famoso por repetirles a sus pacientes, en forma de pregunta, lo que acababan de decir, además de otras dinámicas a partir de preguntas abiertas y reflexivas. Si un paciente afirmaba “Hoy me siento triste y cansada porque no tengo tiempo de vivir”, entonces Carl Rogers replicaba: ¿Sientes que no tienes tiempo de vivir porque te sientes triste y cansada?
Las fuentes consultadas para este artículo puedes encontrarlas en www.lja.mx
11 | INTELIGENCIA ARTIFICIAL
Una de las primeras personas en usar este chat bot fue la secretaria de Weizenbaum, a quien le pidieron que se sentara frente al teclado y escribiera, mientras Joseph la miraba desde una esquina para monitorear el funcionamiento del chatbot. Lo que sucedió eventualmente fue una sorpresa: la secretaria le pidió a Joseph Weizenbaum que abandonara el cuarto, porque comenzaba a sentirse muy vulnerable con el chat bot, a pesar de que sabía que no era un humano.
De hecho, cualquier persona que conversaba con el chat bot terminaba absorta. Después de todo, la computadora carecía de sesgos personales, juicios, no manifestaba agotamiento o cansancio y jamás tendrías que verle la cara, lo que significa que no tendrías que vivir una confrontación contigo mismo, esto es, una confrontación con el juicio humano.
> Contemplar nuestra oscuridad
La IA dio un notable giro que responde a una necesidad básica de los seres humanos: ser honesto con el mundo interno, con uno mismo y con los demás. Conforme avanza el tiempo se acentúan dos vertientes en la forma de vivir:
• El mundo de las redes sociales (mostrar lo más lindo, romantizable, perfecto y además en una trasmisión de 24 horas).
• El mundo de los chat bots equipados con IA (en un entorno individual, sin juicios, y con la capacidad de darte respuestas las 24h).
Incluso con base en estas características podemos afirmar que se fomenta la vulnerabilidad, en el sentido de que la interacción con un chat bot se convierte en un momento de descanso, pero en el mismo lugar virtual, para ti mismo, ¿entonces para qué salir? El problema reside en que un chat bot jamás confrontará tus creencias, a menos que se lo pidas. No debemos perder de vista que el objetivo de estas tecnologías es que te quedes ahí, pasar la mayor parte del tiempo usándolas.
Bajo esta lógica, lo más funcional es que un chat bot valide cualquier pensamiento, que entregue refuerzos que estén del otro lado fenomenológico de la confrontación: digamos que el cerebro siente más rico cuando le dicen que tiene la razón y que todo lo que observas es verdadero, en contraste a cuando es confrontado y cuestionado. De hecho, esta es una de las razones por las que muchas personas no regresan a terapia (y también porque no siempre existen suficientes profesionales con la preparación adecuada en salud mental).
Lo cierto es que las soluciones ante las adversidades de la vida se encuentran en los lugares donde está la sombra, ¿alguna vez has escuchado a alguien decir: “Me urge ir al psicólogo para sentirme bien”? En realidad, este es el inicio de un conflicto estructural: la creencia de que las y los psicólogos son como un Advil sentimental, cuando, más bien, uno va al psicólogo a sentirse incómodo y a remover viejas creencias en las que hemos basado nuestra identidad. Uno se acostumbra a vivir su realidad con las gafas de las heridas y los patrones de conducta, como si esa fuese la realidad objetiva con la que nos enfrentamos cotidianamente. En cierto modo, uno se acostumbra a vivir cómodo con la incomodidad.
> Para concluir
La responsabilidad del personal de la salud es ser capaz de identificar y cuestionar. En conclusión, no se va al psicólogo para sentirse bien a corto plazo, ¿pero qué pasa con la IA? con los siguientes adjetivos: íntima, validante y cómoda. Si algo está alimentando tus patrones de comportamiento y creencias erradas, ¿realmente estamos en un entorno de honestidad y vulnerabilidad, o solo estamos cayendo en la misma dinámica hedonista en la que siempre hemos estado tan cómodos?
> Muchas inteligencias para solucionar problemas
“Amí me gusta ubicar el surgimiento de la Inteligencia Artificial (IA) a mediados de los 40”, explica Juan Manuel Campos Sandoval, “por supuesto, podemos encontrarla un poco antes con los trabajos de Alan Turing y, posteriormente, de John von Neumann. La IA es un esfuerzo por emular lo que hace el cerebro humano, pero no creo que sea el mejor de los términos, porque la palabra inteligencia tampoco describe con precisión lo que hacían las computadoras en un principio, pues lo que realmente hacían era emular funciones cerebrales, como las comparativas, de orden, de intuición o de deducción. Cuando hablamos de IA, hablamos de una serie de algoritmos, así como de tecnologías y aplicaciones matemáticas, estadísticas, ciencia de datos, deep learning, machine learning, entre otras dimensiones que se aplican a la solución de un problema determinado. En este sentido, existen distintos tipos de sistemas de IA, como los que reconocen objetos, patrones lingüísticos -como ChatGPT-, patrones de acomodo, etc. Finalmente, tenemos distintos tipos de IA para solucionar problemas diferentes”.
Juan Manuel Campos Sandoval es Ingeniero Físico Industrial por el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey, además cuenta con una maestría en optoelectrónica y un doctorado en sistemas de información y sistemas electrónicos. En palabras de Juan Manuel, el cerebro humano opera con una lógica muy distinta a la de los sistemas computacionales tradicionales: “No funciona con ceros y unos. Lo que ocurre en nuestro cerebro son estados intermedios, correlaciones complejas, procesos que se asemejan más a los principios de la mecánica cuántica que a la lógica binaria”, afirma. Una perspectiva planteada en estos términos abre la puerta a comprender el alcance de la llamada Inteligencia Artificial Cuántica (IAQ).
> ¿Qué es la mecánica cuántica?
Para comprender la IAQ, es necesario entender en qué consiste la mecánica cuántica. A finales del siglo XIX, relata Juan Manuel Campos, los físicos se enfrentaban al problema de explicar cómo un objeto caliente emite radiación. Este fenómeno se conoce como radiación del cuerpo negro. Las teorías clásicas fallaban en describir adecuadamente el comportamiento de la energía emitida, en especial en frecuencias altas.
En 1900, el físico alemán Max Planck propuso una solución: la energía no se emitía de forma continua, sino en pequeños paquetes. Aunque Planck mismo dudaba de su propuesta, sin saberlo, sentó las bases de una nueva física. Usó el término quantum, del latín ‘cantidad’, para referirse a estos paquetes de energía. Fue Albert Einstein, en 1905, quien tomó esta idea un poco más en serio al explicar el efecto fotoeléctrico y logró demostrar que la luz se comporta como una corriente de partículas (fotones), cada una con una cantidad específica de energía. Este trabajo le valdría el Premio Nobel en 1921.
Mientras tanto, la física clásica empezaba a mostrar sus límites. El modelo planetario del átomo, propuesto por Ernest Rutherford, mostraba contradicciones fundamentales: si un electrón giraba continuamente alrededor del núcleo, debería perder energía y colapsar, lo cual no ocurre. La mecánica cuántica, desarrollada por físicos como Niels Bohr, Werner Heisenberg y Erwin Schrödinger, propuso una visión radicalmente distinta: los electrones solo pueden ocupar ciertos niveles de energía: “Al cambiar de nivel, emiten o absorben fotones. Este fenómeno discreto es el verdadero salto cuántico: no un gran avance, sino un cambio preciso entre estados definidos”, precisa Juan Manuel Campos.
A diferencia del universo continuo propuesto por Newton, la mecánica cuántica revela un mundo granular, donde ciertas magnitudes físicas -como la energía, el momento angular o la posición- están cuantizadas. En escalas macroscópicas, como el sistema solar, parece que todo es continuo; pero al observar el mundo microscópico, comprendemos que no todo está permitido: solo ciertas configuraciones, ciertos múltiplos específicos, pueden existir.
Aunque Einstein sentó las bases de esta teoría, nunca terminó de aceptar su visión probabilística. “Dios no juega a los dados”, afirmó, pero luego Bohr le respondió: “Deje de decirle a Dios cómo debe jugar”. Así se tejió uno de los debates más fascinantes en la historia de la ciencia, en torno a una teoría que aún hoy redefine nuestra comprensión de la realidad.
> Una tecnología más allá de los semiconductores
Si la IA busca emular ciertos procesos de la inteligencia humana mediante algoritmos, modelos estadísticos y volúmenes masivos de datos, la mecánica cuántica ofrece la posibilidad de superar los límites físicos y operativos de la computación clásica. De acuerdo con Juan Manuel Campos, “la Inteligencia Artificial, inicialmente, era un ataque de fuerza bruta: entre mayor cantidad de datos tuviéramos, o entre mayor velocidad tuvieran las computadoras para procesarlos, tendríamos mayores posibilidades de aplicar algoritmos cada vez más complejos”
Ahora bien, estas dinámsicas tienen su límite. Para ilustrar lo anterior, Campos Sandoval recurre al caso de la criptografía, es decir, la ciencia que estudia los métodos para proteger la información mediante el uso de técnicas de cifrado y codificación.
“Actualmente, nuestras tecnologías nos permiten construir códigos, llaves o passwords criptográficos basados en factorización de números primos. Quebrar una llave de estas características, en este momento exigiría miles de millones de años; no obstante, con la computación cuántica -es decir, con materiales que operaran de forma distinta a los semiconductores, que es de lo que están hechos nuestros dispositivos electrónicos actuales-, estaríamos en condiciones de vulnerar esas llaves en meses, semanas o incluso horas”.
> El siguiente salto en el poder de cálculo
“Para ponerlo en palabras más sencillas”, explica Juan Manuel Campos, “los límites de la computación clásica se basan en nuestras operaciones binarias: encendido o apagado, 1 o 0. Como mencioné antes, estos modelos muestran sus deficiencias al momento de enfrentarse a problemas cuya resolución requeriría miles de millones de años, como los asociados a la criptografía avanzada”.
La computación cuántica representa un cambio radical de paradigma. En lugar de bits, usa qubits, esto es, unidades que pueden estar simultáneamente en estado 0 y 1 gracias al principio de superposición cuántica. Este fenómeno, descrito por la mecánica cuántica, también permite el entrelazamiento cuántico, donde dos partículas pueden compartir un estado común sin importar la distancia que las separe. Estas propiedades hacen posible el procesamiento paralelo masivo y la resolución de problemas complejos en una fracción del tiempo.
“La transición de los semiconductores clásicos a los nuevos materiales cuánticos recuerda el paso histórico del bulbo de vacío al transistor”, reconoce Juan Manuel Campos. “Esta perspectiva va más allá de una mejora, porque implica una reconfiguración completa del hardware, los algoritmos y el pensamiento computacional. Además, esta tecnología no solo es más potente, sino también más compacta, veloz y versátil”. Por el momento, aún no existen computadoras cuánticas de uso común. El reto actual radica en diseñar algoritmos capaces de aprovechar sus propiedades únicas. El potencial es enorme: desde acelerar investigaciones biomédicas hasta redefinir las finanzas globales. En este sentido, la Inteligencia Artificial Cuántica es un nuevo territorio donde el lenguaje binario cede su lugar a un universo probabilístico, regido por las leyes más profundas del mundo subatómico.
La IA no es un solo algoritmo: es un conjunto de tecnologías aplicadas a resolver problemas específicos “ “
> Una tecnología para redefinir la hegemonía mundial
Juan Manuel Campos advierte que este salto tecnológico también es de naturaleza política, económica y estratégica: “Estamos ante un nuevo juego, un juego crítico. El país o empresa que logre construir la primera computadora cuántica estable y funcional tendrá una ventaja definitiva. Así como el desarrollo de la bomba atómica definió la hegemonía del siglo XX, la IA cuántica va a definir el liderazgo del siglo XXI”, señala.
De hecho, ya hay señales claras de que esta carrera ha comenzado. Empresas multinacionales como Google, IBM, Alibaba y Amazon lideran proyectos de desarrollo de computadoras cuánticas, en colaboración o de manera independiente: “El liderazgo que antes correspondía a los gobiernos ahora lo están tomando las grandes corporaciones. La ciencia, en muchos casos, ha sido privatizada. Y eso también plantea dilemas éticos y sociales profundos”, apunta. El caso de Taiwan Semiconductor Company -líder mundial en la producción de chips- es ilustrativo. “Taiwán controla la tecnología más avanzada de semiconductores del mundo. Esto ha generado tensiones enormes con China, que considera ese territorio propio, pero no puede acceder a esa tecnología. Y lo mismo pasará con la computación cuántica. Quien controle los algoritmos y los materiales tendrá el poder”, advierte.
> La lengua: esa inteligencia fundamental
Juan Manuel Campos insiste en la necesidad de una alfabetización digital que comience desde nuestra lengua: “La IA, la computación y los algoritmos parten de una inteligencia que es anterior y fundamental: la lingüística. Si no sabemos leer, argumentar, escribir bien, tampoco vamos a poder pensar bien. Por eso hay que regresar a nuestra lengua, porque de ahí parte todo lo demás”, sostiene.
El pensamiento crítico, continua Juan Manuel Campos, es hoy más necesario que nunca, especialmente en un entorno saturado de información, estímulos y ruido digital: “Estamos siendo arrastrados por la corriente. Tenemos muy poca capacidad de análisis. Y eso nos vuelve vulnerables, como individuos y como sociedad. México necesita más científicos, pero también necesita más analistas, psicólogos y humanistas. No podemos enfrentar esta revolución con una ciudadanía desinformada o sin criterio. Necesitamos una masa crítica, es decir, ejércitos de personas preparadas. Hay oportunidad. Hay esperanza. Los profesores jugamos un papel fundamental para encender esa chispa en las infancias. Si no queremos quedarnos fuera de la conversación global, necesitamos formar a los que van a liderar la siguiente revolución”.
La inteligencia artificial (IA) ha dejado de ser una promesa futurista para consolidarse como un eje transformador de la vida cotidiana y de los modelos productivos en todo el mundo. Frente a este panorama, la Universidad Panamericana, Campus Aguascalientes, ha asumido un papel protagonista a través de la Ingeniería en Inteligencia Artificial, un programa académico diseñado no solo para formar usuarios de la tecnología, sino para preparar ingenieros capaces de construirla, comprenderla y aplicarla con sentido ético y pensamiento crítico.
“Como yo lo llamo, la inteligencia artificial va a ser la nueva electricidad. Todo se va a mover con inteligencia artificial”, afirma Ricardo Abel Espinoza Loera, director de la carrera y fundador de LuzIA, una empresa mexicana dedicada a la consultoría e implementación de soluciones de IA para empresas. Su doble rol le permite tener una visión integral: formar talento desde la academia y llevar ese conocimiento a resolver problemas reales en el sector productivo.
Desde desbloquear un teléfono móvil hasta detectar enfermedades mediante visión computacional, la IA se ha vuelto transversal. Y ante un entorno laboral en rápida transformación, Espinoza advierte que dominar estas tecnologías desde la raíz es una ventaja estratégica. “Tener una ingeniería en inteligencia artificial no solamente te vuelve un usuario más, sino que te convierte en parte de la revolución que se está viviendo. Que tú puedas moverle a las entrañas de cualquier algoritmo de inteligencia artificial, y además emplearlo en diferentes tareas, que es la labor de un ingeniero: resolver problemas”, señala.
> Más que programación, formación crítica
El enfoque de esta ingeniería no se limita al dominio técnico. Incluye también un componente reflexivo y ético, fundamental ante el uso generalizado de herramientas como ChatGPT: “Lo que tratamos de formar en los alumnos es que utilicen las plataformas, pero con pensamiento crítico”, explica Espinoza. Parte de esta formación integral involucra enseñar técnicas de prompt engineering, es decir, la capacidad de interactuar de forma consciente y eficaz con modelos de lenguaje. Esta conciencia crítica se vuelve crucial en un entorno donde muchos jóvenes recurren a estas herramientas sin evaluar la calidad de las respuestas: “Si lo haces con pensamiento crítico, incluso las respuestas de esta herramienta van a ser mucho mejores”, advierte el académico. En consecuencia, los alumnos son entrenados para investigar, cuestionar, validar y, sobre todo, construir soluciones desde cero.
> Alianzas internacionales y vocación social
Uno de los pilares de la carrera en IA de la Universidad Panamericana es su alianza con el Massachusetts Institute of Technology (MIT), la universidad número uno del mundo en ciencia y tecnología. Este vínculo permite que estudiantes del MIT realicen estancias académicas en Aguascalientes, donde trabajan con profesores y alumnos locales en proyectos conjuntos de alto impacto.
“Tenemos una ventana de dos meses donde esos alumnos vienen, trabajamos en conjunto y la idea es sacar artículos de investigación en temas de tecnología de tendencia”, detalla Espinoza. Entre los temas abordados destacan algoritmos para diagnóstico médico, biomecánica o materiales como bioplásticos.
Además, mediante el programa Beautiful Patterns, alumnas del MIT imparten talleres de programación básica a niñas de primaria y secundaria en México. “Desde crear tu primera página web, entender el código... se hace una dinámica padre porque las niñas también se enfrentan a clases en inglés”, cuenta Espinoza. La iniciativa, además de acercar a las nuevas generaciones a la tecnología, promueve la equidad y la inclusión desde edades tempranas.
> Egresados globales, empleabilidad inmediata
Los resultados de esta formación ya se reflejan en el mercado laboral. Alumnos de la carrera han sido aceptados en programas internacionales y contratados por empresas tecnológicas de alto perfil. “Tenemos alumnos que están en Netflix, haciendo un International Summer en Meta, en Google”, comparte el director. Y aunque en México la demanda de profesionales en IA sigue superando la oferta, el interés por estudiar carreras STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas) ha disminuido, lo que representa tanto un reto como una oportunidad.
“La gente ya no quiere estudiar STEM... pero la verdad es que en el mundo necesitamos más ingenieros en inteligencia artificial. Hay muchas soluciones que se pueden resolver con IA, y además, es muy bien pagado”, enfatiza.
> De la academia a la industria: el caso de LuzIA
El trabajo de Espinoza Loera no se queda en el aula. Desde 2018, encabeza LuzIA, una empresa enfocada en desarrollar soluciones prácticas de inteligencia artificial para el sector empresarial. “Nuestro lema es Lighting Solutions Through AI Somos una empresa que trabaja con visión computacional, ciencia de datos y desarrollo de software”, señala
En sus primeras etapas, LuzIA colaboró con empresas automotrices como Nissan y Jatco, desarrollando sistemas capaces de detectar errores en ensambles de motores y carrocerías utilizando únicamente video. “Con solo video podíamos decir qué estaba bien ensamblado y qué no. Así fue como empezó esta compañía”, recuerda.
Hoy, la empresa ha ampliado su campo de acción hacia otras tecnologías, como el procesamiento de lenguaje natural y la automatización mediante modelos como ChatGPT, Gemini o DeepSeek. El objetivo: facilitar la toma de decisiones empresariales a través del análisis de datos en tiempo real. “Ya podemos crear copilotos especializados que permiten, por ejemplo, que un gerente de producción consulte en tiempo real el número de piezas producidas o defectuosas”, explica.
> Diagnóstico, solución y capacitación
LuzIA no vende herramientas genéricas. Su método parte de un diagnóstico profundo de los procesos internos de cada empresa, con el fin de identificar cuellos de botella, errores repetitivos o zonas de mejora. A partir de esta evaluación, desarrolla dashboards inteligentes y soluciones a la medida.
“Desde algo tan básico como un mal sistema de cobro, hasta anomalías en las ventas o comportamientos fuera de lo esperado en la operación. A partir de esto, desarrollamos herramientas que realmente hagan la diferencia” , comenta Espinoza.
En paralelo, la empresa ha detectado una necesidad creciente de formación empresarial en IA. Por ello, ofrece talleres personalizados, de entre cinco y seis sesiones, donde capacita a personal administrativo, CEOs y responsables de operaciones. “El objetivo es claro: si podemos ahorrarles diez minutos en alguno de sus flujos de trabajo, para nosotros ya es un logro”, señala
Durante las sesiones, los participantes aprenden desde cero qué es la inteligencia artificial, cómo funcionan herramientas como ChatGPT o Midjourney y cómo integrarlas en su día a día. También se enseñan técnicas básicas de prompt engineering para optimizar las consultas y obtener respuestas más relevantes.
La experiencia ha sido tan exitosa que la empresa prepara ya un curso especializado para abogados. “Vamos a iniciar una capacitación para el sector jurídico. Es un ejemplo más de cómo la inteligencia artificial puede adaptarse a cualquier área, siempre que se parta de una base sólida de conocimiento”, añade
> IA, automatización y reconversión laboral
Estudios de firmas como McKinsey y del Foro Económico Mundial advierten que para 2030, cerca del 25% de las tareas laborales podrían ser automatizadas mediante inteligencia artificial. Espinoza coincide, pero añade una perspectiva optimista: “Se van a automatizar muchísimos empleos, pero se van a generar tres veces la cantidad de los que se van a perder”.
El gran reto, advierte, es la velocidad del cambio. “El escalón va a ser muy abrupto, entonces va a quedar muchas personas desempleadas en muy poco tiempo”. Por ello, insiste en el papel clave de las universidades para reconvertir competencias en trabajadores de entre 25 y 40 años que buscan adaptarse.
“Eso puede traer muchísimas cosas buenas, como mejor salud, mejor transporte, mejor solución de problemas climáticos. Pero también va a traer mucho desempleo muy rápido”, concluye Espinoza, subrayando la necesidad de actuar con responsabilidad y visión social ante esta revolución tecnológica.
En un deporte donde cada jugada puede cambiar el destino de un partido -y de toda una temporada-, la NFL ha encontrado en la inteligencia artificial (IA) una aliada estratégica. Desde decisiones clave en el campo hasta la prevención de lesiones y el análisis detallado del rendimiento, la IA está revolucionando el fútbol americano profesional.
> Baltimore Ravens: decisiones que desafían la intuición
Uno de los casos más emblemáticos es el de los Baltimore Ravens, quienes se han posicionado a la vanguardia en el uso de modelos de IA para la toma de decisiones en tiempo real. Durante los partidos, el equipo recurre a un sistema desarrollado por su propio grupo de analistas, capaz de simular miles de escenarios al instante.
Gracias a este modelo, el entrenador John Harbaugh toma decisiones basadas en predicciones matemáticas, no en corazonadas: jugar una cuarta oportunidad, intentar una conversión de dos puntos o dejar al pateador hacer lo suyo. El sistema estima la probabilidad de éxito y cómo afecta al resultado final, permitiendo una gestión de riesgos más precisa.
Y esto es, en buena parte, porque Harbaugh ha tenido poca fortuna en dichas situaciones, cuando depositaba su fe en que los jugadores podrían conseguir mover las cadenas o lograr una anotación e incluso han llegado a definirse partidos de dicha forma. Un punto de vista 100% analítico ayudaría a reducir errores generados por sesgos.
> NFL Next Gen Stats: el ojo que todo lo ve
Más allá de las decisiones tácticas, toda la liga se beneficia del sistema Next Gen Stats, desarrollado en colaboración con Amazon Web Services. Cada jugador lleva sensores en sus hombreras, y hasta el balón contiene un chip. Estos dispositivos alimentan una base de datos colosal que registra:
• Velocidad y aceleración en cada jugada.
• Trayectorias exactas de corredores y receptores.
• Separación entre defensas y ofensiva en tiempo real.
Con estos datos, los equipos pueden:
• Ajustar formaciones y coberturas.
• Evaluar la eficiencia real de sus jugadores.
• Descubrir tendencias de los rivales con una precisión quirúrgica.
> Más allá del campo: salud, apuestas y espectáculo
El impacto de la IA también se siente en el entrenamiento y la medicina deportiva. Franquicias como los Seattle Seahawks y los San Francisco 49ers han implementado algoritmos que monitorean la carga física y el riesgo de lesión. Estos sistemas recomiendan cuándo reducir la intensidad de los entrenamientos o cuándo un jugador necesita descanso, incluso antes de que aparezcan síntomas.
En paralelo, los aficionados disfrutan de una experiencia mejorada. Las transmisiones ahora muestran probabilidades de jugadas en tiempo real, como la posibilidad de éxito en una tercera y larga. Además, los fanáticos del fantasy football reciben predicciones inteligentes, y las casas de apuestas deportivas ofrecen líneas más precisas basadas en el análisis de IA.
> Una nueva era de precisión y estrategia
La inteligencia artificial no reemplaza la emoción del deporte, pero sí lo redefine. En una disciplina donde cada yarda cuenta, y donde el tiempo es oro, los equipos que sepan aprovechar el poder del análisis predictivo tendrán una ventaja tangible sobre los que se queden con la intuición clásica.
La NFL ha demostrado que el futuro del fútbol americano no solo se juega con fuerza, estrategia y talento, sino también con datos, algoritmos y decisiones inteligentes. Y aún deberá verse cómo se desarrolla dicha implementación de forma cabal a lo largo de la liga. Hay equipos a los que les podría servir para mejorar de forma significativa, llevando el análisis más lejos y aprovechando la herramienta para evitar errores que, en múltiples ocasiones, son simplemente por falta de concentración.
No.11 | INTELIGENCIA
> Prevención de lesiones: el valor del descanso inteligente
La inteligencia artificial (IA) ha dejado de ser una promesa futurista para convertirse en una herramienta esencial en el baloncesto profesional, particularmente en la NBA. Desde la estrategia de juego hasta la prevención de lesiones, la IA está transformando cada rincón de este deporte con un nivel de precisión y análisis antes impensable.
> Estrategia en tiempo real: el nuevo sexto hombre
Gracias a sistemas como SportVU y Second Spectrum, las cámaras de alta velocidad registran cada movimiento en la cancha. Estos datos son procesados por algoritmos de inteligencia artificial que identifican patrones ofensivos y defensivos, sugieren mejores posicionamientos y optimizan las decisiones de tiro. Incluso durante el juego, algunos equipos ya cuentan con asistentes virtuales que recomiendan sustituciones o ajustes tácticos según el rendimiento y el comportamiento del rival.
La IA también ha irrumpido en el área médica. A través de sensores en la ropa deportiva y dispositivos portátiles, los jugadores son monitoreados constantemente. Con esta información, modelos predictivos pueden advertir riesgos de lesión antes de que ocurran, ayudando a planificar descansos estratégicos, aunque el jugador no reporte molestias.
> Revolución en el scouting: cazatalentos digitales
Equipos de alto nivel utilizan algoritmos avanzados para analizar automáticamente miles de horas de partidos de ligas universitarias, internacionales y amateurs. El objetivo: encontrar talento con perfiles estadísticos o patrones de movimiento similares a estrellas consagradas como Stephen Curry o Nikola Jokić. Este análisis va más allá de las estadísticas tradicionales, contemplando eficiencia táctica y adaptabilidad al sistema de juego del equipo. Esto podría traer a más “underdogs” o jugadores que generalmente no serían considerados para ser estrellas, y se verían más casos de jugadores de segunda ronda que terminan convirtiéndose en super estrellas.
> Una experiencia del espectador más inmersiva
La IA también se pone al servicio de los fanáticos. Aplicaciones móviles y transmisiones interactivas ofrecen estadísticas personalizadas en tiempo real, narrativas generadas automáticamente y resúmenes ajustados a las preferencias del usuario, elevando la experiencia más allá del simple marcador.
> El caso Houston Rockets: pioneros del cambio
Un ejemplo emblemático es el de los Houston Rockets, quienes apostaron por el análisis de datos y la inteligencia artificial para rediseñar su estrategia ofensiva. El equipo priorizó los tiros de tres puntos y minimizó los de media distancia, maximizando la eficiencia según los modelos predictivos. Esta decisión marcó un antes y un después en la forma de jugar en la NBA.
> ¿El futuro? Inteligencia aumentada en la cancha
Lo que antes dependía de la intuición del entrenador o del “instinto” del jugador, hoy puede ser respaldado por millones de datos analizados en segundos. La IA no reemplaza el talento humano, pero sí lo potencia. En un juego donde cada segundo cuenta, tener una mente artificial en la banca puede ser la diferencia entre la victoria y la derrota. El deporte como disciplina ha ido avanzando a pasos agigantados y no solo con los métodos de entrenamiento ni con las dietas, ya que no es el mismo ritmo que se despliega en la duela ni son los mismos atletas que se veían en antaño. La evolución es notable y la inteligencia artificial apuntalará en muchos aspectos, aunque todavía podría considerarse en una fase experimental. Aun en cuestiones cotidianas, la IA no es infalible. Será un proceso constante de acierto y error en las áreas en las cuales estará auxiliando al desarrollo, scouting y estrategia. Y la gran ventaja que posee es que tendrá un sesgo mucho menor que el que pueda tener un ser humano, resultando en una toma de decisiones más imparcial.
Luis Enrique Aguirre Arias / @eltacticoclub
El estadio vibra, el balón rueda y una jugada polémica silencia a la multitud. ¿Fue penal?, ¿estaba en fuera de juego? Durante décadas, estas decisiones recaían en los árbitros, humanos falibles enfrentados a la presión del momento. Hoy, un nuevo jugador ha entrado al campo: la inteligencia artificial (IA). Con cámaras de alta definición, algoritmos veloces y datos en tiempo real, la IA está revolucionando el arbitraje deportivo, prometiendo justicia milimétrica y desatando un debate apasionante sobre el alma del deporte. ¿Cómo está transformando la IA las reglas del juego?
El Video Assistant Referee (VAR), estrenado por la FIFA en 2018, es la punta de lanza de esta transformación. Con decenas de cámaras capturando cada movimiento, el VAR analiza jugadas clave (goles, penales, tarjetas rojas, fueras de juego) con una precisión que roza lo sobrehumano. En LaLiga, sistemas como TRACAB rastrean a jugadores y balón 25 veces por segundo, trazando líneas de fuera de juego en milisegundos y generando mapas de calor que desentrañan la dinámica del partido. Más allá del fútbol, el tenis confía en Hawk-Eye, que resuelve disputas de línea con un margen de error de apenas 3 milímetros. En el béisbol, TrackMan define la zona de strike, mientras que en el ciclismo, la IA monitoriza datos biométricos para garantizar competiciones limpias. Incluso el baloncesto usa sensores en zapatillas y tableros para optimizar jugadas y prevenir lesiones.
El gran triunfo de la IA es su objetividad. Los algoritmos no tiemblan ante un estadio rugiente ni caen en sesgos inconscientes. Un estudio de la Universidad de Lovaina (2020) mostró que el ruido del público puede influir en hasta un 15% de las decisiones arbitrales humanas, un problema que la IA elimina al basarse en datos puros. En el Mundial de 2018, el VAR evitó errores que habrían reescrito la historia, como el “gol fantasma” de 1966 o la mano de Maradona en 1986. Además, la IA aporta velocidad y transparencia. Herramientas como STATSports entregan métricas instantáneas (distancia recorrida, velocidad, contactos), permitiendo decisiones rápidas sin sacrificar precisión. En la Premier League, mostrar repeticiones en pantallas gigantes ha reducido las quejas de los aficionados, dándoles un vistazo al proceso arbitral. En España, la Real Federación Española de Fútbol usa IA para evaluar el desempeño de los árbitros, asegurando transparencia en ascensos y designaciones.
Pero no todo es un golazo. La precisión de la IA choca con el espíritu humano del deporte, donde el error arbitral, para muchos, es parte de su encanto. Las revisiones del VAR, por ejemplo, interrumpen el flujo del juego, transformando momentos de pasión en pausas frías. En un partido de la Premier League en 2023, una decisión de fuera de juego por milímetros desató cánticos de “esto no es fútbol”. Una encuesta de YouGov (2024) reveló que el 62% de los hinchas cree que el VAR resta emoción, aunque el 78% admite que mejora la justicia. Además, la IA no es infalible. Fallos técnicos, como un error de software en la Ligue 1 en 2022 que anuló un gol válido, muestran que la tecnología puede tropezar. También está el tema del costo: ligas como la Premier League invierten millones en IA, mientras que competiciones en América Latina o África a menudo carecen de recursos para adoptarla, creando una brecha de equidad.
El futuro se ve fascinante. La UEFA explora árbitros autónomos, donde la IA tomaría decisiones sin intervención humana, usando sensores en el balón y wearables en los jugadores. El machine learning promete sistemas que aprendan de cada partido, anticipando infracciones antes de que ocurran. Sin embargo, el desafío será balancear la precisión con emoción. ¿Queremos un deporte perfecto pero estéril, o uno imperfecto pero vibrante? La IA ya no es solo un asistente, es un coprotagonista que está redefiniendo el juego. La pregunta es: ¿Estamos listos para dejar que el silbato digital marque el ritmo?
Luis Enrique Aguirre Arias / @eltacticoclub
En el escenario del deporte moderno, donde cada segundo y cada milímetro cuentan, la inteligencia artificial (IA) se ha convertido en el entrenador invisible que está moldeando una nueva generación de superatletas. Desde sensores que capturan el latido de un corredor hasta algoritmos que predicen lesiones antes de que ocurran, la IA está transformando a los deportistas en máquinas de precisión, capaces de superar límites que antes parecían inalcanzables. Así es cómo la IA está redefiniendo el potencial humano en el campo de juego.
La IA está revolucionando el deporte al analizar cantidades masivas de datos en tiempo real, permitiendo entrenamientos personalizados que optimizan el rendimiento como nunca antes. Por ejemplo, tecnologías como STATSports, utilizadas por equipos de élite como el FC Barcelona, recopilan métricas de jugadores (distancia recorrida, velocidad, frecuencia cardíaca) a través de wearables. Estos dispositivos, equipados con sensores y conectados a algoritmos de aprendizaje automático, generan planes de entrenamiento ajustados al estado físico de cada atleta. Si un futbolista muestra signos de fatiga, la IA puede recomendar una sesión de recuperación con baños de hielo o ejercicios de baja intensidad, minimizando el riesgo de lesiones. En el baloncesto, la NBA emplea sistemas como Catapult para analizar patrones de movimiento, ayudando a los jugadores a perfeccionar su técnica de tiro o mejorar su agilidad en defensa.
Un caso pionero es el del Sevilla FC, donde el exdirector deportivo Monchi usó IA para identificar talentos subvalorados, una estrategia que llevó al club a ganar seis títulos europeos en 14 años. Algoritmos analizan estadísticas de jugadores, porcentaje de pases completados, duelos ganados, goles esperados (xG), etc., para detectar promesas que el ojo humano podría pasar por alto, como en la película Moneyball. Más allá de los fichajes, la IA permite simular partidos y estrategias. Equipos como el Liverpool FC usan modelos predictivos para anticipar movimientos del rival, ajustando tácticas en tiempo real. En el ciclismo, sensores biométricos monitorizan el ritmo cardíaco y la potencia de pedaleo, permitiendo a los atletas optimizar su esfuerzo en cada etapa, como se vio en el Tour de Francia 2023, donde el equipo Jumbo-Visma aprovechó estas herramientas para dominar la carrera.
Los beneficios son innegables. La IA maximiza el rendimiento al personalizar entrenamientos según las necesidades únicas de cada deportista. Por ejemplo, un estudio de DataCamp (2024) detalla cómo la IA analiza datos de sueño, inflamación muscular y carga de entrenamiento para crear planes de recuperación específicos. Si un tenista muestra un sueño REM insuficiente, el sistema podría sugerir técnicas de relajación o ajustes en su horario, reduciendo la fatiga. Además, la IA previene lesiones al detectar patrones de riesgo: un corredor cuya zancada muestra asimetrías podría recibir ejercicios correctivos antes de sufrir una lesión. En términos de estrategia, la IA ofrece una ventaja competitiva al analizar al adversario. En la Premier League, sistemas como TRACAB generan mapas de calor que revelan debilidades tácticas, permitiendo a los entrenadores explotarlas con precisión quirúrgica. Sin embargo, esta búsqueda de la perfección tiene su lado oscuro. La dependencia excesiva de la IA podría deshumanizar el deporte. Los atletas, bombardeados con datos y recomendaciones, corren el riesgo de perder la intuición que define a los grandes, como el instinto de Lionel Messi para improvisar una genialidad. Además, la implementación de estas tecnologías es costosa, creando una brecha entre equipos ricos y modestos. Ligas como la Premier League invierten millones en IA, mientras que clubes en América Latina o África a menudo carecen de acceso, perpetuando desigualdades. También están los desafíos éticos: la privacidad de los datos biométricos es una preocupación creciente. Un hackeo de wearables podría exponer información sensible, desde el estado físico hasta patrones de sueño de un atleta. Según un informe de ResearchGate (2022), la opacidad de los algoritmos plantea riesgos, ya que los deportistas podrían no entender cómo se toman las decisiones que afectan su carrera. El futuro de la IA en el deporte es tan emocionante como incierto. Proyectos como los de la Universidad Europea, que ofrece másteres en IA aplicada al deporte, indican que la demanda de expertos en esta área está creciendo. En el horizonte, la IA podría crear simulaciones inmersivas para entrenar en entornos virtuales o incluso desarrollar superatletas híbridos, combinando humanos con tecnología avanzada; pero el desafío será preservar el alma del deporte: esa chispa de imprevisibilidad y pasión que nos hace vibrar. La IA está forjando superatletas, pero el verdadero golazo será encontrar el equilibrio entre la perfección tecnológica y la magia humana que hace del deporte un espectáculo inolvidable.