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APRo / beAtRiz PeReyRA 20 y
tino ha sido no encontrar soluciones, lo cual incluye cambiar en lo colectivo. “Ese ha sido su gran pecado, la terquedad en insistir en unos futbolistas que no viven su mejor momento. También vemos los casos de Kevin Álvarez, de Luis Chávez, de Érick Sánchez, futbolistas que han vivido un muy buen momento, como también Henry Martín y Santi Giménez. Incluirlos es positivo, pero también hay algo no escrito: el síndrome del entrenador que se casa con sus ideas y pocas veces se deja influir por lo que opinen los demás.
“Él (Martino) tiene una idea muy marcada y la está intentando llevar a cabo con los hombres que ya conoce, y quizás también puede ser cuestión de capacidad, más allá de no querer moverle.
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“Para mí hay un ejemplo muy claro: el partido contra Estados Unidos aquí en el Azteca, en la eliminatoria. Lo juega con Lozano, Raúl Jiménez y Tecatito Corona sin estar en su mejor momento futbolístico, esa era la realidad. También entiendo que, si no los hubiera puesto de titulares, la crítica generalizada habría sido muy dura, ‘¿por qué no los mete si son los mejores?’ Los cambios los hace hasta el minuto 80, pero tendría que haber reaccionado antes si ve que el equipo no funciona”, dice Crosas.
TridenTe roTo
En ese sentido, Méndez considera que Martino ha tenido mala suerte con las lesiones de Corona y Jiménez, aunque la realidad es que el famoso tridente que se completa con Hirving Lozano tampoco funcionó.
“Las lesiones son riesgos que todos los entrenadores saben que en algún momento van a sufrir, por eso el juego colectivo debe ser la base para que las individualidades sólo marquen la diferencia. Aquí no tenemos la base y estamos esperanzados a que con ellos la Selección va a ganar, cuando está demostrado que no funcionó el tridente.
“El más consistente ha sido Lozano, porque, sin ser un centro delantero, lo pones a jugar desde una banda y produce, pero Tecatito no es un goleador, es un asistente, centra y pasa para los demás. Jiménez aprovechó cuando no estaba Chicharito para tener la titularidad, pero llegó la fractura (de cráneo) y desde ahí es otro jugador”.
Otra tendencia del futbol mundial, destaca Méndez, es jugar con línea de cinco, como primera formación, algo que Martino ha implementado si acaso en cuatro partidos con la Selección, razón por la cual no domina ese sistema, que es con el cual juega Polonia, uno de los tres rivales a los que México se enfrentará en la primera ronda de la Copa del Mundo.
“Es preocupante porque las selecciones y clubes europeos implementan la línea de cinco; y si México en algún momento la necesita, no la sabe jugar. Para contrarrestar a un rival los entrenadores usan lo que llaman ‘formación espejo’, es decir, presentas una formación igual. México la ha jugado poco y no le ha funcionado, entonces necesita trabajar más la línea de cinco”. ¿Fue un error traer a Martino a la Selección Nacional? se le pregunta a Marc Crosas. ”Un rotundo no. A mí me convenció porque venía a darle una identidad clara al equipo y durante un tiempo lo mostró con este 4·3·3 un equipo ofensivo, protagonista: más allá de jugar con un solo delantero, los extremos cierran su posición, son ofensivos y pisan el área. Los interiores, además de controlar el juego, tienen la capacidad de llegar y anotar.
“Los laterales van constantemente al ataque, el equipo se siente muy cómodo defendiendo lejos de su propia área, y eso acaba facilitando el trabajo defensivo porque siempre estás en terreno rival. Eso nos inculcó un tiempo, luego no pudo darle continuidad y por eso llegamos con tantas dudas a Qatar.
“Cuando llegó era el técnico ideal, con las credenciales suficientes para entrenar a la Selección mexicana. Ahora, el ideal sería alguien que ya ha demostrado tener éxito en México, que conoce perfectamente al futbolista mexicano, puede ser el Jimmy Lozano, un técnico joven y que con paciencia podría llevar a cabo un gran trabajo, como ya lo hizo en el proceso olímpico (ganó bronce en Tokio 2020). “Puede ser Miguel Herrera, que ya lo hizo (dirigir al Tri) y lo ha demostrado con otros clubes a nivel nacional; puede ser Nacho Ambriz, quien no ha estado en la Selección como primer entrenador, pero que ya ha sido campeón en México y tiene una idea futbolística muy marcada, exitosa y ofensiva que agrada mucho”.
Culpas de las direCTivas
En la repartición de culpas habría que enlistar el diagnóstico eterno sobre el futbol mexicano: la falta de mexicanos en la posición de delanteros en la Liga MX, que los clubes juegan sus partidos con hasta ocho jugadores no formados en México, las pocas oportunidades para las jóvenes promesas y la manera como quienes sí las reciben pierden el piso y se olvidan del futbol; así como la resistencia de los clubes a prestar a sus jugadores para las distintas selecciones nacionales, la abolición del ascenso y descenso, los distractores por compromisos comerciales de la selección mayor.
“Al final de cuentas la Federación Mexicana de Futbol termina siendo un simple gestor de las decisiones de los dueños de los clubes del futbol azteca.
“El problema es de fondo. Las declaraciones de Martino en ese sentido son muy valiosas, nos tendrían que dejar pensando. Él ahora es el enemigo público número uno y es el culpable de todo y parece que está poniendo excusas. El Tata tiene una gran responsabilidad por el momento futbolístico que vive el equipo, pero los problemas del futbol mexicano perjudican directa o indirectamente a la Selección.
“Lo trajeron para cambiar esa historia y él ha cometido muchos errores, es una realidad, pero es que siempre acabáremos tropezando con la misma piedra”, dice Crosas. ¿Fue un error elegir a Martino como seleccionador nacional? se le pregunta a Méndez.
No. No sé si era el ideal, pero sí fue una decisión acertada. Era un técnico internacional que había dirigido a Argentina, al Barcelona. A lo mejor nos estamos adelantando y ya lo estamos condenando antes de tiempo, hay que ver qué pasa en el Mundial. Por cómo llega, son más las dudas. Se le va a juzgar por un resultado, pero imagínate que llega al quinto partido. No me digas que su proceso fue exitosísimo por eso.
“Obvio todos vamos a recordar que estuvimos en cuartos de final y eso quedará para la historia, pero si eres frío en el análisis. no jugó a un gran nivel. Al principio fue bueno, pero después, cuando se le acumularon las derrotas, vino la crítica justificada”. ¿Si no llega al quinto partido se va a ir igual que los demás o se va a ir peor que los demás?
Sí se queda en octavos de final, se va a ir como todos los demás. Tal vez nos duela reconocer que estamos entre los 16 mejores del mundo, que no está mal, y no es porque seas conformista; eres realista, es el nivel para el que te alcanza. ¿Cuál es el nivel de tu liga? ¿Cuál es el nivel de tus jugadores mexicanos? ¿Cuál el de los jugadores mexicanos que están en Europa? ¿Estamos entre los ocho mejores del mundo en todo eso? Eso es un reflejo de todo. No solamente son la Selección y Martino. Toda la estructura del futbol mexicano está ahí metida.
Miguel Mejía Barón dice que él llegó a la Selección nacional como el bien amado y se fue como el mal querido, y parece que ese es el destino de todos los entrenadores se le plantea a Crosas.
Creo que no hay mejor descripción, y ahora el gran culpable de absolutamente todo es El Tata Martino. Hace cuatro años era Juan Carlos Osorio. Si nos vamos más atrás, Miguel Herrera, y más atrás, Javier Aguirre. Siempre hay algún culpable cuando los responsables en el futbol mexicano son muchos.
“Una sola persona no va a cambiar nada si los dirigentes siguen siendo los mismos, si los proyectos y los procesos siguen siendo los mismos, se llame Martino o, si me permites exagerar un poco, Guardiola o Mourinho. Se llame como se llame, es muy difícil que cambie una historia tan repetida en el futbol mexicano”.
LA ESCUELA DE LOS OPILIONES El compromiso de las cosas
AGUSTÍN FEST
Creo que es obvio decirlo, pero las cosas no se comprometen. Podemos trasladar la idea del compromiso a un amuleto, y entonces ese amuleto (la estampita de algún santo, el memento mori, las bolas chinas de papá -yeah, daddy-, el rosario que pertenecía a la abuela) nos dará misteriosos poderes para cumplir con tareas titánicas (antes de hacer un examen, acaricia el amuleto en tu cuello para convocar la suerte, la bendición y el conocimiento). Quizá los robots más complejos pueden construir una ilusión de compromiso (aunque sería fascinante que fuera otro concepto, algo muy separado del compromiso humano), pero el propósito de los robots, finalmente, es cumplir su existencia. Cuando un destino predeterminado es inevitable, cuando no podemos rechazarlo, ¿podemos hablar de compromiso?
Hablemos de sumisión (sexual), uy, juego de roles (ah). El sumiso, dentro del espacio de juego (reitero: espacio de juego), ocasionalmente debe expresar, con gusto y la lengua de fuera, una amenaza de romper el compromiso porque ello empujará la dinámica del castigo (cachetadita, tirón de cabello, unas nalgadas). Un espíritu punk controlado a través de cadenas y látigos. Los papás tenían miedo (todavía, en algunas zonas rurales, pero en otras la degeneración es total y harían ruborizar a los citadinos más experimentados) de que los leather boys y las rubber girls abandonaran su compromiso con lo humano. Ningún animal se compromete. Nico me quiere porque le doy de comer, y cuando nos quedamos dormidos en el sillón, la abrazo y nos damos calor en el invierno.
El compromiso es una de las palabras paternas; un concepto que usan los padres para poner un peso indeterminado sobre el hombro de sus hijos, a veces de sus nietos. El espíritu de trasladar las expectativas a los apellidos. Cuando era un muchacho, los señores me detenían en las calles para preguntarme si ya conocía su religión: el compromiso con todas las cosas, entregar la vida a cambio de un prestigio innombrable. A veces creo que es mi turno, y hablo de ese dios extraño e invisible con la esperanza de que alguien encuentre las grietas, empuje los muros, tire los templos.
Reconozco que el compromiso más complejo que he tenido es el matrimonio; quizás debería cambiarlo por amor. ¿El matrimonio es un legajo? Quizá, es la palabra social, comunitaria, legal. Vivir con ella, y creo que esto ya lo escribí en algún lugar, es la construcción de una casa. Pero debería corregirme; si Auden construyó una ciudad a través de Yeates (el poeta que admira a otro poeta, y dudo mucho que se hayan tocado los rostros y mirado a los ojos), una relación es construir una ciudad de ideas, significados, rituales. Inception (película mamadora pero…) tiene esa imagen poderosa de una pareja que se abandona a la arquitectura del sueño durante 50 años. La misma idea te hace pensar en la complejidad del tiempo, ¿cuántos secretos puedes compartir y revelar con el otro? ¿Y qué sucede cuando ya no quedan secretos, cuando ya no te escondes? Ella me dejaba dormir mientras estaba enfermo. Ese es el acto de amor más poderoso que he vivido con alguien, y a través de alguien. Un compromiso de que podemos seguir construyendo nuestra ciudad, de que no me quedaré dormido pero prometo regresar, cueste lo que me cueste. Un héroe más poderoso que Odiseo.
Regresemos al espacio de juego (el espacio de amor, la ciudad que construimos, el salón de clases, el sillón donde dormimos con el perro) pero sin porquerías (nada de sumisión o dominación sexual, pero juegos de roles más convencionales [aunque tengo mis dudas, pero eso es tema para otro post], aw). El espacio de juego es un compromiso con otros actores, personas que apenas conoces pero crees que seguirán un juego de reglas que convenga a todas las partes. Jugar, pero seriamente; eso es el compromiso.
Algunos tontos hablarán de su compromiso con la patria, especialmente los políticos. Mejor dormirse.
El compromiso de reírse cuando el profesor construye un momento humorístico en su salón de clases (su espacio vital, un segundo hogar). El desarrollo para soltar una frase dicharachera, una frase que ayudará a inventar un espacio de familiaridad y suavizar la tensión en el ambiente. Los que se ríen casi sin pensar, solo porque alguien inició la carcajada. La risa es el compromiso de continuar aquí, en este grupo, junto con los demás, aunque no entendamos nada o estemos igual de perdidos construyendo una gran nación (shui hu zhuan). Ogre Battle, permanezcamos juntos.
David Huerta, la religión de la poesía
/ roberto Ponce
Aunque el poeta venía padeciendo un problema renal desde hace tiempo, su partida resultó inesperada, como refiere el ensayista Christopher Domínguez Michael, su amigo desde hace cuatro décadas. Él, con otro escritor muy cercano al poeta, sobre todo en los últimos años, Fernando Fernández, abren con gratitud y emoción el bagaje de sus recuerdos, y evalúan la producción de primer nivel en las letras mexicanas de Huerta, cuyo primer poemario, Jardín de la luz, apareció justo hace medio siglo.
Durante décadas estuvieron unidos a David Huerta por las letras y por la amistad.
Los escritores Christopher Domínguez Michael, nacido en 1962, y Fernando Fernández, en 1964, evocan en estas páginas al “ciudadano ejemplar”, al “hermano insustituible” y amigo de corazón generoso, quien era 13 y 15 años mayor que ellos, respectivamente.
Sereno, con prosa improvisada a la par que diáfana, Christopher Domínguez Michael acepta hablar vía telefónica “diez, quince minutos” de David Huerta, fallecido el lunes por insuficiencia renal a los 74 años. De pronto, revela al reportero, quien es tomado por sorpresa:
“Los recuerdos más emotivos que tengo de David Huerta son los de la batalla contra el demonio del alcohol. Todo lo que vivimos juntos, los éxitos, los fracasos, es esa hermandad que se crea cuando un grupo de personas se une para repudiar una adicción, ¿no? Más que la poesía, la literatura o la política, es la amistad llana y pura, teníamos ese nexo muy profundo; porque ayer en el velorio, cuando llegaron los amigos del mundo de los exbebedores, pues sentí particular emoción, y en eso David siempre era impecable, dispuesto a explicar, a insistir, a no bajar la guardia. Fue una gran comunión en un aspecto privado de la vida que para mí será imborrable”.
Al “Proceso” de scherer
Con “Un poema de José Carlos Becerra”, publicado en 1980, hasta el 7 mayo de 1984, Huerta Bravo colaboró en la sección cultural de este semanario, sumando más de una sesentena de artículos donde, además de la poesía, abordó tópicos muy diversos: Estética, cine, pintura, lingüística, filosofía, psicología, religión, magia, mitos, economía, política, medios y música. Además, realizó, con el reportero Armando Ponce, una larga entrevista a Arnaldo Orfila Reynal como director de Siglo XXI Editores, el 9 de abril de 1984 (#388). -¿Recuerda usted si David Huerta lo llevó con Julio Scherer García para escribir en Proceso? -se le demanda al crítico literario y miembro de El Colegio Nacional.
“Sí, porque David Huerta en el año 1982 era amigo de mi madre y yo ya había comenzado a escribir reseñas en unomásuno y él me presentó a Armando Ponce, a Vicente Leñero y a don Julio Scherer, y bueno, pues entré como reseñista literario a Proceso, al principio como suplente de Marco Antonio Campos, y después ya me quedé como el reseñista más frecuente”.
“No me acuerdo exactamente cómo fue; pero la casa de David quedaba en la calle de Magnolias y nos fuimos caminando a Fresas donde está Proceso, ora sí que de golpe conocí a todos los de la revista y publicaron mis notas primero si había espacio, poco a poco fui colaborador regular”. -¿Qué le parecían las colaboraciones de David Huerta en Proceso?
“Siempre fue y será una persona muy cercana a mí. Y aunque escribí con toda la seriedad que pude muchos textos sobre su obra, como poeta y crítico literario siempre le tuve una gran admiración intelectual, y como lo digo hoy en la nota que salió en Letras Libres en la web, por el poeta de a pie, como él se definía. Absolutamente interesado no sólo en la alta cultura poética, sino también en la vida ciudadana. Aunque suene cursi decirlo, creo que David fue un ciudadano ejemplar y esto se traducía en su periodismo”.
David Huerta
el PoetA del 68
Domínguez Michael destaca las influencias de José Carlos Becerra y Luis de Góngora, al tiempo que hermana la poesía de Coral Bracho a la de Huerta. Recuerda que el también poeta José Ramón Enríquez, por la primavera del 82, se lo presentó en el Fondo de Cultura Económica:
“Casi instantáneamente surgió una amistad que culminó la última vez que hablé con él la semana pasada. Era un hombre fraterno, cordial, imposible no establecer inmediatamente una corriente de afinidad intelectual e inclusive espiritual con él… La nuestra fue una amistad no sólo literaria, sino una amistad a secas. Recuerdo que en el año 99 nos encontramos en Washington en un homenaje a Octavio Paz; en diversos puntos de la república coincidimos, el más reciente de ellos a fines del año pasado en Querétaro”. A dos décadas de la publicación de
Incurable, Christopher Domínguez
Michael revisitó con su ensayo “Incurable, libro abierto” en la Revista de la Universidad este poemario de
Huerta que marcaría, hacia 1987, las letras mexicanas. En él encontró el crítico una “temperatura social”, tal cual le tocó vivirlo a la generación de Huerta, dice, la del 68:
“Tan era hijo del 68 que estuvo la tarde del 2 de octubre en Tlatelolco, ¡yo tenía seis años! Él escribió un poema sobre el 2 de octubre y siempre que fue entrevistado, alguna vez por mí mismo para mi programa Historia de la Literatura Mexicana de Editorial Clío, David contó la importancia obvia que tuvo para él y su generación el 68. Digamos