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JONATHAN PÉREZ JUÁREZ ENSAYO

(Des)vivir en la Zona Este

(Des)vivir en la Zona Este significa que tú no eres de Tijuana Eres de allá, donde asaltan gratis. Del reflejo proyectado sobre un espejo roto que la ciudad se niega a ver.

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Crecer en la Zona Este significa que la infancia mide los 40 m² que permite el Infonavit. Cuando supe que obtuve la beca de Talentos Artísticos del ICBC me quedaba poco tiempo para terminar los 30 minutos en el café internet Trabajé mi solicitud para aplicar al diplomado de Escritura Creativa de la UNAM en una laptop que mis papás sacaron del First Cash La mía es una escritura a doce meses sin intereses Al llegar a la mayoría de edad comprendí que Tijuana no es una ciudad amurallada, sino que por dentro la atraviesan cientos de fronteras. Cada vez que quiero ir a una presentación de un libro, o algún evento literario, tengo que pensarlo dos veces, pues casi todo lo relevante ocurre en el Centro. Ahí tendré que esperar una combi que no sé si vendrá, aunque casi siempre viene, para poder regresar a mi casa Escribo sobre/desde la periferia para dejar registro de que este pedazo de tierra guarda memoria, en él siembro mis recuerdos, risas y anhelos

(Mal)vivir en la Zona Este significa habitar las colonias por sus doppelgänger: Matamorros, Florindio, y Mugrua son solo algunas de las formas en las que el lenguaje se retuerce en expresiones discriminatorias En su poema ‘Al Blvd 2000’ (2018), Marlon PV escribe: “Una hora más, / camión desgarra almas: / los olvidados” Este texto no es individual, pues forma parte de un linaje que (re)victimiza la experiencia de ser de este lado En Buten Smileys (2011), Rafa Saavedra anota la expresión ‘ranchos urbanos’. En el ensayo ‘Crucero 5 y 10’ (2006), Carlos Fa- bián Sarabia caracteriza a todas las demarcaciones que están más allá de este punto como “otro territorio apartado e inaccesible”. Para Sarabia, la Zona Este encarna “el espectáculo patético de la humana mancha voraz que se desplaza anónima y ensimismada” Si la patria empieza cerca del muro fronterizo, ¿es en los extremos de la ciudad donde termina?

De por sí la geografía de Tijuana se apretuja hacia EEUU, la ciudad como espectador abalanzado sobre el escaparate de la frontera, anhelando un sueño que no se digna a voltear. Emmanuel Molina le pone palabras a esto: “Norte, sigue la centralización”

(Sobre)vivir en la Zona Este significa que tendrás amigos y conocidos que no volverás a ver: las drogas o una bala les cerrarán el paso Esta situación ya no es exclusiva de la Sánchez Taboada Si algo nos enseñó el 12 de agosto del 2022 es la facilidad con que una región puede arder en llamas Taxis incendiados por Santa Fe, camiones de transporte público reducidos a cenizas por la Zona Norte, la imagen de una población que no alcanzó a llegar. Asimismo, los tandeos de luz y agua denotan que la escasez ya no le pertenece a unos cuantos desfavorecidos Para Isabell Lorey la precarización ha dejado el rincón de la periferia y del trabajo asalariado para abarcar “la totalidad de la existencia, los cuerpos, los modos de subjetivación” En Estado de inseguridad (2012), la autora sostiene que ser precario es vivir en la imprevisibilidad, en contingencia perpetua. Con los gobiernos ejerciendo dominio mediante la inseguridad, se podría decir que se ha democratizado la precarización El que esté libre de precariedad, que tire la primera piedra.

(Re)vivir la Zona Este significa reconocer que nunca ha estado muerta En su libro Rótulos intempestivos con tinta de maquila (2021), Emmanuel Molina compara sus textos “con los diseños en paredes (casi siempre abandonadas) con pintura a mano alzada y técnica a veces deficiente” El autor, quien trabajó en las fábricas, retrata lo que su Tijuana representa para él. “He entregado mi cuerpo a la ciudad tantas noches / que tal vez he acumulado decenas de horas sin recuerdos ( ) pero no dejaría esta ciudad, mi dolor la habita” Al haber contado mis experiencias no lo hice con el afán de generalizar las de otrxs, pero lo vivido suele formar parte de estructuras sociales No quiero que esta defensa se lea como una alabanza a la pobreza, ni pintar a los pobladores de estas delegaciones como ángeles que no rompen ni un plato. Tampoco ignoro mi privilegio como alguien que pudo terminar la universidad gracias al inmenso esfuerzo de mis papás

El ensayo ‘Zona Este’ (2011) de Christian Zúñiga narra que durante su adolescencia en los 90s, se pensaba que existía otra ciudad más allá de Otay Por momentos el escrito roza el tono despectivo que entrañan los textos mencionados arriba, donde se pinta “un espacio feo, con casas pequeñas, lejano, depósito nocturno de los cadáveres del narco y muchas carencias en el asunto de los servicios públicos”. Sin embargo, pronto vira hacia un enfoque más humanizante: “Por muy adversa o complicada que la situación le pueda parecer a algunos, la gente que vive en la Zona Este, en las invasiones, en los fraccionamientos de interés social o en los más acomodados, está haciendo la ciudad” En 1994, el artista Marcos Ramírez ERRE montó la instalación ‘Century 21’ en la explanada del Cecut. En ella replicaba una casa hecha con palés, láminas, llantas y tierra Con esto no buscaba hacer una es- tética de los asentamientos irregulares, sino crear una tensión entre la choza y la estructura moderna del museo, que echara luz sobre la disparidad socioeconómica. Al mismo tiempo, postulaba que quienes habitan en estructuras así también son “miembros de la misma sociedad” Emulando la choza, recojo citas, apilo recuerdos, levanto preguntas para construir este texto

Ahora resido en Natura, uno de los fraccionamientos más nuevos (y apartados) al sur de la ciudad.

Así es vivir en la Zona Este, donde también florece(mos)

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