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El día que entendí que delegar es un acto de fe
Por Valeria Duarte*
Duranteaños creí que para que mi emprendimiento funcionara, debía tener el control absoluto de cada detalle. Revisaba facturas, respondía correos, diseñaba publicaciones, atendía clientes y hasta limpiaba la oficina. Mi lógica era sencilla: nadie iba a cuidar de mi negocio como yo. Sin embargo, esa necesidad de control absoluto comenzó a pesarme más de lo que imaginaba.
Recuerdo el punto de quiebre. Una mañana, después de una jornada maratónica, abrí el correo y vi veinte mensajes sin responder, mientras mi agenda estaba colapsada de tareas pendientes. Sentí que mi negocio, en lugar de crecer, me estaba consumiendo. Fue en ese momento cuando comprendí que el verdadero cuello de botella era yo.
Delegar nunca me resultó fácil. Me daba miedo que las cosas salieran mal, que un error ajeno se convirtiera en una crisis. Pero también entendí que esa desconfianza escondía una falta de fe, no en los demás, sino en mí misma: en mi capacidad de elegir bien a las personas que me rodeaban y en confiar en que po- dían dar lo mejor de sí. El día que delegué por primera vez fue casi un salto al vacío. Pedí a una colaboradora que se encargara de las redes sociales de la empresa. Al principio revisaba cada publicación con lupa, corregía cada palabra. Hasta que me di cuenta de que ella lo hacía con un entusiasmo fresco, con ideas nuevas que yo ya no tenía tiempo de imaginar. El resultado fue mejor de lo que yo sola hubiera conseguido.
Entendí entonces que delegar es un acto de fe. No se trata solo de soltar tareas, sino de confiar en las personas y darles espacio para crecer dentro del proyecto. Es apostar a que, juntos, podemos llegar más lejos que cada uno por separado.
Hoy sigo siendo exigente, pero también aprendí a dejar que mi equipo tome decisiones, se equivoque y aprenda. Descubrí que la confianza genera compromiso, y el compromiso multiplica resultados.
Delegar no me quitó poder; me dio libertad. Libertad para enfocarme en lo estratégico, en la visión de futuro, y también para recuperar algo de mi vida personal. Porque al final, lo que más valoramos los emprendedores no es controlar todo, sino construir algo que trascienda nuestras manos.
* Consultora y mentora de emprendedores con más de diez años de experiencia acompañando a pequeñas empresas y startups en sus procesos de crecimiento.