LA SALUD DEL CUERPO Y LA DE LA TIERRA LATEN AL MISMO RITMO: CUIDAR ES TAMBIÉN CUIDAR LO QUE RODEA.
LA NUEVA CONQUISTA:
EL SAQUEO
DEL ALMA ANDINA
El extractivismo cultural y pérdida de esencia. | pg. 10
DE TARKWA BAY AL GOLFO AFRICANO: LA REVOLUCIÓN
DEL PLÁSTICO QUE CAMBIÓ
COMUNIDADES
Mondo4Africa: del residuo al recurso. | pg. 20
¿POR QUÉ NO DEBERÍAMOS PONER LA
VIDA EN EL CENTRO?
La vida no necesita ser puesta en el centro, solo reconocida. | pg. 44
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DIRECCIÓN EJECUTIVA
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EDICIÓN
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WEB
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DISEÑO
Pilar de Uribelarrea behance.net/ piludeuribe
COLABORAN EN ESTE NÚMERO
Representación de la Unión Europea en Uruguay, Ignacio Hyland, Jorge Gronda, Charly Nijensohn, Alejandro Mazzoli, M-Pensa, Juanjo González Nieto, Michel Schlaifer
ESTAMOS EN sustentabilidadenacciones.com contacto@sea.com.uy sustentabilidadenacciones seauruguay
Grupo: SEA - Sustentabilidad en Acciones
IMPRESIÓN
Gráfica Mosca. Depósito legal: N° 376.361
DISTRIBUCIÓN
DAC - Agencia Central
Integramos el Registro Nacional de Proyectos de Fomento Artístico Cultural
sumario
PERSONAJES
Entrevista a Michel Schlaifer · 6
ACTUALIDAD
Jane Goodall: un legado que trasciende generaciones · 8
La nueva conquista: el saqueo del alma andina · 10
Estrategias de Regeneración: el arte como biorefugio · 14
ORGANIZACIONES
Cuando el desarrollo se escribe en femenino · 18
TRABAJOS CON PROPÓSITO
De Tarkwa Bay al golfo africano: la revolución del plástico que cambió comunidades · 20
EXPLORAR CONCIENCIA
Buceo Científico · 22
HORIZONTES DE PAZ
El llamado del corazón al mundo, un nuevo modelo para la vida · 24
Hidroceno: el agua como origen, derecho y destino · 36
CONSUMO RESPONSABLE
Un hallazgo inesperado en las profundidades del Atlántico · 38
TIERRAS SAGRADAS
Sostenibilidad basada en los conocimientos indígenas · 40
CINE
We Are the Fruits of the Forest · 42
INVERSIÓN DE IMPACTO
¿Por qué no deberíamos poner la vida en el centro? · 44
EMPRENDEDORES
SheHub: la red que transforma la brecha de género en oportunidad tecnológica · 46
De una idea compartida a un equipo con propósito · 48
Michel Schlaifer: “Necesitamos un cambio profundo en la forma de pensar el desarrollo”
Por Equipo de Comunicación SEA
UNA CONVERSACIÓN SOBRE CÓMO REPENSAR EL VÍNCULO
ENTRE LAS PERSONAS Y LA NATURALEZA FRENTE A LA CRISIS CLIMÁTICA GLOBAL.
Antes de partir hacia Panamá, Honduras y Guyana, Michel Schlaifer se toma un respiro. Con voz tranquila pero firme, repasa los aprendizajes que ha cosechado tras años de acompañar proyectos en América Latina, África y Asia. Responsable de Cambio Climático en una consultora francesa, Schlaifer se define como un “agente de desarrollo”, más atento a escuchar que a imponer.
Su mirada se vuelve seria cuando reflexiona sobre el estado del planeta.
¿Cómo entiende hoy los desafíos del cambio climático y la pérdida de biodiversidad?
“Vivimos los límites de un modelo que ha confundido progreso con extracción”, dice, sin rodeos. “Consumimos más de lo que la Tierra puede ofrecer y tratamos los ecosistemas como reservas de recursos, cuando en realidad son la base de nuestra vida”. A su juicio, es urgente un cambio profundo en la manera de producir y organizarnos. “El desarrollo solo tiene sentido si es humano, justo e incluyente”.
Sonríe levemente cuando habla de su metodología. Parece disfrutar contando cómo se construyen los proyectos desde el terreno.
¿Qué diferencia su manera de diseñar proyectos sostenibles?
“Todo comienza por escuchar”, responde sin dudar. Para él, las comunidades no son beneficiarias, sino actores de su propio desarrollo. En sus palabras, la clave está en el diálogo de saberes: combinar la experiencia local con la técnica moderna. “Primero se entiende la visión del territorio; después vienen los planes, los indicadores, la ingeniería del proyecto”. Esa escucha, dice, permite generar confianza, fortalecer la gobernanza y construir inteligencia colectiva. Su voz se anima al recordar el terreno; los ejemplos le devuelven la energía del campo.
¿Podría compartir alguna experiencia que refleje ese enfoque?
En Namibia, junto a comunidades ganaderas, transformaron una planta invasora en material de construcción sostenible, creando empleo y reduciendo impactos ambientales. En el Gran Chaco Americano, apoyó sistemas de pastoreo regenerativo que integran producción y conservación. En Honduras, mujeres lencas producen jaleas desde moras y mujeres marisqueras regeneran manglares. Ambas iniciativas mejoran la seguridad alimentaria y nutricional.“Cada experiencia demuestra que otro modelo de desarrollo es posible”, afirma con convicción.
Hace una pausa. Se nota que la reflexión lo apasiona, pero también que siente la responsabilidad de trascender los límites del proyecto.
¿Cómo logra que esas experiencias tengan impacto más allá del ámbito local?
“Los proyectos piloto son laboratorios vivos”, explica con calma. “Sistematizar lo aprendido permite inspirar políticas públicas y nuevas iniciativas. El conocimiento cobra valor cuando se comparte y se convierte en acción colectiva”. En su visión, la cooperación internacional debe servir de puente entre lo local y lo global, entre la práctica y la política.
Su tono se suaviza cuando habla de lo que lo mueve por dentro.
¿Qué valores personales guían su trabajo?
“Coherencia, compromiso y confianza”, responde después de un breve silencio. “Me considero un acompañante más que un experto. Cada paso, por pequeño que sea, me recuerda que el cambio real ocurre cuando las personas creen en su propio poder de transformación”. Al final, su voz se vuelve cálida. Habla despacio, como si quisiera dejar una última idea suspendida en el aire. “Lo que me motiva es ver que las comunidades avanzan, que la esperanza se vuelve tangible. Detrás de cada acción hay una historia que florece”.
En tiempos de crisis climática, Michel Schlaifer ofrece una certeza luminosa: el futuro sostenible no se impone, se construye juntos, desde el respeto y la cooperación.
Jane Goodall: un legado que trasciende generaciones
Por Luis Castelli
LA CIENTÍFICA QUE TRANSFORMÓ LA MIRADA SOBRE LOS ANIMALES Y ENSEÑÓ, CON COMPASIÓN Y ESPERANZA, A VIVIR EN ARMONÍA CON LA NATURALEZA.
Foto: Nicolas Richoffer,
La muerte de Jane Goodall marca el fin de una era en la ciencia, la conservación y la defensa del planeta. Su vida fue un ejemplo de cómo la pasión y la perseverancia pueden transformar no solo una disciplina, sino también la manera en que la humanidad se relaciona con la naturaleza. En 1960, Goodall inició un proyecto de investigación en el Parque Nacional Gombe, en Tanzania, que cambió para siempre la primatología. Allí observó a los chimpancés usar y fabricar herramientas, un hallazgo que derrumbó la creencia de que solo el ser humano era capaz de hacerlo. Desde entonces, la frontera entre nuestra especie y el resto del reino animal se volvió más difusa, más humana en el sentido profundo del término. Goodall no solo aportó datos revolucionarios: rompió convenciones. Convivió con los chimpancés, les puso nombres en lugar de números y los trató como individuos con emociones y personalidad. Esa mirada empática inauguró un enfoque que trascendió la ciencia y se convirtió en una filosofía de vida. Entender que otras especies sienten, aprenden y transmiten cultura cambió nuestra percepción sobre el lugar que ocupamos en el planeta. Desde fines de los años 80, comprendió que la conservación exigía una acción más amplia. Así nació el Jane Goodall Institute, que impulsa proyectos ambientales en África y programas educativos en todo el mundo. A través de su iniciativa Roots & Shoots, inspiró a miles de jóvenes a actuar por la justicia ambiental, la paz y la biodiversidad.
El reconocimiento internacional fue inmenso: Dama del Imperio Británico, Medalla de la Libertad en Estados Unidos y Mensajera de la Paz de la ONU. Pero más allá de los premios, su autoridad moral se sostuvo en la coherencia entre pensamiento y acción. Su voz se alzó como símbolo de esperanza frente al cambio climático y la pérdida de biodiversidad. Goodall nunca se retiró. Hasta el final mantuvo una agenda intensa de viajes, conferencias y mensajes que apelaban a la acción colectiva. Aunque se mostró cada vez más preocupada por el futuro del planeta, jamás perdió la convicción de que cada persona puede marcar una diferencia. Esa mezcla de realismo y esperanza fue su sello como comunicadora. Jane Goodall encarnó la unión entre la investigadora rigurosa, la activista apasionada y la figura pública que logra conmover más allá del ámbito científico. Su mensaje fue simple y poderoso: “No somos dueños de la naturaleza; somos parte de ella”.
Hoy, ante desafíos ambientales sin precedentes, su ejemplo se agiganta. Nos recuerda que las soluciones requieren ciencia y empatía, políticas públicas y compromisos individuales. El vacío que deja su partida es inmenso, pero también lo es su legado: en cada joven que actúa por el clima, en cada comunidad que protege su entorno, pervive su espíritu. Honrarla no es cuestión de palabras, sino de hechos: proteger la biodiversidad, reducir nuestro impacto y vivir en armonía con los demás seres vivos. Su voz y su mirada seguirán iluminando el camino de quienes creen que todavía es posible cambiar el mundo.
Foto: Hector Retamal, picturedesk.com
LA NUEVA CONQUISTA: EL SAQUEO DEL ALMA ANDINA
Por Jorge Gronda
EL EXTRACTIVISMO CULTURAL Y PÉRDIDA DE ESENCIA.
Hoy el mundo habla del valor de la ancestralidad andina. En conferencias, museos, escuelas de diseño y newsletters culturales, la palabra “ancestral” suena bien, se ve bien y vende bien. Pero detrás de ese entusiasmo global se esconde un nuevo tipo de saqueo: el extractivismo cultural. Ya no se llevan la plata, la tierra o el litio; ahora vienen por lo único que queda: la cultura viva de los pueblos andinos.
En nombre de la “revalorización”, voces occidentales —blancas, urbanas, con legitimidad académica o mediática— se apropian del relato ancestral, lo traducen a su lenguaje y lo devuelven como tendencia contemporánea. Se celebra la “sabiduría de los Andes”, pero no se escucha a los andinos. Se admira “el tejido como tecnología social”, pero se olvida que ese tejido no nació en un taller de arte, sino en una comunidad que lo usó durante siglos para organizar su vida, su identidad y su economía.
Decir que “Latinoamérica compite por el alma” puede sonar poético, pero es profundamente peligroso. El alma de un pueblo
no es un recurso simbólico que pueda disputarse en el mercado de la cultura: es su derecho a existir con su propia palabra, su propio tiempo y su propio sentido. Cuando el alma se convierte en un producto, lo que sigue es su vaciamiento.
Este nuevo colonialismo se disfraza de sensibilidad, inclusión o innovación. Pero el patrón de poder sigue siendo el mismo: los centros globales del saber y del arte continúan extrayendo valor —ahora simbólico— de los márgenes. Mientras tanto, las comunidades resisten, tejen desde abajo su memoria, su lengua y su relación con la tierra. Ellas no necesitan ser “revalorizadas”: necesitan ser reconocidas como sujetas de palabra, no como objetos de inspiración.
El desafío no es traducir la ancestralidad a un lenguaje moderno, sino descolonizar la mirada. Dejar de hablar “sobre” los Andes y empezar a escuchar “desde” los Andes. Solo entonces la ancestralidad dejará de ser una estética para convertirse nuevamente en lo que siempre fue: una forma de vida y de sabiduría compartida.
Estrategias de Regeneración: el arte como biorefugio
Por Charly Nijensohn / Fotos: Charly Nijensohn.
CUANDO CREAR ES UNA FORMA DE CUIDAR LO QUE TODAVÍA RESPIRA.
Cuando pienso en arte, ya no puedo separarlo de la idea de refugio. Un refugio no como huida, sino como un espacio donde algo puede volver a respirar. Quizás eso es lo que intento con “Estrategias de Regeneración”: construir lugares donde la vida, en todas sus formas, pueda encontrar un modo de persistir.
Durante siglos, la humanidad se pensó fuera de la naturaleza. La transformó, la conquistó,
la usó como materia disponible. Hoy esa separación nos estalla en la cara: el paisaje se agota, las especies desaparecen, el clima se desordena. Frente a eso, el arte no puede limitarse a representar la catástrofe; tiene que imaginar modos de reparación. No se trata de volver al pasado, sino de ensayar otras formas de coexistir.
En distintas regiones de Sudamérica, junto a científicos y comunidades locales, desarrollamos esculturas de tierra que funcionan como hábitats. No son monumentos ni objetos estéticos en sentido tradicional. Son
estructuras vivas, diseñadas para ofrecer refugio a animales regionales y migratorios. Cada una de ellas es una estación de investigación donde el arte, la biología y la tecnología se encuentran en un mismo gesto: observar, cuidar, regenerar. En Pampas del Zonda, en la Cordillera de los Andes, instalamos la primera estación. Allí trabajamos con la Dra. Stella Giannoni y el Dr. Carlos Borghi (CONICET/UNSJ), quienes monitorean la evolución del ecosistema y las interacciones de la fauna mediante métodos no invasivos. Sus informes, compartidos periódicamente, revelan cómo lo que parecía una escultura se transforma en un cuerpo vivo del paisaje.
Pero más allá de los datos, lo que me interesa es el desplazamiento interior que este proceso provoca. Cuando el arte se vuelve refugio,
deja de ser representación y pasa a ser relación. Nos obliga a reconsiderar la idea misma de creación: ya no como dominio, sino como cooperación con lo que nos rodea.
“Estrategias de Regeneración” nació de una pregunta sencilla: ¿qué puede hacer el arte en medio del colapso? La respuesta, quizás, no está en producir más imágenes, sino en generar espacios donde la vida vuelva a ocurrir. En tiempos de extinción, cada gesto de cuidado —por mínimo que parezca— es una forma de resistencia.
Tal vez el arte no pueda salvar al mundo, pero sí puede recordarnos cómo habitarlo de nuevo.
Descubre más de sus proyectos y su forma de mirar en: instagram.com/charlynijensohn
LA UNIÓN EUROPEA EN LA COP30: LIDERAZGO Y COMPROMISOS CLIMÁTICOS
Por la Delegación de la Unión Europea en Uruguay
UN LLAMADO A RENOVAR LA CONFIANZA GLOBAL Y CONSTRUIR JUNTOS UNA TRANSICIÓN JUSTA PARA EL PLANETA.
Nos encontramos ante un momento decisivo para la acción climática. La COP30, que se celebrará en Belém, será una prueba crucial para preservar el multilateralismo, la paz y la solidaridad. En un contexto de tensiones geopolíticas y desconfianza internacional, la crisis climática sigue
siendo una amenaza común que ningún país puede resolver por sí solo. Esta conferencia debe reafirmar el Acuerdo de París como piedra angular de una cooperación pacífica y basada en normas, donde la solidaridad prevalezca sobre el interés propio. Alcanzar un resultado global ambicioso y justo será esencial para demostrar que el multilateralismo puede generar justicia, estabilidad y seguridad en un mundo cada vez más fragmentado.
A diez años del Acuerdo de París, este ha sido clave para impulsar la acción climática y la cooperación global, pero los avances siguen siendo insuficientes para limitar el calentamiento a 1,5 °C. La COP30 debe concretar un plan que cierre las brechas de emisiones, financiamiento y solidaridad. En esta década, la cooperación de la Unión Europea permitió avances decisivos: la reducción de las proyecciones de calentamiento de 5 °C a 2,6 °C, un mayor apoyo a los países en desarrollo, la creación del Fondo para Pérdidas y Daños, la definición del
objetivo de neutralidad de carbono para 2050 y la expansión acelerada de las energías renovables, con la solar como la más barata de la historia.
Aun así, el progreso es desigual: el 10 % más rico del planeta genera la mitad de las emisiones, mientras que el 50 % más pobre produce solo el 8 % y sufre los mayores impactos. Muchos países en desarrollo enfrentan sobreendeudamiento y falta de financiamiento, a pesar de que el mundo necesita reducir un 45 % sus emisiones para 2030. La Unión Europea mantiene su rumbo: reducir al menos un 55 % para 2030, alcanzar la neutralidad climática en 2050 y fijar nuevas metas de reducción del 66–72 % para 2035 y del 90 % para 2040. En 2023, la UE aportó 28.600 millones de euros en financiación pública y movilizó otros 7.200 millones del sector privado. A través del Pacto Verde Europeo y la Ley Europea del Clima, la UE impulsa una transición hacia una economía baja en carbono, basada en energías renovables, eficiencia energética, transporte limpio, protección de la biodiversidad y economía circular. Con más de 50.000 millones de euros anuales en financiación climática, la Unión Europea es hoy el mayor donante mundial, reafirmando que una transición justa, solidaria y cooperativa es esencial para garantizar un futuro sostenible.
Capacitación de educación financiera en Ecuador. Crédito de imagen: Equipo de comunicación de M-Pensa
Cuando el desarrollo se escribe en femenino
Por: Equipo de comunicación de M-Pensa
EN M-PENSA CREEMOS QUE LA INCLUSIÓN Y LA SOSTENIBILIDAD NO SON METAS, SINO CAMINOS QUE SE RECORREN CON LAS PERSONAS.
“Hay convicciones que no se eligen, se sienten”... La nuestra nació de la experiencia de muchas mujeres —de distintas edades, profesiones y rincones del mundo— que coincidimos en una idea simple pero poderosa: el desarrollo solo tiene sentido cuando es inclusivo, y la sostenibilidad solo existe cuando las personas son parte del cambio. Así nació M-Pensa Impact & Development Services: como un espacio para transformar esa convicción en acción. Nuestro trabajo parte de una certeza: la calidad de vida no se mejora desde los números, sino desde las oportunidades reales que cambian historias. Por eso, acompañamos a comunidades, gobiernos e instituciones para abrir caminos de inclusión, especialmente para quienes el sistema dejó fuera. Entendemos la sostenibilidad no como un proyecto, sino como un proceso que se teje con confianza, participación y escucha. A veces, ese proceso empieza con una conversación; otras, con una idea que conecta mundos distintos —la banca y la comunidad,
la política pública y la mujer emprendedora, la tecnología y la vida cotidiana.
En estos años hemos tenido el privilegio de trabajar con instituciones como CAF, PNUD, KfW, REGMIFA, el Banco de Desarrollo del Consejo de Europa, World Vision, ADA y FSD Kenya, y de aprender junto a equipos locales en más de 15 países de América Latina, África, Oriente Medio, Europa y Asia. Cada país nos recuerda lo mismo: la inclusión no se impone, se construye con las personas, desde su realidad y sus sueños.
Uno de esos momentos ocurrió en Ecuador, cuando acompañamos a la Superintendencia de Economía Popular y Solidaria (SEPS) en un proyecto de educación financiera con enfoque de género. Más de 300 personas participaron en una experiencia que no solo formó capacidades, sino que generó conciencia: que la equidad también se aprende, se practica y se contagia.
“Hoy seguimos caminando con esa idea como brújula”...Creemos en ecosistemas financieros más humanos, inclusivos y sostenibles, que pongan a las personas en el centro. Estamos convencidas de un desarrollo que no se mide solo por lo que crece, sino por a quién alcanza.
Descubre sus proyectos en: www.mpensaimpact.com
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DE TARKWA BAY AL GOLFO AFRICANO: LA REVOLUCIÓN DEL PLÁSTICO QUE CAMBIÓ COMUNIDADES
Por Juanjo González Nieto
MONDO4AFRICA: DEL RESIDUO AL RECURSO.
La existencia de una “isla gigante” de plástico en el océano siempre me pareció una exageración… hasta que me enfrenté a la realidad en 2019.
Surfear en Tarkwa Bay, Lagos (Nigeria), fue un auténtico “baño” de realidad: un ejercicio de tolerancia a los olores y a la basura en cada brazada.
Aunque el agua estuviera sucia, la playa parecía impoluta. Pronto descubrí por qué: a la población local se le animaba a enterrar allí mismo los residuos para no espantar a los turistas. A pocos metros, en LightHouse, el paisaje cambiaba: montañas de basura se apilaban hasta el horizonte. Un vertedero inintencional, arrastrado por el mar.
Allí, junto a Akshay —con quien comparto ambiciones e inquietudes— entendimos la urgencia. Así nació Mondo4Africa, del equilibrio entre necesidad y oportunidad.
Nuestra primera acción fue un evento de limpieza, con un éxito sobrecogedor. Pero pronto nos hicimos una pregunta clave: ¿cómo ofrecer una solución estructural a una población cuyas necesidades básicas van mucho más allá de la gestión de residuos?
De esa reflexión nació nuestra filosofía: “There is nothing to waste”. A través de puntos de recolección, transformamos los residuos en una moneda de cambio real. Intercambiamos plástico por la moneda local, premiando el cambio de comportamiento y generando valor económico directo en las comunidades. Cinco años después, el proyecto sigue más vivo que nunca. Hemos extendido nuestra red de colección a tres países del golfo africano —Nigeria, Ghana y Benín— y contamos con nuestra propia fábrica y tecnología para asegurar el aprovechamiento total de los plásticos. Nuestra próxima misión: convertir plástico en combustible. Hoy, el objetivo de Mondo4Africa va más allá de limpiar las playas que nos impactaron. Buscamos construir, junto a las comunidades, un modelo de autogestión y emprendimiento en el que la sostenibilidad se traduzca en ingresos, dignidad y futuro.
Conocé más sobre el proyecto en: mondo4africa.com/es
BUCEO CIENTÍFICO
Por Uriel Sokolowicz Porta / Fotos: Uriel Sokolowicz
LAS MANOS DE LA CIENCIA
BAJO EL AGUA.
Ajustas tu equipo al borde del mar, preparas de forma minuciosa las herramientas y te sumergís lentamente en un universo distinto, sin gravedad, donde la dimensión del tiempo y el espacio es completamente distinta de la de la Tierra. Los pensamientos se enfocan en los objetivos científicos de la inmersión, ya que lejos está de ser una actividad recreativa.
Como buzo científico con más de dos décadas de experiencia y actual instructor de esta disciplina tanto en México como en Argentina, he sido testigo de cómo esta actividad se ha consolidado como una herramienta indispensable para la investigación y, consecuentemente, para la divulgación de conocimientos, la conservación de ecosistemas y la protección del Patrimonio Cultural Subacuático.
¿Pero qué es el buceo científico?
Se refiere a toda tarea de buceo realizada por buzos calificados con fines científicos, de investigación y/o educativos, que se realiza en el marco de un proyecto y/o estudio vinculado a una institución, entidad u organismo de investigación, público o privado, o a una organización, departamento o grupo reconocido en el ámbito académico.
Los orígenes del buceo se remontan a miles de años, cuando civilizaciones antiguas se sumergían en apnea para recolectar alimentos. En 1844, el naturalista francés Henri Milne-Edwards realizó la primera inmersión con fines científicos, siendo reconocida como un hito en la historia del buceo vinculado a la ciencia. Sin embargo, el gran salto hacia el buceo moderno ocurrió en 1943, cuando los franceses Jacques-Yves Cousteau y Émile Gagnan inventaron el primer equipo de buceo autónomo, que liberó a los buceadores de la dependencia de la superficie y abrió las puertas a la exploración científica submarina.
Aplicaciones y desarrollo
El buceo científico se ha convertido en una herramienta vital para numerosas disciplinas como la biología, la arqueología, la oceanografía y la geología, por citar las principales. Esta especialidad requiere buzos con experiencia y consiste en adaptar metodologías y procedimientos científicos de investigación al medio acuático y al contexto del ambiente en donde se desarrollan las actividades.
En varios países latinoamericanos, el buceo científico se ha desarrollado notablemente en instituciones académicas. Proyectos de investigación y conservación en arrecifes de coral, bosques de macroalgas, cenotes y sistemas de cuevas, naufragios históricos, sitios y restos arqueológicos, estudio y monitoreo de especies marinas, análisis de ecosistemas marinos y dinámicas oceanográficas son tan solo algunas de las tantas tareas que requieren la participación de buzos científicos en el campo.
La formación de buzos científicos ha evolucionado de forma notable, ya que tiempo atrás no existían centros de instrucción ni cursos especializados, y la adquisición de conocimientos, experiencias prácticas y especialización se iba forjando con mucha voluntad y esfuerzo, pero de manera autodidacta.
Hoy en día, existen estándares internacionales sobre la formación y distintas instituciones que permiten acceder a una base de conocimientos durante un curso.
Entornos distintos requerirán adaptaciones especiales de dicho entrenamiento y de las herramientas necesarias también, puesto que no es lo mismo desempeñar tareas en aguas polares que en el Caribe, con escasa visibilidad, que en aguas cristalinas, en aguas someras o en buceos profundos. Y la especificación y metodología de las tareas científicas a desarrollar se debe ajustar al objetivo del estudio, al entorno, la experiencia del equipo de trabajo, los recursos y periodos de tiempo disponibles y a las condiciones climáticas.
Aún hoy, frente a los múltiples avances tecnológicos que facilitan la investigación en el mar, el buceo científico a través de la inmersión directa del ser humano, sigue siendo una herramienta insustituible para conocer, conservar y proteger todos los componentes de los mares, océanos, ríos y espejos de agua de nuestro planeta.
Si querés conocer más, seguí a Uriel en sus redes: Instagram: @uriel_sokolowicz YouTube: youtube.com/c/xplorar
EL LLAMADO DEL CORAZÓN AL MUNDO, UN NUEVO MODELO PARA LA VIDA
Por
René Calpanchay, Pueblo Atacama, Puna de los Salares, Argentina
DEL AMOR A LA TIERRA AL LATIDO
PROPIO: LA PUNA INVITA A REGENERAR LA VIDA.
En nuestra columna anterior, compartimos el secreto que nos susurra la inmensidad de los Andes: que la paz, para el Pueblo Atacama, es sinónimo de armonía, un eco de la vida en perfecto equilibrio. Hablamos de la coherencia entre lo que sentimos, pensamos y hacemos, el camino para recuperar esos “valores CO” de co-crear y de complementariedad con la sagrada Pachamama. Hoy, desde el corazón que late en esta tierra salina y milenaria, ese mensaje se convierte en una urgente invitación, cargada de amor andino, al mundo intelectual urbano moderno.
El mundo, tal como lo observamos desde el regazo de la Puna, se mueve a una velocidad que nos duele. Vemos a sus líderes políticos, intelectuales, empresarios y/o religiosos en el poder sumergidos en una dinámica preocupante cargada de “fanatismo”, corriendo y compitiendo unos con otros con un egoísmo que hiere profundamente el tejido de la vida. Esta lógica violenta la sana convivencia y, lo más doloroso, otorga un sentido peligroso a la vida en comunidad. Nos obliga a pensar con seriedad en la profecía de Harari: el riesgo de un suicidio colectivo de la humanidad, un acto final de traición al homo sapiens y a la Tierra misma.
El equilibrio perdido y el tesoro de la simpleza
Ante un panorama tan complejo, nos aferramos al saber más simple, pero también al más importante. Sentimos, como diría un pastor de nuestras alturas: "Si la situación es difícil, hay que empezar por lo más simple e importante".
Esa simpleza es el amor incondicional a la Tierra, al “todo a uno mismo”. Es la necesidad imperiosa de recuperar el equilibrio entre el pensar y el sentir, un equilibrio que es el pulso de la Pachamama en nosotros. El paradigma que hoy domina, el del "pienso y luego existo", es el paradigma de la razón que nos ha llevado a creernos dueños, no hijos, de este planeta. Nos ha alejado de la intuición y de la simpleza que nos conecta con el corazón, con ese cordón umbilical que nos une a cada ser vivo, a la roca, al viento, al agua y al todo.
Nosotros, los pueblos originarios, sentimos que la clave es cambiar la lógica del flujo: no más "de afuera hacia adentro", sino "de adentro, desde el corazón que ama la vida, hacia afuera". Es desde ese amor profundo, ese respeto visceral por la Madre Tierra, que podemos contribuir a co-crear nuevos modelos de vida, de producción, de consumo y de relación que sean, ante todo, actos de amor y gratitud.
Regeneración: un abrazo de vida
Este cambio no tiene precio. Requiere un acto de profunda humildad y simpleza, un compromiso que nace en el centro de nuestro ser:
• Conversar con uno mismo, con el silencio que habita en el interior.
• Mirar a los ojos a nuestros hijos y sentir la responsabilidad de ser puentes de vida.
• Valorar y agradecer cada interacción con los demás seres de la comunidad y del ecosistema, sabiendo que somos una sola familia.
Sentimos que solo vamos a regenerar la vida en el planeta si primero nos regeneramos nosotros mismos, sanando nuestras culturas con los valores ancestrales de la reciprocidad y el respeto. La naturaleza es nuestro espejo; si la cuidamos, nos cuidamos. Queremos vivir bien, sin resentimientos, sin perder el tiempo en buscar culpables, para dejar de hacer "más de lo mismo".
Si logramos que ese sentir, nacido del amor a la Pachamama, se potencie con la inteligencia de ustedes, tenemos la gran posibilidad de cambiar los modelos colectivos. Podremos cuidar y regenerar la vida con la ternura de quien protege a su madre, dejando a las próximas generaciones un mundo que sea, ante todo, un hogar de armonía y paz.
Desde la quietud amorosa de los Andes, nuestro mensaje al mundo es un ruego: “Antes de pensar en acumular o en competir, deténganse y sientan el latido de la Tierra en su propio corazón”.
La paz y la regeneración no se encuentran en las capitales, sino en la simpleza de nuestro propio ser y en el abrazo a la Pachamama.
lo que el cuerpo dice del planeta
Por María Sofía Muratore
CLIMA, VÍNCULOS Y CIENCIA. LA
SALUD DEL CUERPO Y LA DE LA TIERRA LATEN AL MISMO RITMO: CUIDAR ES TAMBIÉN CUIDAR LO QUE RODEA.
Un mapa desigual de la salud global Según Naciones Unidas (ONU, 2025), más de 4.500 millones de personas en el mundo no tienen acceso pleno a servicios esenciales de salud y cerca de 100 millones caen en la pobreza extrema cada año por afrontar gastos médicos imprevistos. La Organización Mundial de la Salud (OMS, 2024) agrega que la esperanza de vida saludable se ha estancado en gran parte del planeta y que el 24% de las muertes globales podrían evitarse con entornos más seguros y limpios.
A esto se suman nuevos desafíos: el aumento de las enfermedades no transmisibles —cáncer, diabetes, afecciones cardiovasculares— y el resurgimiento de infecciones relacionadas con el cambio climático. Al mismo tiempo, 1.300 millones de personas viven con algún tipo de discapacidad, muchas sin acceso a rehabilitación ni tecnologías de apoyo.
La salud, así entendida, no es solo un indicador médico: es un retrato social, ambiental y económico. Y obliga a preguntarnos qué modelo de bienestar estamos dispuestos a construir.
La persona en el centro del sistema
Durante años, los sistemas sanitarios se organizaron en torno a la enfermedad. Hoy, el desafío es poner nuevamente a la persona en el centro. La salud no se agota en un diagnóstico: es el modo en que vivimos, trabajamos, descansamos y nos relacionamos. Los avances tecnológicos —desde la inteligencia artificial hasta la telemedicina— ofrecen oportunidades inéditas, pero también dilemas éticos. La innovación solo tiene sentido si llega a todos, si mejora la vida de quienes más la necesitan. Y para eso, la articulación entre el sector público, el privado y el tercer sector se vuelve indispensable. Ninguna institución, por sí sola, puede garantizar un bienestar sostenible.
Natalia Cano Fundadora de Docokids
El futuro de la salud dependerá tanto de la inversión científica como de la capacidad de escucha y cooperación.
La salud mental como síntoma global
La OMS (2024) estima que una de cada siete personas en el mundo sufre algún trastorno mental. La depresión y la ansiedad son ya responsables de más del 12% de la carga global de enfermedad. A ese panorama se suman la precariedad laboral, el aislamiento y los ritmos de vida cada vez más acelerados. La salud mental se ha convertido en un termómetro colectivo: revela el modo en que vivimos, producimos y nos relacionamos. Cuidar la mente no puede ser un lujo ni un acto solitario. Implica políticas públicas sostenidas, espacios de contención y una cultura que priorice el descanso, la empatía y la conexión.
Cuerpo, movimiento y ciudad
El sedentarismo ya es una epidemia global. La OMS (2024) advierte que una de cada cuatro personas adultas no realiza la actividad física mínima recomendada, y que la inactividad contribuye a casi el 10% de las muertes mundiales.
Pero el problema no reside solo en la falta de voluntad individual: las ciudades actuales, con su ritmo frenético y su diseño
centrado en la productividad, limitan los espacios para el movimiento y la desconexión. La falta de parques, las distancias extensas y las jornadas interminables hacen que el cuerpo pierda su lugar en la rutina. El deporte —formal o cotidiano— se vuelve entonces un acto de resistencia y pertenencia. Caminar, respirar aire limpio, disponer de tiempo libre son derechos básicos de salud. Las urbes que fomentan espacios verdes, ciclovías y zonas de descanso no solo previenen enfermedades, sino que también reconstruyen el tejido social.
Infancia y pediatría: confianza y cercanía
Las desigualdades comienzan en los primeros años de vida. En muchas zonas rurales, la falta de pediatras sigue siendo una barrera estructural. “No vamos a lograr tener un pediatra físicamente en cada rincón del territorio, pero hoy, incluso en los pueblos más alejados, las familias tienen acceso a un celular”, explica Natalia Cano, fundadora de Docokids, una plataforma que brinda orientación pediátrica a través de WhatsApp. Cano resalta que la clave está en la confianza: “Las familias no necesitan nuevas
Foto: USAID in Africa, commons.wikimedia.org
Nair Pérez Poppe CEO de 10Minds
plataformas que aprender, sino soluciones que se integren a su rutina. Que una familia confíe en quien la orienta no se logra una vez; se construye todos los días”.
La tecnología, usada con sentido humano, puede tender puentes donde antes había distancias.
Envejecimiento y soledad no deseada
La OMS (2024) proyecta que en América Latina más de 90 millones de personas mayores de 60 años verán duplicada su población hacia 2050. La soledad no deseada, en este contexto, es una nueva forma de vulnerabilidad.
Para Nair Pérez Poppe, CEO de 10Minds, “acompañar a las personas mayores implica reconocer su valor, su experiencia y su derecho a seguir aprendiendo”. Desde Fundación NAPP, impulsa programas de alfabetización digital que fortalecen la autonomía y la conexión afectiva.
“Cuando enseñamos a una persona mayor a hacer una videollamada o enviar una foto, estamos combatiendo la soledad. Detrás de cada clic hay una oportunidad para reconectarse con su entorno y sentirse parte del presente”, afirma Pérez Poppe. Cuidar no es solo asistir: es construir comunidad.
Alimentación y salud pública
La OMS (2024) estima que el 70% de las muertes globales se deben a enfermedades no transmisibles, muchas vinculadas a los hábitos alimentarios. El consumo excesivo de ultraprocesados, azúcares y grasas saturadas
Karen Legorreta Directora de COVA
aumenta los riesgos de obesidad, diabetes e hipertensión, especialmente en contextos donde la comida saludable es un privilegio. Repensar la alimentación es repensar la justicia social. Políticas integrales de nutrición, educación alimentaria y acceso a productos frescos son tan urgentes como cualquier medicamento. La soberanía alimentaria también es parte del derecho a la salud.
Ciencia, industria y terapias alternativas
La pandemia demostró que invertir en ciencia no es un gasto, sino una forma de prevención. La industria farmacéutica ha sido clave en el desarrollo de vacunas y tratamientos innovadores, pero enfrenta el desafío de equilibrar investigación con acceso. En muchos países, la inversión en salud pública sigue por debajo del 6% del PBI recomendado por la OMS (2024), lo que limita
Foto: Senior Airman Victoria Edwards, commons.wikimedia.org
la capacidad para producir medicamentos, desarrollar biotecnología y garantizar tratamientos equitativos.
Al mismo tiempo, crece el interés por terapias alternativas y complementarias, que abordan el bienestar desde una visión holística: medicina integrativa, prácticas tradicionales, meditación o fitoterapia. No reemplazan la ciencia, se integran mutuamente. En el futuro, la salud no será de una sola disciplina, sino de todas las que puedan trabajar juntas.
Salud ambiental: el entorno como primer diagnóstico
El aire, el agua y el suelo que habitamos determinan nuestra calidad de vida. La OMS (2024) calcula que una de cada cuatro muertes está vinculada a causas ambientales evitables. “El ambiente en que vivimos es el primer determinante de nuestra salud”, afirma Karen Legorreta, directora de COVA. Las comunidades más vulnerables son las más expuestas: contaminación, pérdida de biodiversidad, escasez de agua. “Aunque la sociedad empieza a entender el vínculo
entre ambiente y bienestar, aún falta asumir que cuidar la salud humana exige cuidar la salud del planeta”, advierte.
La salud ambiental no es un tema paralelo: es el cimiento que sostiene todas las demás dimensiones del bienestar.
Un nuevo pacto por el bienestar
Del cuerpo al planeta, de la mente a la ciudad, todo está conectado. Cuidar la salud implica transformar la forma en que producimos, consumimos, nos movemos y convivimos.
La respuesta no puede depender de un solo actor. Se necesitan Estados que planifiquen, empresas que innoven y organizaciones civiles que acompañen desde el territorio. Solo un trabajo coordinado podrá construir sistemas sostenibles, inclusivos y humanos.
La salud del futuro será integral o no será: tecnológica y solidaria, científica y sensible, humana y planetaria. Porque cada respiración lleva algo del aire que compartimos, y cada gesto de cuidado —desde una vacuna hasta un árbol que se planta— es una forma de sanar juntos.
INCLUSIÓN
De la inclusión a la convivencia
Por Andrés Cikato
CUANDO LA DIFERENCIA DEJA DE SEPARAR Y EMPIEZA A UNIR.
La inclusión no es un destino al que se llega: es un proceso que se construye. Es una suma de pequeñas batallas que, día tras día, buscan vencer la indiferencia, el abandono, el individualismo y la arrogancia de la sociedad. Porque aún hoy, increíblemente, se insiste en la idea de que una persona con discapacidad vale menos, puede menos o merece menos. ¿En qué cabeza sigue habitando la noción de que la discapacidad convierte a alguien en un/a ciudadano/a de segunda categoría? Esa mirada, aferrada a un modelo médico que reduce a la persona a su diagnóstico, nos impide ver lo esencial: la discapacidad no está en la persona, está en el ambiente. Está en los escalones que no se bajan, en las aulas que no se adaptan, en las actitudes que no cambian, en cada vez que decidimos no escuchar, no mirar, no incluir. Necesitamos aprender a mirar distinto: dejar de excluir y de mirar hacia otro lado. Aprender a ver personas donde antes solo veíamos limitaciones.
Asumir esto es aceptar que los procesos de inclusión son, en realidad, procesos de transformación social y humana. Son lentos, a veces injustos, casi siempre desafiantes.
Pero todos apuntan hacia un mismo horizonte: una convivencia armoniosa, fructífera y madura, donde las diferencias no separen, sino que enriquezcan.
También es tiempo de un empoderamiento profundo de las personas con discapacidad, que durante siglos fueron apartadas del mundo como si fueran menos que humanas, sin que nadie advirtiera la gravedad de ese silencio. La inclusión también significa recuperar esa voz, ese derecho a estar, participar, decidir y transformar. La verdadera inclusión comienza cuando dejamos de “hacerle un lugar” al otro/a y empezamos a construir juntos/as un espacio común. Cuando entendemos que convivir no es tolerar la diferencia, sino celebrarla. Que la diversidad no es un obstáculo a superar, sino la esencia misma de la convivencia en armonía. Quizás aún falte para llegar a ese tiempo en que la palabra “inclusión” deje de ser necesaria. Pero llegará. Llegará el día en que la diferencia no incomode, sino ilumine. Ese día, habremos ganado la guerra más importante: la de reconocer, en cada ser humano, la posibilidad de convivir en igualdad, en respeto y en armonía.
La innovación tecnológica es clave para enfrentar los desafíos del cambio climático, pero pocas veces se reconoce que son las mujeres quienes están al frente de soluciones transformadoras en energías renovables, agricultura regenerativa y gestión de residuos. Su liderazgo aporta creatividad, resiliencia y una visión integral que promueve prácticas inclusivas y sostenibles, con impacto positivo en comunidades y empresas. En Uruguay, diversos proyectos liderados por mujeres demuestran que la sostenibilidad puede integrarse de forma práctica y rentable. En el ámbito agrícola, emprendedoras implementan técnicas de agricultura regenerativa que mejoran la fertilidad del suelo, capturan carbono y optimizan los recursos hídricos, generando a la vez oportunidades económicas locales. En energía, ingenieras y empresarias impulsan la adopción de tecnologías solares y eólicas en pequeñas y medianas empresas, reduciendo la huella de carbono y los costos operativos. Y en gestión de residuos, las mujeres innovan en el reciclaje y la valorización de materiales, creando empleos verdes y fortaleciendo la economía circular.
El liderazgo femenino tiene un efecto multiplicador: las mujeres que encabezan proyectos sostenibles suelen promover equipos diversos y colaborativos, lo que facilita la adopción de prácticas responsables dentro de las organizaciones y comunidades. Este enfoque no solo mejora la eficiencia de los proyectos, sino también su gobernanza, asegurando que los beneficios ambientales se traduzcan en impactos sociales tangibles. Para vincular innovación, género y sostenibilidad de manera medible, es fundamental definir indicadores claros: reducción de emisiones, eficiencia energética, generación de empleo inclusivo y participación de mujeres en roles técnicos y directivos. Medir estos resultados permite demostrar que integrar la perspectiva de género no es solo una cuestión de equidad, sino una estrategia para maximizar la eficacia y el alcance de las soluciones climáticas. El desafío global del cambio climático requiere respuestas urgentes, pero también inteligentes e inclusivas. Reconocer y potenciar el papel de las mujeres en la innovación tecnológica es esencial para construir un futuro sostenible, donde la igualdad y el progreso ambiental avancen de forma conjunta y reforzada.
Hidroceno: el agua como origen, derecho y destino
Por Katia Sei Fong, Ken Sei Fong, Luis Sei Fong
EL
ARTE COMO ESPEJO DE UNA EVIDENCIA VITAL.
Hidroceno es una era —posible, inventada o inevitable— en la que el agua define la existencia; también una instalación inmersiva que, desde el arte y la arquitectura, propone una experiencia para habitar lo líquido. Reflexionando desde múltiples miradas sobre cómo lo hídrico funda orígenes y traza territorios, tensionando el presente.
Hidroceno es la muestra realizada en MAGMA del 28 de agosto al 11 de septiembre de 2025 por el estudio Sei Fong: una reformulación del Pabellón de Uruguay en la Bienal de Venecia 2025. Una muestra fractal, una variación en sintonía armónica con el pabellón, generando pavimentos acuosos disgregados y seis artefactos de goteo individuales que representan las cuencas del país, creando una instalación con proyecciones
audiovisuales que permiten ver y sentir distintos comportamientos del agua.
Además de la instalación, se generó una serie de activaciones vinculadas al agua, utilizando todo nuestro ser, moviendo y recirculando el gran contenedor de agua que somos.
Un taller de acuarela, a cargo del artista plástico y profesor de Historia Luis Sei Fong, propuso una inmersión en la técnica de la acuarela, trabajando con pigmento y agua como medios creativos esenciales. Aprender a dosificar el agua es una de las prácticas fundamentales de este arte.
También se realizó una demostración-práctica de Aikido a cargo de Luis Sei Fong, 6° dan; Hirano Sensei, 5° dan (Japón); y Ken Sei Fong, 1° dan. El Aikido se centra en la
armonía, la fluidez y la no-resistencia: un arte marcial que, como el agua, se adapta, redirige la energía y se mueve con presencia y equilibrio en el aquí y ahora. Como cierre de la muestra, se llevó a cabo un conversatorio sobre el agua con tres referentes de la contemporaneidad hídrica del Uruguay: Marcel Achkar (geógrafo y doctor en Ciencias Agronómicas), María Victoria Pereira (abogada especialista en derecho ambiental y directora de SEA) y Hoenir Sarthou (abogado y periodista), moderado por Katia Sei Fong y Ken Sei Fong. Un espacio
de diálogo que permitió reflexionar sobre el agua como bien esencial, territorio, derecho y materia, desde lo técnico, lo social, lo ambiental y lo simbólico, donde el público pudo interactuar activamente y plantear inquietudes sobre el futuro hídrico del país. La importancia del agua es incuestionable: la humanidad tendrá que adaptarse a esta nueva era, el Hidroceno, donde el agua no es solo un recurso, sino un elemento central en la reconfiguración del mundo; un agente de entropía en los ecosistemas, el territorio, el urbanismo, la arquitectura y la sociedad.
UN HALLAZGO INESPERADO EN LAS PROFUNDIDADES DEL ATLÁNTICO
Por Eloisa Ponce de León
ENTRE DESCUBRIMIENTOS CIENTÍFICOS Y DESECHOS HUMANOS, EL FONDO DEL MAR NOS DEVUELVE UN ESPEJO.
El buque científico Falkor (too), del Schmidt Ocean Institute, llegó a Uruguay para continuar una serie de exploraciones que buscan revelar los secretos del Atlántico Sur. En una de sus primeras inmersiones en el Cañón del Río de la Plata, el robot submarino SuBastian descendió más de 3.000 metros y transmitió imágenes en directo de un ecosistema hasta entonces inexplorado. Corales blancos, esponjas y una estrella de mar con patas articuladas —una especie desconocida para la ciencia— aparecieron ante las cámaras, mostrando un universo donde la luz no llega y la vida se adapta al silencio y la presión.
Luego de la expedición en aguas argentinas, el Falkor (too) se trasladó a Uruguay para continuar investigando las profundidades.
Si bien los científicos y científicas a cargo habían adelantado que se esperaba encontrar una gran variedad de especies, la realidad superó las expectativas. Fue realmente fascinante descubrir todo lo que existe a miles de metros de profundidad, donde la luz no llega. Pero además de estrellas, pulpos, esponjas y más, hubo hallazgos que nadie deseaba hacer (aunque se sabía que podían aparecer): residuos.
La primera en opacar la transmisión fue una bolsa de leche encontrada los primeros días,
a casi 1.000 metros de profundidad. Las reacciones de los espectadores no tardaron en llegar apenas se vio una punta del sachet, fácilmente reconocible para todos los uruguayos por su forma y por el logo de la empresa que la comercializa.
Algunas de las personas que miraban el vivo se mostraron incrédulas, deseando que no fuera un residuo. Otros expresaron indignación, tristeza y no faltaron los que se lo tomaron con humor.
Luego de la primera impresión, la conversación entre quienes asistieron al vivo por YouTube viró hacia el mismo lugar de siempre: quién o quiénes tienen la responsabilidad de que la bolsa haya llegado a ese sitio. Se hablaba de que era una mala publicidad para la empresa que comercializa la leche y que quedaron “pegados”, mientras otros decían que los humanos somos “unos sucios” y que la culpa es de los consumidores. La cuestión es que, mientras lo debatimos, millones de toneladas de residuos viajan por el mundo y muy pocos se preguntan: “¿Qué puedo aportar yo?”. La expedición ya terminó. ¿Habremos aprendido algo de la bolsa o es algo que ya pasó?
Revive la campaña en vivo en: youtube.com/@SchmidtOcean
Foto: Schmidt Ocean Institute, 2025
Sostenibilidad basada en los conocimientos indígenas
Por Fiona Wilton COMUNIDAD ASHANINKA: SABIDURÍA ANCESTRAL QUE PERDURA.
Hace treinta años, una comunidad Ashaninka obtuvo el título legal de 870 km² de bosque degradado a lo largo del río Amônia, en Acre, Brasil. Su historia de perseverancia y sostenibilidad está profundamente enraizada en su conocimiento y cultura indígena. Durante tres siglos, desde la llegada de misioneros y colonizadores europeos a su territorio ancestral, los Ashaninka fueron condenados a huir, resistir o someterse. Se vieron obligados a vivir en territorios fragmentados dentro de una región que abarca partes de Brasil y Perú, donde la Amazonía se eleva suavemente hacia las estribaciones de los Andes. Con la llegada de la tala industrial en los años ochenta, vastas extensiones de selva fueron arrasadas por la industria maderera. Los tapires y otros animales de caza desaparecieron. Trabajadores llegados desde lugares lejanos introdujeron enfermedades mortales para las comunidades locales. Esta devastación encendió un movimiento social en defensa de los derechos de los pueblos indígenas a sus territorios y a sus formas tradicionales de proteger el bosque, y permitió que, en 1992, los Ashaninka del río Amônia obtuvieran el título legal de parte de sus tierras ancestrales. Decidieron trasladarse a un lugar remoto de su territorio. Allí fundaron una aldea más
fácil de defender, a la que llamaron Apiwtxa, que en español significa “unión”. Apiwtxa expresa la idea de anteponer los intereses colectivos a los individuales, uno de los principios fundamentales de la gobernanza Ashaninka. Otro principio esencial es la autonomía: la libertad frente a los sistemas de opresión y el derecho a decidir cómo vivir en su territorio.
Los doscientos habitantes de Apiwtxa reforestaron la zona con especies nativas, construyeron sus viviendas al estilo tradicional —cerca del río y elevadas sobre plataformas para evitar las serpientes— y, alrededor de sus casas, plantaron árboles frutales, palmas, especies maderables y plantas medicinales. Cavaron estanques para criar peces y tortugas, recuperando así la fauna fluvial del río Amônia. Fundaron una escuela donde los niños aprenden en lengua Ashaninka. Fieles a sus tradiciones, pero plenamente contemporáneos, los Ashaninka han sabido desarrollar soluciones propias a los desafíos actuales. Entre otras iniciativas, crearon el Centro de Aprendizaje Yorenka Tasorentsi, un espacio de prácticas conscientes y sostenibles arraigadas en la sabiduría indígena.
Conoce más sobre su proyecto en yorenkatasorentsi.org
We Are the Fruits of the Forest
Director: Rithy Panh
Duración: 87 minutos
Año: 2025
Países de origen:
Camboya / Francia
Filmado durante cuatro años en las montañas del norte de Camboya —en las regiones de Ratanakiri y Mondulkiri— “We Are the Fruits of the Forest” acompaña a las comunidades indígenas bunong en su profunda conexión con la naturaleza, sus tradiciones ancestrales y las transformaciones que trae el cambio climático y el avance del desarrollo global. El director Rithy Panh combina material de archivo con imágenes contemporáneas para trazar un puente entre un pasado que aún resuena y un presente amenazado. Su mirada invita a reflexionar sobre cómo la modernidad modifica los vínculos entre las personas y el ecosistema que las sostiene. Más que un registro documental, la obra es una meditación sobre la pertenencia, la resistencia y la necesidad urgente de preservar los modos de vida que aún dialogan en armonía con la tierra.
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¿Por qué no deberíamos poner la vida en el centro?
Por Matías Kelly e Ignacio Hyland, Cofundadores de Vivarium
LA VIDA NO NECESITA SER PUESTA EN EL CENTRO, SOLO RECONOCIDA. CUANDO DEJAMOS DE INTENTAR PONER LA VIDA EN EL CENTRO Y EMPEZAMOS A VERNOS DENTRO DE ELLA, TODO CAMBIA: LA MIRADA, LA ACCIÓN Y EL SENTIDO. Y APARECE LA REGENERACIÓN
Últimamente escuchamos hablar mucho sobre la regeneración. Es un término que nos inspira, pero que a menudo suena lejano o técnico, reservado para especialistas o soñadores. Sin embargo, cuando lo miramos con los ojos de la vida, se vuelve simple, familiar, natural. Hace poco, en la Semana del Clima en Rosario —la primera en Latinoamérica, en simultáneo
con Nueva York y Londres—, compartimos un panel sobre Finanzas para la Naturaleza junto a referentes del ecosistema. Entre ideas sobre inversión y capital natural, surgió una imagen que lo explicó todo: Gaspar Mac, de Nativas, contó cómo le explica su trabajo a su hija, con el ejemplo de una “abejita que va de flor en flor, polinizando la vida”.
Esa escena resume lo esencial. Cada ser toma y aporta a otros en un entramado que en muchas tradiciones se llama interbeing: un estado de inter-ser donde nada está aislado, todo coexiste e influye en lo demás. En esos sistemas, la cooperación genera abundancia. La resiliencia se multiplica. Y la vida, simplemente, crea condiciones propicias para más vida. Quizás ese sea también nuestro desafío como sociedad y como empresas: volver a aprender cómo hacerlo. Dejar de vernos por fuera del ecosistema, para reconocernos inmersos en él.
Dos ideas bastan para empezar:
1. Estamos en un lugar de vida.
2. La vida crea condiciones propicias para la vida.
La primera nos recuerda nuestra pertenencia. No estamos “afuera” observando la naturaleza: somos parte de ella. Dependemos de sus equilibrios, respiramos su aire, bebemos su agua, nos movemos dentro de su sistema. La segunda nos revela su sabiduría: la vida no se sostiene por control o fuerza, sino por cooperación y retroalimentación. Es un sistema que aprende, adapta y evoluciona a partir de la diversidad y la interdependencia. En los últimos años se volvió común la expresión “poner la vida en el centro”. Es una idea noble, pero encierra una paradoja. Cuando intentamos colocarla allí, seguimos siendo nosotros quienes deciden qué ocupa ese lugar. Seguimos siendo el centro. Pero la vida ya está en el centro. Siempre lo estuvo. Reconocerlo cambia nuestra forma de mirar. Nos saca del antropocentrismo y nos devuelve a la conciencia de ser parte de algo mayor. Las implicancias de observar y asentir a la realidad tal como es, nos llevan no solo a una situación de aceptación, sino también de humildad. Desde esa humildad, que no es pasividad, sino comprensión profunda, podemos volver a observar la realidad e iniciar un camino de regeneración. No se trata, entonces, de decidir qué poner en el centro, sino de entender dónde estamos. En Vivarium, decimos que estamos en un Vivarium: “un lugar de vida (place of life)”. Cuando una organización asume esa perspectiva, algo se transforma. Deja de ver el impacto como un área o un reporte. El
negocio, el impacto y la narrativa se entrelazan y se sostienen por un centro común: los valores.
Creemos que todas las empresas —como los ecosistemas— son organismos vivos. Y como tales, pueden sanar y regenerarse. En nuestra experiencia, cuando las organizaciones integran el impacto en el corazón del modelo de negocio, emergen nuevas formas de valor: reputación, confianza, diferenciación, eficiencia y, sobre todo, sentido.
Porque la verdadera transformación no empieza afuera, sino adentro. Y cuando esta mirada se activa dentro de una organización, todo cambia. Solo tenemos que permitirnos observarla, aprender sus trucos y ponernos a su servicio… Ese es, quizás, el verdadero camino de la regeneración.
SheHub: la red que transforma la brecha de género en oportunidad tecnológica
Por Marianela González -@historiasdeosadiaDE UN CAFÉ EN BARCELONA A LA CREACIÓN DE UNA COMUNIDAD GLOBAL.
SheHub es una comunidad sin ánimo de lucro creada en Barcelona cuyo propósito es ofrecer a mujeres que quieren acceder al sector tecnológico la posibilidad de obtener la experiencia real que el mercado les exige. La tecnología es hoy uno de los sectores con más oportunidades, pero también uno de los más competitivos y exigentes.
Todo comenzó en 2024, en un café de Barcelona, cuando Mónica Esteban reunió a otras mujeres con una inquietud común: “¿cómo conseguir la experiencia laboral que las empresas piden?”. De esa conversación surgió el primer equipo y la idea inicial. Dos meses después lanzaron una teaser page, difundieron el proyecto en comunidades de mujeres en tecnología y, en menos de un mes —sin invertir un solo euro en publicidad— ya contaban con más de 100 inscritas. La respuesta confirmó que la necesidad era real.
“Reproducimos entornos reales de trabajo tecnológico. Los equipos desarrollan proyectos colaborativos que forman parte de la propia plataforma de SheHub, de modo que cada participante vive todo el ciclo de producto, desde la ideación hasta la entrega”, explican las fundadoras. “Así pueden adquirir tanto habilidades técnicas como
transversales en un entorno multidisciplinar, con perfiles de producto, UX/UI, desarrollo, datos y marketing”. Los programas están dirigidos a mujeres de cualquier nacionalidad. El único requisito es poder desempeñar el rol elegido dentro del proyecto. SheHub no es un bootcamp ni una escuela, sino un espacio donde aplicar conocimientos en proyectos reales y obtener experiencia demostrable para ascender, cambiar de rol u optar al primer empleo en tecnología. Las participantes colaboran de forma remota, en equipos con base en Barcelona, acompañadas por mentoras que aportan su tiempo de manera voluntaria. Hasta ahora, más de 150 mujeres se han sumado a la iniciativa. Muchas de ellas destacan que, además de las competencias técnicas, ganan confianza, recuperan la motivación y vuelven a creer en su talento y propósito profesional. A mediano plazo, el objetivo de la comunidad es conseguir financiación que permita consolidar una estructura estable de mentoría y coordinación, así como crear un banco de talento que conecte a las participantes con oportunidades laborales en el sector.
Para saber más: shehub.es
En la foto: Solange, Mónica, Norma, Jessica, Cristina y Anna, planificando el siguiente cohort.
De una idea compartida a un equipo con propósito
Por Alejandro Mazzoli
RUDY NACIÓ DEL SUEÑO DE DOS
JÓVENES Y HOY SIGUE CRECIENDO
CON LA MISMA META: QUE CADA
PERSONA SE VAYA UN POCO MÁS FELIZ DE LO QUE LLEGÓ.
Cuando abrimos Rudy en 2016, éramos dos amigos con ganas de crear algo propio y muy pocos recursos. Yo soy contador y Joaco (Garese), mi socio y amigo, es ingeniero agrónomo. Después de viajar y trabajar un año en Europa, descubrimos un mundo de hamburgueserías artesanales que en Uruguay todavía no existía. Yo trabajé de mozo, él en cocina, y entre charlas y aprendizajes nació la idea, que más tarde se convertiría en Rudy. Volvimos a Montevideo convencidos de que valía la pena intentarlo. Usamos nuestros ahorros, hicimos pruebas de producto con amigos y familia, y nos lanzamos. Para reducir costos compartíamos local con otros emprendedores: al mediodía era de ellos y a la noche era nuestro. Trabajábamos todo el día, todos los días, con entusiasmo y la sensación de estar construyendo algo diferente. Hoy, nueve años después, somos más de 150 personas. La mayoría del equipo son estudiantes universitarios que trabajan entre
tres y cuatro turnos por semana. Cada semestre organizamos los horarios según la disponibilidad de sus clases y, en época de parciales o exámenes, nos adaptamos entre todos. Aprendimos que se puede combinar compromiso con flexibilidad: nos gusta decir que somos “relajo con orden”. Desde el comienzo tuvimos claro nuestro propósito: queremos que todas las personas se vayan más felices de lo que entraron. Y cuando decimos todas, nos referimos a clientes, equipo, proveedores, comunidad y accionistas. Esa idea simple guía cada decisión. Cuidamos los valores que nos trajeron hasta acá: actitud positiva, pasión por el cliente, trabajo en equipo, responsabilidad, humildad y desarrollo personal. En Rudy, trabajar no es solo cumplir turnos: es vivir una experiencia que enseña, desafía y deja huella. Crecimos, abrimos nuevos locales y fortalecimos el equipo, pero seguimos creyendo que el crecimiento solo tiene sentido si mantenemos viva la esencia. Queremos seguir avanzando, el año que viene abriremos dos locales y mejoraremos nuestra experiencia digital, pero sin perder el foco. Porque más allá de las hamburguesas, lo que realmente nos mueve son las personas. Si cada una de ellas se va de Rudy un poco más feliz de lo que llegó, entonces estamos cumpliendo con nuestro propósito.
@juanitabeach_uy
www.juanitabeach.uy
En Juanita Beach creemos que cuidar el entorno que habitamos es parte esencial de la experiencia de disfrutarlo. Por eso, nos aliamos con Na vas y nos sumamos al Proyecto Vinalito, aportando una acción concreta para compensar la huella de nuestra ac vidad y contribuir a la regeneración de ecosistemas.
Así nació “1 estadía = 1 árbol”: por cada estadía en Juanita Beach, plantamos un árbol en Vinalito. Un gesto con gran impacto, que refleja nuestro compromiso con la sostenibilidad y con un turismo más consciente.
Queremos que cada huésped sea parte de esta acción, y que juntos sigamos construyendo una forma de viajar que cuida y respeta.
Te invitamos a conocer Juanita Beach.
Los pueblos indígenas no contactados son los más vulnerables del planeta.
Sabemos muy poco de ellos. Pero sí sabemos que hay más de 150 en todo el mundo.
Y sabemos que poblaciones enteras están siendo exterminadas por la violencia genocida que ejercen los foráneos que les arrebatan sus tierras y sus recursos, y por enfermedades como la gripe y el sarampión contra las cuales no tienen inmunidad.
Necesitamos tu apoyo para ayudarnos a combatir una de las crisis humanitarias más urgentes y trágicas de nuestro tiempo. www.survival.es