

Todos los derechos de autor reservados. Ninguna parte de este ebook, titulado "PRIMER CENTENARIO DEL NACIMIENTO DEl
Dr. LUIS HERRERA CAMPINS
1925 - 2025. puede ser reproducida, distribuida o transmitida en cualquier forma o por cualquier medio, incluyendo fotocopias, grabaciones, o cualquier otro sistema de almacenamiento y recuperación de información, sin el permiso previo por escrito de OMAR ROSALES MARQUEZ
Araure - Edo.Portuguesa - Venezuela.
EBOOK ISBN.
Un Centenario para la Memoria de Luis Herrera Campins,ConstructordeDiálogosyModernidad.
En este significativo año 2025, cuando se cumplen cien años del natalicio de don Luis Herrera Campins, la pluma certera y reflexiva de Omar Rosales Márquez nos entrega un ensayo biográfico que trasciende la mera cronología para adentrarse en la esencia de un hombre que marcó profundamente la vida política y social de Venezuela.
A través de estas páginas, el lector encontrará no solo el recuento detallado de una trayectoria vital signada por la vocación de servicio, sino también una invitación a revisitar un período crucial de la historia contemporánea venezolana, a través de la figura de un presidente que supo navegar entre desafíos económicos y convulsiones políticas con una visión de futuro y un compromiso inquebrantable con los principios democráticos.
Desde sus tempranos pasos en la Unión Nacional Estudiantil (UNE), forjando alianzas y debatiendo ideas junto a figuras de la talla de Rafael Caldera, hasta su ejercicio del periodismo como trinchera de pensamiento crítico, Luis Herrera Campins demostró una inquietud intelectual y una pasión por el debate público que lo acompañarían a lo largo de su vida.
Su exilio, lejos de silenciar su voz, se convirtió en un período de profunda reflexión y aprendizaje, donde su formación jurídica se nutrió del estudio de las grandes corrientes del pensamiento socialcristiano europeo, moldeando una visión política centrada en el diálogo, la justicia social y la libertad.
La llegada de Luis Herrera a la presidencia en 1979, tras una campaña electoral épica y contra todo pronóstico, representó la culminación de un largo peregrinaje político. Su gestión, marcada por la complejidad de un país en transición y los embates de una economía global volátil, no estuvo exenta de críticas.
Sin embargo, como bien señala Omar Rosales Márquez, una perspectiva histórica más amplia permite reconocer la responsabilidad y la visión de un liderazgo que apostó por la modernización del país, dejando legados tan emblemáticos como el Metro de Caracas y sentando las bases para un desarrollo que trascendiera los vaivenes del momento.
Pero más allá de sus logros concretos en la gestión pública, lo que emerge con fuerza en este ensayo es la integridad personal y política de Luis Herrera Campins. Un hombre de principios arraigados, un ciudadano ejemplar que supo mantenerse al margen de las tentaciones del poder, dejando tras de sí una estela de honestidad y un profundo amor por Venezuela.
Su figura, a cien años de su nacimiento y a casi dos décadas de su partida física, se erige como un faro de coherencia y compromiso ético en un panorama político a menudo turbulento.
“Dibujar una paloma es de gran facilidad: abrirle el pico y quecoma;esaesladificultad”.
Con estos versos sencillos pero profundos, citados por el autor, se encapsula la esencia de un hombre que entendió la política no como la mera enunciación de ideales, sino como la ardua tarea de hacerlos realidad, de abrir caminos para la participación y el bienestar del pueblo venezolano.
Este ensayo biográfico de Omar Rosales Márquez es, en este centenario, un valioso tributo a la memoria de Luis Herrera Campins, una invitación a reflexionar sobre su legado y a encontrar en su ejemplo inspiración para la construcción de un futuro más justo y próspero para Venezuela.
Dr. JUAN PABLO ROSALES ESSER ARAURE, 10 de Abril del 2025 .
A pesar de los numerosos obstáculos y en contra de los pronósticos desfavorables de las agencias encuestadoras y la mayoría de los medios de comunicación, Luis Herrera Campins demostró una voluntad inquebrantable y triunfó en las elecciones del 3 de diciembre de 1978. Derrotó al candidato de Acción Democrática (AD), Luis Piñerúa Ordaz, y fue elegido Presidente de la República con la votación más alta registrada hasta entonces en la historia política de Venezuela.
Fue Luis Herrera uno de los políticos más ilustrados de la Venezuela del siglo XX. Con una sólida formación Socialcristiana y Demócrata Cristiana, tuvo un vasto conocimiento de todos los movimientos sociales y políticos de su tiempo. Fue autor de publicaciones como: “Frente a 1958” (escrita en Europa en 1957), “Los Partidos Políticos y el Poder” (Mérida, 1960), “Normas Elementales de Penetración Política” (Caracas, 1960), “Elogio del Colegio La Salle” (Caracas, 1963), “Democracia Cristiana en América Latina” (Caracas, 1970), “Miranda, el Primer Cosmovisionario de Venezuela” (Caracas, 1973), “El Páez de Nosotros” (Caracas, 1973), “Tres Discursos sobre el General Páez” (Caracas, 1973), “Bolívar, Lección y Esperanza”, “Vida Municipal y Participación”, “El Decreto Guzmancista del 27 de junio de 1870”, “Vamos todos Hacia la Democracia Participativa”, “Alberto Arvelo Torrealba, Poeta Vital de la Llanura” (Caracas, 1977), entre otros tantos escritos de igual interés.
Sus ideas políticas estuvieron enmarcadas fundamentalmente en el convencimiento de que debía propiciarse la factibilidad de una sociedad auténticamente democrática a través del diálogo, la igualdad social, el principio de la justicia con una atmósfera de genuina libertad.
Filosóficamente, Luis Herrera consideró que la base fundamental de toda política debe ser la búsqueda permanente de la felicidad de la persona humana, posibilitando por todos los medios lícitos su desarrollo moral y material. Señalaba con frecuencia que el papel fundamental de la sociedad tiene que ser el de brindar paz y progreso al hombre.
Fue un hombre de principios, de esos que no abundan en la política; fue un líder que encarnaba una decencia y un sentido del deber que trascendían a los hombres de su generación. Luis Herrera no solo dirigía, sino que inspiraba.
Luis Herrera, a secas, como le gustaba que le llamaran, nació en la polvorienta y calurosa Acarigua del estado Portuguesa el 4 de mayo de 1925. Según datos del cuarto censo de población realizado en el año 1920, la localidad contaba con una población de dos mil trescientos setenta y tres habitantes. Luis Herrera llegó al seno de una familia de clase media y fue bautizado como Luis Antonio Ramón Porfirio Herrera Campins.
El 29 de septiembre de 1970, en un Discurso de Orden pronunciado con ocasión de los 370 años de la fundación de Acarigua, Luis Herrera expresó:
“De ese pueblo venimos, cuando sus calles eran de tierra colorada o de granzón, y debíamos desyerbarlas todos los sábados y regarlas todas las tardes a la hora en que el sol principiaba a retirar su luz y su fuego. Algunos lo hacían con poncheras, totumas o regaderas de lata, y los pudientes con mangueras de goma, para que no se levantara el polvo cuando en su soberbio PIZARRO paseaba su seria y arrogante figura de Presidente de Estado, el coronel Josué Gómez, quien afirmaba que la gente lo encontraba duro porque estaba acostumbrada a ‘jugar la pelota con su papá en Barquisimeto’. ¡Y su papá, nada más, se llamaba don Eustoquio Gómez!”. “Nunca aprendimos la historia de Acarigua, ni la fecha de la fundación, ni el nombre de su fundador. Para nosotros, la historia de Acarigua giraba entre dos polos: el polo religioso del culto a la Virgen de La Corteza y el polo patriótico de la veneración por José Antonio Páez. Eso era suficiente y nosbastaba”.
Sus padres fueron don Luis Antonio Herrera Muñoz y doña Rosalía Campins Zamora de Herrera, ambos nativos de Ospino, donde nacieron el 12 de mayo de 1884 y el 4 de septiembre de 1885, respectivamente. Después de contraer matrimonio, se residenciaron en Acarigua, donde nacieron tres hijos: Pablo, médico; María Esperanza, química farmacéutica; y Luis Antonio, abogado; integrantes de una familia de clase media modesta.
Su padre, don Luis Antonio, fue un hombre bastante culto. Había estudiado en el Colegio “Santo Tomás de Aquino” en la isla de Curazao, donde aprendió contabilidad e idiomas. Hablaba y escribía inglés y francés. Doña Rosalía gustaba de la lectura y fue una mujer piadosa y católica practicante que despertó en sus hijos el amor por Dios y el sentido religioso.
En Acarigua vivió el niño Luis Antonio los primeros diez años de su vida. Fue católico y muy devoto desde pequeño, tanto que su paisano y contemporáneo Ignacio Velasco García pensaba que iba a dedicarse al sacerdocio y se lo decía, a lo que Herrera respondía: “Qué va, el cura vas a ser tú”. Ignacio Velasco fue ordenado sacerdote en 1955 y elevado a Cardenal en 2003.
El niño Luis hizo la Primera Comunión el 19 de marzo de 1933 junto a su hermana María Esperanza en la iglesia de San Miguel Arcángel de Acarigua. Había iniciado sus estudios de primaria en la escuela pública “Raimundo Andueza Palacios” de Acarigua, continuando la primaria y todo el bachillerato en Barquisimeto, adonde se trasladó con toda la familia en 1935. Allí alquilaron la mitad de una casa grande que daba a la calle Libertador (hoy carrera 19). En la otra mitad vivía la familia de apellido Escalona. En esta casa, la familia Herrera montó una pensión donde se hospedaban jóvenes llegados del llano que venían a estudiar en los institutos de Barquisimeto.
Luego de estudiar un año en el seminario, Luis Herrera se unió a su hermano Pablo para continuar sus estudios en el Colegio La Salle, cuya fama era conocida en toda la región, adonde acudían muchachos de Lara, Portuguesa, Yaracuy, Falcón y Trujillo.
Por ser el menor de los hermanos, fue el más apegado a sus padres. Don Luis Antonio fue redactor del periódico “Hoy” de Acarigua, y en Barquisimeto colaboró en el diario “El Impulso”. Cuando su padre murió en 1941, Luis Herrera tenía 16 años; desde entonces comenzó a usar corbata negra permanentemente, convirtiéndose en un sello de su personalidad.
De los Hermanos de La Salle dirá el propio Herrera en 1963, como orador de orden en el acto solemne que festejaba los 50 años del colegio:
“Se nos ha educado en la bondad, que es el temperamento de los grandes corazones, y se nos ha querido hacer, como diría Antonio Machado —en el buen sentido de la palabra—, buenos. Esta educación lasallista no ha sido incentivo para el engrandecimiento, porque es —en la expresión de San Pablo— la soberbia del espíritu lo que pierde al hombre. No se nos ha educado para la vanidad, porque la ostentación es ropaje de mediocres. Se nos ha educado para la íntima satisfacción del deber cumplido, que solo lo está cuando lo que sabemos presta algún servicio a la necesidad ajena. Y para corroborar en el ejemplo la acción de las palabras, los maestros lasallistas parecen haber surgido de una siembra de modestia o de una encarnación de la humildad”.
Desde el bachillerato y cuando todavía era adolescente, comenzó a manifestar su interés por la política, atraído por las ideas socialcristianas, al igual que su interés por el periodismo. En 1940 dirigía la página estudiantil que el diario “El Impulso” de Barquisimeto había cedido a los estudiantes; fue además cronista deportivo especializado en fútbol. Años más tarde fue director de la revista “Surcos”, órgano de divulgación científica del colegio “La Salle”.
Sus primeros pasos en la política los inicia escribiendo artículos para el semanario de la UNE, siglas de la Unión Nacional Estudiantil, agrupación católica que dirigía Rafael Caldera conjuntamente con Lorenzo Fernández, Miguel Ángel Landaez y Giménez Landínez.
En 1945, el año del golpe contra Isaías Medina Angarita, Luis Herrera emigra a Caracas para estudiar Derecho en la UCV, pero en sus ratos libres ejercía el periodismo. Fue el director del vocero nacional de la UNE y participó en el Primer Congreso Venezolano de Periodistas realizado en Caracas. También escribía en la revista “Élite”, en “La Opinión” y en el diario “La Esfera”.
El gobierno de López Contreras permitió en el país la creación de movimientos y partidos políticos. Uno de ellos fue denominado “Acción Nacional”, cuya acta de creación fue firmada por dirigentes de la UNE como partido político, y fue legalizado por la gobernación del Distrito Federal el 20 de octubre de 1938. De vida muy corta, es el antecedente más remoto de un partido de tendencia demócrata cristiana en Venezuela.
El bachiller Luis Herrera se incorpora a la UNE en 1941 cuando llega a Caracas para iniciar estudios universitarios. Allí conoce y establece amistad con Rafael Caldera, Lorenzo Fernández, Víctor Manuel Giménez Landínez, Nectario Andrade Labarca, Pausolino Vargas, José Antonio Rodríguez Herrera, Arturo Sosa, Gustavo Aguirre Amengua, Desiderio Gómez Mora, entre otros.
Disuelta la UNE el 2 de junio de 1942, ese mismo grupo formó el Comité de Inscripción Independiente en 1945, a raíz de la caída de Medina Angarita, para participar en las elecciones de la Asamblea Constituyente en 1946.
Después de esa larga gestación que se remonta al año 1936, a las luchas estudiantiles, los dirigentes de la antigua UNE decidieron finalmente la creación del Comité de Organización Política Electoral Independiente (COPEI). Las personalidades citadas anteriormente firmaron el acta de surgimiento de COPEI cuatro años más tarde, el 13 de enero de 1946, en Caracas. En esa oportunidad, Luis Herrera se encontraba en Acarigua visitando a sus familiares, pero ese mismo día envió un telegrama de adhesión, figurando desde entonces en los registros de esa agrupación política.
El local donde se instaló COPEI fue una habitación en los altos de la lavandería “Ugarte”, ubicada en la plaza Candelaria, y su acta constitutiva fue firmada el 25 de enero de ese mismo año. La primera junta directiva quedó integrada por: presidente, Pedro del Corral; vicepresidente, Lorenzo Fernández; secretario general, José Antonio Pérez Díaz; y secretario de propaganda, Mauro Páez Pumar.
Según los Estatutos, COPEI es “un partido político democrático al servicio del pueblo de Venezuela con las responsabilidades y atribuciones que en tal carácter le atribuyen la Constitución y las leyes”.
Recordaba Luis Herrera en un discurso pronunciado en sesión solemne en el Congreso Nacional que “en 1945, Pedro del Corral y Rafael Caldera, estrenando una amistad perdurable, cruzaron ideas sobre la necesidad de organizar una fuerza política para fines de ese año. ‘Hay que fundar un partido’ le dijo don Pedro—. ‘Sobre esa posibilidad estamos cruzando ideas’, contestó Caldera, y así en los días siguientes continuó el afiebrado trabajo de organización, motorizado y dirigido por José Antonio Pérez Díaz’”. Nace COPEI.
En ese mismo año, 1946, Luis Herrera se encarga de la dirección del semanario “COPEI”, ingresando después a la redacción del diario “El Gráfico” (19481950), vocero de su partido socialcristiano, que mantuvo una férrea oposición tanto al gobierno de Rómulo Gallegos como a la Junta Militar de Gobierno que presidía el coronel Carlos Delgado Chalbaud.
En 1947 fue puesto preso en la población de Calabozo por comentarios que hizo contra la Junta de Gobierno que presidía Rómulo Betancourt. Los adecos no le perdonaban las ácidas críticas que hacía la oposición. Meses después de lograr su libertad, fundó la JRC – Juventud Revolucionaria Copeyana – junto a sus compañeros Rodolfo José Cárdenas, Valmore Acevedo Amaya, Eduardo Tamayo Gascue y Rafael Alfonso Guzmán, entre otros. Para ese año 1948, Luis Herrera ya era diputado a la Asamblea Legislativa del estado Portuguesa.
El 8 de mayo de 1949, bajo la dictadura de la Junta Militar, fue detenido por publicar en el diario “La Esfera” un artículo que la dictadura consideró ofensivo. Detenido en la Cárcel Modelo, comparte celda con Luis Piñerúa Ordaz, el dirigente adeco que años más tarde sería su principal antagonista político.
Después de varios meses de cárcel, fue al exilio, aprovechando todas las oportunidades para denunciar a la dictadura. En Quito, Ecuador, asistió a la V Asamblea de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP); allí presentó un enérgico informe sobre la falta de libertad de expresión en Venezuela. De Ecuador viajó a Perú y a Bolivia, donde publicó encendidas críticas contra el régimen.
En 1952 se encontraba en España, donde se matriculó como estudiante de Derecho en la Universidad de Santiago de Compostela para continuar sus estudios iniciados en Caracas. Esta etapa de su vida no fue nada fácil para Luis Herrera, porque la ayuda económica que recibía para vivir modestamente era la que le enviaban desde Acarigua sus hermanos Pablo y María Esperanza. En Santiago logró el título de Abogado en 1954. Para ampliar sus conocimientos académicos, viajó por Italia, Alemania Federal, Francia y la Gran Bretaña. Ese hecho le permitió aprender algunos idiomas de esos países.
Cabe señalar que en el exilio, además de culminar su formación universitaria, estudió el desarrollo y la influencia de la doctrina socialcristiana a través de los aportes ideológicos de líderes de la talla de Jacques Maritain, Alcide De Gasperi, Konrad Adenauer y Jacques Leclerc, entre otros.
También aprovechó su exilio para profundizar sus conocimientos de la doctrina socialcristiana leyendo las encíclicas de los Papas Gregorio XVI, Pío IX, León XIII y Luigi Sturzo, el fundador de esta ideología. Al mismo tiempo, se interesó por la cultura humanística europea, formándose un amplio conocimiento sobre el desarrollo de esta civilización con sus visitas a los museos y los conciertos, la lectura de obras, así como el estudio del inglés, el italiano y el alemán.
En 1956 asistió en Múnich junto a Guido Díaz Peña y Gonzalo García Bustillos a la Primera Conferencia Mundial de partidos Demócratas Cristianos, donde conoce y se hace amigo de Eduardo Frei, Luis Bedoya Reyes, Venancio Flores, prominentes líderes del Movimiento Demócrata Cristiano de América Latina.
Es importante recordar que, junto a Rodolfo José Cárdenas, Guido Díaz Peña, Luis Alberto Machado y José Luis Zapata, se funda “TIELA” – Triángulo de Información de Europa – Las Américas –, órgano que difunde las ideas propugnadoras de la unidad de todas las fuerzas democráticas para la lucha contra las dictaduras.
Luis Herrera regresa al país, como tantos exiliados, a la caída de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez el 23 de enero de 1958. Al pisar tierra venezolana, se incorpora a la campaña electoral del Dr. Rafael Caldera. Igualmente retoma sus escritos periodísticos en el diario “Panorama” de Maracaibo y la revista “Momento” de Caracas. Tiempo después, escribe en “Últimas Noticias”, “El Universal” y “El Nacional”; en este último escribió hasta después de ser proclamado Presidente Electo el 11 de diciembre de 1978.
Cuando regresa a Venezuela es un joven de 33 años, ya maduro y un político hecho. Inicia por el país la reconstrucción de la democracia. Fue una época de transición cargada de violencia, de asonadas militares y de insurrección armada de la izquierda castrocomunista.
En las elecciones de 1958 fue elegido diputado al Congreso Nacional por el estado Lara; y en las elecciones de 1963, fue elegido senador por el estado Portuguesa y diputado por el estado Lara, renunciando a la senaduría por Lara para ocupar su escaño en la Cámara Baja.
Luis Herrera se destaca como un “parlamentario de elocuencia y cultura, pero también de capacidad para el diálogo y el entendimiento; por eso alcanza la jefatura de la fracción parlamentaria socialcristiana en el Congreso”. Se puede decir que Luis Herrera fue uno de los grandes parlamentarios venezolanos de su tiempo. ”Densidad y gracia, sentido de la realidad política y amplia visión para ubicar las cosas en su contexto y para entenderlas en su significado”. Palabras que podían ser “risueñas, graves, punzantes y filosas, pero siempre más mano extendida que puño cerrado”.
En la campaña electoral de 1958, conoce en Trujillo a la señorita Betty Josefina Urdaneta Campins, hija de una pariente suya, Josefina Campins Alvarado, nieta del sabio tocuyano Lisandro Alvarado. Grande fue la impresión que le causó la joven Betty que, pasado el ajetreo electoral de la campaña, el 29 de enero de 1959, le envía como regalo un ejemplar de las obras escogidas del poeta hindú Rabindranath Tagore.
Betty había egresado del Colegio Santa Ana de Trujillo como técnico en Comercio y había trabajado en un bufete de abogados y en el Consejo Municipal. Entre estos dos jóvenes comenzó un amorío que prontamente se transformó en romance. “Eso como que fue un flechazo”, comentó la señora Betty años más tarde.
Se casa por matrimonio civil el 3 de agosto de 1960 y el 2 de septiembre por el matrimonio eclesiástico en la Catedral de Trujillo. Ese día, Luis Herrera llega de Caracas a las 9 de la mañana. Su padre, muy preocupado, pero Betty, muy tranquila, segura de que no la iban a dejar plantada. “Bien que conocía ya al hombre que iba a ser su esposo por casi medio siglo”. Del matrimonio nacieron cinco hijos: Luis Fernando, ingeniero; María Luisa, abogada; Juan Luis, abogado; José Gregorio, médico; y María Beatriz, administradora.
Su luna de miel fue en Puerto Rico. Al regresar a Caracas, se instalaron en la urbanización Sebucán y, diez años después, en 1970, compraron una casa en la misma calle, la que se llamaría “La Herrereña”. De esa misma casa salieron para La Casona, residencia oficial de los presidentes de la República, de donde regresaron de nuevo a “La Herrereña” después de entregar la presidencia al Dr. Jaime Lusinchi, quien se encargó en febrero de 1984.
En 1970, ya convertido en uno de los líderes más populares de Copei, inició su llamado “Peregrinaje del Diálogo”, que consistió en una interesante campaña para difundir la idea de perfeccionar la democracia y promover reformas sociales a tono con la época y los fundamentos de la doctrina socialcristiana.
Perdidas las elecciones del 9 de diciembre de 1973 y como senador por el estado Lara, en 1974 Luis Herrera emprende un nuevo peregrinaje para inyectar optimismo a su partido y comenzar la lucha por la reconquista del poder. Viaja por todo el país dialogando con estudiantes, campesinos y obreros, dictando conferencias en los comités regionales de Copei. Su “peregrinaje” incansable durante todos estos años y con una imagen renovada del socialcristianismo, hizo crecer su popularidad, sobre todo entre los jóvenes, los profesionales y la clase media.
Así llega Luis Herrera al año 1977. En agosto, en el Poliedro de Caracas, las delegaciones de Copei y de los independientes se pronunciaron por la candidatura presidencial de Luis Herrera, y los observadores y analistas políticos no apostaban mucho por el “peregrino”, pero era Luis Herrera en esos momentos el contendor más apropiado para darle la pelea al candidato del gobierno, Luis Piñerúa Ordaz, y a la poderosa maquinaria de Acción Democrática.
Las agencias encuestadoras como Gallup, Gaither y Datos también daban como ganador al candidato adeco. Contra todos los factores en contra, Luis Herrera, demostrando una voluntad de acero, siguió adelante recorriendo el país.
Oficialmente, la campaña se inicia el 1° de abril de 1978. En esos meses hasta el día de las elecciones, Luis Herrera hizo giras equivalentes a cinco veces la vuelta al territorio nacional. Pero a pesar de ese extraordinario esfuerzo y de las adhesiones que estaba sumando, incluso en el oriente del país, territorio tradicionalmente adeco, los observadores políticos, impresionados por la gigantesca campaña adeca, hasta los últimos días no quisieron admitir que Luis Herrera había logrado una clara ventaja. Bajo la consigna “Luis Herrera arregla esto”, resultó vencedor en las elecciones del 3 de diciembre de 1978. Su triunfo puede calificarse como un terremoto político, porque dio al traste con todos los vaticinios que se publicaban en su contra.
Cuando fue proclamado Presidente Electo el 11 de diciembre de 1978, después de ratificar su decisión de gobernar sin sectarismos y con la cooperación de todas las capacidades democráticas del país, insistió sobre la necesidad de perfeccionar la democracia.
En esa oportunidad enfatizó: “Hagamos de la perfectibilidad de la democracia un camino para la organizada participación del pueblo en la toma, ejecución y control de las decisiones que afectan su destino”.
Asume la Presidencia el 12 de marzo de 1979.
“Me ha tocado recibir una economía desajustada y con grandes desequilibrios estructurales y presiones inflacionarias especulativas, que han erosionado altamente la capacidad adquisitiva de las clases medias y de los innumerables núcleos marginales delpaís.RecibounaVenezuelahipotecada”.
Durante su gobierno, Luis Herrera enfrentó tiempos de desafíos económicos y sociales, pero siempre con la convicción de que el país debía avanzar con dignidad, con trabajo serio y con una visión a largo plazo. Luis Herrera no fue un hombre de promesas vacías ni de demagogia, sino de hechos concretos, de una gestión que apostó por el desarrollo y la modernización del país.
El Metro de Caracas fue uno de los legados más emblemáticos de su gobierno, una obra que transformó la movilidad de la capital. No fue su proyecto, pero tuvo el mérito de darle continuidad, culminarlo e inaugurarlo, demostrando que la política pública debe trascender a los gobiernos y responder a las necesidades del pueblo. Para Luis Herrera, la educación debía ser un espacio de equidad, donde todos los niños y jóvenes tuvieran las mismas oportunidades de aprender y crecer sin distinciones económicas. Su compromiso con ella fue evidente en múltiples iniciativas que promovió durante su mandato.
Su política exterior fue de realidades tangibles. Defendió el pluralismo y la autodeterminación de los pueblos. Su gobierno fortaleció las relaciones con otros países de Latinoamérica y Europa.
Desempeñó un papel clave en la democratización de Centroamérica. Frente al Esequibo, Venezuela mantuvo una postura firme en la reivindicación de sus derechos sobre el territorio en disputa con Guyana. Entendía que esta era cuestión de soberanía nacional y no permitió que el tema se debilitara. En la guerra de las Malvinas (1982), fue firme defensor de su causa. Respaldó el derecho soberano de Argentina sobre las islas y denunció la intervención británica como un acto de colonialismo en pleno siglo XX.
Entregó el gobierno el 2 de febrero de 1984, pero como luchador político que fue toda su vida, no se planteó volver al poder, pero tampoco abandonó el debate público.
Fundó “Voz y Caminos” en mayo de 1984, revista de periodicidad mensual, como tribuna de oposición al gobierno de Lusinchi. Se reunió con antiguos colaboradores de su gobierno y amigos para analizar los acontecimientos nacionales, discutir ideas en el campo de las políticas públicas y hacer seguimiento al gobierno de su sucesor.
Su gobierno estuvo marcado por la crisis económica. Fueron muchas y muy duras las críticas que recibió en su momento; hoy, a tantos años de esos acontecimientos, los analistas políticos y económicos reconocen que la respuesta de su gobierno fue la correcta. Supo mantener con responsabilidad el endeudamiento y la caída de los ingresos petroleros, evitando soluciones populistas que habrían comprometido más la estabilidad del país.
Fue importante su obra pública y política, pero lo que más distingue al presidente Herrera fue su INTEGRIDAD. Fue un hombre de familia, un ciudadano ejemplar que nunca se dejó seducir por los excesos del poder. Su figura, a tantos años de dejar el poder, resalta como un hombre que vivió con honestidad, con austeridad y con un profundo amor por Venezuela.
Ese fue Luis Herrera, un intelectual nacido en el llano venezolano, con una gran capacidad y voluntad para hacer y vencer obstáculos. Trató, en lo posible, de hacer del poder un instrumento para lograr que los venezolanos encontraran la felicidad. Pero ya lo decía el propio Luis Herrera en la copla que tanto le gustaba repetir: ¨Dibujarunapalomaesdegranfacilidad:
Recordarle el próximo 4 de mayo 2025, en el primer CENTENARIO de su nacimiento, es recordar a un venezolano que entendió la política como un servicio, no como un privilegio.
Murió en Caracas el 9 de noviembre de 2007 junto a su familia. Nunca se recuperó totalmente de una operación de aneurisma abdominal de la que había sido intervenido meses antes. Una vez dijo en tono jocoso: “Losviejosestánbienmientrasnoestánmal”.
Con la muerte de Luis Herrera se ha ido una parte muy importante de Venezuela; ha muerto un hombre bueno, un servidor de la patria, uno de los políticos más cultos de su generación, un político que dejó y sembró amigos por donde su recia y simpática humanidad paseó.
Recorrió Venezuela antes, durante y después de dejar la presidencia, enseñando con su ejemplo cómo se ama a un país. Fue ejemplo como ciudadano, como esposo y padre de familia. En una palabra, fue un hombre ÍNTEGRO.
Araure, abril de 2025
Obras destacadas durante su gobierno fueron:
El Teatro Teresa Carreño.
El Complejo Parque Central.
El Estadio Brígido Iriarte.
El Monumento a la Virgen de la Paz y la Basílica Menor Santuario Nuestra Señora de Coromoto.
Impulsó la reforma al Código Civil y la reforma a la Ley de Educación.
Durante su gobierno ocurrió la devaluación del bolívar conocida como el “Viernes Negro”.
Dio inicio a la Autopista de Oriente.
Impulsó el agro, especialmente la siembra de miles de hectáreas de café.
Autorizó las emisiones de televisión a color.
Suprimió toda publicidad audiovisual por radio y televisión dirigida a promover el consumo de bebidas alcohólicas y cigarrillos.
Se inició la construcción de la Autopista de los Llanos “José Antonio Páez”, con el tramo Ospino a Agua Blanca.
En el aspecto cultural, el gobierno de Luis Herrera se destacó porque en su mandato surgieron varias obras públicas y decretos que favorecieron muchas ciudades del país.
MONUMENTO VIRGEN DE LA PAZ
AVELEDO, RAMÓN GUILLERMO. LUIS HERRERA CAMPINS. BIBLIOTECA BIOGRÁFICA VENEZOLANA. VOLUMEN 132. EL NACIONAL.
CASTELLÓN, HELLO VENEZUELA 1979. EDICIONES
CASTELLÓN S.A. CARACAS. 1979.
BOLÍVAR WILFREDO. ACARIGUA, TESTIMONIO EN EL TIEMPO. COMPILADOR. AYTHAIMA. GRUPO EDITOR C .A. ACARIGUA. 2008.
HERRERA MALDONADO, PABLO BIOGRAFÍA DE LUIS HERRERA CAMPINS. EL CENTAURO. EDICIONES CARACAS. 2011.
Omar Rosales Márquez nació en Zea, estado Mérida, el 29 de septiembre de 1944. Tras sus estudios primarios en su pueblo natal y la educación media en Barquisimeto, se graduó como Profesor de Educación Media en Geografía por la Universidad Pedagógica El Libertador. Dedicó 30 años a la enseñanza de Ciencias Sociales en liceos de Zulia y Portuguesa, culminando su carrera como Supervisor V y Jefe de la Sección de Educación Media de la Zona Educativa del Estado Mérida. Paralelamente a su labor educativa, Rosales Márquez demostró un fuerte compromiso comunitario, presidiendo el Centro Social "19 de Abril" y fundando el periódico "El Telégrafo del Sur" en Zea, además de dirigir la Revista Perfiles del Colegio de Profesores del Estado Mérida.
Su producción intelectual incluye las publicaciones "Zea de Ayer, Hoy y Siempre" (1976), "Cien Años del Himno Nacional" (1984), "Neftali Noguera Mora" (1988), "Alberto Adriani: 'Un Sueño de País'" (2008), "Miguel Ángel Rondón Márquez: 'Zedeño de Excepción'" (2012) y "Periódicos de Zea" (2015) "Márquez Torres. General del Aire (2019). Su destacada trayectoria ha sido reconocida con la Orden "27 de Junio", la Orden "Ciudad de Zea" y botones de honor del Colegio de Profesores de Venezuela (Portuguesa) y de Instrucción Pre-Militar (Caracas).