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Macarena Letelier: El valor social de las certezas
EL VALOR SOCIAL de las certezas

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Macarena Letelier Velasco
En tiempos de pandemia, en que el tono del debate público se ha deteriorado y se han tensionado las instituciones republicanas de Chile, pareciera que no hay un mejor momento para reconocer que construir certezas ha sido una piedra angular de los avances que logró el país en las últimas décadas.
Desde la década de 1990, Chile se ha consolidado como un promotor de la inversión extranjera y nacional, basándose en ello y en una estrategia de apertura y de integración comercial con el mundo, que se ha reflejado en una red de tratados de libre comercio (TLC) que abarca 65 países.
Además de la normativa nacional y de los TLC, que contemplan normas de protección de las inversiones, también nuestro país ha propiciado certezas a través de reconocimiento a su estabilidad y buenas políticas públicas, como la responsabilidad fiscal defendida por distintos gobiernos. El Banco Central, fundamental para el buen funcionamiento de la economía, es reconocido internacionalmente y ha cumplido su misión con creces.
Pero más allá de los antecedentes macro, la certeza en las inversiones no es un concepto teórico, destinado a debates académicos. Tiene un efecto concreto en la vida de las personas, a través de la generación de nuevas oportunidades, desarrollo de capital humano, crecimiento de las exportaciones y creación de empleos.
Todos factores que han sido fundamentales en la reducción de la pobreza y la ampliación de las oportunidades, aunque todavía quede mucho por avanzar y corregir.
Como muestra la evidencia a nivel mundial, el desarrollo integral de las sociedades se ha logrado de la mano del crecimiento económico, que hoy debe ser cada vez más inclusivo y sostenible. Todo esto requiere de un sólido marco que entregue no sólo certeza en el sentido literal de la palabra a los inversionistas, sino que confianza en Chile. Confianza en sus instituciones, en la independencia de sus poderes, en la capacidad de implementar políticas públicas razonables, basadas en evidencia y pensando más allá del corto plazo. También, en la capacidad de la sociedad chilena de procesar sus conflictos, desterrando la violencia como medio de acción política y de enfrentar los debates difíciles, aún desde el disenso, con un sentido de futuro.
El proceso constitucional es una gran oportunidad para construir los acuerdos que permitan recobrar esa confianza y concordar el marco de normas y de paz social sobre el cual se desarrollará el país en las próximas décadas.
Por lo mismo, los miembros de la convención tienen la responsabilidad de ser actores constructivos y resguardar la fe depositada en el proceso. El respeto a las reglas del juego, tanto del itinerario constitucional respaldado en el plebiscito, como el de la institucionalidad vigente hoy y durante la redacción, será incluso quizás más importante que el texto que en definitiva acordemos.
Así como el resultado del proceso marcará los destinos del país y de las próximas generaciones, también lo hará, y quizás con más fuerza, el cómo se recorra el camino. N&C
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Macarena Letelier Velasco es abogada, Magister en Derecho Público Universidad de Chile y Directora Ejecutiva del Centro de Arbitraje y Mediación (CAM) de la Cámara de Comercio de Santiago.