“Todas las creaciones del maestro Santos Motoapohua de la Torre son reflejo de su cosmovisión, de la cultura ancestral de su pueblo y su rica mitología, de la profunda unión que tienen con la naturaleza, con la tierra, con el mar, con los astros, de las peregrinaciones que realizan a los diversos sitios sagrados, en especial a Wirikuta en el desierto de Real de Catorce, SLP, de las conexiones con lo divino a través del consumo ceremonial del peyote”. Julieta Medina
[Santos Motoapohua de la Torre Santiago y el Museo Zacatecano, una historia de 25 años, en esta edición]
Santos Motoapohua de la Torre en el Hotel del Arte Santa Rita, en Zacatecas. 2025.
Editorial
La Gualdra No.
El Tri de Alejandro Lora, el Tri de México, simplemente Tri… se presentó en el Festival Cultural Zacatecas 2025 el 16 de abril en Plaza de Armas y fue un concierto memorable. He de decir que nunca pensé poder verlos en ese escenario, pero sí lo imaginé y me parecía imposible. Qué bueno fue estar ahí. Desde temprano, la gente que deseaba verlos llegó a formarse a la fila; hubo una mujer que al ser entrevistada afirmó haber llegado desde las 7:30 de la mañana y que los escucha desde que era niña. Yo también los escucho desde que estaba en la primaria; tengo un tío muy rockero y él fue quien me acercó a su música; primero al Three souls in my mind, y ya en la década de los años 80 -cuando Charly y Alex se separaron- al primer álbum de la agrupación que conocemos hasta ahora, un LP con portada roja llamado Simplemente, y en el que se incluyó la que quizá en una de sus canciones más famosas: “Triste canción”.
En Simplemente, aparecen "Sópleme usted primero”, "San Juanico", "Vicioso" "Juanita", "Triste canción", "Agua, mi niño (La curva)", "Violencia, drogas y sexo" y "Metro Balderas", algunas de estas canciones fueron tocadas en el concierto en Zacatecas casi 41 años después de haberse estrenado este disco considerado como uno de los mejores de la agrupación lidereada por Alejandro Lora, un personaje que parece haber hecho una especie de pacto con el tiempo, porque desde que recuerdo es así, con una energía que parece inacabable: salta, baila, toca, grita y canta sin parar.
Alex Lora en realidad se llama Alejandro Lora Serna y nació en la ciudad de Puebla el 2 de diciembre de 1952; tiene casi 73 años y sigue teniendo una facilidad encomiable de comunicarse con su público; por cierto, al llegar al concierto pude constatar que éste no era sólo de gente mayor de 50 años, hubo personas de todas las edades -incluso muchos niños que podían fácilmente ser identificados entre los miles de asistentes, porque para que pudieran ver al grupo fueron cargados en hombros por sus padres-.
La agrupación rockera está integrada por Alex Lora, Chela Lora, Rafael Salgado, Lalo Chico, Óscar Zárate, Charly Valerio, Alejandro Álvarez, Felipe Chacón y Antonio Alba “El danzante”; recientemente falleció Lalo Toral, quien formó parte del Tri y fue recordado en el concierto. Ése fue uno de los momentos más interesantes de esa noche, porque Lora hizo mención del reciente fallecimiento de Mario Vargas Llosa y de quien fuera su tecladista para después motivar al público a que les brindaran “un minuto de desmadre”, acto seguido interpretó “Cuando tú no estás” y yo creo que el coro que dice “Más prendido que el Sol, más oscuro que la negra noche, más profundo que el mar, más absurdo que la realidad, más ardiente que el fuego infernal, más inmenso que la eternidad, así es el vacío que se siente cuando tú no estás”, fue escuchado en todo el centro histórico. El Tri es parte de mis recuerdos de la infancia y hoy, a tantos años de distancia de haberlos escuchado por primera vez, sigo pensando que son un símbolo de resistencia, de crítica social y de conexión con una gran parte de la población mexicana que los sigue por su autenticidad y constancia; por eso me da mucho gusto que hayan sido incluidos en el Festival Cultural Zacatecas 2025, que esta semana continúa con su programación. Me dio gusto también que, a la mitad del concierto, Alejandro Lora saludara a Pilo Avandarillo, uno de sus más fervientes seguidores y que se encontraba ahí, al frente del escenario, cantando sus canciones. Pilo es profesor de secundaria, historiador y rockero, originario de Valparaíso, Zacatecas, y desde hace años que promueve la cultura del rock, la disfruta y ahora la comparte, en las aulas, con los más jóvenes. Porque el rock es cultura y porque la juventud no se mide sólo con años, se puede seguir siendo joven y rockero toda la vida.
Que disfrute su lectura.
Jánea Estrada Lazarín lagualdra@hotmail.com
Contenido
Directorio
Raymundo Cárdenas Vargas Dir. La Jornada de Zacatecas direccion.zac@infodem.com.mx
Jánea Estrada Lazarín Dir. La Gualdra lagualdra@hotmail.com
Sandra Andrade Diseño Editorial
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Tres movimientos: Inspiraciones sobre el esplendor, el ocaso y otras iluminaciones, de Luis Miranda Rudecino Por Hedda Hernández Romo Álvarez
Territorios efímeros [Exposición de Angélica
y Johard Medina] Por Laura Sánchez Solorio 3
Juan Carlos Villegas Ilustraciones jvampiro71@hotmail.com
Santos Motoapohua de la Torre Santiago y el Museo Zacatecano, una historia de 25 años Por Julieta Medina Briones
El baile de los objetos inmarcesibles Por Mario Alberto Medrano
Valadez
Santos Motoapohua de la Torre Santiago y el Museo Zacatecano, una historia de 25 años
6 Por Julieta Medina Briones
Hace unas semanas la maestra Alma Rita Díaz me informó que el Gobierno del Estado a través del Instituto Zacatecano de Cultura y el Museo Zacatecano estaban programando un homenaje al maestro Santos Motoapohua de la Torre Santiago y me invitó a participar, a lo cual por supuesto acepté con mucho gusto. Desde ese día, muchos gratos recuerdos relacionados con Santos (como le llamamos afectuosamente por la confianza que nos tenemos) han venido a mi mente, y es por ello por lo que decidí que mi participación fuera en ese sentido, es decir, compartir con todos ustedes la memoria de sucesos ocurridos a lo largo de los años. Cómo es que inició la historia que une a Santos de la Torre con el Museo Zacatecano, cómo y cuándo llegó aquí el magnífico mural que se encuentra en exhibición permanente, así como también comentar otros acontecimientos relacionados con la trayectoria artística de Santos. Comenzaré refiriendo que tuve la enorme fortuna de conocer a Santos de la Torre en enero de 1999. En ese tiempo yo era asistente del director del Instituto Zacatecano de Cultura, el Mtro. José Esteban Martínez, y recuerdo que Santos de la Torre, acompañado de John Lilly y Humberto Fernández de la organización no gubernamental “Conservación Humana A.C.” (CHAC) tuvieron una reunión con el Mtro. José Esteban en la que solicitaron el apoyo y respaldo del Instituto Zacatecano de Cultura para dar seguimiento al proceso de recuperación de un mural obra de Santos de la Torre titulado “Misterio y viaje de los tres espíritus sagrados” que se encontraba “extraviado” o mejor dicho, “robado” o “retenido indebidamente” por un antropólogo que alegaba tener derecho sobre la obra por haber ayudado a Santos a conseguir los recursos para su elaboración a través del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes en 1993.
La denuncia ya se encontraba entonces en la Comisión Nacional de Derechos Humanos, a cargo del Lic. Epigmenio Mendieta. Entonces, el Mtro. José Esteban Martínez me pidió que me encargara personalmente de atender esa petición y apoyar en todo lo que fuera necesario. A partir de ese día, la comunicación con el Lic. Mendieta y con Santos de la Torre fue constante.
En abril de ese mismo año 1999, fui nombrada directora del Museo Zacatecano y ahí inició la estrecha relación entre el maestro Santos de la Torre con este museo, relación que continúa y que es para siempre, pues exhibe uno de sus importantes murales. Retomando la historia del mural robado, gracias al trabajo de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, meses después, el mural fue felizmente recuperado y se acordó con Santos de la Torre de que en lugar de que fuera resguardado en una bodega del Instituto Zacatecano de Cultura, pudiera ser exhibido en el Museo Zacatecano por tiempo indefinido. Eran finales de 1999, el siglo XX estaba por concluir y desde el Gobierno del Estado y el Instituto Zacatecano de Cultura se estaban programando muy diversas actividades y eventos por el cambio del siglo. Así que se pensó que para el Museo Zacatecano no habría mejor forma de recibir el año 2000 que con la inauguración de la exhibición del mural “Misterio y viaje de los tres espíritus sagrados” la cual efectivamente se llevó a cabo el 30 de diciembre de 1999 con gran entusiasmo y alegría, con músicos wixaritari, tejuino y esquites de elote tierno, como auspicio de un buen inicio del siglo XXI. Entre los oradores de ese evento, además del secretario general de Gobierno y del director del Instituto de Cultura, participó también la maes-
tra Alma Rita Díaz Contreras. 25 años han pasado desde entonces y hoy el Museo Zacatecano a su cargo, lleva a cabo este merecido homenaje al maestro Santos de la Torre para celebrar y reconocer su trabajo que lo ha situado como uno de los más destacados artistas wixaritari, tanto a nivel nacional como internacional.
Regresando a los acontecimientos del pasado, a mediados del año 2000, el Museo Nacional de Arte Mexicano en Chicago, Estados Unidos, a través del Museo Zacatecano le solicitó a Santos de la Torre el préstamo del mural para ser exhibido a partir de marzo del 2001, solicitud que éste aceptó, lo cual fue para el Museo Zacatecano por una parte motivo de regocijo por el reconocimiento de tan importante museo a la obra de Santos, pero al mismo tiempo motivo de preocupación, pues ya era impensable no contar con tan bella y significativa obra que había atraído así mismo el interés y visita de numeroso público.
Fue entonces que el Museo Zacatecano con el apoyo de la Secretaría de Obras Públicas del Gobierno del Estado, le encargó la elaboración de otro mural de las mismas dimensiones, para sumarlo de forma permanente a la valiosa colec-
ción de arte huichol que ya poseía el museo.
De septiembre del año 2000 a marzo del 2001, Santos de la Torre con la colaboración de su esposa, sus dos hijas y otros cuatro artesanos, trabajaron ininterrumpidamente durante 7 meses en la creación del mural titulado “Visión de un mundo místico” el cual fue colocado el mismo día que se desmontó el mural “Misterio y viaje de los tres espíritus sagrados” para ser llevado a Estados Unidos, donde fue exhibido por un largo periodo.
Y en ese gran Museo Nacional de Arte Mexicano de Chicago, les sucedió lo mismo que al Museo Zacatecano: no estaban dispuestos a prescindir de tan bella obra al término de la exposición temporal y le encargaron a Santos de la Torre la elaboración de otro mural de las mismas dimensiones para exhibirlo de forma permanente. Solicitaron al Museo Zacatecano su colaboración para que fuera el enlace entre ellos y Santos de la Torre para todo lo relacionado con la realización de ese nuevo mural y así se hizo. “El nuevo amanecer” fue el título de esa obra concluida en el año 2003.
El mural “Misterio y viaje de los tres espíritus sagrados” regresó de Chicago y a petición de Santos siguió bajo el
Santos Motoapohua de la Torre en el Hotel del Arte Santa Rita, Zacatecas. 2025.
Arteresguardo en bodega del Museo Zacatecano.
Años después, a mediados del 2012 fue solicitado en préstamo por el Gobierno de Chihuahua para ser exhibido por un corto periodo y luego continuó bajo el cuidado del museo hasta el año 2018 cuando fue adquirido por un coleccionista particular.
En el año 2013, el director de cine Nicolás Echevarría y el productor José Álvarez iniciaron la filmación de la película documental Eco de la montaña sobre la vida de Santos de la Torre y a través de la curadora de la Sala de Arte y Cultura Huichol, la antropóloga Colette Lilly, solicitaron el apoyo del Museo Zacatecano para buscar y conseguir una vivienda adecuada en renta en la ciudad, en la cual Santos, su familia y sus colaboradores pudieran estar trabajando en la creación de un mural cuyo proceso sería también filmado. Cuando el mural quedó concluido, titulado también “Eco de la Montaña”, fue en este patio donde hoy nos encontramos que se llevó a cabo la filmación.
Cabe mencionar que los murales que realiza Santos de la Torre se conforman de la unión de cuadros independientes que se arman a manera de un rompecabezas, así que cada pieza se fue colocando y uniendo sobre el piso del patio para luego ser filmado con una grúa cinematográfica que sostenía la cámara. Para quienes aquí trabajábamos fue emocionante ver el proceso de filmación.
La película documental sobre Santos de la Torre constituye en sí misma un reconocimiento a la trascendencia de su trabajo artístico y por ello les comparto algunos datos interesantes sobre el filme: narra que Santos de la Torre NO fue invitado a la inauguración de la exhibición permanente de un mural de su creación titulado “Pensamiento y alma huichol” que fue colocado en la estación Palais Royal–Musée du Louvre del Metro de París, donado por el Gobierno de México a Francia por los 30 años de cooperación y amistad entre los sistemas de transporte colectivo Metro de ambos países y que fue inaugurado por el entonces presidente de México Ernesto Zedillo el 6 de octubre de 1997 en su visita a París. Pero repito, el artista, el maestro Santos de la Torre no fue invitado… una acción lamentable que significó mucho más que una descortesía; fue el reflejo del olvido y abandono del gobierno para con artistas, artesanos y en general con la población wixaritari y con otros pueblos originarios.
La película documental aborda otros aspectos de la vida de Santos, su familia, la peregrinación al sitio sagrado de Wirikuta para pedir permiso a sus dioses para la elaboración de un nuevo mural cuyo proceso se documenta, así como los significados del mismo.
La película se estrenó en marzo del 2014, y durante ese año y el 2015,
participó en festivales nacionales e internacionales y obtuvo diversos premios y nominaciones, entre otros en el 2014: Mejor Documental del Festival de Cine de Chicago; Mejor Documental mexicano del Festival Internacional de Cine Documental de la Ciudad de México; en el Festival Internacional de Cine de Guadalajara ganó como Mejor Largometraje Mexicano, Mejor Película Iberoamericana y el Premio Especial del Jurado; en el Festival de Cine Latinoamericano de Lima, Perú, ganó también el Premio Especial del Jurado.
Participó en el Festival de Cine de Abu Dhabi, donde fue nominado como Mejor Largometraje Documental; y en el Festival de Cine de la Realidad (Cinéma du Réel) en París, fue nominado al Premio al Mejor Documental; en el año 2015 fue nominado a los Premios Ariel como Mejor Largometraje Documental y Mejor Banda Sonora. También participó en el Festival Internacional de Cine de Berlín. Fue exhibida en varios estados de la república incluido Zacatecas a través de la empresa mexicana Cinépolis. Para quienes tengan interés, actualmente
puede verse a través de la plataforma de Youtube.
Cierro el comentario sobre esta película documental mencionando que el título de Eco de la montaña se debe a que el nombre wixárica “Motoapohua” de Santos, se traduce precisamente como “Eco de la montaña”.
La obra artística de Santos de la Torre también ha sido motivo de inspiración e interés por descubrir y comprender sus significados, por ir más allá del aprecio y disfrute de la extraordinaria belleza de sus obras, vibrantes en formas y colorido.
Fotograma de la película Eco de la Montaña, de Nicolás Echevarría, 2014.
Santos Motoapohua de la Torre. Visión de un mundo místico. Colección Museo Zacatecano.
Es el caso de la Maestra en Estudios de Arte y Literatura Lucía Agraz Rubín de la Ciudad de México, quien a través del Museo Zacatecano pudo contactar y entrevistar a Santos (también en el museo) ya que en el año 2019 se encontraba realizando la tesis “Wirikuta. Bases para la preservación de un territorio sagrado ancestral como patrimonio de la humanidad” para obtener su maestría, en la cual incluyó un capítulo dedicado a Santos de la Torre. De ahí surgió una muy buena amistad entre ellos y posteriormente Lucía Agraz a través de una Asociación Civil que ella presidía, tomó la iniciativa, responsabilidad y trabajo para postular a Santos de la Torre como candidato al “Premio Nacional de Artes 2019” en la categoría de Artes y Tradiciones Populares y el Museo Zacatecano apoyó la iniciativa a través de una carta que se incluyó en el expediente respectivo. No fue seleccionado y Lucía Agraz lo volvió a intentar 2 años más, en el 2020 y en el 2021.
Otro caso un tanto inesperado fue el de los directivos del club de fútbol profesional Mineros de Zacatecas. A principios del año 2019, se presentaron en el Museo Zacatecano con una muy bella iniciativa: deseaban que el diseño de las tres nuevas playeras que portarían durante un año, tuvieran “símbolos o distintivos de identidad” que tuvieran que ver con el arte, las tradiciones y la cultura de Zacatecas.
Sin dudarlo los orientamos hacia la Sala de Arte y Cultura Huichol y quedaron impresionados con el mural “Visión de un mundo místico”, eligieron el fragmento central de éste, el “Tepari de Tatehuari”, el “Abuelo Fuego”; a través del museo se solicitó el permiso correspondiente a Santos de la Torre, quien aceptó que el diseño fuera utilizado para una de las playeras.
Otra playera tuvo en su diseño un fragmento de una obra del maestro Manuel Felguérez quien también con gusto dio su permiso y la última de las 3 playeras tomó como diseño el perfil de un danzante de la Danza de los Matlachines.
Santos de la Torre fue invitado de honor a la presentación de las nuevas playeras en un evento muy singular que tuvo como escenario el Museo de Arte Abstracto Manuel Felguérez. Recientemente me enteré de que la idea que tuvieron los Mineros de Zacatecas fue la primera de ese tipo, y que su iniciativa fue muy bien acogida en el ámbito futbolístico y luego replicada por otros clubes de fútbol.
Ahora me voy a referir al proyecto “Museo del Cielo” que ha llevado a cabo el Clúster Turístico y Cultural de Zacatecas, cuya primera etapa inició en el año 2019, y que seguramente la mayoría de los aquí presentes ya conocen. Se trata de la reproducción en
gran formato de obras de arte que se encuentran en los diferentes museos, impresas en cerámica por la empresa zacatecana Cesantoni y que cubren los pisos de azoteas de algunas casas del centro de la ciudad, los cuales pueden ser admirados desde el paseo por el teleférico. La primera obra seleccionada para ser colocada en la azotea de mayor dimensión, pues se trata del techo de una escuela pública, es precisamente el fragmento central del mural de Santos de la Torre “Visión de un mundo místico”. Fue también a través del Museo Zacatecano que se contactó a Santos de la Torre para que le fuera explicado el proyecto, obtener su autorización, y facilitar la imagen del mural.
Muchos años atrás, en el año 2005, la utilización temporal de un fragmento del mismo mural que sirviera de inspiración para diseños estampados en mascadas de seda, también fue autorizada por Santos de la Torre a la firma mexicana de diseño Pineda Covalin, previo acuerdo comercial y con la condición de que en cada una de las piezas se incluyera el crédito correspondiente a Santos de la Torre mediante una breve ficha igualmente con el significado del diseño.
En este breve recuento de sucesos alrededor de la obra de Santos de la
Retomando el tema de la postulación del maestro Santos de la Torre como candidato al Premio Nacional de las Artes en la categoría de Artes y Tradiciones Populares, que lleva a cabo cada año el Gobierno de México, en los años recientes 2024 y 2023, han sido el Instituto Zacatecano de Cultura “Ramón López Velarde” y el Museo Zacatecano quienes lo han postulado. Con la orientación de un gran amigo de Santos, el promotor cultural Fernando Alarriba, el Museo Zacatecano fue el responsable de integrar los expedientes necesarios. Hasta aquí, sólo he compartido con ustedes la memoria de acontecimientos alrededor de la obra del maestro Santos de la Torre. Ahora quisiera referirme brevemente a que todas sus creaciones son reflejo de su cosmovisión, de la cultura ancestral de su pueblo y su rica mitología, de la profunda unión que tienen con la naturaleza, con la tierra, con el mar, con los astros, de las peregrinaciones que realizan a los diversos sitios sagrados, en especial a Wirikuta en el desierto de Real de Catorce, SLP, de las conexiones con lo divino a través del consumo ceremonial del peyote. Cada obra suya es una narrativa visual de todo ello, cada elemento incluido como venados, águilas, serpientes, peces, lagartos, flores, aves, peyotes, astros, jícaras, tambores, y muchísimos elementos más, tienen un significado, cuentan una historia dentro de su cosmogonía.
Arte
Torre y de los cuales el Museo Zacatecano ha sido testigo, queda de manifiesto el aprecio y la resonancia de su trabajo artístico.
También deseo hacer mención que la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) ha reconocido la valía y el legado cultural que constituye la obra de Santos de la Torre, por lo que llevó a cabo una magna exposición titulada “Nube divina” que fue inaugurada en diciembre del año 2023 en la Galería Manuel Felguérez de la rectoría de esa universidad.
El gestor de dicha exposición, el docente investigador de esa Institución James Ramey, señaló que era la primera muestra retrospectiva de un artista wixárika contemporáneo y en la que se celebró también sus 6 décadas de creación. Posteriormente, el mural “La luz del mundo. Dos divinidades” que fue la pieza central de esa exposición, fue adquirida por la misma Universidad Autónoma Metropolitana en el marco de su 50 Aniversario en mayo de 2024, sumándose a su patrimonio artístico, para ser exhibida de forma permanente. Cabe mencionar que James Ramey conoció el trabajo de Santos de la Torre muchos años atrás gracias a la querida antropóloga Colette Lilly.
Concluyo mi participación citando un fragmento de un texto del escritor e historiador de arte mexicano Jorge Alberto Manrique, publicado en el periódico La Jornada en septiembre de 1996 sobre el mural “Misterio y viaje de los tres espíritus sagrados”, pero que puede ser aplicado a toda la obra de Santos de la Torre.
Cito: “Lo que el espectador tiene enfrente es una especie de joya magnífica, en su brillo, en la cantidad de sabio trabajo acumulado por un conocimiento secular, en la cantidad de formas que se aglomeran y se organizan, procedentes del mundo natural, animal, humano y sobrehumano; formas que se establecen a partir de modos de representación ajenos a la cultura occidental casi en su totalidad… nos encontramos frente a un objeto que no tenemos de entrada dificultad para calificarlo de obra de arte. Nos sorprende, nos atrae, admiramos sin reserva la cantidad de trabajo invertido, la calidad de la hechura y el hecho de que contiene significados profundos, aunque no seamos capaces de desenterrarlos en una primera lectura”, fin de la cita. Creo que el maestro Jorge Alberto Manrique supo expresar perfectamente lo que todos o la gran mayoría de los espectadores sentimos ante una obra del maestro Santos Motoapohua de la Torre Santiago.
Eco de la Montaña, de Nicolás Echevarría, 2014.
*Texto leído durante el homenaje al maestro Santos de la Torre, en el Museo Zacatecano, el 15 de abril de 2025.
El baile de los objetos inmarcesibles
6 Por Mario Alberto Medrano
Libros
La literatura puede asemejarse mucho a una caja de herramientas o baúl. Sobre todo, uno que lleva tiempo olvidado. Quien lo halla, descubre que el dueño (incluso si lo hace el mismo propietario) almacenó un puñado de pertenecías que muestran un tiempo y espacio, una anécdota, acaso la fotografía rota y sepia, el martillo de la mudanza, la ropa del bebé, todo aquel recuerdo que teje y desteje la memoria.
Los objetos en la literatura no son —no pueden ser— mera decoración. Su presencia es detonante de la anécdota, de la novela completa, como la madalena con té en el poderoso libro de Proust o la terrorífica pata de mono de Jacobs.
En el caso particular de la nueva novela de Karla Suárez (La Habana, 1969), Objetos perdidos, lo anterior cobra una relevancia especial. En esta obra, la protagonista, Giselle, vincula el pasado y el presente a través de elementos como bufandas, fotografías, vasos de café, y son estos objetos proustianos los que llevan la narración de atrás hacia adelante.
Giselle, quien fue niña y adolescente en Cuba, es una apasionada de la danza, una enajenada que sólo quiere bailar, así tal cual. No le importa la vida en familia, con pipo y mima (sus padres), ni si debe recorrer mil kilómetros para lograrlo. El presente, de una Giselle adulta, transcurre en Barcelona, donde ya ha bailado, y conoce otro mundo.
El disparo de salida de Objetos perdidos (Tusquets, 2024) es, a su manera, incidental. Giselle, quien se encuentra con su pareja, Javi, son asaltados. Ambos, que llevan tiempo discutiendo, como nos lo hace saber la protagonista-narradora, son embaucados por un grupo de personas, de esto se desencadena que a ella le roban su bolsa, donde lleva teléfono y cartera con credenciales. Javi, por rabia y despecho, la abandona. Ella va a la comisaría a levantar la queja, aunque no tiene forma de identificarse, ni a quién contactar. Su último recurso es encontrar a su amigo Raviel, quien vive en la ciudad condal. Para eso, y como no tiene manera de contactarse y no sabe exactamente dónde vive, decide plantarse en la esquina de La Sagrada Familia, pues sabe que por ahí lo podrá encontrar. Que la protagonista pierda su bolso es el inicio para rebobinar la narración. Los objetos que se encuentran en la bolsa sirven para que Giselle nos lleve a su infancia. Ahí, en la Isla, es donde comienza a entretejerse el discurso artístico, los romances, el primer encuentro sexual y su amistad
con Raviel, quien también amaba el baile, aunque los padres de ambos les impedían bailar, pues era una profesión de putas y maricones.
Los elementos para tensar y conflictuar la historia ya están: una mujer perdida que no sabe cómo localizar a su amigo, sin dinero ni carnet; ella misma, pero en otro tiempo, debe resolver cómo, también sin dinero ni apoyo familiar, dedicarse a su pasión. Las peripecias que enfrenta Giselle son de diversas magnitudes, la del presente, no tiene para comer, entonces decide bailar en la esquina de la monumental basílica catalana para ganar unos pesos y encontrar a Raveil.
La adolescente, con todo en contra, confronta a su madre, quien nunca la quiso, y a su padre, quien la considera una buena para nada. Una mujer ante la tragedia.
Esta novela se narra en un tiempo establecido: en cinco días se inicia y se resuelve, pues la novela comienza con el robo un miércoles, el desenlace (algo romántico y cursi) culmina el domingo. El arco de tiempo es una buena manera de controlar la novela, se ajusta a un espacio-tiempo determinado, con ello la autora pone freno justo a tiempo a la voz de la narradora autodiegética.
Objetos perdidos es una novela sin sobresaltos, te descubre poco a poco, como destejer un arcoíris, el conflicto real de la protagonista, a cuentagotas muestra el colmillo de la historia, incluso podría decir que es lenta, con algunas escenas que parecen repetir las intenciones o con discursos que suelen desgastarse.
Esta novela nos muestra el periplo de muchos cubanos que deciden salir de la isla para llegar a Europa. Las vicisitudes y el gozo que hay en ellos. La autora decide no hablar de Cuba en el entorno político, ni tampoco acechar las relaciones internacionales entre países. No es un libro político, sino de literatura. No hay una vena latinoamericanista en ellos, sino llagas familiares y trebejos emocionales.
Creo que esta historia tiene elementos propios del cuento, la historia se colisiona y la protagonista debe resolver un asunto muy particular. Hay pocos personajes y el universo aledaño de la historia es, en sí mismo, la misma historia y problemática.
Objetos perdidos es una sola voz, sostenida, con el oficio de una escritora que narra con mucha solvencia, con mucho conocimiento de causa, que sabe cuándo apropiarse de algo más hondo como su vida misma y cuándo soltar para dejar que el personaje sea eso, una ficción literaria en un baile de máscaras.
Tres movimientos: Inspiraciones sobre el esplendor, el ocaso y otras iluminaciones, de Luis Miranda Rudecino
6 Por Hedda Hernández Romo Álvarez
El presente texto ha sido redactado con algunas palabras sustraídas de la obra Tres movimientos: Inspiraciones sobre el esplendor, el ocaso y otras iluminaciones, de su autor, Luis Miranda Rudecino. Habrá palabras que, al adquirir esta obra, ustedes identificarán en su lectura. Algunas de ellas han sido sustraídas no necesariamente de su propio título, sino más bien, de alguna imagen que, como representación simbólica del poema, me haya tocado. He querido hacerlo de esta manera para no perder el hilo conductor ontológico de la palabra poética de la obra.
En el prólogo, Luis nos introduce mágica y atinadamente a lo que es su obra, indicándonos cuál es el camino para comprender un poema, antes de iniciar sus lecturas. Abro cita: “Comprender un poema puede ser cordial o difícil, o muy largo o muy corto”, cierro cita, en el que el mismo autor se cuestiona, abro cita: “¿por qué largo por qué corto? Porque cada una y cada uno desde nuestra individualidad, desde la subjetividad, llegaremos a un acercamiento del poema o no llegaremos, lo podremos sentir o no, viviremos el poema lo padeceremos o incluso lo ignoraremos”, cierro cita.
Sin querer, con esta cita, relacioné una de Octavio Paz, de su obra El Arco y la lira, en la que nos dice, y abro cita, “cada lector busca algo en el poema y no es insólito que lo encuentre ya lo lleva dentro”, cierro cita. Con la cita de Octavio Paz, identifico lo que Luis menciona
en su prólogo, ya que, con ese “llevarlo dentro”, llegamos a un acercamiento del poema desde la subjetividad, y desde la individualidad. Es decir, cada lector lleva dentro de sí esa subjetividad, esa individualidad a la que aduce Luis. Y me pregunto ¿por qué el lector al leer un poema puede tener acercamiento o no? ¿Por qué el lector que lee un poema puede sentirlo o no? ¿Qué hace que el lector que lee un poema lo padezca o incluso lo pueda ignorar? A mi parecer, como poetómana, adicta a la poesía, la explicación está en que, cuando el lector lee un poema y tiene acercamiento o no, puede sentirlo o no, lo padezca o incluso ignore el poema, es porque al lector le toca fibras emocionales. Es decir, el lector al leer un poema que le significa, que tiene un acercamiento, que puede sentirlo o que lo padezca es porque ese poema que leyó le ha tocado fibras emocionales. Esas fibras emocionales, que cada uno tenemos son las vivencias, son los referentes, son las experiencias vividas desde nuestra individualidad, por lo tanto, interpretados desde nuestra subjetividad. No llegamos al acercamiento, no lo vivimos o incluso lo ignoramos cuando no encontramos en nuestra subjetividad una fibra emocional que sea tocada con ese poema. Lo más seguro es que lo dicho no sea una máxima, y está lejos de serlo, aun así, el lector que lee un poema y le significa no le es ajeno. Hagamos, pues, que el universo se abra, saboreando metafóricamente la cereza en tres movimientos: el amor, la muerte y la creación. Disfrutemos de la vida por un momento, o por momentos. Tres movimientos, me evoca a la música. La estructura de las grandes obras de música clásica se divide en tres o cuatro movimientos. Nos enfocaremos en las obras de tres movimientos, y se dividen en Allegro, Andante y Allegro o Rondó. Esto quiere decir, ritmo rápido, ritmo lento y ritmo rápido. Como la obra Tres movimientos:Inspiraciones sobre el esplendor, el ocaso y otras iluminaciones nos dicta; retomaremos como AllegroEl amor-ritmo rápido, Andante-la muerte-ritmo lento, y Allegro o Rondóla creación-ritmo rápido. Dada la explicación, iniciamos.
Primer movimiento: el cuerpo que me abandona 28 poemas que aducen al amor. Ese amor que muchos de nosotros segui-
mos creyendo, y otros no. Ese amor que muchos consideran clichés, cursis o inclusive, romantizar el amor. Todos pueden tener su propia definición, lo que, en lo personal puedo decir es que, haber leído este Primer movimiento, el movimiento Allegro-el amor-el ritmo rápido, me hizo continuar en mi propia idea, y reconfirmar que el amor sí existe. Sigue existiendo en los corazones transparentes, abiertos, sin miedo ni temor a la vulnerabilidad. En la pareja que se mira, que se siente, que se vibra, que se respira, que se vive y se muere día con día.
El amor existe en El cuerpo que me vacía…, A la vista encuentro tu mirada que taladra el límite del éxodo, como sensibilidad que provee de la vid. La vid, ésa que provoca la embriaguez de la vida. La embriaguez que hace el canto del poeta. El amor existe en el Respiro ¡Viva la mujer que nos parió! …hasta que la imposibilidad de la eternidad sea palabra, tu nombre. Vámonos a la fiesta de las cosas pequeñas… Vámonos a la fiesta del cuerpo… al templo… O a La historia de su vida… Silencio, Silencio. Porque hay Un poema antes de dormir, Corazón carmesí, El margen de las palabras no termina, Nazco con amor, Tu tiempo eterno, Soy bóveda celeste, …los brazos de la luz de la luna…, porque Te moa espo. El amor existe en Nuestra vida juntos, hasta mi muerte o la tuya, El tiempo nos arroba por completo. Te beso y Lentamente volvemos a morir. Hacerte el amor sempiterno… Lucidez insólita. La noche eterna Tan solo un instante. Confío mis manos, en tu voz. Dulce noche. ¿Por qué nos abandonamos a la intimidad? La realidad es absorta.
Continúa, In Crescendo. Segundo movimiento ¡Respira! Y Elegías: tres poemas y un cruel invierno 4 poemas que aducen a la muerte. Es la muerte a la que unos temen, otros esperan, otros ni se acuerdan, y a la que todos llegaremos. Muchos ignoran, otros idealizan, otros creen adelantarla, y ahí estaremos. Asumimos nuestra propia idea de morir. Haber leído el segundo, de los tres movimientos, me ha permitido ver de otra manera la muerte ¿saben cómo? La muerte acompañada de amor. La muerte que acompaña amor. La muerte que es indisociable del amor. El movimiento Andante-la muerte-el ritmo lento.
¡Respira! En Uno, Cuerpo mordaz, en Dos, la lluvia de tu sonrisa, en Tres, Tu rostro lo siente y en Cuatro, ¡Respira azul! Porque en la Ciudad azul El aire es mío, Ciudad y máscara roja. Azul imperial. Y después la desesperanza, la pérdida, el dolor: Elegías, en Tres poemas y un cruel invierno. Porque en Uno llega El derrumbe. Somos vida y muerte. En Dos lo que no se marchita ni pierde frescura: te abrazamos en la eternidad Iouri. En Tres sabernos queridos de ese gran corazón de mi tío Octavio. Y el Cruel invierno, Aléjate No toques más nuestro corazón, corazón marchito. Recuerdo los sonetos…
Finalmente, decrescendo o diminuendo. Tercer movimiento: Inspiraciones numéricas
22 poemas que aducen a la creación, en Inspiraciones numéricas, en El poema del no y en Morir a tiempo. Haber leído el tercer movimiento, el movimiento Allegro o Rondó-la creación-y vuelve, al cierre, el ritmo rápido, me ha llevado a reconciliarme nuevamente con el amor de pareja. Agradezco que esta obra haya llegado a mis manos. Gracias. Porque las inspiraciones también pueden ser números, o los números también nos inspiran al amor, al amar, al estar, al saber estar. A hacer saber que se está, que se cuida, porque las palabras no se las lleva el viento, porque las palabras quedan en el alma, sin importar si es la estaca que mata a Drácula o si es la flecha de Eros, se quedan, se tatúan. Imborrables. La presencia en el universo de Ale, ni siquiera la bella forma Fibonacci, logra comprender el infinito amor que le hace sentir. Porque en 1, 1, dos, 3, no me fue ajeno evocar la poesía visual en caligramas de José Juan Tablada, aunque sin letras y sí con números. Porque son Una-Uno, Uno-Una, porque no es necesario hacer notar quién tiene más ritmo en estos movimientos, es unísono, se escucha la melodía, se escucha la musicalidad detrás de las palabras. 7 años amorosos 7. Un Humano, muy humano con inspiración numérica, viviendo la vida. Aprender a leer con código de barras, y vivirlo, y que cada quien los forme con sus propios números de vida; segundos, minutos, horas, días, semanas, meses, años, bienios, lustros, décadas, quindenios, decalustros ¿el siglo? ¡Vívelo! Simplemente ¡Vívelo!
Territorios efímeros [Exposición de Angélica Valadez y Johard Medina]
6 Por Laura Sánchez Solorio
Exposiciones FCZ2025
Nuestra vida está construida de fragmentos que vagan del sueño a la vigilia y después en sentido inverso. Los días como los sueños, transitan también en multiplicidad de colores: a veces ocres y oscuros, a veces naranjas luminosos, a veces azules profundos, a veces sólo días negros que explotan en el sexo. La vida se construye con retazos del ajetreo cotidiano que nos devora entre el trabajo y el deber ser y nos libera con sus ensoñaciones diurnas y nocturnas, con una suma de recuerdos que pueden ser reales o imaginarios y se complejizan con todos los sueños que se quedaron en el tintero: saudade.
Territorios efímeros nos remite poderosamente a esos paisajes internos que habitan muy dentro de cada espectador. Nos convida a reconocer esa especie de limbo que construye nuestro interior: entre el ser y el hacer, entre lo cotidiano que nos chupa la vida y la magia de estar vivos bella, poderosamente.
Territorios efímeros conjunta diez piezas de Angélica Valadez y diez de Boris Johard Medina, en las que descubrimos un diálogo entre dibujo y pintura casi mágico, donde los colores ocres, negros, naranjas y azules se complementan; donde los seres fantásticos, híbridos, seres del limbo
son protagonistas de cada historia. Una exposición que es una invitación desarrollada cuidadosa, casi diría amorosamente, a habitar, al menos por instantes, esa sensación de no estar del todo despiertos, pero tampoco totalmente dormidos; una invitación a reconocer e integrar en el espectador, esos territorios-limbo que habitan en cada uno de nosotros y en los que aún podemos ser plantas, aves, peces u hoyos negros; seres liminales somos parecen afirmar en cada pieza los artistas. Territorios efímeros nos obliga a preguntarnos: ¿Cuál es mi identidad? ¿Acaso soy quien se agobia en la vida
cotidiana para llegar a tiempo al trabajo y corre tras el autobús de la vida que nunca alcanza a tomar? ¿Seré quien sueña dentro del sueño y no acaba de despertar? También nos invita a responder: soy el ave que habita en mi alma, que contempla su oscuridad para aprender a crearse de nuevo, soy el café de la mañana que día a día me llena de esperanza cuando huelo su esencia, en cada sorbo tibio que va abrazando y re-construyendo mi ser. Mujer hueco, hoyo negro que explota de placer, hombre planta, alma de pez, mitad animal, mitad aroma de la mañana.
La exposición Territorios efímeros fue inaugurada en la Galería Artgoqui el pasado 17 de abril en la ciudad de Zacatecas, en la Av. Hidalgo 724. Actualmente se encuentra en exhibición.
Johard Medina. Cenizas de pertenencia. 50x65 cm. Café soluble y grafito sobre papel. De la exposición Territorios efímeros