EVC - III
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EJERCICIOS ESPIRITUALES EN LA VIDA CORRIENTE
Tercera etapa:
La pasión de Cristo Aprender a sufrir con él y como él No debes entrar aun en esta tercera etapa si todavía no has aclarado lo que Dios quiere de ti. Si es así debes insistir en la elección, o al menos tener el tema como telón de fondo durante estas meditaciones. Vas a disponer de una gran cantidad de material. Recuerda que no tienes que trabajarlo todo. Tu objetivo es acompañar a Jesús en su dolor, y aprender así de él. Entra dentro de sus dolores, y de su paz y seguridad... Cuidado con envolverte en tus propias emociones, pues ello te impediría sintonizar realmente con Jesús. No hay razón alguna para que permanezcas sombrío y deprimido. Procura implicarte personalmente en los acontecimientos que vas a contemplar. Hazte presente, como si todo sucediera ante tus ojos. Lo que aconteció entonces tiene mucho que ver con lo que sucede ahora... No olvides que uno o dos días a la semana debes hacer una repetición de las meditaciones que más te hayan tocado o quizás alguna de las que más te costó realizar.
El dolor es una de las realidades más desafiantes de la vida humana. Puede producir crisis irreparables, cuando no se lo sabe asumir; o puede ayudar mucho a madurar cuando se consigue superarlo y trascenderlo. Aprender a sacarle fruto al dolor, al estilo de Jesús, es el objetivo de esta tercera etapa de los Ejercicios. Ignacio nos invita a mirar de frente al dolor, sin miedos ni tapujos, llevados de la mano de Jesús. Para ello nos enfrenta con el dolor del mismo Jesús y, a partir de él, con nuestro propio dolor y el de los demás. Jesús nos va a enseñar una nueva forma de sufrir y morir. La teología actual insiste en que el Nuevo Testamento se construyó sobre la base de la experiencia pascual: ¡el crucificado está vivo! Cristo es el vencedor de la muerte. Él no ha venido a glorificar el dolor, sino a poner término a su reinado. Dios pone su honor precisamente en que el despreciado, el explotado y el doliente se liberen de sus dolores y logren la felicidad. La figura del Crucificado se convierte así en provocación, en vez de resignación ante el dolor. Es rebeldía contra la explotación o la exclusión. La imagen del Crucificado no es la aprobación del sufrimiento, sino una radical rebeldía contra él. Entremos, pues, con un corazón abierto, a acompañar a Jesús en sus momentos de dolor, los de entonces y los de hoy. Él nos dará el auténtico enfoque y todas las energías que necesitemos… Pido a Dios entender el por qué y para qué de los sufrimientos de Jesús. Quiero ser solidario con él sufriendo a su lado y a su estilo. Quiero aprender a sufrir como Jesús, por sus mismos motivos y con su misma finalidad. Manifiesto a Dios que quiero esforzarme seriamente por conseguirlo, aunque me sea difícil. Necesito considerar tres temas importantes, a los que debo volver cada día: 1. Observo que Jesús sufre como ser humano que es. Me fijo en cómo sufre en su humanidad. Un hombre saludable en la plenitud de su vida es traicionado, encarcelado, torturado, injustamente ejecutado. ¿Qué es lo que pasa por la mente y el corazón de un hombre inocente cuando es tratado de esta manera? ¿Hay ira y resentimiento? ¿Hay amarguras? ¿Cómo manejó Jesús todo esto? Tengo que tener en cuenta que Jesús aceptó libremente pasar por todos estas oscuras agonías. 2. Observo atentamente que Jesús podía haberse retraído a su naturaleza divina. Él podría haber bloqueado las torturas psicológicas y físicas por las que estaba pasando su humanidad. Podría haber utilizado su poder y destruir a sus enemigos o, al menos, haber puesto fin a su carnicería. Pero no hizo nada de eso: ocultó su divinidad. Sintió cada herida en su piel y soportó cada insulto y cada traición. 3. Y, finalmente, pido a Dios para que me enseñe profundamente en mi sensibilidad que Jesús sufrió todo esto por mí, un pecador, para salvarme de la destrucción que yo mismo me produzco a mí y a mi mundo. Todas mis mentiras y deshonestidades permanecían delante de Dios cuando Jesús gritaba en su agonía. Y los dolores y sufrimientos de todos los seres humanos a lo largo de la historia. Por eso pido a Dios que me ayude a reconocer lo que debo hacer por Jesús como correspondencia a su generosidad. Realizo estos pasos conversando con Jesús, como con un amigo que sufre graves problemas. A medida que avanzamos en los Ejercicios evolucionamos en nuestra relación con Jesús. En el principio comenzamos viéndonos como pecadores delante de nuestro Creador. Según fuimos rezando sobre la vida pública de Jesús, nos convertimos en sus amigos y discípulos. Ahora nos invita a caminar con él a través de los últimos días de su vida, enseñándonos un nuevo estilo de enfrentar el dolor. En esta tercera etapa sería bueno leer algún libro sobre el sufrimiento. Entre otros, podrían ser: - Carlos Carreto, ¿Por qué, Señor?, Paulinas Madrid. - José L. Caravias, Fe y Dolor: CD Fe y Vida, Biblia Temas / http://usuarios.lycos.es/cabpy/ - Desde la dinámica de la Encarnación es bueno ver la película de Gibson La Pasión de Cristo, 122’.