ESPECIAL CENTROAMÉRICA
Rejuvenecimiento facial con toxina botulínica y sus implicaciones a nivel ocular Paula Daniela Pérez Espinel Estudiante de VIII semestre de Optometría Universidad El Bosque
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l aspecto físico de una persona juega un papel determinante en la formación y desarrollo de la autoestima y las relaciones interpersonales, generando percepciones negativas o positivas de sí mismo. Es por ello que, a lo largo del tiempo, se ha buscado disminuir aquellos aspectos que generan inseguridad física en las personas, como lo son las arrugas, consideradas como marcas del envejecimiento. En la última década, se ha evidenciado un crecimiento en la necesidad de las personas por corregir ciertos aspectos físicos (1), impulsando el desarrollo de procedimientos quirúrgicos y no quirúrgicos, como lo es, el uso de la toxina botulínica tipo A, con fines estéticos (2). El envejecimiento es un proceso natural, el cual está influenciado por factores externos como el consumo de cigarrillo, la exposición indiscriminada a la luz solar y el estrés. Como factor interno, el envejecimiento cronológico se da como reflejo de la actividad a lo largo de los años, la degeneración ósea y cartilaginosa de la edad, entre otras causas (3). Es por ello que, la primera evidencia del envejecimiento son los surcos y líneas faciales específicas de la mímica facial. Siendo una de las principales causas en el uso de la toxina botulínica tipo A (2). El objetivo de esta técnica es suavizar las líneas de expresión, siendo uno de los procedimientos estéticos no invasivos más usados desde el año 2000 (1); con más de 3.5 millones de interveniones realizados anualmente en países como Estados Unidos (1).
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Diciembre 2019