Si estás leyendo esto y dices, pues eso lo tengo en mi cuenta de ahorros, en un fondo de aportes voluntarios o incluso guardado debajo del colchón, ¡felicitaciones! no haces parte del 90% de las personas – o familias - que no tienen la facilidad de ahorrar, que no han tenido la oportunidad de estabilizar sus gastos, sus antojos y sus números para poder tener un año, o una vida planeada con tranquilidad. Existe otra forma de Parkinson en la vida del ser humano y la padecemos casi todos. También nos pone a “temblar”, pero no físicamente, sino mentalmente. En 1957 se formuló la Ley de Parkinson laboral que explica nuestra vida de hoy bajo la premisa “el trabajo se expande hasta llenar el tiempo disponible para que se termine”; esto quiere decir que trabajamos y trabajamos hasta que ya no nos queda más tiempo para trabajar ¿Te suena familiar? Hoy en día le dedicamos todo el tiempo posible a nuestro trabajo y cuando tenemos un espacio libre, nos inventamos en qué trabajar. ¿Dónde queda entonces nuestro tiempo para el ocio, el descanso, la familia, los amigos?; a veces no es fácil darle el tiempo que desearíamos a todo. Pero este nuevo Parkinson no se quedó ahí, con el tiempo se fue filtrando en nuestro presupuesto, por lo cual, los gastos aumentan hasta cubrir todos los ingresos; por ejemplo, te hicieron un aumento e inmediatamente cambias tu auto, planeas un viaje, compras un par más de zapatos y así sucesivamente; es entonces cuando empezamos un nuevo ciclo de gastos proporcionales a nuestras ganancias y una vez más dejamos de ahorrar. El problema, realmente no es que no ahorremos, sino que no pensamos a largo plazo, ni siquiera en el mediano. Kiyozaky lo explica como un límite mental, y en Latinoamérica sí que sufrimos de ello. Como ya lo habíamos dicho, 1 de cada 10 hogares planea en mediano o largo plazo. Todos miramos las cosas de una forma “tubular”, es decir, que vemos un solo pedacito de todo lo que podemos o queremos hacer en nuestras vidas. Normalmente ese pedacito es nuestro mes a mes. La Cámara de Comercio de Bogotá, asegura que el 40% de los bogotanos viven en la informalidad, es decir, tal vez tienen su propio negocio o viven de rentas, pero se manejan por fuera de los estándares regulares de trabajo, de aportes y de tranquilidad financiera, prácticamente viven el día a día. En efecto, según datos revelados por la Revista Semana, para noviembre de 2018, 8.3 millones de colombianos figuraban como aportantes a la seguridad social, sin embargo, tan sólo 2,4 millones hizo sus aportes de forma permanente ¿Qué pasó con esos otros casi 20 millones de colombianos con posibilidad de aportar?, la mejor forma de definirlo es que no tuvieron los medios para pagar regularmente sus aportes parafiscales, lo que significa a su vez, que no pudieron controlar un 13% de sus ingresos mensuales y debieron usarlos en otras cosas, tal vez importantes, con seguridad en los famosos gastos hormiga.