COMUNICACIÓN POLÍTICA, DE GOBIERNO Y REDES SOCIALES
Andrea De-Santis
Concha Pérez Curiel
Erika Jaráiz Gulías
(Editores)
tirant humanidades
Bogotá, 2023
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Comunicación política, de gobierno y redes sociales / Andrea De-Santis, Concha Pérez Curiel y Erika Jaráiz Gulías, editores. -- 1. edición. – Bogotá: Tirant Humanidades, 2023.
440 páginas.
ISBN: 978-84-1963-270-8
1. Comunicación en política. 2. Medios de comunicación de masas –Aspectos políticos. 3. Redes sociales. 4. Internet – Aspectos políticos. 5. Pandemia COVID-19 – Aspectos sociales. 6. Twitter – Aspectos políticos.
I. De-Santis, Andrea, editor. II. Pérez Curiel, Concha, editora. III. Jaráiz Gulías, Erika, editora.
LC- JA85.2.L3
302.23-DDC
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© Concha Pérez Curiel y otros
Índice Introducción NUEVO TIEMPO PARA LA COMUNICACIÓN POLÍTICA. UNA VISIÓN DESDE LA ESFERA PÚBLICA DIGITAL .................................................................................. 11 Temática y enfoque de capítulos Capítulo 1. PLURALISMO Y PARALELISMO POLÍTICO EN LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN .......................................... 33 Capítulo 2. GESTIÓN DE COMUNICACIÓN GUBERNAMENTAL EN TWITTER. CONFINAMIENTO COVID-19 EN ECUADOR ............................................................................... 59 Capítulo 3. ESTUDIO DEL ENGAGEMENT EN TWITTER A PARTIR DE TRENDING TOPICS EMPLEADOS DURANTE LA PRIMERA VUELTA DE LA CAMPAÑA ELECTORAL 2021 EN ECUADOR ..................................... 101 Capítulo
ESTRATEGIAS DE COMUNICACIÓN DEL GOBIERNO DE ESPAÑA EN LA PANDEMIA DEL COVID-19 PARA COMBATIR LAS FAKE NEWS ............. 131
4.
Capítulo 5. RELATO EN TORNO A LA REVOCACIÓN DE MANDATO EN MÉXICO 2022: UN FENÓMENO
Capítulo 6. COMUNICACIÓN Y DERECHOS HUMANOS EN AMÉRICA LATINA. LAS
Capítulo 7.
Capítulo 8.
Capítulo 9. PODER E INSTRUMENTALIZACIÓN DE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN EN LA PERIFERIA
Capítulo 10.
8 Índice
POSVERDAD
POSMODERNIDAD Y LA DOCUMEDIALIDAD ............ 163
DE
EN EL MARCO DE LA
DIMENSIONES MEDIÁTICAS DEL LAWFARE COMO ESTRATEGIA REGIONAL ......... 195
DEL 24A EN EL TWITTER DE FRANCE2 Y TF1 ............. 221
MACRON VS. LE PEN: EL DEBATE ELECTORAL TELEVISADO DE LOS COMICIOS PRESIDENCIALES
PROXIMIDAD ....................................................................... 249
MEDIOS Y CIUDADANOS EN TWITTER: UN DIÁLOGO POCO FRUCTÍFERO EN LOS MEDIOS DE
ECUATORIANA: CASO DE ESTUDIO CANTÓN QUININDÉ............................................................................ 281
LUCHA DE SENTIDOS DE LA PROTESTA SOCIAL
EJERCICIO
PLATAFORMAS DIGITALES. ............................................. 305
Y EL
PERIODÍSTICO DESDE
9 Índice
ENTRE LA RESPONSABILIDAD CIUDADANA Y LA PROMOCIÓN DE LA GESTIÓN DEL GOBIERNO: FRAME ANÁLISIS DE LOS SPOTS EMITIDOS POR EL GOBIERNO PERUANO DURANTE LA CRISIS GENERADA POR LA COVID-19 ........................................ 347 Capítulo 12. LOS NO PÚBLICOS DE LA CULTURA: UNA NOCIÓN A REVISAR ............................................................................. 375 Capítulo 13. TÓPICOS DISCURSIVOS ANTIVACUNAS Y EMOCIONES EN TWITTER EN PAÍSES DE HISPANOHABLANTES A DOS AÑOS DE LA PANDEMIA .............. 403
editores
Capítulo 11.
Biografía de los
Introducción
NUEVO TIEMPO PARA LA COMUNICACIÓN POLÍTICA. UNA VISIÓN DESDE LA ESFERA PÚBLICA DIGITAL
Andrea De-Santis1
Concha Pérez Curiel2
Erika Jaráiz Gulías3
Un momento de cambio convulso rodea a la comunicación política. El punto de inflexión se ha desatado tras los peligros que acechan la estabilidad de las democra-
1 Universidad Politécnica Salesiana de Ecuador, adesantis@ups. edu.ec
2 Universidad de Sevilla, cperez1@us.es
3 Universidade de Santiago de Compostela, erika.jaraiz@usc.es
Comunicación Política, de gobierno y redes sociales cias en el mundo. La polarización del sistema político y la desinformación son el enemigo público de una nueva ciudadanía conectada que impulsa el activismo digital pero a su vez es víctima de una virtualidad más creíble que la propia realidad.
La plataformización (Gerbaudo, 2018) y ampliación de la tecnología digital y los nuevos lenguajes crean un escenario complejo, en el que viejos y nuevos medios buscan una hibridación necesaria, que sigue marcada por la unidireccionalidad y la verticalidad del sistema político.
Cuando se vislumbran las sombras de procesos electorales dominados por el populismo y la conspiración (Pérez Curiel et. al., 2021), cuando la representación de los partidos de extrema derecha e izquierda se consolida en los Parlamentos o cuando instituciones públicas como la ONU o la Unión Europea manifiestan una preocupación ante niveles de infodemia sin precedentes, provocada por la Covid-19 en las redes sociales, es necesario revisar antecedentes, rasgos y agendas de la comunicación política, desde un triple enfoque: gobiernos, medios de comunicación y ciudadanía.
Esta triangulación permite analizar, en primer lugar, a los actores políticos como agentes públicos que usan y abusan del universo mediático analógico y digital para difundir sus mensajes y canalizar las estrategias de marketing político y electoral, “en esta campaña continua que vivimos actualmente” (Gil Calvo, 2018). La figura del líder influencer se consolida por delante de gobiernos y partidos (Pérez Curiel; Limón Naharro, 2018) que, gracias a
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las redes sociales, especialmente a Twitter, destapan a un candidato con una marca personalizada (Vázquez Sande, 2017) que no solo provoca a sus adversarios políticos, sino también a electores, partidos y medios de ideología afín. Una personalización que se considera la característica principal de la política democrática del siglo XXI (McAllister, 2007). El ejemplo de Donald Trump como candidato y presidente de EE. UU. ha marcado un antes y un después en el ejercicio de la influencia política, de la propaganda y la difusión de noticias falsas.
El discurso electoralista de fraude, conspiración y desinformación ha alimentado el populismo de extrema derecha, apoyado en las políticas contra la globalización, integración y establishment, contra las entidades supranacionales como la Unión Europea (Mammone, 2009) y contra los inmigrantes, los refugiados o la cultura musulmana (Wodak, 2015). A ello se suma la dinámica de las redes sociales, especialmente de Twitter, que favorece la difusión de mensajes falsos y la extensión del discurso del odio, generando desorden informativo (Ott, 2017).
Un nuevo modelo de comunicación política debe enfrentar la crisis de inestabilidad democrática, el incremento de la desinformación en los procesos electorales y la desconfianza ciudadana, problemas que constatan informes como The Economist Intelligence Unit (2018) o Freedom in the World (2018). En este contexto, el pacto político con los medios de comunicación y las plataformas digitales puede revertir en una respuesta de transparencia y buen gobierno para la ciudadanía.
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Un segundo foco de interés reside en el rol de los medios de comunicación con capacidad de dar visibilidad o no al discurso político, apoyarlo o criticarlo. Proporcionar información de calidad a los ciudadanos les permite formarse una opinión y participar en la política. Este es el propósito primario del periodismo (Kovach; Rosenstiel, 2007), cuya responsabilidad con la esfera pública debe ir más allá de las ideologías, del negocio económico y de la presión de las élites.
Sin embargo, con la aparición y consolidación de las tecnologías digitales, el sistema mediático ha experimentado numerosas transformaciones (Casero-Ripollés, 2018) que afectan a los procesos de producción y consumo de la información. La proliferación de canales y plataformas y la abundancia comunicativa sin límite favorecen un ecosistema de desinformación (Bennett; Livingston, 2018), de polarización y de fragmentación en un entorno mediático de alta elección (Van-Aelst et al., 2017) que aumenta la desafección de los ciudadanos ante la política y los medios.
El quehacer periodístico, clave para que los públicos conozcan la realidad y se fortalezcan los vínculos entre la información y la democracia (Casero-Ripollés, 2020), asiste a un momento de profunda transformación que exige potenciar la hibridación y la complementariedad de medios tradicionales y digitales (Chadwick, 2017; DuttaBergman, 2004). Frente al periodismo de declaraciones, tan condicionado por las fuentes institucionales gubernamentales, frente a la interpretación y el sesgo (Pennycook; Rand, 2018), los new media deben apostar por la infor-
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mación, el pluralismo y la verificación de los hechos.Sobre todo, ante un escenario en el que las redes sociales han copado el interés de la audiencia (Newman et al., 2019) y el infoentretenimiento ha sustituido a las noticias duras, de interés público (Willians; Delli-Carpini, 2011). El vacío de conocimiento crítico favorece la manipulación, especialmente en el entorno digital, un impacto que busca soluciones a través de la media literacy (Pellegrini; Múgica, 2006).
Ahora más que nunca, los medios han retomado su derecho a ser escuchados, recuperando parte de su autoridad periodística (Carlson, 2017). En paralelo, los públicos, optan por fuentes informativas establecidas y con una trayectoria larga (Esser et al., 2012) que acrediten veracidad y fiabilidad (Palau-Sampio; Gómez-Mompart, 2015). Lejos de prescindir de las redes sociales, los medios han apostado por incorporarse a un modo de informar que mantenga los principios éticos y de calidad como elemento diferencial respecto a la desinformación de líderes políticos, usuarios anónimos y nuevas voces mediatizadas (Pérez-Curiel; Velasco- Molpeceres, 2020) que suponen un desafío para el periodismo.
El último eslabón de la cadena de la esfera pública tiene como eje a la ciudadanía, expuesta a la influencia de la agenda política y mediática y en los últimos tiempos convertida en prosumidora de las plataformas sociales. La audiencia social ejerce en las redes un doble perfil de dominada y dominante Dominada por los efectos de la falacia política, de los bots y de los lobbies que la inteligencia
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artificial ha ponderado (cita) y dominante en su papel de actor colectivo y activista digital (Candón Mena, 2013).
La estrategia ciudadana para construir la agenda pública ha diseñado un modelo de comunicación política “de abajo a arriba”, conocida como agenda inversa (SungTae & Young-hwan, 2007). De este modo, los activistas diseñan estrategias interrelacionadas en las redes sociales, incidiendo en las noticias para colocar sus reclamos y discursos en la agenda de los medios (Casero-Ripollés, 2015). Su objetivo es que los medios convencionales se conviertan en altavoces o amplificadores de sonido involuntarios capaces de ampliar el radio de circulación y expansión de sus demandas. La agenda-setting invertida implica que, desde abajo y a través de las redes sociales, los ciudadanos logran captar la atención de los medios tradicionales y, así, fijar la agenda.
Este protagonismo y poder de acción de los ciudadanos en las redes sociales ha nutrido las encuestas y sondeos de opinión internacionales de denuncias contra la gestión política institucional y la información de los medios. En situaciones de crisis, la ciudadanía queda si cabe más desprotegida en las redes sociales y sufre la saturación de noticias inventadas, sumada a la incapacidad de saber distinguir entre la realidad y el bulo. La pandemia de la Covid-19 provoca un conflicto social, sanitario, político y económico que ha puesto a prueba los sistemas de producción científica (Kupferschmidt, 2020) y ha generado un clima de preocupación en el entorno de las instituciones (Xifra, 2020), y de los medios (Torres Salinas; 2020),
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sobrepasados por la eclosión de rumores, falacias y desinformación. No ha sido suficiente la implicación de los organismos internacionales como la OMS y la Comisión Europea (European Centre for Disease Prevention and Control y Organización Mundial de la Salud, 2020) y de las comparecencias gubernamentales de los presidentes de Gobierno en todo el mundo para frenar los efectos de una mentira en la que también participa el anonimato que favorece la red (Vázquez-Herrero et al., 2019).
A pesar de la colaboración de la ciencia y de los expertos, a pesar de la labor de verificación ejercida por las agencias de factckeking y los medios de comunicación (Brennen et al., 2020) y de la implicación de las plataformas sociales como Facebook, que ha procedido a alertar en sus muros de la retirada de contenidos engañosos (Rosen, 2020) o Google y Twitter, que han tomado medidas para ofrecer mayor visibilidad a la información oficial y reducir la exposición de sus usuarios a contenidos no verificados, la desinformación registra una tendencia creciente. Según un informe de Corporate Excellence (2018), en 2017 las fake news aumentaron un 365 % y la tendencia es positiva. La consultora Gartner (Panetta, 2017) prevé que en 2022 el público occidental consumirá más noticias falsas que verdaderas. Por tanto, luchar contra la desinformación es ya un objetivo institucional en el ámbito político y mediático.
Desde esta perspectiva, urge una revisión de la comunicación política, del periodismo político y de la ciudadanía conectada. Por parte de los políticos, urge un mapeo
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