

IANUA COELI. MARÍA MEDIADORA DE LA HUMANIDAD. EXPLICACIÓN DOCTRINAL E
ICONOGRAFÍA
COMITÉ CIENTÍFICO DE LA EDITORIAL TIRANT HUMANIDADES
MANUEL ASENSI PÉREz
Catedrático de Teoría de la Literatura y de la Literatura Comparada Universitat de València
RAMóN COTARELO
Catedrático de Ciencia Política y de la Administración de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Nacional de Educación a Distancia
M.ª TERESA ECHENIqUE ELIzONDO
Catedrática de Lengua Española Universitat de València
JUAN MANUEL FERNáNDEz SORIA
Catedrático de Teoría e Historia de la Educación Universitat de València
PAbLO OñATE RUbALCAbA
Catedrático de Ciencia Política y de la Administración Universitat de València
JOAN ROMERO
Catedrático de Geografía Humana Universitat de València
JUAN JOSÉ TAMAyO
Director de la Cátedra de Teología y Ciencias de las Religiones Universidad Carlos III de Madrid
Procedimiento de selección de originales, ver página web: www.tirant.net/index.php/editorial/procedimiento-de-seleccion-de-originales
IANUA COELI. MARÍA MEDIADORA DE LA HUMANIDAD. EXPLICACIÓN DOCTRINAL E ICONOGRAFÍA
JOSÉ MARÍA SALvADOR GONzáLEz
tirant humanidades Valencia, 2023
Copyright ® 2023
Todos los derechos reservados. Ni la totalidad ni parte de este libro puede reproducirse otransmitirse por ningún procedimiento electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación magnética, o cualquier almacenamiento de información y sistema de recuperación sin permiso escrito de los autores y del editor.
En caso de erratas y actualizaciones, la Editorial Tirant lo Blanch publicará la pertinente corrección en la página web www.tirant.com.
© José María Salvador González© TIRANT LO BLANCH
EDITA: TIRANT LO BLANCH
C/ Artes Gráficas, 14 - 46010 - Valencia
TELFS.: 96/361 00 48 - 50
FAX: 96/369 41 51
Email:tlb@tirant.com www.tirant.com
Librería virtual: www.tirant.es
DEPÓSITO LEGAL: V-1522-2023
ISBN: 978-84-19588-89-0
Si tiene alguna queja o sugerencia, envíenos un mail a: atencioncliente@tirant.com. En caso de no ser atendida su sugerencia, por favor, lea en www.tirant.net/index.php/empresa/politicas-de-empresa nuestro procedimiento de quejas.
Responsabilidad Social Corporativa: http://www.tirant.net/Docs/RSCTirant.pdf
LA MEDIACIÓN
LA MEDIACIÓN
6
INTRODUCCIÓN
La creencia en el poder de la Virgen María como mediadora de la Humanidad, aunque tardó un tanto en expresarse con una formulación clara y precisa, se fue afirmando desde temprano en el seno de la Iglesia cristiana. De hecho, tal creencia se constituyó sobre la base de una sólida tradición doctrinal establecida por numerosos Padres y teólogos a lo largo de casi un milenio y medio, desde mediados del siglo II hasta finales del XV,1 si bien las posturas en defensa de esa tesis prosiguieron y prosiguen sin descanso durante las Épocas Moderna y Contemporánea. Nosotros nos restringiremos aquí a los enunciados favorables a dicha creencia que se hicieron hasta finales del Medioevo, fecha límite de nuestro interés investigador.
La teoría de la mediación universal de María es, en realidad, bastante compleja, por cuanto presenta diversas facetas y ramificaciones significantes, cada una de las cuales ofrece su propia especificidad teológica. De hecho, con el título de María Mediadora se relacionan también –sin identificarse del todo con él— los correlativos títulos de Auxiliadora, Cooperadora, Protectora, Abogada y Madre espiritual. Algunos pensadores lo vinculan incluso con el de Corredentora, título este último que, además de muy tardío,2 resulta bastante problemático, por las apreciables reticencias que suscita en el ámbito de la soteriología.
Es cierto que el título María Mediadora (Maria Mediatrix) comenzó a usarse de forma explícita en fecha bastante tardía: en el siglo VI según algunos, como Ponce Cuéllar (2001, 463); o en el siglo VII según otros, como Stefano De Fiores y Salvatore Meo (2006, 1095-1096). Conviene destacar, sin embargo, que la tesis de la mediación universal de la Virgen, como veremos en la Primera Parte del libro, se venía afirmando implícitamente ya desde el siglo II, mediante una innumerable serie de formulaciones –apodícticas, a veces, o, con frecuencia, metafóricas, al ser designada María con sugestivas expresiones simbólicas como “puerta del cielo”, “entrada del Paraíso”, “escalera celestial”, u otras no menos poéticas— propuestas por numerosos Padres de la Iglesia, teólogos e himnógrafos medievales. Tales
1 El título o atributo de María como mediadora universal se halla incluido en casi todos los tratados o manuales de mariología. Tal es el caso, por ejemplo, de Miguel Ponce Cuéllar (2001). María, Madre del Redentor y Madre de la Iglesia. Herder; Stefano De Fiores, V. Ferrari Schiefer y S. M. Perrella (Eds.) (2009). Mariologia (Dizionari San Paolo). San Paolo; y J.C.R. García Paredes (2015). Mariología. Biblioteca de Autores Cristianos. En este tópico son especialmente importantes los estudios de Hilda Graef (1968). Maria. La mariología y el culto mariano a través de la historia. Herder; y Brian K. Reynolds (2019). Gateway to Heaven. Marian Doctrine and Devotion. Image and Tipology in the Patristic amd Medieval Periods. Volume 1. Doctrine and Devotion. New City Press.
2 El título de María Corredentora surge a partir del siglo X, y se afirma luego por obra de San Bernardo de Claraval (1090-1153).
José María Salvador Gonzálezformulaciones se acompañaban a menudo, como expondremos en los tres próximos capítulos, con una serie de argumentos que, a juicio de sus proponentes, justifican el especial privilegio concedido por Dios a María como eficaz mediadora de toda la Humanidad.
Entre tales argumentos destaca, en primer lugar, el de que María es la Madre del Hijo de Dios encarnado como hombre, poniendo, por ende, en valor la tesis medular de la maternidad divina de María. Esta última tesis fue establecida por la Iglesia como dogma oficial en los Concilios ecuménicos de Nicea I (325) y Éfeso (431), contra diversas corrientes heréticas, como las de los docetas, los arrianos, los valentinianos, los ebionitas, los pelagianos y los nestorianos. En efecto, el Primer Concilio de Nicea (325) proclamó como dogma oficial, contra Arrio y sus seguidores, que en la única persona de Cristo subsisten hipostática e indisolublemente unidas dos naturalezas distintas, la divina y la humana. Al fijar dicho dogma, ese primer Concilio ecuménico estaba afirmando implícitamente (aunque no en forma explícita) la tesis de la maternidad divina de María. Algo más de un siglo después el Concilio de Éfeso (431) estableció, en lógica consecuencia de ese dogma del Credo de Nicea, y en frontal oposición contra Nestorio y sus seguidores, que la Virgen María es verdadera Madre de Dios (Theotókos), y no solo madre del hombre Jesús (anthropotókos). El Concilio efesino justificaba ese nuevo dogma sobre la base de que en la única persona de Cristo se hallan indisolublemente unidas su naturaleza divina de Hijo de Dios, engendrada de Dios Padre en la eternidad, y su naturaleza humana, engendrada de la Virgen María en el tiempo, por lo cual en la persona de Cristo son inseparables su divinidad y su humanidad. Por tal motivo, al ser madre de Cristo como hombre (por haber engendrado su naturaleza humana), María se convierte por inferencia necesaria en madre de Cristo como Dios, cuya naturaleza divina (engendrada por Dios Padre en la eternidad) se halla sustancialmente unida con su naturaleza humana (engendrada por María en el tiempo) en la única e indisoluble persona de Jesucristo, Hijo de Dios hecho hombre.
Un segundo argumento con el que, como veremos luego, muchos Padres y teólogos justifican la mediación universal de María deriva en forma directa de la tesis precedente. En efecto, siendo Madre del Hijo de Dios Redentor, María se asocia de algún modo a Él como colaboradora en la Redención. Esto no significa, sin embargo, que ella se convierta, como algunos pretenden, en Corredentora en sentido pleno, pues su función en este caso no es la de redimir a la Humanidad caída, sino solo la de colaborar con el verdadero y único Redentor, Cristo.
Fundado también en la primera tesis de la maternidad divina de María, muchos Padres y teólogos proponen un tercer argumento para justificar la mediación universal de la Virgen, a saber, el de su maternidad espiritual respecto al género humano. Según esos maestros de la doctrina cristiana, al aceptar ser madre de Dios Hijo encarnado para hacer posible que Él, como Redentor regenere a la Hu-
manidad degenerada por el pecado, María se convierte en Madre espiritual de los seres humanos, reconducidos por Cristo Redentor a una nueva vida de gracia y a la salvación eterna. Y –siempre según el criterio de tales maestros de la doctrina cristiana—, con esa función de Madre espiritual de la Humanidad regenerada por su divino Hijo, la Virgen se ve en inmejorable situación para ejercer con mayor eficacia la mediación universal en favor de sus hijos adoptivos, los hombres. Ligado con todo lo anterior, un cuarto argumento es propuesto por incontables Padres, teólogos e himnógrafos medievales para justificar la tesis de la mediación universal de María, a saber, el paralelismo y la antítesis entre Eva y María. Aunque cada uno de esos escritores enfatiza uno u otro de los aspectos que antagonizan las personalidades de Eva y María, casi todos ellos barajan el mismo conjunto de aspectos que en ambas mujeres se contraponen, algunos de los cuales adelantamos ahora: Eva, es madre de la Humanidad, pero también es madre del pecado, la condenación, la corrupción, el dolor y la muerte; María, es madre del divino Regenerador de la Humanidad, y, por tanto, es madre de la Humanidad regenerada, y también madre de la gracia, la salvación, la incorrupción, la felicidad, la vida eterna y la inmortalidad. Como veremos en los dos primeros capítulos, esa contraposición Eva/María, afirmada ya desde mediados del siglo II por San Justino († 165), será luego retomada, ampliada y profundizada por innumerables Padres y teólogos medievales durante más de un milenio, hasta llegar a convertirse en uno de los primeros y más reiterativos raciocinios de la mariología
Otra precisión importante se impone antes de desarrollar el tema: en su papel de mediación universal, María coopera como mediadora secundaria y subsidiaria entre Cristo y los seres humanos, sin sustituir ni minimizar el protagonismo esencial de Cristo, quien es el primer y principal mediador entre Dios Padre y la Humanidad.
Por último, en vista de que la doctrina de la mediación universal de la Virgen se expresa desde muy temprano en textos, antes de visibilizarse, mucho más tarde, en imágenes, dividiremos nuestro estudio en dos grandes partes. En la Primera
Parte expondremos en tres capítulos dichos textos: en el Capítulo 1 las afirmaciones ofrecidas al respecto por los Padres y teólogos hasta el siglo IX; en el Capítulo
2 los similares enunciados de los teólogos entre los siglos X y XV; en el Capítulo 3 las formulaciones poéticas de dicha tesis doctrinal contenidas en numerosos himnos latinos medievales. En la Segunda Parte analizaremos iconográficamente un conjunto de imágenes marianas de los siglos XIII-XV en las que, como metáforas visuales, se simboliza en alguna medida a María como Mediadora universal. Esta Segunda Parte se desarrolla, a su vez, en otros cinco capítulos: el Capítulo 4 analizará algunas imágenes de la Anunciación con presencia de Eva; el Capítulo 5 interpretará el tema en algunas imágenes de la Anunciación con puerta abierta; en el Capítulo 6 se expondrán esas metáforas visuales mediante la imagen de la Virgen de la Misericordia; el capítulo 7 analizará la mediación universal de María
en imágenes del Juicio Final; el capítulo 8 estudiará la visualización del tema en algunos portales góticos.
PRIMERA PARTE LA MEDIACIÓN DE MARÍA A LA LUZ DE TEXTOS DE LA DOCTRINA CRISTIANA
Capítulo 1
LA MEDIACIÓN DE MARÍA EN INTERPRETACIONES DE PADRES Y TEÓLOGOS HASTA EL SIGLO IX
Es importante precisar, de entrada, que, como comprobaremos in extenso en este primer capítulo, la creencia en el poder de la Virgen María como mediadora universal de la Humanidad comenzó a surgir y consolidarse desde muy temprano en el seno del cristianismo. En tal sentido, esa creencia se fue difundiendo y asentando con cada vez mayor entusiasmo y popularidad en todos los ámbitos de la comunidad cristiana sin esperar a que en 431 el Concilio de Éfeso proclamase solemnemente el dogma de la maternidad divina de María, dogma con el que esa creencia se vincula en forma esencial. De hecho, los Padres de la Iglesia y otros maestros de la doctrina cristiana justificaron la tesis de la mediación universal de María sobre la base de su maternidad divina, así como sobre algunos exclusivos privilegios suyos, como la virginidad perpetua y la excelsitud de todas sus virtudes, en especial, aquellas que la contraponen a Eva, la madre de la Humanidad. Justamente muchos de los Padres, teólogos e himnógrafos que analizaremos en este libro basan su defensa de la mediación universal de la Virgen en el paralelismo/antítesis entre Eva y María.
En este primer capítulo estudiaremos –basándonos exclusivamente en fuentes primarias— el desarrollo de esa doctrina de la mediación universal de María, documentando paso a paso, en estricto orden cronológico, los testimonios que al respecto ofrecen los Padres y teólogos de las Iglesias greco-orientales y latina durante los nueve primeros siglos de la era cristiana.
1.1. PRIMEROS SIGLOS DEL CRISTIANISMO HASTA EL CONCILIO DE CALCEDONIA (451)
1.1.1. Exégesis de Padres de las Iglesias greco-orientales en los cuatro primeros siglos de la era cristiana
Ya hacia mediados del siglo II el prestigioso apologista griego San Justino Mártir († c. 165) destaca el paralelismo/antítesis entre Eva y María, que es el primero y uno de los más difundidos y perdurables argumentos para probar la mediación universal de María. En su célebre Diálogo con el judío Trifón, San Justino ase-
José María Salvador Gonzálezgura que Eva, siendo virgen y habiendo concebido con la palabra de la serpiente, engendró la desobediencia y la muerte; en cambio, la Virgen María, habiendo recibido la fe y el gozo, al anunciarle el ángel Gabriel la gozosa noticia de que el Espíritu Santo vendría sobre ella y el poder del Altísimo la cubriría con su sombra, y el que nacería de ella santo sería el Hijo de Dios, respondió “Hágase en mí según tu palabra”.1 Con tales enunciados Justino establece los fundamentos probatorios de la creencia mariológica en estudio, que serán utilizados luego por incontables autores posteriores, a saber: Eva, al desobedecer a Dios por haber aceptado el engaño de la serpiente-diablo, engendró la muerte y la condena de la Humanidad; por el contrario, María, al obedecer a Dios tras aceptar el anuncio del ángel Gabriel, engendró al Hijo de Dios encarnado para ser el Redentor de los seres humanos. Por tal motivo, María, con su obediencia, coopera con Cristo en el plan de redimir al género humano, engendrando así la vida nueva y la salvación de la Humanidad.
Un par de generaciones más tarde, el también apologista griego San Ireneo (c. 130-c. 202), obispo de Lyon, además de asumir por completo la antítesis Eva/ María puesta en luz por San Justino, introduce también la antítesis Adán/Cristo, que será adoptada luego por otros innumerables autores. Así, en el tercer libro de su tratado apologético contra los herejes, San Ireneo subraya igualmente la contraposición entre esas dos emblemáticas mujeres, cuando apunta que María se manifestó obediente al decir “He aquí tu esclava, Señor, hágase en mí según tu palabra”, mientras Eva, aun siendo virgen, fue desobediente; y, si Eva, siendo virgen y teniendo a Adán por esposo, fue, por su desobediencia, causa de muerte para sí y para todo el género humano, María, por el contrario, teniendo predestinado un varón, José, aunque conservándose virgen, obedeció, y así se convirtió en causa de salvación para sí y para toda la Humanidad.2 El prelado de Lyon concluye su razonamiento diciendo: “Así pues, el nudo de la desobediencia de Eva fue desata-
1 La traducción española de este texto de San Justino es nuestra. Salvo indicación contraria, todas las traducciones al español contenidas en este libro son nuestras, a partir de las fuentes latinas recogidas por Jacques-Paul Migne en sus dos colecciones de Patrologia Latina y Patrologia Graeca. En algunos pocos casos hemos traducido la versión latina recogida en la colección de S. Álvarez Campos (Ed.) (1970-1981). Corpus Marianum Patristicum. Aldecoa, 8 vols., o en otras Obras Completas de algunos autores, como San Anselmo o San Buenaventura. La traducción latina del texto griego de San Justino, en versión de Migne, dice: “Eva enim cum virgo esset et incorrupta, sermone serpentis concepto, inobedientiam et mortem peperit. Maria autem Virgo, cum fidem et gaudium percepisset, nuntianti angelo Gabrieli laetum nuntium, nempe Spiritum Domini in eam superventurum et virtutem Altissimi ei obumbraturam, ideoque id quod nasceretur ex ea sanctum, esse Filium Dei, respondit: ‘Fiat mihi secundum verbum tuum’.” (Justinus Martir. Dialogus cum Triphone Judaeo, 100, 4-6. PG 6, 709-712).
2 “Consequenter autem et Maria virgo obediens invenitur, dicens: ‘Ecce ancilla tua, Domine, fiat mihi secundum verbum tuum’. Eva vero inobediens: non obedivit enim, adhuc cum esset virgo. Quemadmodum illa virum quidem habens Adam, virgo tamen adhuc exsistens [...] inobediens facta, et sibi, et universo generi humano causa facta est mortis: sic et Maria habens praedestinatum virum, et tamen
La mediación de María en interpretaciones de Padres y teólogos hasta el siglo IX
do por la obediencia de María. Aquello que Eva ató con su incredulidad, María lo desató con su fe.”3
En su quinto libro de este mismo tratado apologético San Ireneo insiste en la idea de que, así como Eva fue seducida por el ángel demonio para huir de Dios prevaricando su palabra, así también la Virgen María fue evangelizada por la palabra del ángel Gabriel para engendrar a Dios, obedeciendo su palabra.4 Y –prosigue el santo obispo—, si Eva desobedeció a Dios, María, en cambio, fue persuadida a obedecer a Dios, para convertirse de este modo, siendo Virgen, en la abogada de la virgen Eva; y así como el género humano fue atado a la muerte por una virgen (Eva), así también es salvado por una Virgen, equilibrando de ese modo la desobediencia virginal de Eva con la obediencia virginal de María.5 Ireneo concluye su disquisición en este punto señalando que, de esta forma, el pecado por la corrupción del primer hombre, Adán, recibió la reparación del Primogénito, Jesús, mientras la astucia de la serpiente fue vencida por la sencillez de la paloma, María, y así se rompieron los lazos por los que estábamos atados a la muerte.6
En la primera mitad del siglo IV el erudito sacerdote de la iglesia griega Eusebio de Emesa (c. 300-c. 360), discípulo predilecto de Eusebio de Cesarea, aborda de refilón en su sexto sermón el paralelismo Eva/María. En ese orden de ideas, comienza por indicar que todas las vírgenes están libres de la doble maldición de Eva, a saber, el estar sometida por instinto al marido, y el de parir con dolor. Luego añade que la Virgen María tiene un privilegio aún mayor que el de las restantes vírgenes, por cuanto, sin estar sometida a esas maldiciones de Eva, ha dado a luz sin dolor a su divino Hijo Jesús, quien liberó a las vírgenes de las condenas hechas a Eva.7
Tal vez unos dos o tres lustros más tarde el célebre himnógrafo San Efrén el Sirio (c. 306/07-373) enfatiza con toda claridad el papel de María como mediadora universal en la salvación de la Humanidad, al enunciar con contundencia: “Tú
virgo, obediens, et sibi, et universo generi humano causa facta est salutis.” (Irenaeus Lugdunensis. Adversus haereses. Liber III, 22, 4. PG 7-2, 958-959).
3 “Sic autem et Evae inobedientiae nodus solutionem accepit per obedientiam Mariae. Quod enim alligavit Eva per incredulitatem, hoc virgo Maria solvit per fidem.” (Ibid.).
4 “Quemadmodum enim illa [Eva] per angeli sermonem seducta est, ut effugeret Deum, praevaricata verbum ejus; ita et haec per angelicum sermonem evangelizata est, ut portaret Deum, obediens ejus verbo.” (Irenaeus Lugdunensis. Adversus haereses. Liber V, 19,1. PG 7-2, 1175).
5 “Et si ea inobedierat Deo; sed haec suasa est obedire Deo, uti virginis Evae Virgo Maria fieret advocata. Et quemadmodum astrictum est morti genus humanum per Virginem, salvatur per Virginem: aequa lance disposita, virginalis inobedientia, per virginalem obedientiam.” (Ibid., 1175-1176).
6 “Adhuc enim protoplasti peccatum per correptionem primogeniti emmendationem accipiens, et serpentis prudentia devicta in columbae simplicitate, vinculis autem illis resolutis per quae alligati eramus morti.” (Ibid., 1176).
7 Eusebius Emesenus. Sermo 6, 5. SSL 26, 154-155. En G. Gharib et al. (Eds.) (2001). Testi Mariani del Primo Millennio, I. Padri e altri autori greci. Città Nuova, 261. En lo sucesivo citaremos esta colección de textos marianos con la abreviatura TMPM, I.
[nos] abriste las puertas del paraíso, tú [nos] preparaste el ascenso a los cielos”.8 Además en uno de sus varios himnos sobre la Iglesia San Efrén contrapone una vez más a la desobediente Eva, causa de muerte y condenación, con la Virgen María, causa de vida y salvación. Al respecto nuestro autor expresa que, “como por el pequeño seno, / de aquel oído [de Eva] entró y se derramó la muerte, / así por el oído, nuevo, de María / entró y se derramó la vida”.9 Luego en un comentario exegético a los Evangelios Efrén insiste en la afirmación de que, como por el oído de Eva entró la muerte al género humano, por el oído de María entró la vida; y, puesto que el hombre contrajo el pecado por un madero (del árbol prohibido en el Paraíso Terrenal), así otro hombre, Cristo, cuando vino, canceló el pecado por medio de otro madero (la cruz).10
En otro himno el poeta sirio asume una vez más la antítesis entre Eva y María, al enunciar:
Con (el ojo) percibió Eva / la belleza del árbol, y se formó en su espíritu / el consejo del astuto [el diablo] / Y arrepentimiento / fue el resultado de la acción. / Con el oído percibió María / al Invisible, que venía en la voz. Ella concibió en su seno / la (divina) potencia que vino al cuerpo.11
En un poema en honor a María San Efrén insiste de nuevo en la contraposición Eva/María en estos elocuentes términos:
Como la muerte no le podía tragar sin cuerpo, vino (Cristo) a la Virgen, para guiar desde allí una cabalgadura al seol... Con el cuerpo, tomado de la Virgen, pisó Él el seol... y vino a Eva, la madre de todos los vivientes. Ella es la cepa cuya valla destruyó (el maligno) con sus propias manos y por cuyos frutos le dio a gustar la muerte. Y Eva, la madre de todos los vivientes, vino a ser fuente de la muerte para todos los vivientes. Pero María hizo brotar un nuevo retoño de Eva, la antigua cepa, y en él se depositó la nueva vida (Cristo).12
En otro himno sobre la Iglesia, San Efrén vuelve a poner el acento en el antagonismo Eva/María, al indicar que, aunque ambas son simples e ingenuas, Eva es
8 “Tu paradisi claustra aperuisti, tu adscensum ad caelos praeparasti”. (Ephraem Syrus, Edssem, gr., 3, 524-552, prec. 4. En J.M. Bover (1947). La Asunción de María. Tratado teológico y antología de textos. Biblioteca de Autores Cristianos, 129).
9 Ephraem Syrus, Himnos sobre la Iglesia, 48, 7. En H. Graef (1968). Maria. La mariología y el culto mariano a través de la historia. Herder, 66. Traducción española del traductor de ese libro de Graef.
10 “Quia per aurem Evae intraverat mors, per aurem Mariae intravit vita. Et quia debita per lignum contraxerat homo, etiam ille, quando venit, per lignum solvit ea.” (Ephraem Syrus, Explanatio Evangelii concordantis, 20, 32. En S. Álvarez Campos (1970). Corpus Marianum Patristicum. Aldecoa, vol. II, 535).
11 Ephraem Syrus, Himnos sobre la Iglesia, 35, 17. En Graef, 1968, 65. Traducción española del traductor de ese libro de Graef.
12 Ephraem Syrus, Sermón sobre nuestra Señor, Ed. por Lamy, 1, 193. En Graef, 1968, 68. Traducción española del traductor de ese libro de Graef.