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Bioética, violencia y conflictos internacionales

Comité Científico

De La Editorial Tirant Humanidades

Manuel Asensi Pérez

Catedrático de Teoría de la Literatura y de la Literatura Comparada Universitat de València

Ramón Cotarelo

Catedrático de Ciencia Política y de la Administración de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Nacional de Educación a Distancia

M.ª Teresa Echenique Elizondo Catedrática de Lengua Española Universitat de València

Juan Manuel Fernández Soria

Catedrático de Teoría e Historia de la Educación Universitat de València

Pablo Oñate Rubalcaba

Catedrático de Ciencia Política y de la Administración Universitat de València

Joan Romero

Catedrático de Geografía Humana Universitat de València

Juan José Tamayo

Director de la Cátedra de Teología y Ciencias de las Religiones Universidad Carlos III de Madrid

Procedimiento de selección de originales, ver página web: www.tirant.net/index.php/editorial/procedimiento-de-seleccion-de-originales

Jesús Armando Martínez Gómez

María Isabel Cornejo Plaza

Gemma Fernández Pichardo

Bioética, violencia y conflictos internacionales

tirant humanidades

Ciudad de México, 2023

Copyright ® 2023

Todos los derechos reservados. Ni la totalidad ni parte de este libro puede reproducirse o transmitirse por ningún procedimiento electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación magnética, o cualquier almacenamiento de información y sistema de recuperación sin permiso escrito de los autores y del editor.

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© Jesús Armando Martínez Gómez María Isabel Cornejo Plaza Gemma Fernández Pichardo

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Introducción 11 CAPÍTULO I Fundamentos de dos nuevos principios para la bioética global del siglo XXI: responsabilidad solidariay esperanza creativa .......... 13 René Zamora Marín CAPÍTULO II Una reflexión bioética sobre el bios y el olvido de thanatos desde el pantaRHEI de heráclito 31 Arturo Iván Cervantes Rangel CAPÍTULO III Tres perspectivas sobre la violencia ............................................................... 49 Rubén Torres García CAPÍTULO IV El silogismo del poder: verdad, realidad y el círculo de determinación antropológico-cognitiva ..................................................... 71 Lutz Alexander Keferstein Caballero CAPÍTULO V Ética cosmopolita y conflictos internacionales: propuesta para la fundamentación ética de la cultura de paz. 107 Jesús Armando Martínez Gómez Almendra Ríos Mora CAPÍTULO VI El poder mediatico en los conflictos internaciones desde la radio hasta las redes sociales: Guatemala, Irak, Rusia y Ucrania .. 141 Luis Gabriel Moreno Rodríguez CAPÍTULO VII El uso económico de la seguridad y la violencia en el estado liberal- autoritario 161 Emmanuel Guerrero Trejo
Índice
8 Índice CAPÍTULO VIII Neoliberalismo, ambiente y salud: una mirada panorámica sobre la violencia económica e injusticia socioambiental y sanitaria en México* 179 Josemanuel Luna-Nemecio CAPÍTULO IX La ética, la moral, lo jurídico y la bioética: aclaraciones conceptuales desde un análisis al código de ética de la administración pública federal .......................................................................... 199 Leonardo Senén Cabello Álvarez Gemma Fernández Pichardo CAPÍTULO X Libertad de investigación: un derecho distinto de la libertad de expresión y subordinado a la integridad científica 225 María Isabel Cornejo Plaza CAPÍTULO XI Teorías conspirativas y responsabilidad epistémica en la era de la información .............................................................................................................. 243 Isaac Maldonado-Castellanos Oswaldo Aguilar-Navarrete CAPÍTULO XII ARS medica en contexto digital: sinergias posibles, tensiones presentes y limitaciones insoslayables 263 Ian Henríquez Herrera Beatriz Shand Klagges Thana C. de Campos-Rudinski Carol Hullin CAPÍTULO XIII Estándar interamericano del derecho de acceso a la justicia conenfoque de género ........................................................................................... 283 Nicole K. Del Canto
Índice 9 CAPÍTULO XIV El envejecimiento activo vs violencia de género en las mujeres mayores 313 Karla Elizabeth Mariscal Ureta Elizabeth Mendoza Morales CAPÍTULO XV Los que nos faltan: memoria y redención desde el principio de justicia............................................................................................................................... 329 Ma. Elizabeth de los Ríos Uriarte José Alfonso de la Fuente Rivera CAPÍTULO XVI Los centros de justicia para las mujeres (CJM). Una respuesta del estado mexicano ante las violencias de género contra las mujeres 351 Alan García Huitron CAPÍTULO XVII Justicia agraria con perspectivade género................................................. 383 Georgina Mota Valtierra Hilda Romero Zepeda CAPÍTULO XVIII Vejez precaria, violencia oculta ......................................................................... 403 Dr. Miguel Kottow CAPÍTULO XIX Violencia en los adultos mayores y niños: el delito y la calificativa 419 Liduvina Pérez Olvera

Introducción

Desde sus orígenes la bioética ha contribuido y continúa contribuyendo al diálogo sobre aquellas cuestiones de valor que más preocupan a la humanidad, tendiendo puentes entre representantes de diferentes esferas del saber que manifiestan su preocupación por la preservación de la vida, que es no sólo objeto del más importante de los derechos sino también, por tal razón, principio ordenador de la sociedad humana. Proteger la vida y la dignidad humana presupone hacer frente a toda forma de violencia, y sobre todo a la más cruenta de ellas, la guerra, de ahí el tema central de esta obra.

La violencia se expresa de diferentes formas–física, sicológica, de género, digital, doméstica, económica, militar, política, sexual, social, académica etc.-, y puede ser autodirigida o interpersonal, siendo la segunda la que genera un mayor daño social dada la transitividad de su efecto, que termina dañando o perjudicando a los demás. Se trata, por tanto, de un problema complejo que rebasa cualquier aspiración a reducir su solución a una innovación técnica y/o científica. La solución del problema de la violencia demanda del esfuerzo de todos y, en el ámbito académico, del concurso de diferentes disciplinas, de diálogo y deliberación para llegar a consensos que permitan contribuir a la toma de conciencia y el posicionamiento responsable, individual y social, frente a la misma.

La bioética ha contribuido, como tal vez ninguna otra esfera del saber, al desarrollo de la ciencia con conciencia y a superar el reduccionismo del quehacer científico -a los datos y hechos, a los intereses, etc.- para evitar el tecnicismo moralmente neutro, que sirvió de base a decisiones políticas que terminaron provocando grandes daños a la humanidad, como el holocausto o el desarrollo y posterior lanzamiento de las bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki. En las decisiones, los hechos se deben contrastar con valores, he aquí uno de los grandes aportes de la bioética, que permite cuestionarnos las posturas histórica-

Introducción 11

mente mantenidas frente a la violencia individual y social, los diferentes medios y vías para su realización.

La obra que se pone a disposición del lector ha sido fruto de la colaboración y el trabajo colectivo de investigadores y estudiantes de diferentes universidades de Cuba, Chile y México, que se han dado cita para reflexionar sobre los fundamentos éticos de la bioética en el actual milenio, el fenómeno de la verdad y su contenido en los contextos de la investigación y la comunicación, donde la autonomía y la heteronomía se entrecruzan y se precisa de una postura responsable para no violentar al interlocutor o destinatario de la información, ni la propia integridad del investigador; sobre la relación entre el fenómeno de la vida y la muerte en su devenir y la dialéctica de su constante mutación y transformación en medio de las contradicciones que condicionan la existencia; sobre el posicionamiento frente al fenómeno de la violencia y las conductas que la favorecen o encumbren mediante la manipulación de la opinión pública y la tolerancia de la discriminación, todo lo cual es abordado desde diferentes perspectivas (antropológica, científica, económica, ética, filosófica, histórica, informática, jurídica, política, sociológica, etc.) que permiten analizar los fenómenos abordados, sobre todo el de la violencia, en su profundidad y expresión en los ámbitos nacional e internacional y en diferentes grupos etarios (niños, niñas y adolescentes, grupos vulnerables en relación con el género y adultos mayores).

Esperamos que esta obra contribuya a estimular la reflexión crítica y el diálogo fecundo sobre estos temas que, en el particular contexto en que vivimos, devienen de suma importancia en la lucha para el desarrollo de una cultura de paz.

María Isabel Cornejo Plaza

Gemma Fernández Pichardo

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Jesús Armando Martínez Gómez, María Isabel Cornejo Plaza y Gemma Fernández Pichardo Jesús Armando Martínez Gómez

CAPÍTULO I

Fundamentos de dos nuevos principios para la bioética global del siglo XXI: responsabilidad solidaria y esperanza creativa

René Zamora Marín1

Si fundamentar es siempre dar razón de un por qué y de poder entrar en todo un proceso argumentativo que justifique las opciones que se propongan, entonces deberemos expresar además que, el referido proceso ha de tener en cuenta una contextualización social, cultural y filosófica de la cual no podemos substraernos. Evidentemente con el transcurso del tiempo todas, o casi todas las situaciones que nos acontecen son mudables, modificables y se encuentran sometidas a hechos históricos que no podemos soslayar. En alguna ocasión he expresado que es necesario vivir la historia como pasado, pero a mi juicio es de mayor importancia soñarla como presente para construir un futuro, porque de esta manera nos hacemos dueños, de alguna forma del por-venir (Zamora 2022, p.1). La condición utópica siempre ha sido un regalo a la racionalidad humana, y experimentar que el conocimiento de lo real nos “instala”, y por tanto nos posibilita comprender que es real porque fluye, es real porque se modifica constantemente, es real porque es siempre un camino, es real porque se manifiesta siempre de múltiples formas o maneras, que la

1. Doctor en Medicina. Director del Instituto de Bioética Juan Pablo II, CUBA. Miembro Ordinario de la Academia Pontificia por la Vida, Santa Sede. Máster en Bioética pos las Universidad de La Habana y por la Universidad Católica de Valencia. Profesor Consultante del Hospital Hnos. Ameijeiras. Presidente del Comité Nacional Cubano de Bioética UNESCO/Academia de Ciencias.

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1. INTRODUCCIÓN

hace cambiante, perfectible y también variable. Este concepto que expreso me permite entrar en la historia de la génesis de la bioética con una nueva intención. Esta es la de perfeccionarla, agregándole por lo menos dos argumentos, los cuales he llamado principios, pero que también podrían considerarse postulados, los cuales se adhieren al camino argumentativo histórico de esta disciplina, tratando de serle fiel a su misma esencia, esta es la de considerarla como un nuevo tipo de saber que se encuentra siempre en perenne construcción. Debo dejar claramente expresado que deberé considerarlos más bien como dos nuevos principios, debido a que los postulados, son una proposición carente de evidencia no demostrada, pero admitida igualmente como verdadera en cuanto necesaria para fundamentar un procedimiento o una demostración (Zingarelli 2017). De esta manera infiero que los consabidos principios anglosajones de la bioética siempre han sido considerados como “prima facie”, mientras que los que intento agregar ahora necesito acompañarlos de una real justificación teórica.

2. EN BUSCA DE UNA TEORÍA BIOÉTICA

Toda teoría constituye una interpretación de lo que juzgo como real. Muchas teorías suelen ser criticadas “por alejarse del lenguaje cotidiano y no tener una aplicación práctica”, también se ha dicho que las teorías poseen la finalidad de ordenar las ideas, y ofrecer un determinado marco con el cual se comparte la realidad. Vista de esta forma sirven con mucha frecuencia de “soporte a un método”. Este método al que me refiero es el de la crítica oportuna, (no por ser critica siempre es peyorativa), a esta forma a la que he considerado con la palabra método, se le llama argumentación. Una teoría por tanto no es el conocimiento, sino lo que permite el ejercicio del conocimiento. Una teoría nunca es una llegada, sino la posibilidad siempre abierta de una partida. Una teoría tampoco es una solución, sino solo es la posibilidad de tratar un problema, el cual también en la mismidad de su realidad, es además transitorio y contingente, quiero decir, sujeto siempre a revisión. Las teorías suelen permitir hacer predicciones o inferencias sobre el sistema de lo real. La palabra teoría tiene su origen lo que en el idioma

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René Zamora Marín

de la Grecia Antigua se le denominaba θεωρειν, que tiene una connotación mitológica, porque el Theoros era el “mensajero” que enviaban los dioses a los festivales y al contemplar el “sacro acontecer” surge la enajenación “contemplando”, de aquí que posee en esencia un sentido de abstracción filosófica que se expresa en “ver con otros ojos”, pero es una observación de la realidad en la polis (Spaemann 2000). Poder “ver” más allá de la experiencia sensible mediante la comprensión de las cosas o incluso de los eventos conscientes, comprendiéndolos y convirtiéndolos en conceptos, expresados en el lenguaje por medio de palabras, ha sido siempre una característica sui generis del homo sapiens. Las teorías no suelen ser buenas ni malas, son conjeturas utilitarias que solo nos sirven para progresar en la búsqueda de la verdad. Es Platón, muy posiblemente el primero en elaborar un modelo con esta pretensión del conocimiento de la realidad, y la realidad es la verdad. Stephen Hawking ha expresado, por cierto, con muy buen tino que:

“una teoría es buena si satisface dos requerimientos: debe describir con precisión una extensa clase de observaciones sobre la base de un modelo que contenga solo unos cuantos elementos arbitrarios, y debe realizar predicciones concretas acerca de los resultados de futuras observaciones”2

A la bioética la rigen por lo menos tres principios: la moralidad, la normatividad y la contextualización, lo cual implica una deliberación. Me refiero en este caso, de acuerdo a lo planteado por Ferrer a un proceso de constatación de los hechos biológicos con los valores humanos, a fin de globalizar los juicios sobre las situaciones y de esta forma mejorar la toma de decisiones, incrementado su corrección y calidad (Ferrer 2009).

3. BREVE HISTORIA DEL PRINCIPIALISMO

Sobre la historia del principialismo es interesante por lo menos recalcar tres aspectos: condiciones de su surgimiento, contexto en el cual se desarrolló y los principales autores que propiciaron su nacimiento.

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2. Frase conocida de Stephen Hawking expresada en la prensa escrita.

Como muchos conocemos tiene su origen en el ámbito bioético a raíz del Informe Belmont el cual fue creado en el año 1979 y toma su nombre del Centro de Conferencias Belmont, en Estados Unidos, donde la Comisión Nacional para la Protección de los Sujetos Humanos ante la Investigación Biomédica y de Comportamiento se reunió para delinear el primer informe, el cual consistía en exponer los “Principios éticos y pautas para la protección de los seres humanos en la investigación”. Se hizo necesaria su creación debido a los antecedentes de un estudio clínico llevado a cabo entre 1932 y 1972 en Tuskegee, Estado de Alabama. Increíblemente sin dar su consentimiento 399 afroamericanos, en su mayoría analfabetos, fueron estudiados para observar la progresión natural de la sífilis sin tratamiento alguno lo cual posibilitaba observar el curso de la enfermedad de manera natural. Fue en el año 1947, cuando la penicilina se convirtió en el tratamiento de elección para esta enfermedad, pero los científicos ocultaron esta información para continuar investigando cómo la misma se diseminaba y causaba la muerte. El estudio fue terminado de manera abrupta cuando en 1972 se realizó una filtración a la prensa, tal como sucede ocasionalmente, y que fue la causa de su terminación (Ferrer 2009).

A partir de lo mencionado, dos científicos llamados T. L. Beauchamp, el cual era profesor de filosofía e investigador del Kennedy Institute of Ethics de la Universidad Georgetown (Washington) y J. F. Childress  filósofo y teólogo que se ha ocupado principalmente de la bioética y ostentaba el cargo de profesor de ética en la cátedra John Allen Hollingsworth del Departamento de Estudios Religiosos en la Universidad de Virginia, contribuyeron notablemente con su obra Principles of Biomedical Ethics, Oxford University Press, New York a proclamar por lo menos tres principios que forman parte de lo que hoy llamamos Principialismo. Estos son: Autonomía, Justicia y Beneficencia. Posteriormente se le agregó el de no maleficencia. Algunos autores reconocidos como Jorge Ferrer y Diego Gracia han expresado que, aunque la obra de los mencionados autores no agota la Bioética basada en principios, sin estos es imposible comprender toda la historia de esta disciplina. Es interesante destacar

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René Zamora Marín

que aquellos autores estadounidenses mencionados utilizan en ocasiones el término «principios» en un sentido amplio, porque se refieren a normas morales, y en otras le otorgan un significado más restringido, explicitar las normas morales más amplias y generales, para posteriormente servirnos de fundamento a otras normas más concretas. De hecho, el significado literal del vocablo «principio» expresaría en este caso, el sinónimo de «fuente» u  «origen». Este justamente ha sido el sentido adoptado tradicionalmente en el ámbito de lo que hoy llamamos bioética principialista (Ferrer 2009).

4. ALGUNAS CONSIDERACIONES A LOS PRINCIPIOS DE BEAUCHAMP Y CHILDRESS

4.1 Autonomía como principio:

Indudablemente el principio de autonomía, muy propio de la cultura anglosajona, donde se privilegia el concepto de libertad, se comprende como la capacidad que posee toda persona para tomar decisiones y que no debe verse afectada por ninguna influencia externa. Desde el punto de vista bioético lo que se intenta es que el avance social y científico se dé en base a unas pautas morales que respeten, entre otros, este principio y además todo lo que de él se deriva del mismo. En el transcurso de los diversos significados que se le ha ofrecido a la autonomía, se encuentran varios que merecen cierta atención, los cuales dependen de diferentes escuelas filosóficas que se han referido a la misma. Para Platón por ejemplo la libertad posee una génesis positivista, entendida como autodominio racional. Aristóteles en cambio la define como la capacidad para decidir libremente y de manera racional frente a una amplia gama de opciones previamente ofrecidas (Aristóteles 1988). Para el Obispo de Hipona no constituye un valor absoluto y solo es un medio para alcanzar un fin propio del hombre el cual es Dios. Ortega y Gasset en cambio la considera como la no sujeción del comportamiento a pautas previamente fijadas, se

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refiere aquí a los instintos. Roosevelt distinguió a la libertad propia de su contexto cultural y eminentemente sociopolítico como uno de los derechos inalienables de las personas y fija su atención de forma procedimental en la libertad de expresión, la libertad de culto, la libertad de vivir sin miseria y la libertad de vivir sin temor. La palabra “autonomía” proviene del griego y significa autogobierno. Se utilizó por primera vez para referirse a la capacidad de auto regirse en las ciudades-estado, que poseían un cierto estatuto independiente. Una acción autónoma es actuar intencionadamente, con conocimiento, y sin influencias externas.

A mi juicio deseo acotar la aportación insuperable del principio de libertad kantiano, donde la autonomía es un movimiento interno de la voluntad que busca un bien debido y al propio tiempo razonable3. En él se infiere que para ser libres no deberemos de estar condicionados por nada fuera de nosotros mismos. Creyó firmemente que se puede ser libre si lo hacemos desde nuestra autodeterminación. Concibe la libertad humana como una facultad de auto legislación, la libertad humana es por tanto la capacidad que tiene la razón de ser práctica, y de darse a leyes que orienten la acción moral. Los hombres así definidos son sujetos auto legisladores y en esta misma capacidad radica su dignidad.

4.2 Justicia como principio:

En su Teoría de la Justicia Rawls la define como “la capacidad moral que tenemos para juzgar cosas como justas, apoyar esos juicios en razones, actuar de acuerdo con ellos y desear que otros actúen de igual modo”

(Caballero, 2006, p. 5). En 1971, John Rawls publicó su obra Teoría de la Justicia, su objetivo consistía en combatir y superar el utilitarismo planteando que una teoría, por más elocuente que sea, debe ser rechazada o revisada si no es verdadera y que lo único que nos permite tolerar una teoría errónea es la falta de otra mejor. Han existido variadas críticas a los

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René Zamora Marín 3. Clásica definición de Autonomía.

postulados de Rawls, debido a que algunos autores lo consideran como no convincente o incluso alejado de la praxis política, pero no cabe duda que su obra conllevó una reactivación de la filosofía política, convirtiéndose por economistas, sociólogos, politólogos y teólogos, en la obra más importante del siglo pasado en su ámbito. El principio de justicia es objeto de un acuerdo entre personas racionales, libres e iguales, en una situación contractual determinada, y constan evidentemente de una validez universal incondicional. La superioridad de sus argumentos y su aporte a la Bioética estriban, a mi juicio en la superioridad que muestra su teoría frente al utilitarismo anglosajón. De un modo similar, Beauchamp y Childress entienden que la justicia es el tratamiento equitativo y apropiado a la luz de lo que es debido a una persona. En resumen, la justicia implica que las personas que tienen derechos iguales deben ser tratadas con igualdad, y en el caso de las personas que no tienen derechos iguales tienen que ser tratadas de manera diferenciada.

4.3 Beneficencia

La palabra beneficencia deriva del latín “beneficentia” que implica realizar siempre el bien sin obtener nada a cambio. Por lo expresado hasta aquí debo decir que tiene una connotación virtuosa realizar siempre algo por el cual, mediante una obligación moral, se deba actuar en beneficio de otros. En la historia de su génesis la tradición del Juramento Hipocrático no sólo señala este principio ético, sino que también lo hace unido al principio de no-maleficencia “primum non nocere”. En esencia este principio expresa la obligación moral de actuar siempre en beneficio de los demás.

4.4 No maleficencia

El principio de no maleficencia impregna nuestra cultura, y lo vemos claramente en el ordenamiento jurídico, que sanciona duramente aquellas acciones que causan daño a los demás. Es interesante referirse

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