XXIII Domingo Ordinario, Ciclo C 7 de septiembre de 2025

Arquidiócesis de Guadalajara, A.R.
NO. 36
Fundada el 4 de junio de 1930. Registro postal: IM14-0019 INDA-04-2007-103013575500-106
Arquidiócesis de Guadalajara, A.R.
Fundada el 4 de junio de 1930. Registro postal: IM14-0019 INDA-04-2007-103013575500-106
La Palabra de Dios nos acerca a las verdades necesarias, vitales, que nos ayudan a vivir de la mejor manera posible.
Es el caso de lo que hoy nos ofrecen las lecturas de este domingo. El libro de la Sabiduría nos ayuda a comprender los límites del ser humano: no todo lo que se quiere se puede. Pero, en lo que es posible, radica aquello en donde debemos realizar el plan de Dios.
El conocimiento divino está muy por encima de lo que nosotros podemos abarcar con nuestra inteligencia.
Por eso, en el salmo hemos reconocido la pequeñez de
La fortaleza de la confianza en Dios
nuestra existencia, que nos exige sensatez en el vivir, en el actuar; y, en este mismo sentido, suplicar a la fuente de las gracias, todo y solo lo necesario para cumplir con la misión para la que fuimos creados. Todas las vicisitudes son menores a la recompensa esperada, todo lo habremos de vivir con la mirada puesta en la eternidad y en este caminar a través de la comunidad, la cual nos ofrece ese espacio para seguir adelante, pero no solos, sino en la experiencia cristiana de caminar juntos.
Así, desde la misma Palabra de Dios, descubrimos que el conocimiento verdadero nos lleva a un seguimiento radical, en donde tendrá que hacerse vida el primero y más grande de los mandamientos: amar a Dios sobre todas las cosas.
El seguimiento, en este caso, de Jesús, implica generosidad para abrazar con amor los retos y dificultades de la vida; implica en sentido profundo sabiduría, sensatez, prudencia.
Parece algo sencillo, pero no. El seguimiento de Jesús es una constante prueba, que a menudo llega a desanimar a algunos; a otros, ponerlos en contradicción en su fe, porque, cuando las cosas no van bien, tal parece que Dios se aleja y nos desanima.
El camino de la cruz, al cual estamos invitados por la palabras del Evangelio a vivir, no es simplemente un camino de difi cultades, sino, ante todo, de amor.
Más allá de la razón
No se puede entender el camino de la cruz sin la fuerza vital y espiritual que nos ofrece el amor de Dios, razón, sentido y misión de la vida cristiana, a través del cual se purifica el interior y hace crecer la gracia en el corazón humano.
Nunca entenderemos la grandeza del ser humano, sin antes experimentar su pequeñez. No podremos alcanzar la vida de la gracia, de la santidad, sin la renuncia diaria a todo aquello que se oponga al Reino de Dios y a la experiencia del encuentro con Dios vivo y verdadero. Por eso, la sabiduría de la Palabra de este domingo nos ayuda a quitar el velo que cubre la realidad, sí, somos pequeños, pero por la gracia de Dios somos grandes.
De pie
Señor Dios, de quien nos viene la redención y a quien debemos la filiación adoptiva, protege con bondad a los hijos que tanto amas, para que todos los que creemos en Cristo obtengamos la verdadera libertad y la herencia eterna. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
Del libro de la Sabiduría 9, 13-19
Sentados
¿Quién es el hombre que puede conocer los designios de Dios? ¿Quién es el que puede saber lo que el Señor tiene dispuesto? Los pensamientos de los mortales son inseguros y sus razonamientos pueden equivocarse, porque un cuerpo corruptible hace pesada el alma y el barro de que estamos hechos entorpece el entendimiento.
Con dificultad conocemos lo que hay sobre la tierra y a duras penas encontramos lo que está a nuestro alcance. ¿Quién podrá descubrir lo que hay en el cielo? ¿Quién conocerá tus designios, si tú no le das la sabiduría, enviando tu santo espíritu desde lo alto?
Sólo con esa sabiduría lograron los hombres enderezar sus caminos y conocer lo que te agrada. Sólo con esa sabiduría se salvaron, Señor, los que te agradaron desde el principio. Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 89
R. Tú eres, Señor, nuestro refugio.
Sentados
Tú haces volver al polvo a los humanos, diciendo a los mortales que retornen. Mil años para ti son como un día que ya pasó; como una breve noche.
R. Tú eres, Señor, nuestro refugio
Nuestra vida es tan breve como un sueño; semejante a la hierba, que despunta y florece en la mañana y por la tarde se marchita y se seca.
R.Tú eres, Señor, nuestro refugio
Enséñanos a ver lo que es la vida y seremos sensatos. ¿Hasta cuándo, Señor, vas a tener compasión de tus siervos? ¿Hasta cuándo?
R. Tú eres, Señor, nuestro refugio
Llénanos de tu amor por la mañana y júbilo será la vida toda. Haz, Señor, que tus siervos y sus hijos, puedan mirar tus obras y tu gloria.
R. Tú eres, Señor, nuestro refugio
De la carta san Pablo a Filemón 9b-10. 12-17
Sentados
Querido hermano: Yo, Pablo, ya anciano y ahora, además, prisionero por la causa de Cristo Jesús, quiero pedirte algo en favor de Onésimo, mi hijo, a quien he engendrado para Cristo aquí, en la cárcel.
Te lo envío. Recíbelo como a mí mismo. Yo hubiera querido retenerlo conmigo, para que en tu lugar me atendiera, mientras estoy preso por la causa del Evangelio. Pero no he querido hacer nada sin tu consentimiento, para que el favor que me haces no sea como por obligación, sino por tu propia voluntad.
Tal vez él fue apartado de ti por un breve tiempo, a fin de que lo recuperaras para siempre, pero ya no como esclavo, sino como algo mejor que un esclavo, como hermano amadísimo. Él ya lo es para mí. ¡Cuanto más habrá de serlo para ti, no sólo por su calidad de hombre, sino de hermano en Cristo! Por tanto, si me consideras como compañero tuyo, recíbelo como a mí mismo. Palabra de Dios.
DEL EVANGELIO Sal 118, 135
R. Aleluya, aleluya
Señor, mira benignamente a tus siervos y enséñanos a cumplir tus mandamientos. R. Aleluya.
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 14, 25-33
De pie
En aquel tiempo, caminaba con Jesús una gran muchedumbre y él, volviéndose a sus discípulos, les dijo: “Si alguno quiere seguirme y no me prefiere a su padre y a su madre, a su esposa y a sus hijos, a sus hermanos y a sus hermanas, más aún, a sí mismo, no puede ser mi discípulo. Y el que no carga su cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo. Porque, ¿quién de ustedes, si quiere construir una torre, no se pone primero a calcular el costo, para ver si tiene con qué terminarla? No sea que, después de haber echado los cimientos, no pueda acabarla y todos los que se enteren comiencen a burlarse de él, diciendo: ‘Este hombre comenzó a construir y no pudo terminar’. ¿O qué rey que va a combatir a otro rey, no se pone primero a considerar si será capaz de salir
con diez mil soldados al encuentro del que viene contra él con veinte mil? Porque si no, cuando el otro esté aún lejos, le enviará una embajada para proponerle las condiciones de paz.
Así pues, cualquiera de ustedes que no renuncie a todos sus bienes, no puede ser mi discípulo”. Palabra del Señor.
De pie
Concede, Señor, a tus fieles, a quienes alimentas y vivificas con tu palabra y el sacramento del cielo, aprovechar de tal manera tan grandes dones de tu Hijo amado, que merezcamos ser siempre partícipes de su vida. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.
Sagrada Escritura
(primera parte)
101 Para revelarse a los hombres, en la condescendencia de su bondad, Dios les habla con palabras humanas: «En efecto, las palabras de Dios, expresadas con palabras humanas, son en todo semejantes al lenguaje humano, como el Verbo del Padre eterno, al asumir la carne de la debilidad humana, se hizo semejante a los hombres».
102 A través de todas las palabras de la Sagrada Escritura, Dios pronuncia una sola Palabra, su única Palabra en la que se expresa plenamente: Recordáis que una y la misma Palabra de Dios se extiende por toda la Escritura, que es una y la misma Expresión la que resuena en boca de todos los escritores sagrados, ya que aquel que era en el principio Dios con Dios no tiene necesidad de sílabas separadas, pues no está sujeto al tiempo.
103 Por esta razón, la Iglesia siempre ha venerado las Escrituras como venera el Cuerpo del Señor. Nunca deja de presentar a los fieles el pan de vida, tomado de la única mesa de la Palabra de Dios y del Cuerpo de Cristo.
104 En la Sagrada Escritura, la Iglesia encuentra constantemente su alimento y su fuerza, pues la acoge no como palabra humana, «sino como lo que realmente es: la palabra de Dios». <<En los libros sagrados, el Padre celestial sale amorosamente al encuentro de sus hijos y conversa con ellos».
Gloria a Dios en el Cielo, y en la Tierra paz a los hombres que ama el Señor.
Por tu inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos, te damos gracias, Señor Dios, Rey celestial, Dios Padre todopoderoso Señor, Hijo único, Jesucristo.
Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre; tú que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros; tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra súplica; tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros; porque sólo tú eres Santo, sólo tú Señor, sólo tú Altísimo, Jesucristo, con el Espíritu Santo en la gloria de Dios Padre. Amén
Creo en Dios, Padre todopoderoso, Creador del Cielo y de la Tierra. Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos; al tercer día, resucitó de entre los muertos, subió a los Cielos y está sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso. Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos.
Creo en el Espíritu Santo, la santa Iglesia católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna. Amén
Padre, ¿debe un cristiano obedecer todas las leyes?
Encierta ocasión, un señor me preguntó: “Padre, ¿debe un cristiano obedecer todas las leyes? Porque hace poco se aprobó una ley que despenaliza el aborto, entonces quiero saber si un cristiano debe obedecerla”.
No todas las leyes creadas por los seres humanos son justas. Yo le respondí: “La Doctrina Social de la Iglesia sostiene que las leyes civiles deben ser obedecidas siempre que sean justas, es decir, cuando estén en conformidad con la ley moral y promuevan el bien común.
El Catecismo de la Iglesia Católica dice: “Una autoridad que manda la realización de una acción intrínsecamente mala y la promulga en forma de leyes injustas, deja de ser autoridad moralmente válida”.
La Iglesia reconoce el derecho a la objeción de conciencia en caso de leyes que vayan en contra de los principios morales fundamentales. En Hch 5,29, se relata cómo los apóstoles Pedro y Juan, al recibir la orden de las autoridades de dejar de predicar en el nombre de Jesús, respondieron: “Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres”.
La Iglesia establece criterios claros para determinar cuándo
una ley puede no ser obedecida:
Si una ley humana obliga a cometer un acto intrínsecamente inmoral, el cristiano no está obligado a obedecerla. En este caso, la desobediencia es un acto legítimo de resistencia.
Si una ley es claramente injusta y perjudica al bien común, el cristiano debe rechazarla.
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