*MANTRAS* Sonidos Sagrados. Por Raquel Salas (España)

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"MANTRA", del sánscrito: Man= "mente" y tra= "liberar"

Los mantras son palabras o frases que se recitan con la finalidad de liberar a la mente de sus ataduras, es decir: los pensamientos, las creencias, los juicios... y todo tipo de barreras que construimos gracias a nuestro poder mental, y gracias al poder que tiene la mente sobre nosotros, pues no llegamos a dominarla. La mente nos juega malas pasadas, es el motor creador de nuestros miedos, y la herramienta que usa el ego para sobrevivir en su limitado mundo. Pero mientras sea el ego quien lleve las riendas, nuestra mente andará a la deriva, sin rumbo fijo, descontrolada. Los mantras nos ayudan a poner a la mente al servicio del corazón, para que sea él quien nos guíe, y no el ego, pues el corazón es el único que tiene todas las respuestas. Y esto, es una máxima constante dentro de la espiritualidad de todo mantra que se realiza con consciencia.

Los mantras ayudan a serenar la mente, a acallar los pensamientos, a neutralizar los juicios, y a anular los miedos. Nos ayudan a enfocar la mente, a evitar distracciones, a concentrarnos en un propósito y a obtener soluciones. Los mantras fomentan la relajación y permiten llegar fácilmente a un estado meditativo, produciendo grandes beneficios para el cuerpo, la mente y las emociones. Por eso, constituyen una buena herramienta durante la práctica de la meditación, así como para alcanzar estados ampliados de conciencia, donde uno adquiere una mayor visión de sí mismo, de la vida y de la existencia.

La vibración sonora tiene un poderoso efecto sobre nuestro campo energético. Al recitar estos sonidos de forma repetitiva, su vibración queda reverberando en nosotros durante un largo tiempo, de modo que el mensaje o efecto positivo que producen estos sonidos, permanece más allá del tiempo que dura el canto del mantra. Puedes comprobar cómo, aun habiendo pasado unos días, el mantra vuelve a la memoria... y es que aún no se fue, continuó vibrando en ti todo ese tiempo.

Escuchar y recitar mantras nos protege de nuestros propios pensamientos negativos y de los boicots que nos hacemos a diario a nosotros mismos, impidiendo que fluyamos con la vida. Y al vibrar en nuestro campo energético, lo refuerza, protegiéndonos también de energías externas. Los mantras se pueden utilizar tanto para renovar las energías como para proteger la vibración de nuestro hogar, o de nuestros seres queridos. Poner mantras en casa, o en nuestro espacio personal, siempre será una excelente opción para limpiar y transmutar las energías no deseadas a las que solemos estar expuestos, debido a las radiaciones que emiten los móviles, ordenadores, micro-ondas, y todo tipo de aparatos electromagnéticos.

No hay que ser una persona religiosa para cantar o escuchar mantras, ni tampoco es necesario que estén en sánscrito para que tengan un efecto positivo. Todos podemos crear mantras, en nuestro propio idioma, y utilizarlos para conseguir bienestar, protección, fuerza y positividad, porque, de hecho, actúan como afirmaciones positivas, capaces de penetrar en el subconsciente y reprogramarlo, anulando los pensamientos negativos y transformando las creencias limitantes en potenciadoras.

Sin embargo, todo hay que decirlo, no hay nada como experimentar el efecto de los mantras compuestos en su lengua original. El sánscrito, es una lengua considerada perfecta, única por su sonoridad y por su capacidad para hacernos vibrar muy alto Los mantras, en su origen, son sonidos sagrados, y contienen un mensaje espiritual. Y el sánscrito es (a mi modo de ver) el vehículo que nos lleva, por medio de la voz, a resonar o sintonizar con dicha verdad. Dicen que el sánscrito es una lengua sagrada. A través de los mantras, he podido comprobar parte de esa sacralidad, que se manifiesta en la transformación de uno mismo, aunque no se entiendan las palabras. He sido testigo, muchas veces, de cómo las cosas a mi alrededor, cambiaban, inexplicablemente, del caos al orden, mientras cantaba o recitaba mentalmente un mantra. He visto cómo la violencia se neutraliza, cómo la tristeza se desbloquea y cómo la apatía se convierte en alegría, en los pocos minutos que puede durar la canción de un mantra. Esto, podrá parecerte una memez, hasta que lo compruebes por ti mismo/a

La cantante Tina Turner (“What's Love Got to Do with It”), que pasó por un mal momento mientras se daba cuenta de que el amor, nada tenía que ver con el maltrato físico y psicológico al que le sometía su pareja, Ike Turner, confesó que por ese tiempo comenzó a practicar mantras, y llegó a comprobar que repetir el mantra Nam Myoho Renge Kyo producía efectos muy evidentes en ella, especialmente a nivel del pensamiento. Nam Myoho Renge Kyo es la traducción japonesa del título del Sutra del Loto, originalmente escrito en sánscrito, y constituye la base de la práctica de una forma de budismo (el budismo nichiren), donde la cantante encontró refugio, a principios de los años 70. Dedicarse a este mantra le ayudó a tener mayor lucidez, a estar más positiva, a aumentar su autoestima y a enfrentarse de la forma más adecuada a la situación que estaba viviendo. Casi 50 años después, Tina Turner sigue entonando este mantra, y no sólo dentro de su práctica meditativa, sino como parte de su repertorio musical, ya que desde 2009 colabora en un proyecto solidario (llamado “Beyond”, “más allá”), que emplea mantras budistas y oraciones cristianas, así como una variedad de estilos musicales, con la finalidad de acercar a las diferentes culturas y de mostrar que, más allá de nuestras creencias, todos somos iguales, y entre todos conformamos una melodía perfecta

Actualmente, los mantras siguen siendo muy utilizados en la India y están ligados a la tradición del yoga, pero no son exclusivos de la tradición hindú o budista Aunque su origen es oriental, la

práctica de los mantras (es decir, recitar sonidos o palabras sagradas, con el fin de “elevar el espíritu” y alcanzar una conexión con lo divino) se fue extendiendo e incorporando a distintas religiones del mundo Un ejemplo de esto lo podemos ver en el rezo del rosario católico, que no es de origen cristiano, pues siglos antes de aparecer en Europa, ya lo practicaban hinduistas, budistas y musulmanes: para hacer sus oraciones, empleaban una especie de collar de cuentas o bolitas ensartadas, que servían para no perder la cuenta de sus recitaciones (el japa mala de los budistas e hinduistas, y el tasbih de los musulmanes, que tiene su origen en el primero y que posteriormente inspiraría el rosario católico) Aunque las palabras que se recitan varían de una religión a otra (pues se cambiaron para hacerlas encajar en el mensaje que cada una de ellas transmite), la práctica –su función, y probablemente, su origen- es la misma.

Otro ejemplo lo encontramos en las palabras Om (, el mantra más sagrado dentro del Budismo y del Hinduismo), Amén (la fórmula sagrada que cierra toda oración cristiana) y Amín (que tiene el mismo fundamento dentro del Islam), ya que todas provienen del mismo sonido: AUM, el primer sonido que se originó en el Universo. La diferencia entre Om (abreviatura derivada de “aum”), Amén y Amín radica simplemente en las variaciones que hay en la pronunciación de las diferentes lenguas, influenciadas tanto por la cultura como por la situación geográfica de sus pueblos.

Por muchas diferencias culturales e ideológicas que encontremos, lo cierto es que todas las religiones y tradiciones espirituales cobran fuerza por algo esencial: el poder de la palabra, de la

voz y del sonido. A lo largo de la historia, y para religiosos y paganos, el sonido siempre fue asociado a la divinidad y a la creación del Universo. Se ha utilizado como vía para acceder a planos superiores de conciencia y establecer comunicación espiritual, y sus efectos curativos se han usado desde tiempos inmemoriales hasta el día de hoy: a través del canto, la musicoterapia, o la terapia del sonido, que puede incluir instrumentos musicales tan antiguos como los cuencos tibetanos o los tambores chamánicos. Para los que son conscientes del poder del sonido, el hecho de tener voz, de poder sentenciar con una palabra, y de consolar con un canto, confirma que por cada uno de nosotros fluye esa misteriosa fuerza creadora, que va más allá de la mente, y que nos vincula a todos a un mismo origen. El sonido es vibración. Y en definitiva, es lo que somos: energía, vibración, una nota sonando en el Universo.

Cuando se unen el poder del pensamiento, el poder de la palabra y el poder de la intención –que no procede de la mente inconsciente y adormecida, sino de la mente despierta que se sintoniza con el corazón-, se producen los milagros. Ahí reside el secreto de recitar mantras. Entonces, ¿son milagrosos los mantras? El efecto milagroso de los mantras lo pudimos comprobar durante los días de confinamiento, a través de un vídeo que se hizo viral en las redes sociales, en el que se veía a un gran grupo de médicos y enfermeras reunidos –unidos-, cantando un mantra en mitad del pasillo del hospital, haciéndonos llegar el mensaje más hermoso y potente Porque, esto no sucedía en ningún país de Asia, ni en EE.UU, donde parece que lo más pintoresco siempre puede pasar. Esto sucedía aquí, en el Hospital de Alcorcón, de Madrid, y todos pudimos sentir la fuerza del propósito que movía ese acto, que trascendía cualquier credo o juicio ante la situación de caos que se vivía en el momento. Para mí, el verdadero milagro fue ése: que esos corazones se unieran, fusionando por primera vez, a la luz de todos, ciencia y espiritualidad, y demostrando que ambas realidades no sólo no deberían estar reñidas, sino que se pueden complementar Si bien la ciencia ya ha comprobado que la música puede ejercer un impacto positivo en el cerebro, es posible que algunos de los allí reunidos no creyeran inicialmente en el efecto de entonar mantras. Pero en aquellos momentos tan delicados, en los que la vida tan hábilmente nos mostraba que no podemos controlarlo todo, ellos acallaron su ego y dejaron hablar a su corazón. Y cantaron, con la toda la humildad, la esperanza, la buena intención y la entrega con la que el Amor ejerce sus milagros.

Personal sanitario del Hospital de Alcorcón entonando mantras durante el estado de alerta

Los mantras, efectivamente, son poderosos. Pero el que activa ese poder, sin duda, es el corazón. Cuando atendemos a nuestro corazón, la mente se calla, se anulan los juicios, se olvidan los miedos y se disuelven nuestras cadenas; se produce la liberación ansiada que se persigue en la recitación de cualquier mantra. Pero nos cuesta tanto escuchar al corazón, hay tanto ruido en la cabeza, que seguimos recurriendo a este tipo de técnicas milenarias para entretener a la mente y poder escuchar lo que verdaderamente sentimos. Lo que verdaderamente somos. Quizás un día, en mitad de un silencio profundo, sin que el ego se dé cuenta, podamos escuchar atentamente el pulso de la Vida que nos une a todos por igual: el sonido del corazón –probablemente, el más bello y sagrado de todos los mantras-, la melodía que nos recuerda, a cada instante, el auténtico milagro. Estamos vivos.

 BIBLIOGRAFÍA:

IMÁGENES:

Hospital de Alcorcón (Madrid)

https://elpais.com/videos/2020-03-29/meditacion-en-un-hospital-de-alcorcon-para-afrontar-la-luchacontra-el-coronavirus.html

Rosario musulmán (Tasbih); rosario hindú-budista (Japa mala); rosario católico: Wikipedia

Raquel Salas

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