MAESTROS ESPIRITUALES
Por Raquel Salas (España)*
A veces olvidamos la diferencia entre un maestro y un profesor. Aunque solemos utilizar la palabra "maestro" como sinónimo de "profesor" o de "docente", existen claras diferencias al respecto: el docente, es el que enseña; el profesor, es el que ha adquirido conocimientos en una materia y los enseña, públicamente, a sus alumnos; y el maestro, es el que ha llegado a dominar un arte, es experto en una materia, y puede por ello transmitir sus conocimientos desde su misma experiencia.
En inglés, traducimos “profesor” como “teacher”, y “maestro”, como “master”. El primero, enseña; el segundo, ha alcanzado el grado de “maestría” en algún tipo de disciplina. El profesor, es un docente, pero no necesariamente un maestro. Y el maestro, tampoco es necesariamente un profesor, pero cuando se dedica a la enseñanza, su manera de transmitir difiere mucho a la del profesor. Si trasladamos esta idea al ámbito educativo que todos conocemos, podemos entender más fácilmente esta diferencia entre profesor y maestro a la hora de enseñar: mientras el profesor de una asignatura imparte lecciones, el maestro, que se dedica a los más pequeños, busca fomentar el desarrollo a nivel integral. Del mismo modo, cuando hablamos de "maestro" en sentido espiritual, nos referimos a algo más que a la trasmisión de conocimientos.
Hoy en día, que están tan de moda los cursos relacionados con las terapias alternativas y la espiritualidad, habría que preguntarse si lo que uno busca es un maestro, o un profesor, porque dista mucho una cosa de la otra. Podría variar la metodología, la duración del curso, y hasta la actitud de la persona que lo imparte; pues mientras un profesor podría tomarse la licencia de ser arrogante, o prepotente, un Maestro sabe que su conciencia pesa más que su propio ego, y mostrará humildad y rectitud en su comportamiento, sin hacer alardes de su conocimiento. No levantará barreras jerárquicas, haciendo que te sientas pequeñito; ni tampoco te dará nunca una calificación.
El maestro escucha, más que habla; y no te impone, ni te dice lo que debes hacer. Más bien te ayuda a que des con tus propias soluciones, tratando de potenciar lo mejor en ti y dando lo mejor de sí mismo. Porque, a diferencia del profesor, que te facilita una serie de herramientas –externas- para que puedas llegar a dominar esa materia que imparte, el maestro te guía y orienta para que saques a la luz las herramientas que ya llevas dentro de ti, y de las que quizás no seas consciente, para poder alcanzar la maestría en la gran materia de la Vida. Uno no es mejor que otro. Simplemente, desempeñan roles diferentes.
Antes de acudir a un curso o comenzar una formación habría que preguntarse cuál es la finalidad que se persigue, porque existen numerosas técnicas y disciplinas relacionadas con la sanación y la espiritualidad, y también mucha diversidad en las personas que las enseñan. Dependiendo de tu propósito podrás elegir entre uno u otro, pero es importante tener esto en cuenta, pues muchas veces la persona busca un maestro, pero se topa con un profesor. Y puede que este profesor tenga muy claro lo que representa, pero se encuentra a su vez con que le juzgan por no tener cualidades de maestro espiritual. Porque, aunque haya pasado el tiempo y se hayan abierto muchas mentes, aún sigue habiendo muchos prejuicios dentro de lo que se considera ser “espiritual”.
Se genera mucha confusión en torno a este tema, porque muchos esperan encontrarse con una persona rimbombante, vestida de blanco, puesta hasta arriba de incienso y diciendo “namasté”.
A veces es difícil distinguir quién hace de personaje y quién no, así que hay que ir más allá de las apariencias y de las ideas preconcebidas. Hay que valorarlo, no con los ojos, sino con el corazón, y seguir el mensaje que resuene con uno mismo. Pero una cosa está clara: allá donde te encuentres, no hallarás a un verdadero maestro que te trate como a un discípulo (no estamos en aquellos tiempos remotos…). Y es que, entre tanta variedad, no sólo debemos aprender a distinguir entre un maestro espiritual y un profesor impartiendo una materia de índole espiritual; también están los falsos maestros (los más peligrosos, pues son capaces de mentirse a sí mismos y no darse cuenta de ello) Un maestro no busca fama, no hace dependientes a sus alumnos, ni se llama a sí mismo “maestro”, pues sabe que es un eterno aprendiz.
Por otro lado, la relación entre un maestro-aprendiz y un profesor-alumno también es diferente. El alumno, se llena de conocimientos. El aprendiz, sin embargo, se vacía de ellos Mientras el profesor te enseña cosas nuevas, el maestro te ayuda a desaprender lo aprendido.
Un profesor te dará clases sobre la materia, y ahí acabará todo. Un maestro, te acompañará durante todo el camino, y sabrás que podrás contar con él, aunque te distancies. No es alguien a quien puedas defraudar, ni nadie con quien tengas una obligación. El maestro es libre, y a diferencia del falso maestro espiritual, pretenderá que el aprendiz se libere también de sus propias cadenas.
El encuentro entre un maestro y un aprendiz es un encuentro de Almas -posiblemente, un reencuentro-, en el que se caen las caretas sociales y sólo queda el 'yo' más íntimo. Es un acompañamiento mutuo por la misma senda del aprendizaje. En su sentido tradicional, un maestro está más cerca de ser un amigo espiritual.
Si algo tienen en común el camino del maestro y el del aprendiz, es que no finalizan nunca. El falso maestro, sin embargo, cree haberlo aprendido todo.
Tanto si buscas un maestro o un profesor, espero que estas pistas te sirvan a la hora de elegir a la persona más apropiada para acompañarte en tu camino, y a distinguir quién no debe estar en
él. Al fin y al cabo, forma parte de este juego aprender a reconocernos. Si miras con los ojos del corazón, no tendrás dudas cuando llegue el momento.
Raquel Salas
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