un reino político mesiánico que no anticiparon los acontecimientos esenciales para la salvación de sus almas. Tal vez pensaron que Cristo hablaba simbólicamente cuando decía una y otra vez que era necesario que fuera a Jerusalén a morir y a resucitar de entre los muertos. Como procedía de alguien que hablaba en parábolas, no captaron el claro significado de sus palabras hasta mucho después de que todo terminó. Durante el proceso, tampoco se fijaron en las predicciones del profeta Isaías acerca de un siervo sufriente que cargaría los pecados de Israel y que sería llevado como un cordero al matadero antes de que Dios le concediera vivir y «[prolongar] sus días» (Isaías 53:10).
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Era el clímax apropiado para una vida milagrosa
Mientras Jesús colgaba de una cruz romana, la muchedumbre se burlaba de Él. Ayudó a otros, pero ¿podría ayudarse a sí mismo? ¿Habría llegado súbitamente el fin del milagro? Parecía ser un final inesperado para alguien que había comenzado su vida pública convirtiendo agua en vino. Durante los tres años de su ministerio, caminó sobre el agua, sanó a los enfermos, abrió los ojos de los ciegos y los oídos de los sordos, soltó la lengua de los mudos, restauró brazos y piernas secas, echó fuera demonios, calmó una tormenta violenta y resucitó muertos. Hizo preguntas que ni siquiera los sabios supieron responder. Enseñó profundas verdades mediante las comparaciones más simples. Y confrontó a los hipócritas con palabras que los desenmascararon. Si todo esto fue cierto, ¿debe acaso sorprendernos que sus enemigos no hayan tenido la última palabra?
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Concuerda con la experiencia de los que confían en Él
El apóstol Pablo escribió: «Pero si el Espíritu de aquel que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros, el mismo que resucitó a Cristo Jesús de entre los muertos, también dará vida a vuestros cuerpos mortales por medio de su Espíritu que habita en vosotros» (Romanos 8:11). Esa fue la experiencia de Pablo, cuyo corazón fue transformado de manera drástica por el Cristo resucitado. También ha sido la experiencia de personas en todo el mundo que han «muerto» a su antigua manera de vivir, para que Cristo viva su vida a través de ellos. Este poder espiritual no se manifiesta en los que intentan añadir la fe en Cristo a su vieja forma de vida, sino solo en aquellos que están dispuestos a «morir» a esa antigua vida para permitir que Cristo los gobierne; aquellos que responden a la abrumadora prueba de la resurrección de Cristo y reconocen su señorío en sus corazones.
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NO ESTÁS SOLO si, francamente, no tienes certeza de que
Cristo se haya levantado de los muertos. Aun así, ten en cuenta que Jesús prometió dar ayuda divina a aquellos que desean estar bien con Dios. Declaró: «Si alguien quiere hacer su voluntad, sabrá si mi enseñanza es de Dios o si hablo de mí mismo» (Juan 7:17). Si reconoces lo razonable que es la resurrección, ten en cuenta que la Biblia dice que Cristo murió para pagar el precio de nuestros pecados, y que aquellos que creen en su corazón que Dios lo levantó de los muertos serán salvos (Romanos 10:9-10). La salvación que Cristo ofrece no es una recompensa por nuestros esfuerzos, sino un regalo para todos los que, a la luz de las pruebas, confían en Él. Si nunca has recibido a Cristo de esta manera, te instamos a que leas detenidamente estos versículos del Nuevo Testamento: Romanos 3:23, Romanos 6:23 y Romanos 10:13. Para aceptar el regalo de Dios, puedes hacer una oración como esta: «Dios, sé que soy pecador. Sé que no puedo salvarme a mí mismo. Creo que Jesús murió en la cruz por mis pecados. Creo que resucitó de los muertos para vivir su vida a través de todos los que creen en Él. Ahora lo recibo como mi Salvador. Acepto su ofrecimiento de perdón y de vida eterna. Gracias, Padre. En el nombre de Jesús. Amén». Si decidiste poner tu fe en Cristo y deseas recibir, sin costo ni compromiso, la guía devocional Nuestro Pan Diario, para ayudarte a crecer en tu nueva vida espiritual, comunícate con nosotros por carta o por correo electrónico (literatura@rbc.org), o visita nuestra página de Internet (www.rbclatino.org). Además, ora para que Dios te guíe a una iglesia que enseñe fielmente la Biblia con un espíritu cristiano y de amor.
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10 Razones Para
Creer
que Cristo resucitó de los muertos
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