
El cristiano debe ser un hombre esencialmente alegre. Sin embargo, la nuestra no es una alegría cualquiera, es la alegría de Cristo, que trae la justicia y la paz, y sólo Él puede darla y conservarla, porque el mundo no posee su secreto.
La alegría del mundo la proporciona lo que enajena...; nace precisamente cuando el hombre logra escapar de sí mismo, cuando mira hacia fuera, cuando logra desviar la mirada del mundo interior, que produce soledad porque es mirar al vacío. El cristiano lleva su gozo en sí mismo, porque encuentra a Dios en su alma en gracia. Esta es la fuente permanente de su alegría.
No nos es difícil imaginar a la Virgen, en estos días de Adviento, radiante de alegría con el Hijo de Dios en su seno.
La alegría del mundo es pobre y pasajera. La alegría del cristiano es profunda y capaz de subsistir en medio de las dificultades. Es compatible con el dolor, con la enfermedad, con los fracasos y las contradicciones. Yo les daré una
alegría que nadie les podrá quitar (Mt 24, 31), ha prometido el Señor. Nada ni nadie nos arrebatará esa paz gozosa, si no nos separamos de su fuente.
Tener la certeza de que Dios es nuestro Padre y quiere lo mejor para nosotros nos lleva a una confianza serena y alegre, también ante la dureza, en ocasiones, de lo inesperado. En esos momentos que un hombre sin fe consideraría como golpes fatales y sin sentido, el cristiano descubre al Señor y, con Él, un bien mucho más alto. "¡Cuántas contrariedades desaparecen, cuando interiormente nos colocamos bien próximos a ese Dios nuestro, que nunca abandona! Se renueva, con distintos matices, ese amor de Jesús por los suyos, por los enfermos, por los tullidos, que pregunta: ¿qué te pasa? Me pasa... Y, enseguida, luz o, al menos, aceptación y paz" (Tes 1, 10). "¿Qué te pasa?", nos pregunta. Y le miramos y ya no nos pasa nada. Junto a Él recuperamos la paz y la alegría.
Tendremos dificultades, como las han tenido todos los hombres; pero estas contrariedades -grandes o pequeñas- no nos quitan la alegría. La dificultad es algo ordinario con lo que debemos contar, y nuestra alegría no puede esperar épocas sin contrariedades, sin tentaciones y sin dolor. Es más, sin los obstáculos que encontramos en nuestra vida no habría posibilidad de crecer en las virtudes.
El fundamento de nuestra alegría debe ser firme. No se puede apoyar exclusivamente en cosas
pasajeras: noticias agradables, salud, tranquilidad, desahogo económico para sacar la familia adelante, abundancia de medios materiales, etcétera, cosas todas buenas, si no están desligadas de Dios, pero por sí mismas insuficientes para proporcionarnos la verdadera alegría.
El Señor nos pide estar alegres siempre. Cada uno mire cómo edifica, que en cuanto al fundamento, nadie puede tener otro sino el que está puesto, Jesucristo. Sólo Él es capaz de sostenerlo todo en nuestra vida. No hay tristeza que Él no pueda curar: no temas, ten sólo fe (13), nos dice. Él cuenta con todas las situaciones por las que ha de pasar nuestra vida, y también con aquellas que son resultado de nuestra insensatez y de nuestra falta de santidad. Para todos tiene remedio.
En muchas ocasiones, como en este rato de oración, será necesario que nos dirijamos a Él en un diálogo íntimo y profundo ante el Sagrario; y que abramos nuestra alma en la Confesión, en la dirección espiritual personal. Allí encontraremos la fuente de la alegría; y nuestro agradecimiento se manifestará en mayor fe, en una crecida esperanza, que aleje toda tristeza, y en preocupación por los demás.
Dentro de poco, de muy poco, el que viene llegará. Espera, porque ha de llegar sin retrasarse, y con Él llega la paz y la alegría; con Jesús encontramos el sentido a nuestra vida.



17-23 de Diciembre Ferias mayores de Adviento
El día 17 de diciembre inician las “Ferias Mayores de Adviento”, que son los ocho días previos a la Solemnidad de la Natividad del Señor, y la liturgia se centra con mayor énfasis en la preparación de la conmemoración anual del nacimiento del Redentor.
En los primeros siete días, durante el rezo de las Vísperas, con el Magníficat se cantan o recitan las Antífonas Mayores de Adviento, también conocidas como “Antífonas de la O”.
Las Antífonas de la O se llaman así porque todas empiezan en latín con la exclamación “O”, en castellano “Oh”. Fueron compuestas hacia los siglos VII-VIII, como un resumen de los deseos de salvación de toda la humanidad, como un compendio del espíritu del Adviento.
Cada antífona empieza por una exclamación, “Oh”, seguida de un título mesiánico tomado del Antiguo Testamento: el 17, Sapientia (Sabiduría); el 18, Adonai (Señor poderoso); el 19, Radix (Raíz); el 20, Clavis (Llave); el 21, Oriens (Oriente); el 22, Rex (Rey); y el 23 Emmanuel (Dios con nosotros).
Si la primera letra después de la “O” se lee en sentido inverso forman el
acróstico “ero cras”, que significa “seré mañana o vendré mañana”.
SAPIENTIA (Sabiduría, Palabra)
17 de Diciembre
Oh Sabiduría, que brotaste de los labios del Altísimo, abarcando del uno al otro confín, y ordenándolo todo con firmeza y suavidad: ven y muéstranos el camino de la salvación.
ADONAI (Señor Poderoso)
18 de Diciembre
Oh Adonai, Pastor de la casa de Israel, que te apareciste a Moisés en la zarza ardiente y en el Sinaí le diste tu ley: ven a librarnos con el poder de tu brazo.
RADIX (Raíz, renuevo de Jesé)
19 de Diciembre
Oh Renuevo del tronco de Jesé, que te alzas como un signo para los pueblos; ante quien los reyes enmudecen, y cuyo auxilio imploran las naciones: ven a librarnos, no tardes más.
CLAVIS (Llave de David)


20 de Diciembre
Clavis
Oh Llave de David y Cetro de la casa de Israel; que abres y nadie puede cerrar; cierras y nadie puede abrir: ven y libra a los cautivos que viven en tinieblas y en sombra de muerte
Oriens (Oriente, sol, luz)
21 de Diciembre
Oh Sol que naces de lo alto, Resplandor de la luz eterna, Sol de justicia: ven ahora a iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte.
Rex (Rey de la Paz)
Oh Rey de las naciones y Deseado de los pueblos, Piedra angular de la Iglesia, que haces de dos pueblos uno solo: ven y salva al hombre, que formaste del barro de la tierra.
Emmanuel (Dios con nosotros)
23 de Diciembre
Oh Emmanuel, rey y legislador nuestro, esperanza de las naciones y salvador de los pueblos: ven a salvarnos, Señor Dios nuestro.
LAS POSADAS
La costumbre de celebrar las Posadas navideñas se remonta a los primeros misioneros venidos de España a México-Tenochtitlán, grandes evangelizadores como lo fueron los padres agustinos, franciscanos, dominicos, y posteriormente los jesuitas.
Las Posadas navideñas las inventaron los agustinos. Para poder evangelizar, transformaron las fiestas prehispánicas en fiestas cristianas, como las Posadas navideñas. Uno de los lugares en donde se establecieron estos misioneros fue el pequeño pueblo de San Agustín Acolman, situado a unos kilómetros al noroeste de la Ciudad de México, camino a las pirámides
de Teotihuacán. En ese lugar se originó la práctica de las Posadas navideñas a finales del siglo XVI.
Los misioneros que vivían en México-Tenochtitlán aprovecharon la coincidencia de fechas de las festividades indígenas en honor de Huitzilopochtli que se realizaban en el mes llamado Panquetzaliztli y que se realizaban entre el 6 y el 26 de diciembre , introdujeron la celebración del Nacimiento de Cristo, el hijo de Dios, en lugar del dios llamado Huitzilopochtli. Y en lugar de poner banderas o estandartes de Huitzilopochtli, colocaban algunos estandartes de la fe cristiana, que empezaba a tomar conciencia entre ellos.
En lugar de celebrar los días de las fiestas prehispánicas, introdujeron el novenario de José y María; es decir, utilizaron para esto la representación del peregrinar de José y María, de Nazaret a Belén, para cumplir con el deber de empadronarse, ordenado por el emperador romano César Augusto.
La tradición de las posadas navideñas trasciende México. Se encuentra muy arraigada en América Latina, especialmente en países como Honduras, Guatemala, El Salvador, Costa Rica, Nicaragua y Panamá. Incluso en algunos lugares de Estados Unidos con alta concentración de latinos, como California o Chicago.
Para celebrar las Posadas navideñas se escogieron los últimos nueve días antes del nacimiento del niño Jesús. Por ello, esta representación o petición de posada, comienza el día 16 de diciembre y finaliza el 24, último día de la novena.
En 1587, fray Diego de Soria, superior del convento de San Agustín de Acolman, obtuvo del Papa Sixto V un permiso que autorizaba la celebración en la Nueva España de una de las Misas llamadas de “aguinaldo”, del 16 al 24 de diciembre, y que se llevaban a cabo en los atrios de las iglesias.
Entre las misas se intercalaban pasajes y escenas de la Navidad; asimismo, para hacer más atractivas y amenas estas celebraciones, se les agregaron luces de bengala, cohetes y villancicos. Con el paso del tiempo se fusionó el sistema catequístico franciscano de la piñata.
De los atrios y patios de las iglesias y conventos, pasaron las posadas navideñas a los barrios y vecindades, en donde se añadió el famoso ponche, bebida típica navideña hecha de frutas.
Con el correr del tiempo, las posadas navideñas se hicieron costumbre de la vida familiar, en donde cobraron un tinte muy particular.
Muy típicas eran las que se organizaban en los barrios con la cooperación de todos los vecinos, que espontáneamente se repartían los gastos para el adorno del patio con
festones, luces y farolitos de papel, la hechura de la piñata, la compra de dulces, de la fruta y de la cena. El objetivo era que todos los asistentes celebraran con alegría las Posadas navideñas.
Por ello, el festejo se hace después de rezar el rosario, y cantar la letanía en procesión por las casa, con los peregrinos por delante.
Se pide Posada con antiguos villancicos que se aprecian como un recuerdo de otros tiempos. Las posadas navideñas son esperadas con ilusión, y en ellas es común que haya silbatos, luces de bengala, el baile y el ponche con “piquete”.
Posadas navideñas: una alegre tradición
Las posadas navideñas son un medio para preparar con alegría y oración nuestro corazón para la venida de Jesucristo y para recordar y vivir los momentos que pasaron José y María antes del Nacimiento de Jesús.
ESTA SEMANA PARTICIPA EN LAS POSADAS

DE LUNES A VIERNES EN LA IGLESIA PARROQUIAL Y EN EL SANTUARIO DEL PATRON SANTIAGO. AL TERMINAR LA MISA VESPERTINA.
EL SABADO EN LA CAPILLA DEL ESPIRITU SANTO A LAS 7.00 p.m.

