Domingo 17 diciembre 2023 • II Época, No. 3 • Editor P. Armando Flores
La segunda parte del Adviento y las antífonas mayores El 17 de diciembre comienza la segunda parte del Adviento, más centrada en la conmemoración de la espera de la venida de Jesús en la carne. Uno de los signos que la Iglesia introdujo para marcar el tono de esta semana son las antífonas de la O. Son siete, y la Iglesia las canta con el Magnificat del Oficio de Vísperas desde el día 17 hasta el día 23 de diciembre. Son un llamado, una invocación al Mesías, recordando las ansias con que era esperado por todos los pueblos antes de su venida, y, también son una manifestación del sentimiento con que todos los años, de nuevo, lo espera la Iglesia en los días que preceden a la gran solemnidad del Nacimiento del Salvador. Se llaman así porque todas empiezan en latín con la exclamación «O», en castellano «Oh». También se llaman «antífonas mayores». Fueron compuestas hacia los siglos VII-VIII, y se puede decir que son un magnífico compendio de la cristología más antigua de la Iglesia, y a la vez, un resumen expresivo de los deseos de salvación de toda la humanidad, tanto del Israel del Antiguo Testamento como de la comunidad del Nuevo Testamento. Son breves oraciones dirigidas a Cristo Jesús, que condensan el espíritu del Adviento y la Navidad. Cada antífona empieza por una exclamación, «Oh», que expresa la admiración de la Iglesia ante el misterio de Cristo, seguida de un título mesiánico tomado del Antiguo Testamento, pero entendido con la plenitud del Nuevo Testamento. Es una aclamación a Jesús el Mesías, reconociendo todo lo que representa para nosotros. Y cada una termina siempre con una súplica: «ven» y no tardes más. Leídas en sentido inverso las iniciales latinas de la primera palabra después de la «O», dan el acróstico «ero cras», que significa «vendré mañana», que es como la respuesta del Mesías a la súplica de sus fieles. Se cantan antes y después del Magnificat en las Vísperas de estos siete días, del 17 al 23 de diciembre, y también, un tanto resumidas, como versículo del aleluya antes del evangelio de la Misa.
17 de diciembre OH SABIDURÍA, que brotaste de los labios del Altísimo, abarcando del uno al otro confín y ordenándolo todo con firmeza y suavidad, ven y muéstranos el camino de la salvación.
Nuestra primera invocación admirativa es a esa dichosa Sabiduría, Palabra pronunciada por el Padre, el Altísimo; Palabra viva que no deja de ser pronunciada; Sabiduría personalizada que hunde sus raíces en las entrañas de Dios. Es una Sabiduría que se extiende del uno al otro confín; que todo lo abarca y todo lo penetra; que está en lo más íntimo de cada ser, de cada cosa, de cada ley, de cada movimiento, de cada aliento. Es la Sabiduría que no se queda mirando en el propio espejo, sino que multiplica los espejos y las imágenes de la Fuente primera, del Amor primero, en el que se renueva a cada instante. Sabiduría creadora y generosa, que sale de sí para estar en todo y estar en todos; que lo ordena todo con firmeza y suavidad, sabia y prudentemente, sin permitir la anarquía o la angustia; que lo embellece todo con su divino resplandor. ¡Cómo necesitamos la Sabiduría que brota de Dios! ¡Cómo necesitamos de su enseñanza luminosa! Tenemos mucha ciencia, pero poca sabiduría. Conocemos muchas cosas, pero desconocemos la cosa, ese secreto que nos haga felices. 18 de diciembre OH ADONAI Pastor de la casa de Israel, que te apareciste a Moisés en la zarza ardiente y en el Sinaí le diste tu ley, ven a librarnos con el poder de tu brazo.
Admiramos esa espléndida manifestación de Dios como fuego y como amor, como pastor y como ley, como fuerza liberadora. Ese Señor-Pastor, que ama a su pueblo, a su rebaño, y que no permitirá que nadie lo someta o lo disperse, que nadie le arrebate una oveja de su mano. Por eso, se manifestará con brazo poderoso para liberar y dirigir a su pueblo. Se manifiesta a Moisés como llama que enciende y no consume, que purifica y no mata, que ilumina y no ciega, que conduce y no esclaviza. Esa llama se comunicará al profeta para que pueda romper las ataduras que atan a su pueblo y para que pueda conducirlo sabiamente. Se manifiesta a Moisés como Pastor y Legislador, como