

la panadería
LUCÍA BELARTE D AVID LORENZO

Vivíamos en la ciudad.
Papá lobo se levantaba muy temprano para hornear el pan y los bollos.
A las siete hacía el reparto en las panaderías y, lo que sobraba, lo vendía con su carrito.
Las barras dejaban un aroma delicioso, pero la gente de aquel lugar rara vez se paraba a comprarle nada.


Cuando llegó el otoño, mis padres recogieron todas nuestras cosas y las metieron en la furgoneta.
Nos mudamos a un pueblo donde esperaban que el negocio fuera mejor.

