

PAULINO COOPERADOR

Revista cuatrimestral de la Familia Paulina
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ESPAÑA SE QUEDA SIN NIÑOS
ElDía Mundial de la Población, propuesto por el Consejo de Administración de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), fue aprobado por la Asamblea General de las Naciones Unidas y celebrado, por vez primera, el 11 de julio de 1990. Su finalidad es suscitar la discusión y fomentar el estudio de los desafíos y oportunidades en relación con la población, el medio ambiente y el desarrollo.
En cuanto a Europa, la cifra de nacimientos, desde el año 2008 –primer año completo con registros comparables– hasta el año 2023, se ha hundido en un 21,5 %. Solo Alemania, con un crecimiento del 2 %, y países de menor tamaño como Luxemburgo, Chipre y Malta, han experimentado un aumento de los nacimientos en este lapso de tiempo.
Y, fijándonos en nuestro país, los datos registrados en este mismo período son aún más preocupantes. En efecto, la cifra de nacimientos en España ha bajado un 38 % en el mismo intervalo de tiempo, la tercera mayor caída de la Unión Europea, solo superada por Letonia (41 %) y Grecia (40 %). Cantabria es la región europea que registra el mayor descenso de los nacimientos (49 %), seguida de cerca, en España, por Asturias (45 %), La Rioja (43 %) y Canarias (42 %).

Un informe de la Fundación de las Cajas de Ahorros (FUNCAS), publicado con motivo del Día Mundial de la Población, ha puesto en evidencia, una vez más, la fuerte caída de la natalidad en Europa, con especial incidencia en España
A la vista de estos datos, no cabe duda de que estamos ante un problema de gran calado; ante un problema del que, lamentablemente, hay poca conciencia política y social en nuestro país sobre los nefastos efectos que el creciente «invierno demográfico» puede tener para la sociedad y para la Iglesia. Los últimos papas y nuestros obispos sí se están refiriendo a menudo a esta caída del índice de la natalidad en reiteradas ocasiones y de diversas maneras. Son muchas las citas que se podrían aportar para justificar esta afirmación.
P. Antonio Maroño Pena, SSP
SUMARIO
León XIV: El papa desarmante
José Antonio Varela Vidal, IJS

Congreso de Vocaciones 2025
Antonio Díaz Tortajada, IJS

Misioneros de la esperanza: amor, servicio y sacrificio
Sandra Zevallos, periodista
Carlos Acutis y Mayorino Vigolungo
Rafael Pérez Sánchez, SSP



Vida Consagrada 17
Alejandro Fernández Barrajón, Mercedario

Sexo entre adolescentes
Victoria Luque, periodista

Cooperadores Paulinos:
Nuevo Estatuto
Antonio Maroño, SSP
Una espiritualidad netamente cristológica
José Antonio Pérez, SSP
La hora del Papa es también la hora de la Iglesia
Pedro Moreno, sacerdote
Familia Paulina
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LEÓN XIV: El papa desarmante

León XIV, desde su primera bendición como Papa, ha invitado a la unidad, al diálogo y a construir lo que él mismo llama una «paz desarmante»: una forma de ser que desconcierta a los violentos, desmonta la xenofobia, desarma al revanchismo y derrite la soberbia de los poderosos
José Antonio Varela Vidal, IJS

El Cardenal Prevost fue un estrecho colaborador del papa Francisco.
En los días que precedieron al Cónclave circulaban bromas sombrías sobre quién sería el nuevo sucesor de Pedro, como la famosa fábula de Esopo: «La montaña ha parido un ratón». Pero lo que el Cónclave parió fue un León. Y no cualquier león, sino uno de rostro sereno, sonrisa genuina y espíritu profundamente evangélico. La Iglesia, conmovida pero esperanzada, recibió como sucesor de Pedro a un hombre de paz desarmante, ágil en la mirada, lúcido en el juicio, sabio por experiencia, misionero de vocación y pastor de almas. Un hombre que deja aroma por donde pasa y huella donde pisa.
Su nombre: Robert Francis Prevost, cardenal nacido en Chicago en 1955 y nacionalizado peruano en 2015. Su nombre papal: León XIV.
Un perfil inesperado
La elección lo sorprendió en medio de archivos, informes y discernimientos, mientras ejercía como Prefecto de la Congregación para los Obispos. Prevost no era un nombre que figurara en las quinielas más populares, pero su trayectoria era imposible de ignorar.
Desde sus años de joven agustino, pasando por sus tiempos de misionero en el norte del Perú, hasta llegar a los más altos cargos de gobierno eclesial, su camino estuvo marcado por la entrega silenciosa, la alegría constante y la fidelidad sin cálculo.
Al poco tiempo de la elección del papa León, comenzaron a circular imágenes de su pasado… En todas, un rasgo inconfundible: su sonrisa. Una sonrisa siempre auténtica, espontánea, nunca forzada
«Nació en Estados Unidos, pero se curtió en el Perú», fue una frase que se popularizó en los días iniciales de su pontificado. Y es que el Perú no solo fue su misión, sino también su hogar espiritual. Allí descubrió la radicalidad del Evangelio. Allí aprendió a escuchar en quechua y a cabalgar por senderos polvorientos para llegar a comunidades olvidadas. Allí –dicen muchos– nació el corazón pastoral que ahora late desde Roma.
Las imágenes que cuentan una historia
Al poco tiempo de su elección, comenzaron a circular imágenes de su pasado: el joven seminarista con melena larga, el religioso bromista entre amigos, el profesor entusiasta en el aula; el obispo rodeado de gente, el animador de cantos navideños... En todas, un rasgo inconfundible: su sonrisa. Una sonrisa siempre auténtica, espontánea, nunca forzada.

Esa alegría interior –tan coherente con la «alegría del Evangelio» promovida por su predecesor– fue también su sello como obispo de Chiclayo, diócesis peruana a la que fue enviado tras servir durante dos períodos, como Superior General de los Agustinos. Allí lo vimos servir platos en los comedores de Cáritas, andar entre los damnificados de las inundaciones con botas de lluvia bien puestas, y recorrer comunidades rurales a caballo.
También lo escuchamos alzar la voz profética contra la corrupción y la indiferencia de las autoridades políticas, con un tono que nunca fue agresivo, pero sí firme, claro y evangélico.
En un vídeo que conmovió especialmente, se le ve hablando a un grupo de jóvenes confirmados, advirtiéndoles –con ternura y determinación–que debían prepararse para la «burla del mundo», animándolos a ser valientes, protagonistas y no espectadores de un tiempo desafiante.
Un pontificado con armonía
El papa León XIV ha llegado sin prometer rupturas ni revoluciones. Su sola presencia ya es una renovación. Se muestra profundamente humano: habla varios idiomas, disfruta de la música, conserva su amor por las matemáticas, se ejercita regularmente en el gimnasio y posee una formación sólida en derecho canónico.
Los intentos por identificarlo como «el continuador de Francisco» se apagaron tan pronto como comenzaron. ¿Y si lo fuera? ¿Acaso continuar el camino de un pontificado, que devolvió el Evangelio al centro, sería algo reprochable?
León XIV no es solo un papa que inspira. Es un papa que recuerda que la santidad también se encuentra en la cercanía, en la sonrisa, en el silencio que escucha y en la palabra que consuela. Un papa que, sin imponer su voz, ya está haciendo historia
El santo padre León XIV no ha entrado al trono de Pedro con estrépito ni eslóganes. Ha llegado con convicción y serenidad. No ha polarizado ni avivado tensiones internas. Por el contrario, desde su primera bendición como papa ha invitado a la unidad, al diálogo y a construir lo que él mismo llama una «paz desarmante»: una forma de ser que desconcierta a los violentos, desmonta la xenofobia, desarma al revanchismo y derrite la soberbia de los poderosos.
La foto oficial de su pontificado lo retrata con una media sonrisa de paz. Parece decirnos, sin palabras, que contigo y conmigo quiere construir una Iglesia más alegre, más festiva, más atrayente. Una comunidad misionera, que anuncie con convicción la Buena Noticia y que esté siempre «en salida».
León XIV no es solo un papa que inspira. Es un papa que recuerda que la santidad también se encuentra en la cercanía, en la sonrisa, en el silencio que escucha y en la palabra que consuela. Un papa que, sin imponer su voz, ya está haciendo historia.
La identificación del Papa con los fieles ha sido casi absoluta.
La Iglesia española se replantea la pastoral vocacional

CONGRESO DE VOCACIONES 2025
Antonio Díaz Tortajada, IJS
A través de un profundo e intenso Congreso sobre la Vocación, la Conferencia Episcopal Española invitó a toda la Iglesia a «crecer en la conciencia de que la vida es don recibido y está llamada a ser don para otros»
Este Congreso se celebró a principios de febrero (del 7 al 9 de febrero) y contó con la participación de más de 3000 asistentes procedentes de todas las diócesis, y de todos los caminos vocacionales posibles, que se dieron cita en el pabellón Madrid Arena. Se vivió en medio de una gran expectación. Se rememoró el Congreso de Laicos celebrado en julio de 2020 –Pueblo de Dios en salida– que, desde entonces, se ha venido haciendo camino en los ámbitos del primer anuncio, educación y sinodalidad. «Se trata ahora de dar un paso más: del anuncio del kerigma a la elaboración de una respuesta –con la propia vida– al mismo». Una respuesta que pasa por descubrir «la
certeza de que Dios sigue invitándonos a todos a una existencia plena y dichosa», lo cual es otra forma de decir que «todos tenemos vocación». Ante esta perspectiva, la Iglesia quiere trabajar «para que cada persona pueda descubrirla y alcanzar la plenitud a la que ha sido llamada».
Con esta meta en el horizonte, se realizó un diagnóstico de la situación que vive nuestra Iglesia actual, donde existe una crisis antropológica, «de comprensión de lo que somos». La consecuencia no es solo una disminución de vocaciones de «especial consagración», sino que, al final, la vida deja de ser «entendida como una vocación». Entre las causas, se encuentra «la exacerbada búsqueda de libertad» o del «bienestar»,

que «se convierten en el foco de toda decisión». De esta forma, «no hay cabida al amor, centro de un paradigma vocacional. La libertad en la sociedad actual se pone por encima del amor y desemboca en valores que son opuestos a las virtudes necesarias para poder responder a la propia vocación».
A pesar de todo ello, el Congreso de Vocaciones no fue una respuesta a esta crisis, sino al convencimiento de que «Dios sigue amando y llamando». Pero la llamada, la vocación, no se reduce a una tarea o profesión. «Tiene que ver con el ser antes que con el hacer». Se trata, por tanto, de «un modo de vivir y de plantearse la existencia» que «encuentra su sentido convirtiéndola en un bien que se dona para todos». La conclusión de una de las primeras ponencias era «crecer en la conciencia de que la vida es don recibido y está llamada a ser don para otros».
El Congreso de Vocaciones no fue un punto de llegada, sino de partida para una pastoral vocacional en las diversas diócesis. Es urgente «crear una cultura vocacional» en todos los ámbitos de la vida; esta tarea «es un proceso largo, que exige superar el pesimismo y el derrotismo». Sin embargo, hay que decir que los jóvenes muestran sed de sentido y una apertura a un discurso alternativo.
En esta situación, la Conferencia Episcopal Española está convencida de que el momento actual «es una gran oportunidad para la evangelización y para testimoniar la belleza de una vida bien vivida, plena y en sintonía con el proyecto de Dios».
Bajo el lema: «¿Para quién soy yo? Asamblea de llamados para la misión», que recoge precisamente unas palabras de la exhortación apostóli-
ca postsinodal Christus vivit, los participantes del Congreso han ido intentando dar una respuesta clara en su vida cristiana –«para Dios y para los demás»– y de esta forma avanzar como Iglesia misionera y vocacional.
«La misión es el corazón de nuestra identidad cristiana», se ha señalado durante una de las ponencias. «Esta manera de entender la misión tiene consecuencias, no fuera de nosotros, sino en nosotros mismos». De esta forma, han invitado a partir desde lo más sencillo: «Toda vocación nace en Dios, toca el corazón del ser humano en un contexto determinado, y es una llamada para el bien del mundo».
Con el discernimiento cristiano como punto de inicio, los responsables han propuesto «transitar el camino que va desde los sueños a los retos» y así, afrontar juntos preguntas esenciales como qué retos se nos presentan para ser un pueblo vocacional o cómo podemos crecer como Iglesia misionera.
En este sentido, y ante lo que parecen «signos evidentes de una crisis vocacional», han instado a los presentes a «acoger la llamada y reavivar la inquietud por el Evangelio frente a la desilusión». Esto nos llevará a «vivir gozosamente la propia vocación» y a transmitir así una cultura vocacional que se caracteriza «por el anuncio del Evangelio, la entrega de una antropología cristiana y la vida entendida como llamada y servicio, donde prevalece la apertura y no la autorreferencialidad».
El Congreso ha hecho una llamada al pueblo de Dios para promover en la Iglesia la urgencia vocacional y misionera. Además, ha recalcado la importancia de «dar a la pastoral un alma vocacional y fomentar una organización vocacional de comunión». De esta manera, han explicado que está en
Intervención del Cardenal José Cobo, Arzobispo de Madrid.
marcha el desarrollo de un Servicio Pastoral Vocacional Nacional (SPVN) donde participan la Comisión de Laicos, la del Clero, la de Vida Consagrada, la Comisión episcopal de Misiones, CONFER y CEDIS, así como las comisiones de Educación y Catequesis. Este servicio podrá notarse en los programas pastorales del nuevo curso, dado que la conciencia y recorrido vocacional misioneros pueden estar debilitándose en la Iglesia.
Este es un compromiso urgente que hoy llega a nuestras familias, barrios y parroquias, pueblos y ciudades, congregaciones e instituciones apostólicas, diócesis y organismos eclesiales, pero, sobre todo, es una llamada a todos los que hemos podido vivir como participantes en esta fiesta del Espíritu en la Iglesia.
«Muchas veces, en la vida, perdemos tiempo preguntándonos: “Pero, ¿quién soy yo?”; no llegamos, sin embargo, a la pregunta fundamental: “¿Para quién soy yo?”. Eres para Dios, sin duda. Pero Él quiso que seas también para los demás, y puso en ti muchas cualidades, inclinaciones, dones y carismas que no son para ti, sino para otros», destacó en el saludo el papa Francisco.
El Papa se detuvo en la parábola del joven rico. En ella el Señor nos hace ver que «la bondad a la que aspiramos no se consigue cumpliendo requisitos y alcanzando objetivos», sino con «el don total de nosotros mismos, el seguir a Jesús en la prueba del amor más grande».
El «ven y sígueme» de Jesús al joven parece que solo hace referencia «a un determinado tipo de vocación específica, solo a quienes se sienten llamados a abrazar la radicalidad de la pobreza evangélica», indica el papa Francisco. «Pero no es verdad, podemos escucharlo dirigido a cada uno de nosotros. Todos somos administradores de los dones de gracia de naturaleza que el Señor nos ha regalado, y nuestros talentos son para ponerlos en el banco y sacar interés, nuestros bienes para venderlos, de forma que el fruto llegue a los demás».
Haciendo alusión al lema del congreso, «¿Para quién soy?», el Presidente de la Conferencia Episcopal, monseñor Luis Argüello ha respondido: «Para el Señor en los hermanos»
Hemos de pedir al Señor que nos envíe para hacer su voluntad. Sin embargo, a veces también «podemos dudar de nuestras fuerzas y de la esperanza». Ante esto, monseñor Argüello nos ha invitado a acudir siempre al ancla de nuestra barca, que es Jesucristo en el altar, porque «el ancla es el símbolo de la esperanza para el pueblo de Dios».
PÍAS DISCÍPULAS
DEL DIVINO
MAESTRO




«Este mundo en que vivimos tiene necesidad de la belleza para no caer en la desesperanza. La belleza, como la verdad, es quien pone alegría en el corazón de los hombres; es el fruto precioso que resiste la usura del tiempo, que une a las generaciones y las hace comunicarse en la admiración». Papa Pablo VI
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«Misioneros de la
esperanza»
Sandra Zevallos, periodista

«Misioneros de la esperanza entre los pueblos»
es el lema de la Jornada Mundial de las Misiones 2025 (DOMUND), que se celebra el penúltimo domingo de octubre, día 19
La Iglesia está llamada a ser una «Iglesia misionera» que abra los brazos al mundo, como dijo el papa León XIV al empezar su período. «Misioneros de la esperanza entre los pueblos» es el lema de la Jornada Mundial de las Misiones 2025 (DOMUND), que se celebra el penúltimo domingo de octubre. Es un día para rezar y colaborar económicamente con los religiosos y laicos, así como con las familias que llevan el mensaje y el amor de Dios más allá de sus fronteras. Erróneamente, se cree que la labor misionera es una simple predicación bíblica, pero va mucho más allá. Supone un compromiso con una comunidad, a cuyos integrantes se les guía, apoya de forma personal, brinda ayuda humanitaria y mucho más.
«Dejarás a tu padre y a tu madre»
El misionero comboniano Roy Zúñiga, de 61 años, es un sacerdote y periodista peruano que
dirigió la revista Aguiluchos de su país de origen. Por amor a Cristo, dejó el periodismo para involucrarse a tiempo completo en la misión. En total, lleva evangelizando 38 años, de los cuales 12 estuvo en Sudán del Sur, en plena guerra, donde dio lo mejor de sí mismo. Si bien ha enfrentado diversas dificultades en el desarrollo de sus actividades, no las considera como algo excepcional, sino como propio de toda actividad u oficio. Zúñiga piensa que el DOMUND 2025 es una oportunidad para que los padres mediten sobre la posibilidad de dejar a sus hijos ser misioneros.
Mientras tanto, Carmen Balguerías, nacida en Madrid hace 26 años, que estudió Biología sanitaria, desde hace dos años, es misionera en una comunidad de la imponente selva peruana, en un lugar ubicado a siete horas de la ciudad en bote rápido. La vida de Carmen está llena de desafíos. Atrás quedaron sus primeras tareas pastorales en una parroquia del distrito madrileño de Villaverde y, aunque la separación familiar


y la adaptación a una nueva cultura sabe llevarlos bien, el acompañamiento a las víctimas de abuso sexual le toca el alma. Su vocación por esta labor se la debe al testimonio de sus tíos José María y Marcela, un matrimonio misionero.
Perú: Tierra misionera
No solo el papa León XIV se curtió entre los misioneros peruanos. El padre Francisco Pietro Domínguez es un sacerdote español de León que, dentro de poco, cumplirá 99 años y ha sido misionero durante 49 años. Estuvo 15 años en Guinea Ecuatorial y 34 años en la selva peruana. Dice que dar a conocer la palabra de Dios, ayudar a quienes lo necesitan, conocer gente y diferentes culturas resulta positivo para los misioneros. Ha decidido quedarse a vivir en el Perú, donde celebra la Eucaristía en una parroquia de Lima.
Muchos años menor, pero con el mismo ideal, el padre Miguel Luengo es un madrileño de 36 años que decidió servir como misionero cuan-
do era muy joven. Ha estado en Mozambique, Chile y Perú. Uno de sus grandes retos fue llevar el mensaje de esperanza a los presos de una cárcel en Chile. Reconoce que, al comienzo, fue difícil para el grupo de misioneros que lo acompañaba, pues el miedo y los nervios estaban presentes. Sin embargo, todo logró transformarse en positivo gracias a la ayuda de Dios, por lo que, en poco tiempo y en un ambiente amical, celebraron dos bodas y varios bautismos. Pronto volverá a Tacna, en el Perú, ubicada al extremo sur del país.
EN CIFRAS
El Director de las OMP, José María Calderón, informó que España tiene 9648 misioneros, de los cuales 5624 están en activo y 4024 inactivos. Con respecto a los destinos, precisó que el 65,29 % vive en América y, específicamente, 524 en Perú, el país con más misioneros españoles.

Padre Roy Zúñiga en Sudán del Sur.
Carmen Balguerías con comuneros de la selva peruana.

Rafael Pérez Sánchez, SSP

«A través de la santidad de los jóvenes, la Iglesia puede renovar su ardor espiritual y su vigor apostólico... los jóvenes santos nos animan a volver a nuestro amor primero» (cf Ap 2,4). Esto decía el papa Francisco en su exhortación apostólica Christus vivit (n. 50) Dos adolescentes seducidos por la santidad y la evangelización con los medios modernos
CARLOS ACUTIS Y MAYORINO VIGOLUNGO
Hoy nos fijamos en dos adolescentes: Carlos Acutis y Mayorino Vigolungo. Ambos tuvieron vidas cortas –Carlos murió con 15 años, Mayorino con 14)–, pero intensas y entregadas a causas sublimes: Carlos, por el Papa
y por la Iglesia, Mayorino, por la naciente Familia Paulina y su misión.
Carlos nació el 3 de mayo de 1991 en Londres, donde sus padres se encontraban por motivos laborales. Creció en Monza y Brianza
Nos fijamos
en dos adolescentes:
Carlos Acutis y Mayorino Vigolungo. Ambos
tuvieron vidas cortas –Carlos murió con 15 años, Mayorino con 14–, pero intensas y entregadas a causas sublimes
(Milán) como todos los chicos de su edad, diferenciándose solo por su especial inclinación hacia las prácticas religiosas. De extraordinaria inteligencia, con gran habilidad para la informática, pasó su infancia rodeado del cariño familiar y aprendiendo a amar a Dios.
Visitaba regularmente la parroquia, viviendo su amistad con Jesús y su amor filial a la Virgen, atento a los demás. No perdía la oportunidad de evangelizar y catequizar. Enamorado de Jesús Eucaristía, decía: «¡Es mi autopista para el cielo!».
Mayorino, nació en Benevello (Cúneo-Italia) el 6 de mayo de 1904, y es uno de los primeros alumnos del beato Santiago Alberione. Era un niño inteligente, vivaz y alegre. Educado por sus padres en la piedad y el trabajo. En 1916 siguió al Fundador en la Escuela Tipográfica Pequeño Obrero, humilde germen de la Sociedad de San Pablo y de la Familia Paulina.
Allí encontró Mayorino el terreno idóneo para desarrollar la tendencia a la santidad que lo atraía desde niño. Maduró su vocación paulina y en la donación, en clima de oración y de trabajo vivido como verdadero apostolado, con Jesús como centro absoluto de su vida: «Jesús mío, solo tú me bastas», anotó en su cuaderno.
Impulso al apostolado moderno
«¿A dónde nos envía Jesús?», preguntaba el papa Francisco. Y respondía: «No hay fronteras, no hay límites: nos envía a todos. El Evangelio es para todos... No tengáis miedo de ir y llevar a Cristo a cualquier ambiente, hasta las periferias existenciales, también a quien parece más lejano, más indiferente» (CV 177).
Carlos comprendió que hace falta un gran esfuerzo misionero para anunciar el Evangelio a todos, y valoró la opción de utilizar los medios de comunicación al servicio del Evangelio.

Mayorino también comprendió enseguida la intuición apostólica del P. Alberione y se adhirió a ella con todo su ser, poniendo en juego un ferviente y generoso ardor apostólico.
Objetivo común: la santidad
Cuando uno descubre que Dios lo llama a algo... «entonces será capaz de hacer brotar sus mejores capacidades de sacrificio, de generosidad y de entrega –dice el papa Francisco–. Saber que uno no hace las cosas porque sí, sino con un significado, como respuesta a una llamada que resuena en lo más hondo de su ser para aportar algo a los demás» (CV 273 ). Carlos sentía que debía entregarse a Dios y servir a los hermanos: ¡esforzarse por alcanzar la santidad, ser santo! Era su obsesión, su objetivo, el motor que le hacía ser «diferente» en los pupitres de la escuela, en la pizzería con los amigos o en la plaza durante un partido de fútbol. Sus amigos lo querían por la alegría que aportaba al grupo, siempre mesurado en sus sentimientos e impulsos.
Mayorino, cuando descubrió su vocación: ser sacerdote, apóstol de la buena prensa y santo, «ya no pensaba en nada –escribe el P. Alberione– que no fuera o lo guiara hacia su ideal. Se aferró a él con tanta fuerza, con tanto amor, que de la mañana a la noche lo tenía en la mente, en el corazón, en los labios». Escribió: «Es voluntad de Dios que nos hagamos santos… Dios mío, te quiero solo a ti y nada más». Y se propuso: «Con la gracia de Dios y de la Virgen, quiero llegar a ser santo, un gran santo, pronto santo».
La voluntad de Dios, hasta el fin
A principios de octubre de 2006, Carlos sufrió una forma muy grave e incurable de leucemia. Fue hospitalizado. Él dijo: «Ofrezco a Dios todos los sufrimientos que tenga que soportar, por el Papa y por la Iglesia, para no ir al purgatorio e ir directo al cielo». Sonreía a todos, con un coraje sorprendente.
El 12 de octubre de 2006, Carlos Acutis, con tan solo quince años, fue a contemplar para siempre a su amado Jesús. Su canonización es el 7 de septiembre.
En la primavera de 1918, también Mayorino comenzó a sentirse mal: el diagnóstico fue
Ambos adolescentes tomaron como modelo a san Pablo, apóstol de los gentiles, que quiso llevar el Evangelio a todos, hasta el sacrificio de su vida
pleuresía, agravada por una meningitis aguda. A pesar de su anhelo de volver a Alba y al apostolado de la prensa, su deseo principal era «hacer la voluntad de Dios», «dejar actuar al Señor». «Quiero sufrir en paz y serenidad lo que el Señor me envíe», escribía. A la pregunta de si quería curarse o ir al cielo, respondió convencido: «Quiero hacer la voluntad de Dios». Solo una gran fe explica ese abandono a la voluntad de Dios.
Mayorino Vigolungo falleció el sábado 27 de julio de 1918, bajo la protección de María. Fue declarado venerable el 28 de marzo de 1988.
Cada uno
tiene su propio camino
El papa Francisco afirmaba: «Hay testimonios que son útiles para estimularnos y motivarnos, pero no para que tratemos de copiarlos» (CV 162). Carlos y Mayorino tuvieron vidas muy diferentes por sus circunstancias, aunque parecidas por su amor a Jesús y por el entusiasmo por anunciarlo a todos con los medios modernos.
Carlos buscó la santidad en lo ordinario de la vida. Mayorino representa la santidad encarnada en una vida de trabajo apostólico, con alegría serena y radiante. Ambos son testigos vivos de la invitación del papa Francisco a los jóvenes: «Sed capaces de ir contracorriente y sabed compartir a Jesús, comunicad la fe que él os regaló» (CV 176).
Ambos tomaron como modelo a san Pablo, apóstol de los gentiles, que quiso llevar el Evangelio a todos, hasta el sacrificio de su vida. Ambos fueron amigos íntimos de Jesucristo y grandes apóstoles suyos. Ambos proyectaron sobre el mundo una luz capaz de impactar a los jóvenes y hacerles enamorar de un bello ideal de santidad, accesible a todos, al que todos deben aspirar activamente, según sus capacidades, dóciles al Espíritu de Jesús.
Crisis de VOCACIONES entre la esperanza y la obsesión
Alejandro Fernández Barrajón, Mercedario
«Si tú me dices ven, lo dejo todo. Si tú me dices ven, será todo para ti. Mis momentos más ocultos también te los daré. Mis secretos que son pocos serán tuyos también. Si tú me dices ven, todo cambiará. Si tú me dices ven, habrá felicidad, si tú me dices ven» (Alfredo Gil, interpretada por Los Panchos)
Si hay un tema del que hablamos una y mil veces, en exceso, en nuestras parroquias y comunidades, es la cuestión recurrente de la crisis vocacional. Creo, incluso, que se está convirtiendo en algo tóxico. Porque si es indiscutible esta realidad, no lo es menos que, insistir tanto en ello, nos desalienta y nos roba esperanza a fuerza de tanto repetirlo. Ya lo dice el viejo refrán castellano: «¿A dónde va la lengua? A la muela picada». Nos estamos reforzando en negativo, porque una mentira repetida mil veces puede acabar convirtiéndose en una verdad. ¿Será que no hay jóvenes vocacionados o, más bien, que no los merecemos porque hemos perdido la radicalidad de nuestros carismas y nos ven como instituciones muy centradas en sí mismas y vaciadas de esperanza?
Dios sigue llamando
Yo estoy convencido de que Dios sigue llamando a no vivir para nosotros mismos. Lo hemos com-
probado en la Dana de Valencia donde cientos de jóvenes dejaron sus cosas y sus casas para ir a ayudar a los damnificados, atravesando el puente que, por esa causa, se llama de la solidaridad. Nadie va a apostar su vida –solo tenemos una y es muy hermosa– a una carta perdedora en lo que se refiere a la esperanza.
Nunca nos preguntamos qué culpa tenemos nosotros de esta escasez vocacional, encontramos causas externas, los culpables son los otros: los jóvenes son flojos, las circunstancias, el materialismo, la ausencia de valores… ¡Como si esas cosas no hubieran estado siempre presentes en el caminar de los humanos! Necesitamos preguntarnos qué tenemos o qué no tenemos para no resultar atractivos y preguntarnos por qué en otros tiempos sí lo hemos sido. Tal vez el Espíritu se empeña en que hoy seamos pocos y buenos antes que muchos y flojos. Exactamente igual que la levadura en la masa.
Lo que sucede es que nos hemos acostumbrado a las multitudes –había que ver a qué se debían–, a la cristiandad que arrasaba y abarro-

taba los templos y las colectas... y nos hemos olvidado de que fueron solo doce, con un traidor entre ellos y mucho analfabetismo, los que consiguieron revolucionar el mundo desde sus firmes convicciones, su radicalidad y su adhesión incondicional a Jesucristo.
Vayamos tomando nota: «Echad las redes al otro lado de la barca y encontraréis». Y en verdad encontraron. ¿Estamos echando la red en el lugar adecuado? Estamos echando la red en el sitio equivocado cuando vivimos más pendientes de las formas que del fondo, de las puntillas que de la misericordia, de aceptar la diversidad que de promover el uniformismo, de juzgar que de acoger, de ocultar la pederastia que de denunciarla, de vivir para servir y no para ser servidos en un rancio clericalismo que afecta incluso a los no sacerdotes o de compartir nuestra mesa con los necesitados que de ocultar lo bien que vivimos aunque lo tenemos difícil con los edificios que poseemos. ¿Cuándo fue la última vez que hemos sentado un mendigo en nuestra mesa? No podemos pasarnos la vida pidiendo al dueño de la mies que envíe obreros a su mies, si no estamos en condiciones de recibirlos y tratarlos con dignidad y cariño. Pidamos, más bien, que seamos dignos de acoger las vocaciones en lugar de que nos las envíen por nuestra cara bonita. Que Dios es bueno, pero no es tonto como para premiar nuestra vulgaridad con jóvenes y entusiastas vocaciones. Es un gran pecado que Dios nos envíe vocaciones y se desanimen por nuestra falta de coherencia y se malogren para siempre por nuestra falta de autenticidad. «No se pueden echar perlas a los cerdos».
En esta misma línea se ha manifestado ya el papa León XIV cuando el día del Buen Pastor, en el rezo del Regina Coeli, afirmó: «Que los jóvenes encuentren en nuestras comunidades: acogida, escucha, estímulo en su camino vocacional» y además: «Que puedan contar con modelos creíbles de entrega generosa a Dios y a sus hermanos». Cuando nosotros vamos poniendo razones de la falta de vocaciones en los propios jóvenes y en la sociedad, el Papa nos pide que nos miremos a nosotros mismos y seamos modelos atractivos para las vocaciones y auténticos acompañantes.
Ayer me llamó una joven, que vive en Holanda pero que es de mi pueblo, para hablar y confesarse. Y estuvimos tomando un café juntos. Me contaba preocupada que, en su barrio de Ámsterdam, están cerrando las iglesias católicas porque no hay sacerdotes para atenderlas. Cuando, oficialmente, un treinta por ciento están inscritos como católicos, la realidad es otra muy distinta al ver su participación en la vida cultual de la Iglesia. «Es muy difícil –me decía– encontrar una iglesia católica para poder asistir a misa el domingo o confesarse». El tema de las vocaciones es más grave de lo que parece. Y yo le preguntaba cuáles pueden ser las causas. Me contestaba sin dudar: «Que la Iglesia es percibida como una institución del pasado, dominada por los mayores, que se ha «Respondió: “Venid y lo veréis”. Fueron, pues, vieron dónde vivía y se quedaron con él aquel día» (Jn 1,38-39)

quedado atrás y no sabe responder, con sus actitudes, a los interrogantes más vivos que los jóvenes tienen. Una institución que margina a la mujer, que no entiende a los diferentes y que está muy condicionada por las leyes e incluso por un lenguaje que ya resulta ininteligible. Por eso cada día hay menos jóvenes en la Iglesia, algo –me decía–, que veo que también está pasando aquí». Nos hemos empeñado en coger un tren de carbón en lugar del tren de alta velocidad. Pero no nos engañemos, esa es la realidad más común y, aunque lo vemos todos, nos cuesta sentarnos sin prisa y hacer un discernimiento profundo desde la Palabra divina y la realidad para ver qué nos está pasando y por dónde tenemos que caminar con lealtad y valentía, aunque eso nos exija hacer renuncias serias. Y así nos va.
En la crisis vocacional, orar, pero hacer algo más
Es verdad que el Maestro nos dijo que pidiéramos obreros para la mies, porque la mies es mucha y los obreros pocos. Es la mejor radiografía que se ha hecho de nuestro tiempo. La mies es más abundante que nunca y las vocaciones son pocas y, además, están yendo a menos. ¡Hay que pedir obreros para la mies! ¡Claro que sí! Pero que nunca nos preocupe tanto el número de las vocaciones cuanto su calidad. Confiemos en que es el Espíritu quien cuida a su Iglesia y no la dejará desabastecida. Tal vez quiera probarla, eso sí, para que no nos durmamos en los
«Que los jóvenes encuentren en nuestras comunidades: acogida, escucha, estímulo en su camino vocacional»
(León XIV)
laureles y, por eso, nos está visitando esta crisis inmisericorde que yo estoy seguro de que será para bien.
Tal vez la Iglesia cristiana de los próximos años dejará de ser cristiandad para convertirse en Iglesia de pequeñas comunidades, al estilo de las primeras comunidades, donde todo era de todos y los conocían por cómo se amaban. Más que de la escasez de vocaciones, hemos de preocuparnos de cómo es de auténtica y profética nuestra vida, de la sal y la pimienta que ponemos en aquello que vivimos y hacemos y confiar siempre en la promesa divina: «Echad las redes a la derecha de la barca y encontraréis» (Jn 21,6-11).
Si vivimos sin esperanza y entre lamentos, angustiados por la falta de vocaciones, transmitiremos esa sensación a los jóvenes y los alejaremos de nosotros, aunque no queramos, y los jóvenes escaparán de lugares de lamentos y desesperanza. Lo que sí parece claro es que hemos de preguntarnos, con sinceridad, qué hemos de cambiar, qué hemos de abrazar, qué nuevos caminos hemos de seguir, qué hemos de superar y, sobre todo, cómo hacer realidad lo que nos pidió el Concilio: «El diálogo confiado y valiente con el mundo contemporáneo en sus diferentes componentes y realidades», y esto no tiene que
ver nada con la anchura que debe tener el cleriman ni con si hay que ponerse el roquete por encima del hábito.
Lo que debe preocuparnos es cómo afrontar desde un talante abierto, sincero y sin prejuicios, la realidad diversa y novedosa que nos está tocando vivir: familias diversas, matrimonios del mismo sexo, parejas divorciadas y vueltas a casar, sacerdotes que han abandonado su ministerio, el fenómeno creciente de las migraciones, familias sin recursos muy cerca de nosotros y el compromiso real por la justicia, la paz y la integridad de la creación. Podemos ignorar todo esto con la táctica del avestruz, pero no por eso dejará de estar ahí buscando una actitud misericordiosa como la de Jesús.
Si la gente de nuestro tiempo nos encontrara embarcados en esta tarea de manera fiel y comprometida, creo que otro gallo nos cantaría. Pero si, preocupados por la escasez vocacional, nos dedicamos más a mantener las estructuras y dedicar nuestra vida a ser más fieles a la institución que al carisma, nadie nos salvará de la quema. El mismo Espíritu nos quemará por nuestro bien. ¡Ojalá este fuego estuviera ya ardiendo! Sin duda el proyecto de la vocación cristiana, consagrada y sacerdotal en la Iglesia es un carisma, un valioso don del Espíritu que hemos de cuidar, promocionar y mantener en los tiempos actuales, amenazados por desafíos nuevos, pero para que sean útiles al tiempo en que nos ha tocado vivir.
Que los jóvenes vean para que puedan quedarse
Para lograr una manera nueva de situarnos ante la crisis vocacional hay que tomarse en serio las palabras del capítulo primero de san Juan: «“Venid y lo veréis”. Fueron, vieron y se quedaron». Hace falta, pues, que vean para que puedan quedarse, y que nosotros abramos las puertas para que puedan entrar. Está muy bien que recemos por las vocaciones, pero, a la vez, hay que permitirles ver. Y a veces lo que ven no es recomendable porque escasea la ternura y la humanidad. Tal vez por eso no abrimos las puertas, no entran y no se quedan. Serían muy torpes
si se quedaran. Creemos que haciendo campamentos y pascuas juveniles ya hemos cumplido, pero así no ven nada de lo que necesitan ver y después el choque resulta demasiado dramático y los fracasos muy frecuentes.
Si no conseguimos que en los jóvenes que entren en contacto con nosotros arda su corazón, cuando leen las escrituras y lo vean en la manera de partir el pan con nosotros, es posible que quieran volver de nuevo a Emaús, a su casa y no volver nunca más. Cuando un joven o un adulto entra en nuestra comunidad y percibe que allí hay algo especial más allá de lo material, queda prendado y prendido y eso nunca se le va a olvidar. Queda en él un runrún que ya nunca le va a abandonar. No nos engañemos, la crisis vocacional no es otra cosa que la consecuencia de la crisis global de la Vida Consagrada y sacerdotal. Pero en vez de hablar tanto y lamentarnos –salmo responsorial de los abatidos– de que somos cada día menos y más mayores, hablemos de cómo purificar nuestra opción para que sea más transparente y evangélica. Al fin y al cabo, no se trata tanto de ser muchos cuanto de ser más fieles y eficaces en el trabajo por el reino de Dios.
Esta sociedad se cansará de consumir tanto, de tanto ruido, de tanta vulgaridad y acudirá más pronto que tarde a beber agua del pozo de Jacob que tiene agua que salta hasta la vida eterna. Cuando alguien se vea rodeado de la crueldad del desierto, buscará con pasión un oasis. Y están surgiendo, en algunos lugares del viejo mundo, pequeños pero significativos brotes de que algo puede cambiar. En el Reino Unido, los jóvenes católicos ya duplican a los anglicanos y en la última Pascua fueron bautizadas más de diez mil personas en la alejada Francia, un cuarenta y cinco por ciento más que en el año anterior.
Algo nuevo está brotando, ¿no lo notáis? El Espíritu de Dios sopla cómo quiere y dónde quiere y nadie sabe de dónde viene ni a dónde va. Y nosotros somos hijos del Espíritu de Dios, que es de donde brotan todos los carismas. Recemos, por favor, por las vocaciones, pero hagamos algo más, para que nos empapemos de Evangelio y de radicalidad profética. «Ora et labora», no solo «ora».

SEXO ENTRE ADOLESCENTES
La edad de inicio de la primera relación sexual está descendiendo año tras año. Es importante pensar, antes de tomar una decisión (tener sexo o no) que puede condicionar el resto de nuestra vida
Victoria Luque, periodista
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Igual que sucede con el inicio del consumo de alcohol, la edad en que los adolescentes mantienen su primera relación sexual completa está en torno a los 14 años. Así se extrae de un estudio de 2021 realizado por la Asociación de Enfermería Familiar y Comunitaria de Cataluña (AIFICC), que fija este momento en los 13,8 años. Sin embargo, las edades bailan según el estudio que se contemple, así, según el Informe Juventud en España 2020, casi el 57 % de los jóvenes encuestados entre 15 y 19 años declara haber tenido su primera relación sexual a los 16 años.
Los puntos más destacados de este citado documento
1. Los chicos y las chicas no estamos en el mismo momento vital en la adolescencia, nosotras a los 14-15 años idealizamos mucho a la persona con la que queremos estar, buscamos un amor verdadero, alguien que nos quiera hasta dar la vida si fuera necesario… Es decir, buscamos un amor puro, entregado, maravilloso, único. Esto, por lo general, no ocurre en los chicos, cuyo pensamiento a estas edades está más bien orientado a descubrir y experimentar placer con su cuerpo o con el del sexo opuesto. Es decir, vivimos chicos y chicas en mundos paralelos, con aspiraciones muy distintas, y esto hay que tenerlo en cuenta a la hora de querer tener una relación con alguien del sexo opuesto.
2. En la adolescencia no vemos a largo plazo, tenemos la mirada muy corta, no vemos más allá
de dos o tres años… Esto es algo que ocurre en nuestro cerebro durante la adolescencia y está comprobado científicamente, tanto es así que no somos capaces de ver más allá de lo que nos pasa aquí y ahora. No nos proyectamos a largo plazo, y esto dificulta también el poder «pensar en futuro» a medio y largo plazo con alguien en concreto.
3. ¿Sabemos a quién nos estamos entregando? ¿Le conozco realmente? ¿Sé cómo piensa? ¿Conozco sus miedos, sus seguridades, sus ilusiones, sus errores, sus heridas? ¿Voy a entregarme a alguien que, seguramente, no va a ser la persona con la que comparta mi vida en el futuro? ¿Me veo con él dentro de 5 años? Si no es así, ¿merece la pena tener relaciones sexuales con alguien a quien no voy a ver más?
Quizás una manera de comprobar si ese chico/a te quiere de verdad, sea decirle: «Vale, salimos juntos, pero sin sexo». Si de verdad te quiere, respetará tu decisión y no te tocará.
4. Esto para las chicas: Fuera agobios. Da mucha tranquilidad vivir la vida sin la incertidumbre de si estoy o no embarazada. Es muy estresante pensar, después de una relación sexual, si me habré quedado embarazada o no. Porque los condones se rompen o se ponen mal, o en el peor de los casos, ni siquiera se usan. También están las enfermedades venéreas que puedes contraer, que no es ninguna tontería.
¿Y qué otra opción tengo? Relaciónate con ese chico que te gusta, sin tener sexo. Así le conocerás mejor, en profundidad y sabrás que de verdad le importas.
5. Si eres creyente, recuerda lo que dice san Pablo: «Somos templo del Espíritu Santo». Tenemos una dignidad de hijos de Dios y herederos del cielo, y esa maravilla que Él nos regala por el bautismo hay que valorarla. Cuida de tu cuerpo, porque no te pertenece, eres de Dios por la sangre de Cristo, que nos ha hecho hijos y amados de Dios. Vivir la vida como hija de Dios es un tesoro que no todos conocen ni pueden experimentar.
6. Ya sabes que el sexo no es un juego. La sexualidad en general, y el sexo en particular, están pensados por Dios dentro de un plan para la pareja, para el matrimonio. Y en ese plan están el amor para siempre y los hijos. Con el sexo se traen hijos al mundo, si no pones barreras o si las barreras no te han funcionado. Y te puedes que-
Imagen generada por IA.
El diálogo de los padres con los adolescentes es fundamental.
dar embarazada con 16 años. ¿Te mola? Pues la forma de que esto no suceda es no teniendo relaciones sexuales hasta que te cases (si eres creyente) o tengas una pareja estable.
7. Mi opción ideal sería esperar. Hay que saber esperar. Ten amigos, disfruta de la vida, pero no te la compliques teniendo sexo en la adolescencia o en la juventud. Todo llegará. Cada cosa en su momento.
8. Si ya has tenido sexo y te has quedado embarazada, otra salida rápida pero nada, nada aconsejable es el aborto. Y digo que no te lo aconsejo porque le estás quitando la vida a un ser humano. Aunque sea tu cuerpo, el ser (de la especie humana) que está dentro de ti, no eres tú. No te confundas, no te dejes engañar. Ese ser minúsculo ya tiene una vida propia, aunque dependa de ti para seguir viviendo. Y hay vida, esto está demostrado científicamente, desde el momento en que se unen el esperma y el óvulo.
9. Además, abortar, no sé si lo sabes, tiene consecuencias muy negativas para ti. Está demostrado además que el cuerpo, cuando aborta voluntariamente, sufre una reacción fisiológica y/o emocional ante la «pérdida» de ese ser al que tenía que proteger y cuidar. ¿Cómo reacciona? Con ansiedad, depresión postparto (80 %) o suicidio (40 %)1. Por otro lado, piensa que, si eres responsable para tener sexo, también lo serás para aceptar al hijo que pueda venir como consecuencia de ese acto sexual. Esto es así, una persona madura asume las consecuencias de sus actos.
10. Por lo demás, también te lo digo, si estás en ese dilema de tener a tu hijo o no tenerlo, no lo dudes: Tenlo, te dará muchísimas alegrías; no te dejes manipular por la sociedad de ahora, que antepone tantas cosas por encima de la defensa de la vida de tu hijo. Comprobarás que es posible tener un hijo y ser feliz. Más aún, comprobarás que ese hijo te hará mucho mejor persona, además, apostar por la vida es siempre fuente de paz. Busca ayuda, de tus padres o de asociaciones como Red Madre o Madrina, ya verás como todo va a ir bien.
1 El 80 % de las mujeres que abortan sufre síntomas depresivos, mientras que el 40 % ha pensado en suicidarse, según se detalla en la primera nota técnica del grupo de trabajo sobre aspectos médicos del aborto, integrado en el Comité de Expertos de la iniciativa Derecho a Vivir (DAV) 2008.


P. Antonio Maroño Pena, SSP
Presentación del nuevo Estatuto
El 9 de mayo de 2022, los Superiores Generales de la Familia Paulina aprobaron el nuevo Estatuto de la Asociación de Cooperadores Paulinos ad experimentum (2022-2027), un documento que marca un hito en el camino de renovación de esta rama de la Familia Paulina
Se trata de un texto que ha sido trabajado con seriedad y espíritu eclesial, por parte de una Comisión General creada para ello, con la finalidad de ofrecer a las Cooperadoras y Cooperadores Paulinos del mundo, una sólida base para fortalecer su vocación,
identidad y unidad, teniendo también muy presentes la formación orientada a la misión apostólica que les ha encomendado el fundador, el beato Santiago Alberione.
Aunque su aprobación tuvo lugar hace algo más de dos años, en la Circunscripción de España, el Estatuto
aún no se ha presentado oficialmente a los Cooperadores Paulinos. La principal razón de este retraso ha sido la espera del «Directorio», que debe complementar y desarrollar ciertos aspectos del Estatuto y cuya elaboración y aprobación se prevé cercana. Sin embargo, ante la posibilidad

de que su incorporación aún se demore, los Superiores Mayores de la Familia Paulina en España han decidido avanzar en la presentación del Estatuto a los Cooperadores, convencidos de que este texto puede ser ya una guía válida y fecunda para el crecimiento espiritual y apostólico de todos sus miembros.
El Estatuto está redactado con un lenguaje claro y accesible, y se estructura en siete capítulos: La llamada a la santidad; La identidad del Cooperador Paulino; La espiritualidad del Cooperador Paulino; El apostolado; Formación, pertenencia y promesa; Organización y Disposiciones finales. Cada uno de los capítulos recoge elementos esenciales que permiten a los Cooperadores vivir con mayor conciencia, profundidad y unidad su vocación paulina.
Entre los aspectos más significativos del nuevo Estatuto, destacan los siguientes:
1. Presenta a los Cooperadores Paulinos como hombres y mujeres laicos que, desde
su condición de bautizados, se sienten llamados a la santidad, viviendo y anunciando el Evangelio con el celo apostólico de san Pablo.
2. Refuerza el sentido de unidad: los Cooperadores ya no se vinculan solo a una congregación concreta, sino a toda la Familia Paulina en su conjunto, superando enfoques parciales y fomentando una visión más integrada y sinodal.
3. Propone una espiritualidad profundamente enraizada en los pilares carismáticos de la Familia Paulina: Jesús Maestro, Camino, Verdad y Vida; María Reina de los Apóstoles y san Pablo apóstol, como modelo de evangelizador a imitar.
4. Define el apostolado de los Cooperadores como una participación activa, sobre todo en la vida ordinaria, pero también en colaboración externa con los apostolados propios de las congregaciones paulinas.
5. Establece una estructura organizativa que reconoce como Moderador General al Superior General de la Socie-
dad de San Pablo, con la implicación en los Consejos en los distintos niveles –mundial, nacional y local– en los que los Cooperadores tienen un lugar relevante y reconocido.
Con el objetivo de dar los primeros pasos hacia la implementación del nuevo Estatuto en España, los Superiores Mayores de la Familia Paulina se reunieron en junio de 2025. En dicho encuentro se acordó iniciar un proceso progresivo de presentación del documento a los Cooperadores Paulinos. Una de las primeras acciones previstas es la organización de un encuentro entre los Cooperadores y los miembros de las distintas congregaciones paulinas. Este evento busca propiciar un espacio de encuentro fraterno, fomentar el conocimiento mutuo y facilitar una comprensión más profunda del sentido y alcance del nuevo Estatuto, como base para una renovada corresponsabilidad, comunión y misión compartida en el seno de la Familia Paulina.
Superiores Mayores de la Familia Paulina en España: de derecha a izquierda: el P. Miguel Carmen Hernández, SSP; la Hna. Saveria Antonietti, HSP, y la Hna. Liria Fabian, PDDM.

José Antonio Pérez, SSP
Una espiritualidad netamente cristológica
Se podría decir que solo existe una espiritualidad: la espiritualidad cristiana. Pero esta se puede vivir de muchas formas. No sería exagerado afirmar que cada persona tiene su propia espiritualidad. Pero hay rasgos que nos acomunan a todos
Dentro de la Iglesia existen multitud de formas de espiritualidad: la espiritualidad franciscana, dominicana, jesuítica, etc. Son todas formas de vivir la única espiritualidad cristiana, con un estilo propio,
que las distingue de las demás; todas juntas enriquecen a la Iglesia, porque son carismas que el Espíritu ha dado a la Iglesia en cada época concreta de su historia, como respuesta a las necesidades propias de dicha época.
La espiritualidad paulina
Entre esas innumerables formas de espiritualidad, está la espiritualidad paulina, un don que el Espíritu ha dado a la Iglesia por medio del beato Santiago Alberione, precisamente para

nuestra época, marcada por la cultura de la comunicación.
La espiritualidad paulina es alma de la vida paulina, lo que da sentido y color a todo lo que se vive y se hace. Según la propuesta del Fundador, la vida paulina es como un carro con sus cuatro ruedas –vida de oración, estudio, apostolado y pobreza, es decir, donación total de uno mismo–. El alma, el estilo y el color de todo esto es la espiritualidad paulina. Que no es un fin en sí misma: está orientada a la misión de evangelizar al mundo.
Algunas características
Como se ha dicho, todas las formas de espiritualidad tienen en común los puntos esenciales, pero cada una de ellas posee sus propias características que las distingue de las demás. Veamos algunas de estas características de la espiritualidad paulina:
• El Paulinismo. El mismo nombre lo indica: nuestra espiritualidad es «paulina», que significa que debe tener a san Pablo como fuente de inspiración y
referencia constante. No puede ser solo un título, sino que debe marcar un estilo de vida y de acción, un modo de ser. La insistencia del Fundador en esto es impresionante.
• El Cristocentrismo. La espiritualidad paulina se centra en Jesucristo. Todas las formas de espiritualidad cristiana son necesariamente cristocéntricas, es decir, viven y tienen como ideal la identificación con Cristo. Pero la espiritualidad paulina pone un énfasis especial en este principio y, además, propone un camino muy concreto para que este ideal pueda convertirse en realidad en las personas.
• La Comunicación. El Magisterio de la Iglesia recuerda que toda institución cristiana o una vida dedicada a Dios y a su servicio debe caracterizarse por una misión específica, y no existe vida cristiana en sí misma a la que se añada un fin específico o una misión. La acción apostólica forma parte de la naturaleza misma de una congregación, que debe estar impregnada de espíritu apostólico.
Esto significa que para la Familia Paulina la misión con la comunicación no es una opción, sino que forma parte de su ser. De ahí nace la necesidad de privilegiar la comunicación con todo su potencial: en la realización personal, en la experiencia de fe, en la comunicación con Dios, con los demás y con uno mismo.
• La integralidad. La espiritualidad paulina debe ser, además, integral. Es impensable una vida hecha solo de oración, o solo de actividad apostólica, o de grandes conocimientos...
«Totalidad» y «plenitud» son términos reafirmados infinitamente por el Fundador: «Todo el hombre en Jesucristo, para un total amor a Dios: inteligencia, voluntad, corazón, fuerzas físicas. Todo: naturaleza, gracia, vocación para el apostolado. Carro que corre apoyado sobre las cuatro ruedas: santidad, estudio, apostolado, pobreza» (AD 100). «La preocupación por el “todo”... nos dice que la “integralidad” es el punto focal del espíritu paulino: tiene su centro de emanación en la totalidad de Cristo» (Doc. Cap. n. 381).
Son las características que dan plenitud a la vida paulina, y se fundan en las tres columnas, como sintetizaba muy bien el beato Santiago Alberione: el ideal paulino consiste en «vivir y dar a Jesucristo camino, verdad y vida, con el espíritu de san Pablo bajo la mirada de María, Reina de los Apóstoles». Según el fundador, el P. Santiago Alberione, la cumbre de la espiritualidad paulina se alcanza cuando se puede decir con san Pablo: «Ya no soy yo quien vive, es Cristo quien vive en mí».
«Totalidad» y «plenitud» son términos muy reafirmados por el beato Alberione.

LA HORA DEL PAPA ES TAMBIÉN LA HORA DE LA IGLESIA Páginas evangélicas
Pedro Moreno, sacerdote
«Ahora yo te digo: “Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia…”» (Mt 16,18)
Hora del Papa, hora de la Iglesia
No hace tanto que hemos estrenado Papa en la Iglesia, el papa León XIV. Hemos vivido, con toda propiedad, una verdadera hora del Papa. Y, a la vez, una verdadera hora de la Iglesia. Sí, ha sido la hora del Papa y la hora de la Iglesia al mismo tiempo. No está mal, por tanto, volver al Papa y la Iglesia en nuestra sección de páginas evangélicas. Partimos de un recuerdo personal que os cuento.
En mis Ejercicios Espirituales –tiempo de oración y silencio, del corazón y de Dios–, suelo reservar una meditación, casi al final de los mismos, a comentar el título Sentire cum Ecclesia de san Ignacio de Loyola, y que viene como enca-
bezamiento del número 46 de la exhortación Vita consecrata, de san Juan Pablo II. Dice el documento que citamos:
En los fundadores y fundadoras aparece siempre vivo el sentido de la Iglesia, que se manifiesta en su plena participación en la vida eclesial en todas sus dimensiones, y en la diligente obediencia a los pastores, especialmente al Romano Pontífice (VC 46).
A veces, hemos escuchado la absurda sentencia: «Creo en Dios, pero no creo en la Iglesia». Y, también, la no menos incongruente afirmación: «Creo en la Iglesia, pero no en el Papa». Toda una cadena de despropósitos y falsedades…
Creer en Jesús es creer en su Iglesia: Creer en la Iglesia es creer en el Papa
Este es un buen momento para poner nuestra cabeza y nuestro corazón creyente en orden. Creer en Dios, Padre y fundamento de todo, es creer en Jesús, su Hijo amado, venido a este mundo. Y creer en Jesús, el único nombre que nos salva a todos, significa creer en su Iglesia, que brotó misteriosa y milagrosamente de su costado abierto, que no es sino su mismo cuerpo místico. Al mismo tiempo, y con la misma firmeza, tenemos que decir que creer en la Iglesia es creer en el Papa, al que santa Catalina de Siena llama «dulce Cristo en la tierra». Afirma el Vaticano II en Lumen gentium:
El Colegio o Cuerpo de los obispos, por su parte, no tiene autoridad, a no ser que se considere en comunión con el Romano Pontífice, sucesor de Pedro, como cabeza del mismo, quedando totalmente a salvo el poder primacial de este sobre todos, tanto pastores como fieles. Porque el Romano Pontífice tiene sobre la Iglesia, en virtud de su cargo, es decir, como Vicario de Cristo y Pastor de toda la Iglesia, plena, suprema y universal potestad, que puede siempre ejercer libremente (LG 22).
La Iglesia es madre
Para reafirmar nuestro amor a la Iglesia, y en ella al Papa, y nuestra verdadera vida en la Iglesia como «piedras vivas» que entran en la construcción de todo el edificio, conviene recordar, en primer lugar, que la Iglesia es madre. Nada más y nada menos. En la Iglesia nacemos a la vida de hijos de Dios y en la Iglesia vamos creciendo, con los mejores alimentos, en esa misma vida divina. En la Iglesia nacemos, en la Iglesia crecemos y en la Iglesia corremos hacia la meta definitiva.
Como se quiere a una madre, con toda la ternura y confianza, así se debe querer a la Iglesia; más, si cabe, cuando descubrimos sus defectos y sus manchas. Ella nunca nos niega el amor ni el cuidado, nunca nos niega la compañía. Ella no cesa de darnos vida, al que es la Vida y vid para siempre.
La Iglesia también soy yo
Conviene recordar, en segundo lugar, que la Iglesia la formamos entre todos, que todos somos Iglesia, «piedras vivas», como dice la Escritura, del mismo edificio y de la misma casa espiritual. Por el bautismo, sacramento de incorporación a Cristo, la piedra angular, todos formamos parte del mismo cuerpo y somos miembros de la misma familia. Cada uno nos tenemos que repetir: «Yo soy Iglesia, yo soy miembro vivo de la Iglesia». No vale la mirada a la Iglesia desde fuera, como si la cosa no fuera con uno. No, eso no vale…
La Iglesia existe para evangelizar
En tercer lugar, para reafirmar nuestro ser y vivir en la Iglesia, nuestra tarea en la Iglesia, conviene recordar que la Iglesia existe para evangelizar, para llevar la Buena Nueva del Evangelio a todos los hombres. Leemos en la exhortación Evangelii gaudium, del papa Francisco:
Recobremos y acrecentemos el fervor, «la dulce y confortadora alegría de evangelizar, incluso cuando hay que sembrar entre lágrimas […]. Y ojalá el mundo actual –que busca a veces con angustia, a veces con esperanza– pueda así recibir la Buena Nueva, no a través de evangelizadores tristes y desalentados, impacientes o ansiosos, sino a través de ministros del Evangelio, cuya vida irradia el fervor de quienes han recibido, ante todo en sí mismos, la alegría de Cristo» (EG 10).

Vida Paulina
XXV CAPÍTULO PROVINCIAL-SSP ESPAÑA

Los Paulinos residentes en España hemos celebrado, del 19 al 21 de junio, el XXV Capítulo Provincial, que estuvo precedido, del 15 al 18, por la I Asamblea Provincial. El Superior General, P. Domenico Soliman, ha participado en ambos acontecimientos
En la Asamblea han participado todos los Paulinos residentes en este país y una señora del Instituto Santa Familia, esta, en representación de los cuatro Institutos Paulinos. Tres expertos en distintas especialidades han iluminado con interesantes conferencias a los integrantes de la Asamblea, centrados en redactar el objetivo general, las prioridades y líneas de acción del Documento Programático de la Provincia paulina de España para el cuatrienio 2025/2029. El cometido del XXV Capítulo Provincial, integrado por los miembros de derecho y los delegados de las Comunidades, de acuerdo con lo establecido en nuestras Constituciones, se centró básicamente en revisar y aprobar, canónica-
mente, el Documento Programático elaborado por la Asamblea y en la elección de los cuatro Consejeros Provinciales, que acompañarán al Superior General, el P. Miguel Carmen Hernández, en el Gobierno de nuestra Provincia en el próximo cuatrienio a partir de la celebración del citado Capítulo Provincial.
El viernes, día 20, tuvo lugar la primera reunión del nuevo Consejo Provincial, acompañado por el Superior General, en que el Superior Provincial, con el consentimiento de su Consejo, hizo los primeros nombramientos de los hermanos que desempeñarán diversos servicios en la Provincia.




momentos de la
Diversos
I Asamblea y XXV Capítulo Provincial de los Paulinos en España, ambos eventos celebrados en Madrid.
Vida Paulina
JUBILEO DE LA FAMILIA PAULINA

La Familia Paulina de Madrid celebró su fiesta patronal en honor de san Pablo apóstol con la peregrinación jubilar a la basílica
del Sagrado Corazón de Jesús, en el Cerro de los Ángeles (Getafe, Madrid)
En efecto, por iniciativa de los Superiores Generales de la Familia Paulina residentes en Roma, en comunión espiritual con los hermanos y hermanas de otros países, más de cuarenta Paulinos y Paulinas de Madrid, vivimos una grata jornada jubilar acudiendo en peregrinación al citado templo para la celebración jubilar del Año Santo 2025, motivados por el lema «La reconciliación en la Familia Paulina».
El P. Jhon Fred Caranzo fue el «guía» de la peregrinación que se realizó en cuatro estaciones: la primera, en la capilla de la Comunidad de Carril del Conde de las Hijas de San Pablo, en Madrid, y la cuarta ante el sagrario de la Basílica del Cerro de los Ángeles. El acto conclu-
sivo de la peregrinación fue la celebración de la Eucaristía correspondiente a la Solemnidad de san Pablo apóstol, presidida por el P. Carlos Eduardo Aguirre.
Finalmente, el Superior Provincial, el P. Miguel Carmen Hernández, subrayó ante los allí presentes la importancia de esta grata jornada que todos compartimos con gozo. Y terminó dando gracias a Dios por todos los beneficios que, a diario, estamos recibiendo de sus manos y felicitando a los varios sacerdotes paulinos, allí presentes, que precisamente aquel día celebraban el aniversario de su ordenación presbiteral.




La Familia Paulina peregrinó al Santuario Cerro de los Ángeles, en Getafe (Madrid), con motivo del «Jubileo de la Esperanza». Diversos momentos de la peregrinación que se realizó en cuatro estaciones.











EL DESEO DE IMITAR LO INIMITABLE
Teresa Cadarso, ¡Yo quiero! Pasión de CaTalina de siena, San Pablo. Madrid 2025. 284 págs. 21,50 €
¿Qué nos puede ofrecer una mística del siglo XIV, a nosotros, inmersos en pleno siglo XXI? En Catalina de Siena –nos dice la autora– encontramos un exponente de la mística en medio del mundo, una vocación laical luminosa, una actividad y una implicación en la vida de la Iglesia audaz y fuera de lo común. Con sus éxtasis, sus revelaciones místicas y su vida de penitencia, se nos antoja lejana, inimitable. Pero, también nos recuerda la autora, Catalina «enciende en nosotros el deseo de llegar a la santidad, la preocupación por no acomodarnos con los sueños mediocres». Acercarse a Catalina de la mano de la autora es descubrir una pasión y un coraje por vivir el Evangelio tan intensos que los queremos también para nosotros.
José anTonio ForTea EL YERMO ARÁBIGO SE REGOCIJARÁ
Jose Chamorro ELOGIO ESPIRITUAL DE LA BÚSQUEDA
AMADOS, CREADOS Y SOÑADOS...
El yermo arábigo se regocijará

Con la precisión descriptiva que le caracteriza, el padre Fortea reconstruye en esta novela la Arabia del siglo I y la vida de los pueblos nómadas con los que el apóstol Pablo pudo entrar en contacto en su estancia en este desierto.
Con la convicción de que buscar no es acumular respuestas, sino aprender a formular preguntas con sentido, el autor nos invita a un proceso de interiorización y escucha para encontrar el rumbo capaz de dar significado a la vida.
Elogio espiritual de la JOSE CHAMORRO
Elogio espiritual
provincial Jaén Hoy, con su sección Scriptorium, y en Religión Digital, con Sotheis.
Propuesta, desde el discernimiento y la lectura de Amoris laetitia, de una pastoral LGBT que reconozca la presencia y la legitimidad de la experiencia espiritual de los cristianos LGBT y su inserción en la comunión eclesial.

GaeTano PiCColo PALABRAS PARA MAÑANA
El tiempo de Adviento es una peregrinación que nos permite acoger el don de la Navidad. Es un camino que prepara nuestro corazón y lo hace disponible al encuentro. Un viaje que nos transforma. Este libro ofrece, para cada día, una luz, es decir, unos versículos de la palabra de Dios sobre los que meditar.

ermes ronChi LA DANZA DE LOS VIENTRES
Adviento y Navidad tienen el ritmo del sol que sale. Nacer es venir a la luz, vivir es una progresiva adquisición de esa luz interior que hace comprender y ver, que nunca hace violencia, que se posa sobre las cosas, las acaricia y hace que broten todos sus colores y toda su belleza.

En Navidad, la Palabra es un niño que no sabe hablar. El Eterno es un recién nacido, apenas el amanecer de una vida. Un recién nacido no puede tener miedo: confía, vive solo si alguien le ama y cuida de él. Como todo recién nacido, Jesús vivirá solo porque es amado.

Álvaro sanTos
JOSE CHAMORRO
CrisTóbal rodríGuez
San Pablo. Madrid 2025. 176 págs. 17,50 €
Paulinas. Madrid 2025. 64 págs. 8,60 €
Paulinas. Madrid 2025. 96 págs. 10,00 €
San Pablo. Madrid 2025. 156 págs. 15,50 €
Paulinas. Madrid 2024. 108 págs. 11,50 €
San Pablo. Madrid 2025. 288 págs. 20,00 €

QUÉ HACEMOS
QUIÉNES SOMOS
Somos esposos cristianos que vivimos en nuestros hogares formando parte del instituto de vida secular consagrada Santa Familia. Agregados a la Sociedad de San Pablo, tenemos como modelo a la Sagrada Familia de Nazaret, inspiradora de luz y fuente de gracia.
Compartimos la espiritualidad de la Sociedad de San Pablo y demás congregaciones de la Familia Paulina, ejerciendo el apostolado en el seno de nuestras propias familias, en el trabajo, en la sociedad y en la Iglesia. Todo ello, prestando especial atención al uso de los medios técnicos con finalidad apostólica.


POR QUÉ LO HACEMOS
Para responder a la común llamada a la santidad a través del camino de la perfección evangélica. Y para colaborar con la acción salvífica de Dios en la familia, corazón de la sociedad.
Visítanos o escríbenos: INSTITUTO SANTA FAMILIA Protasio Gómez 15. 28027 Madrid Tel. 917425113 institutos@sanpablo.es www.sanpablo.es
SOCIEDAD DE SAN PA BLO
La palabra de cada día Evangelio

El Evangelio diario y las lecturas dominicales acompañados por un comentario y una oración.
Incluye el Ordinario de la Misa.
Textos litúrgicos oficiales.




Comentarios y oraciones: Chema Álvarez Pérez Misionero del Sagrado Corazón

La palabra de cada día
Ciclo A