Se Vive Para La Libertad (1970)

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La Oñtína de Prensa de la Fortaleza publica este folleto, que contiene el mensaje ofrecido por el Honorable Luis A. Ferré, Gobernador de Puerto Rico, durante la colación de grados de la Universidad Interamericana, Campus de San Juan, el sábado 23 de mayo de 1970, en el Salón Isla Verde del Hotel San Juan.

Nos reunimos hoy aquí a dialogar con los hombres y mujeres de 1947. Me dirijo a ustedes en esa forma, porque estoy seguro que en su mayoría, nacieron en o alrededor de ese año. Son, pues, ustedes producto del Puerto Rico que se ha forjado desde entonces. Y no es poco importante esa distinción, porque aquel resultó ser un momento clave para nuestro pueblo.

Dominaba el país un gobierno que apenas tres años antes había logrado consolidar su poder electoral en toda la isla. Erróneamente, se in terpretó esa consolidación política como un mandato para abrazar los preceptos ideológicos materialistas que habían determinado su naci miento. Se decidió y se anunció entonces que se subordinarían todas las decisiones sobre el destino de Puerto Rico a consideraciones de carácter estrictamente económico. Se abrazó el materialismo capitalista como el principio rector del país. Se relegaron al olvido entonces los valores humanos.

Hubo entonces una voz disidente. Les inte resará saber que el 3 de mayo de 1947, hace veintitrés años, me dirigí a los graduandos de lo que entonces era el Instituto Politécnico de San Germán, tal y como lo hago hoy. Mi tema de entonces fue "El Renacimiento de los Valores en el Siglo XX". En esa ocasión examiné las graves implicaciones que tendría para nuestro pueblo y para su libertad, la grave decisión que había tomado el liderato electoral del país. Ha llegado hoy la hora de evaluar sus resultados.

Permítanme resumirles la alternativa que ofrecí entonces, y que me propongo volver a ofrecerles ahora.

Advertí que el progreso de la ciencia y la tecnología, en vez de acercarnos a una compren sión más clara de la realidad y de la vida, "creaba conflictos humanos cada vez más serios y difíciles de solucionar". Planteé con claridad "la insuficiencia del materialismo científico para dar plenitud y significado a la vida", y defendí la necesidad de una reorientación de nuestros valores. "Esta reorientación —dije entonces— no es un retroceso en la escala ascendente de nuestro progreso, ni una negación del valor positivo de nuestra ciencia. Es una revaloración de las conquistas del hombre."

Hondamente preocupado porque se fuera a llevar a Puerto Rico a abrazar un materialismo desbocado que le hiciera olvidar su propia dig nidad, me pregunté: "¿Qué solución hay que sin descartar los beneficios del progreso material que el hombre ha derivado del progreso cien tífico, sirva para convertir este progreso en una bendición y no en fuente de discordia y con flicto?" Y me contesté, en ese discurso de gra duación lo que aún es mi inalterable derrotero: "A mi juicio, la necesidad de escoger y decidir que tiene el hombre, establece la necesidad absoluta de valores morales que le sirvan de pauta y orientación". A los que entonces predi caban el compromiso de la dignidad por las necesidades materiales les advertí lo que de todos es sencillamente conocido: No sólo de pan vive el hombre.

Señalando específicamente al liderato elec toral de entonces, les dije: "La organización social del hombre y el uso que ha de hacer de las conquistas materiales es el problema que

con más urgencia hoy le confronta. Ante este problema, un grupo de hombres que lo enfocan desde un punto de vista estrictamente científicomaterialista, se inclinan a establecer una orga nización social estrictamente mecanicista. Para ellos, el problema principal de la sociedad mo derna es uno de distribución de bienes mate riales y de creación abundante de esos bienes. A la consecución de estos dos fines estrictamente materialistas, según ellos, deben dedicarse todos los esfuerzos humanos".

Aquellos hombres decidieron en 1947 el destino de la generación de que ustedes forman parte. Sin embargo, es precisamente esta gene ración de ustedes la que hoy se rebela en todo el mundo contra la ausencia de ciertos valores de sus mayores. El materialismo no es suficiente. Logrado el progreso material en una medida ra zonable, nuestra sociedad se encuentra ahora sin brújula y sin rumbo.

Cabe señalar la alternativa que ofrecí en aquel momento. Dije entonces: "El concepto de la libertad de conciencia ocupa, pues, el puesto central de la filosofía cristiana. Todo lo que pretenda limitar esta libertad es malo. Todo lo que la promueva es bueno". Era sencillo escoger entonces y es sencillo escoger ahora. A la pregunta de para qué se vive, hay una sola, clara y precisa respuesta. ¡Se vive para la libertad!

El progreso material sin la dedicación a la libertad es un equívoco. Fue ese el error en que vivió Puerto Rico durante el pasado cuarto de siglo. Cabe repetir ahora la conclusión de entonces: "El progreso material, que con sus grandes organizaciones para la producción efi ciente en masa dentro de un mercado de com-

petenci'a, llegó a mirar al individuo como un mero artículo de comercio, ha contribuido a crear este serio conflicto con que hoy nos con frontamos". Su única solución: dedicarnos al logro de la auténtica libertad.

Hace veintitrés años se le ofreció a nuestro pueblo la creación de una alternativa política que respondiese al criterio único de promover el progreso material. Nacieron ustedes bajo el signo de ese materialismo. Pero hoy que com parezco aquí sé que comparten conmigo las graves objeciones que di entonces contra esa decisión. Materialismo sin dignidad, sin queha cer espiritual, no es progreso. Ha resuelto la historia que comparezca ante un grupo de jóvenes que viven la búsqueda de otros valores. Hoy,como entonces, para ustedes igual que para mí, lo importante es el logro de la libertad.

Ya no resultan los engendros políticos que responden al materialismo. ¡Decidamos, de una vez por todas, entre las fórmulas de la libertad! Y se preguntarán ustedes qué es libertad.

Libertad no es sinónimo de una única fór mula política. Hay distintas fórmulas políticas que son experimentos en libertad, unos más completos que otros, y ninguno perfecto. Pero hay tres requisitos esenciales para que un ré gimen político asegure la libertad individual y el respeto a la dignidad humana que es su corolario natural.

En primer lugar, libertad implica derecho a retener las raíces de la cultura. Para ser libre, para ser feliz, hay primero que ser uno mismo. Es la cultura la que nos sitúa en un ámbito social y nos da sentido de seguridad en nosotros mismos. Es decir, es la cultura la que nos asegura nuestra identidad.

En nuestro caso es ser puertorriqueño, siendo ciudadano americano. No interpretemos por esto, que las culturas son estáticas. Por el contrario, las culturas ganan cuando se enrique cen con elementos de otras culturas. Y así la nuestra debe tener abiertas las puertas de su sensibilidad para nutrirse y enriquecerse en un proceso de simbiosis fecunda con la cultura de norteamérica.

Otra función importante de la cultura, es alimentar —a través de ese mecanismo miste rioso de la subconciencia— el espíritu creador de la expresión estética que es fuente de satis facción emocional para el ser humano. La cul tura es además, el repositorio de los valores espirituales y religiosos, que dan sentido trascen dente a la vida y de los valores morales que hacen posible la convivencia pacífica del ser humano en sociedad.

En segundo lugar, libertad implica derecho a escoger la estructura política bajo la cual ha bremos de gobernarnos y el derecho a alterarla, modificarla o cambiarla tantas veces como sea necesario para garantizar el goce de los derechos básicos a la vida, la libertad y la dignidad. Ese derecho incluye el de escoger los hombres que habrán de ocupar los puestos de gobierno en todos los niveles, dentro de un proceso ordenado y pacífico, a base de los valores morales e ideo lógicos que ellos representen.

En tercer lugar, libertad implica libre albedrío para formar conglomerados políticos, que permitan a un pueblo ampliar el ámbito de su libertad, así como la esfera de sus actividades, para dar a sus ciudadanos mejores oportunida des de progreso y mayor oportunidad para gozar más altos niveles de bienestar.

El pueblo de Puerto Rico se encuentra hoy en la encrucijada de su destino, y tiene que hacer una decisión a la luz de estos tres requi sitos básicos, para asegurar su libertad. A la juventud de hoy corresponde asumir las respon sabilidades de enfrentarse al reto, con mente clara y juicio certero, no con propaganda apa sionada o con prejuicio.

¿Dónde en el mundo, se está llevando a cabo el más ingente esfuerzo por lograr la ver dadera y auténtica libertad del ser huniano? ¿Dónde hay una revolución de mayor enverga dura contra los prejuicios sociales, las injusticias económicas, los abusos contra la dignidad hu mana? ¿Dónde el régimen político protege el cambio, la libre expresión del pensamiento, el reto abierto a las instituciones establecidas, el derecho a diferir y criticar sin represión tiránica? No es en Rusia, en donde los poetas circulan sus escritos en secreto. No es en China, en donde la represión es la orden del día y la Biblia de Mao-Tse-Tung resume la supuesta verdad abso luta. No, jóvenes estudiantes: ¡La verdadera gran revolución para lograr la libertad se está llevando a cabo en Estados Unidos!

Empezó en 1776, y continúa aún hoy más vigorosa y prepotente que nunca, destruyendo prejuicios, estableciendo cada día metas más amplias para lograr el sueño de la igualdad del hombre.

El destino del pueblo de Puerto Rico le ha llevado a formar parte de este esfuerzo revolu cionario para lograr la verdadera libertad hu mana. El espíritu de esta revolución ha inspirado la revolución puertorriqueña que nos ha colo cado a la vanguardia de los pueblos latinos de América en este esfuerzo para asegurar nuestra

libertad individual. Ustedes jóvenes de hoy tie nen que continuar esta obra, no en el ámbito pequeño de nuestra Isla, sino en el ámbito grande y trascendental de la gran Revolución Americana, que deberá tarde o temprano tras cender a toda la humanidad. Es un reto her moso el que nos ha deparado el destino. Ser parte de la revolución que se ha empeñado en que los principios de la Declaración de Inde pendencia no sean principios limitados a una clase escogida o privilegiada, sino que esos principios de igualdad de oportunidades, de respeto a la dignidad humana, los gocen igual mente negros, blancos, judíos, puertorriqueños, polacos, mejicanos e indios. Que no haya ghettos de ignorancia, ni arrabales de miseria, ni leprocomios del espíritu. Esa es la revolución de la igualdad.

Para que los puertorriqueños podamos par ticipar en esta Gran Revolución, necesitamos que la Universidad sea un instrumento moderno y eficaz para forjar nuestra juventud en ese sentido de revolución moral. Hay que rehacer la Universidad para que llene ese cometido. Y en ese empeño estamos.

La antigua universidad, aislada de las co rrientes de la vida, especie de remanso intelec tual, ha pasado a la historia. La universidad debe ser hoy una fuerza social activa incorporada a los movimientos que impulsan el cambio y el progreso.

Pero la universidad debe ser sitio para el diálogo, no para la propaganda. Debe ser foro en el que se discutan todas las ideas y se pre senten todos los argumentos, no cuadrilátero en el que se diriman a puñetazos dialécticos los conflictos ideológicos. Repito ¡la universidad debe ser foro, no cuadrilátero!

En ella el estudiante debe prepararse en las disciplinas intelectuales, pero también debe aprender a asumir responsabilidad. Por eso es tan importante la participación efectiva del estudiante en el quehacer universitario. En este sentido, dije en mi mensaje a la legislatura en enero pasado, "Tenemos que darle más parti cipación a nuestra juventud en los organismos que han de orientar su vida académica y su por venir político. Participando en las decisiones de su vida estudiantil y de su vida política lograrán conocer las ventajas de la cooperación y las res ponsabilidades inherentes al poder". Cumplien do con ese principio, ya he designado una co misión mixta que debe pronto rendir un informe para poner a funcionar esta participación del estudiante en los organismos rectores de la Universidad.

La universidad, así concebida, como instru mento de participación social, en donde la disci plina académica es un medio para hacer mejores ciudadanos y hombres con una educación inte gral, debe ser una mediadora objetiva y ponde rada entre las grandes interrogantes de la vida en el orden político, social y moral.

Además, el atraer a su ámbito personas de opiniones disímiles, listas a cuestionar con rigu rosa imparcialidad conceptos y criterios estable cidos, abre el camino del progreso, que consiste en cuestionar lo ya establecido, en mejorarlo y superarlo. La crítica es requisito para la moder nización, el "aggiornamento" que dicen los italianos.

Pero cuestionar para mejorar y superar, no es destruir. Einstein no destruyó la teoría de la gravedad de Newton para establecer su teoría de la relatividad. La corrigió en sus desviaciones y la perfeccionó ampliando sus alcances. Loba-

cheusky no destruyó la geometría de Euclides para construír'la suya. Extendió el ámbito con ceptual del espacio rectilíneo y añadió el con cepto del espacio curvo.

El estudiante de hoy tiene que mirar su universidad como una base sólida sobre la que se puede continuar construyendo el edificio del progreso intelectual, corrigiendo sus desviacio nes. Debe hacerlo, respetando siempre el prin cipio de que la universidad es el sitio para de sarrollar disciplinas intelectuales que nos ayuden a analizar, foro abierto en el que se dialogue y se discuta, laboratorio en el que se experimente con actitud objetiva y mente abierta a la recti ficación, nunca cuadrilátero para imponer por la fuerza soluciones arbitrarias y prejuiciadas a los problemas.

Una universidad que funcione de esta ma nera, prepara ciudadanos amantes de la libertad y mentes hábiles para resolver los problemas de la vida, con todos los instrumentos de la cien cia y la tecnología, pero, además, con la riqueza espiritual que es esencial para llenar de satis facción la vida del ser humano.

Con ciudadanos de esta clase, tendremos una democracia dinámica, siempre lista para la modernización de sus medios de gobierno, como la que nuestra Administración está tratando de establecer. Una democracia, en la que la parti cipación ciudadana sea tan completa y las consul tas al pueblo tan instantáneas que permitan al gobierno anticiparse siempre a las crisis, resol viéndolas antes de que se cristalicen en proble-

A ustedes les interesará saber cómo ha de funcionar este sistema que se titula "Servicio al Ciudadano" en español y en inglés "Citizen Feed-Back". Hemos establecido en La Fortaleza

un centro de comunicación a través de un telé fono que iremos colocando en cada parque de bomberos de Puerto Rico. Este teléfono estará a la disposición de cualquier ciudadano que quiera saber cómo puede resolver algún proble ma con el Gobierno. El ciudadano llamará sin costo alguno al centro informativo de La For taleza. Allí una persona le contestará, tomará nota de su problema y le dirá cómo puede re solverlo, o a qué persona en el gobierno se puede dirigir para resolverlo. El "Centro de Ser vicios al Ciudadano" se ocupará de continuar la investigación del caso hasta que quede resuelto. También el Centro recibirá críticas por los ser vicios del Gobierno y sugestiones para mejora miento. A esa crítica constructiva les invito a ustedes.

Para resumir, quiero volver a mi discurso de hace 23 años. Dije entonces: "El respeto al concepto moral de la libertad, la fe de que el hombre no vive únicamente en un universo ma terial sino que responde a un alto sentido moral, es imprescindible para enfrentarnos al dilema que el progreso material de nuestros días nos ha planteado".

"Para conseguirlo, la escuela debe llevar a cabo una reorientación de sus propósitos e idea les. El sistema educativo del presente ha aban donado de tal manera el desarrollo del sentido valorativo del ciudadano, que ha creado un grupo de individuos impreparados para vivir dentro del orden democrático que le dio vida."

Pensamiento que veinte años después cu riosamente recoge, en su libro sobre la educa ción titulado "Beyond Alienation",Ernest Becker cuando dice: "Si la humanidad desea instruirse, tiene que hacerlo sabiamente; y la instrucción sabia es la instrucción moral, el saber diferen-

ciar entre el bien y el mal. La síntesis del cono cimiento tiene, pues, una tarea básica, es decir, ofrecer una base razonada para la acción moral. El centro del hombre, el corazón de la educación, el nervio del problema social, es la moral". Eco que se repite de la frase de Hostos: "Y vivamos la moral que es lo que hace falta".

Esta es La Gran Tarea de ustedes los jó venes. Devolver a la Universidad su destino vital. Que con la participación de ustedes vuelva a ser la Universidad ámbito para la aventura del espíritu, a la par que fragua del intelecto. Que en ella se afirme en ustedes el amor a la libertad individual como principio básico de orden mo ral. Y que este amor les guíe, con inteligente orientación para que Puerto Rico pueda con tinuar participando, para beneficio de toda la humanidad, en la ingente y auténtica Revolu ción por la libertad y la dignidad humana que se desarrolla en Norte América como un repudio al materialismo irresponsable que le ha quitado a la vida democrática el sentido moral que fue su origen. Les invito a la tarea revolucionaria de ayudar a devolver y reafirmar sus valores morales a la democracia americana dentro de la que está enmarcada la democracia puertorrique ña. En esa tarea de acción reivindicadora de los principios auténticos de la libertad ahora, como hace veintitrés años, pueden ustedes contar conmigo.

Muchas gracias.

Impreso en Puerto Rico por los Talleres de Artes Orificas del Departamento dclnsmicción Pública•1970•Prmud in Putrto Rjco

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