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Los hallazgos del Catálogo Monumental
El Museo de Arte Sacro ha arrancado con el Catálogo Monumental de la Diócesis de Bilbao.
El pasado 30 de mayo se presentaron los primeros resultados en la iglesia de Santo Tomás de Olabarrieta de Zeberio. A día de hoy, ya puede consultarse aquí la información relativa a los templos de la comarca de Alto Nervión. Pronto se sumará la de Arratia. Y luego las restantes. Lo ponemos fácil. Está todo, como se dice ahora, a golpe de click.
Pero queremos adelantar aquí algunos resultados concretos, especiales. Objetos, obras de arte, documentos… que eran desconocidos –a veces incluso para la propia feligresía–. Cosas que para nosotros han supuesto una emoción especial. Por su singularidad, por su antigüedad, porque habíamos oído hablar de ellas, pero las dábamos por desaparecidas…
Una de esas cosas son las trazas de las bóvedas precisamente de la iglesia de Santo Tomás de Olabarrieta. Cuando estábamos allí, tomando datos, entramos en una pequeña habitación a un lado del presbiterio. A ver qué había allí.
Y lo que encontramos fueron unos dibujos en la pared. Dibujos de unas bóvedas. Y no eran obra de un niño un poco trasto o de un sacristán que cuando se aburría se dedicaba a rayar las paredes. Eran las propuestas que unos canteros habían hecho a los responsables del templo para que estos escogieran la que más les gustaba. Era un concurso de proyectos… de hace 450 años.
Zeberioko Santo Tomasen Bizkaiko arkitektura-planorik zaharrenak aurkitu dira.
Lo que se conserva dibujado en las paredes de aquella pequeña estancia son los planos de arquitectura más antiguos de Bizkaia, y probablemente de todo el País Vasco. Dos canteros dibujaron sus proyectos.
Uno, más hábil, trazó con regla y compás una elegante bóveda de crucería con terceletes dobles, con trece claves redondas. El otro, más torpe o con menos instrumental, dibujó a mano alzada una crucería más sencilla, de solo cinco claves. Pero fue este el que ganó el concurso. Las bóvedas que hoy cubren la iglesia siguen su modelo. Tal vez fuera el más barato.
En cualquier caso, aquel cantero quizás no fuera un gran dibujante, pero desde luego conocía su oficio: construyó unos magníficos techos estrellados, a los que añadió algunas claves más de las planeadas
Museo de Arte Sacro