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“Deseo ser un cura cercano”
Entrevista con Abdón Rodríguez Hervás
Desde el 20 de septiembre, la diócesis de Bilbao cuenta con un nuevo presbítero: Abdón Rodríguez Hervás. En esta entrevista comparte su singular itinerario espiritual, desde su vida como monje cisterciense hasta su llegada a Bizkaia, y sus esperanzas de cara a su ministerio en el Valle de Karrantza.
¿Cuál ha sido tu primer contacto con Bizkaia?
Fui monje cisterciense durante 19 años, y vine al monasterio que tiene mi orden aquí en Ziortza. Es una casa fundada por la Abadía de la Oliva. Cuando eligieron como Abad de la Oliva al Padre Isaac, y este tuvo que abandonar Zenarruza, pidió apoyo a las comunidades hermanas.
Conocedor de mi gusto por la montaña y el mundo rural, me ofreció venir aquí. Acepté con mucho gusto y me adapté bastante bien. Pasé por diferentes oficios –enfermero, cillerero, hospedero–, lo cual me dio la ocasión de conocer a mucha gente y las diócesis de otra manera. Pasé tres años muy felices hasta que, tras el fallecimiento de Isaac, mi comunidad de Córdoba me eligió como prior y tuve que regresar.
¿Y cómo se produjo el regreso?
Tras dos años como prior, fueron momentos muy difíciles con el COVID, problemas de salud… y llegó un momento en que pedí salir de la orden. Estuve un año con permiso, entre la vida eremítica y cuidando a una persona enferma.
Fue entonces cuando recibí una llamada de un diácono permanente de aquí, Gonzalo Eguia, de Durango, que conocía mi feliz etapa anterior. Me animó a regresar. Fue el germen. Medité la propuesta, solicité una entrevista con nuestro obispo, Joseba, que me recibió, me escuchó y me acogió sin dudar.
Me puse en manos de una acompañante espiritual y comencé mi estancia en el Santuario de Urkiola. Luego, para tener experiencia pastoral, se me propuso colaborar como diácono en la unidad pastoral de Mendiarte. Esa experiencia ha sido crucial para tomar la decisión de ordenarme.
¿Te has encontrado con comunidades vivas?
Sí, son comunidades mayores que conservan una importante religiosidad, pero con ciertas dificultades para el relevo en oficios como lectores, acólitos y, sobre todo, como referentes parroquiales. Hay una gran dificultad ahora en suceder a estas personas. De hecho, se está valorando hacer formación para personas más jóvenes que puedan desarrollar la celebración de la palabra, porque es cada vez más necesario complementarla con la celebración eucarística.
¿Cuál es su ejemplo? ¿Qué tipo de cura le gustaría ser?
R: Me gustaría ser un sacerdote muy cercano, próximo a las pequeñas comunidades. Vengo de la Sierra de Segura, en Jaén, un entorno de montaña y poblaciones pequeñas, y me siento a gusto ahí: celebraciones familiares, templos pequeños… Un modo celebrativo mucho más cercano, que permite compartir diferentes momentos de la vida y entrar en contacto con las familias.
La decisión de ordenarse en Güeñes no es baladí, no es en la catedral. ¿Por qué eligió ese lugar?
Nuestro obispo me propuso elegir un lugar, y dado el afecto que tengo a la unidad pastoral donde he estado trabajando, me pareció muy importante hacer un evento eclesial así en lo más próximo a la gente, con ese carácter local. Que pueda asistir gente de las diferentes unidades vecinas. Creo que es bastante importante en estos momentos.
Cambiando un poco de tercio, ¿cómo ves la situación actual de la Iglesia en Bizkaia?
Creo que es fundamental caminar con las comunidades. Me estoy encontrando con que, en el Valle de Carranza, gracias al sacerdote que me ha precedido, Miguel Ángel Esnaola, se ha hecho un trabajo previo muy bueno. Las comunidades están adquiriendo el hábito de dialogar, consensuar y compartir; hay un carácter de corresponsabilidad. La comunidad cada día adquiere una centralidad mayor que quizá en el pasado, donde el sacerdote era el centro. Hay un cambio importante, lo cual me agrada: caminar con y para la comunidad •
