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Tras la destrucción
Crecí en Tollhouse, California, una pequeña comunidad no incorporada en las estribaciones de Sierra Nevada. Aunque han pasado muchos años desde que me mudé a la ciudad, todavía siento una conexión con las colinas, ya que están inextricablemente unidas a mi infancia.
El 4 de septiembre del 2020, Creek Fire se desató cerca de Shaver Lake. Quemando casi 400,000 acres, el incendio se ha convertido en el más grande en la historia de California, causando millones de dólares en daños e impactando las vidas de muchas comunidades rurales.
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Tan pronto como escuché la noticia del incendio, lo rastreé obsesivamente, viendo cómo el área que consumía crecía cada vez más. Lo vi cada vez más cerca de los lugares que habían signi cado tanto para mí: la iglesia a la que mi familia solía ir todos los domingos, la biblioteca que fomentaba mi amor por la lectura y la casa de mi infancia, la casa en la cima de la colina que había visto a mi papá construir desde cero.
Crisis masivas y sin precedentes como COVID-19 han hecho que parezca que el mundo está en llamas y, a medida que pasa el tiempo, se ha hecho cada vez más claro que nunca volveremos a ser como eran las cosas. Durante el curso de la pandemia, cumplí 18 años, me mudé y comencé mi primer semestre de la universidad. Como muchos miembros de nuestra generación, estoy aprendiendo a ser adulta en medio de una gran conmoción en mi vida como la conocí. Miro hacia atrás de mi infancia, la seguridad y la comodidad de la vida que solía vivir, y no veo nada más que cenizas.
La última vez que nos alejamos de nuestra antigua casa en Tollhouse, antes de mudarnos a Fresno, me imaginé un día mostrando a mis propios hijos las colinas, llevándolos a los lugares que signi caban tanto para mí cuando era niña. Pero ahora nunca podré mostrarles el mundo en el que crecí. En cambio, puedo mostrarles cómo las cosas crecen a partir de las cenizas, cómo, incluso después de la destrucción, la vida comienza a echar raíces una vez más. por Zo a Trexler

Es difícil comprender que nuestras vidas nunca volverán a ser las mismas, que los efectos de la crisis que estamos viviendo ahora nos impactarán en las próximas décadas. Además de la tarea de adaptarse a una nueva forma de vida, nuestra generación ha tenido que cargar con la tarea de arreglar el mundo que algún día heredaremos. Vivimos una época caracterizada por tanto dolor y destrucción, pero a medida que crecemos y comenzamos a recoger los pedazos de nuestro mundo roto, se nos dará la oportunidad de construir algo mejor.