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¿QUÉPIENSAN DENOSOTROS?
from REVISTA
John Bradshaw es un experto en conducta gatuna de la Universidad de Bristol y autor del libro Cat Sense (En la mente de un gato). Tras observar a gatos domésticos durante varios años, ha llegado a una conclusión parecida: los gatos no nos entienden como los perros. Tras sacar su libro, compartió algunas de sus ideas.
Para entender su lenguaje, se debe tener en cuenta todo el cuerpo a la hora de leer las señales que manda con la cola, según explica Carlo Siracusa, de la Facultad de Medicina Veterinaria en la Universidad de Pensilvania. Un gato que se echa una siesta y da golpecitos con su cola, por ejemplo, está «relajado en general pero presta atención a algo que ocurre a su alrededor, un sonido o un movimiento», así que está tranquilo pero apenas adormecido, según explica en este artículo.
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Los humanos llevamos años tratando de averiguar por qué algunos gatos odian las caricias en la barriga, cómo consiguen sus rayas o si reconocen los nombres, ya que los misterios sobre estos felinos son una de las cosas que más curiosidad nos producen. Aunque los gatos son capaces de captar algunas señales sociales humanas y son sensibles a nuestras emociones, probablemente estén menos sintonizados con nuestras relaciones sociales que los perros, según un estudio publicado publicado por Animal Behavior and Cognition en marzo de 2021.
El ser humano vive enamorado de los felinos desde la primera vez que un gato nos tocó con sus garritas, hace unos 9.500 años. Actualmente, más de ochenta millones de gatos viven en hogares estadounidenses, y se calcula que en todo el planeta hay tres gatos por cada perro. En España, en el año 2020 se registraron aproximadamente 3,8 millones de gatos como animal de compañía, según datos de Statista. Aun así, todavía desconocemos muchas cosas sobre nuestros amigos gatunos, como por ejemplo qué piensan de sus dueños. Se han llevado a cabo muchas investigaciones con perros, sobre cómo los perros interactúan con las personas. Ha quedado muy claro que los perros nos perciben como algo distinto a ellos mismos: en cuanto ven un humano, cambian su comportamiento. Un perro juega con un humano de una forma totalmente distinta a la que usa para jugar con otro perro. Todavía está por descubrir algo en la conducta gatuna que sugiera que nos meten en una cajita distinta a la hora de socializar con nosotros. Obviamente saben que somos más grandes que ellos, pero no parece que adapten demasiado su conducta social. Levantar la cola, frotarse contra nuestras piernas, sentarse a nuestro lado, es exactamente lo que hacen los gatos con otros gatos.
Fotograf As De Brigitte Schuster
Gatos siameses en el salón de su du Washington D.C. FOTOGRAFÍA DE WI CULVER

Foto de 1979, un gato contempla el paisaje desde el porche de su dueño en Hawái. FOTOGRAFÍA DE ROBERT MADDEN

Una vaca le da un beso a un gatito en una granja lechera en Massachusetts FOTOGRAFÍA DE IRA BLOCK


Mientras el marinero Robin Lee Graham limpia su barco su compañero Avanga le observa FOTOGRAFÍA DE CHARLES ALLMON
Un gato se relaja mientras otro juega en Washington. FOTOGRAFÍA DE MICHAEL NICHOLS

La isla de Aoshima, a 30 minutos en ferri de la costa de la Prefectura de Ehime (Japón), había sido el hogar de 900 personas en 1945. Ahora gracias al turismo y a la pesca sus pocos habitantes subsisten. Los animales fueron traídos a la isla para acabar con las plaga de ratones que invadían los barcos de pescadores.
La isla de los gatos
Aoshima, una pequeña isla de pescadores de Japón, con menos de 20 habitantes, tiene más de 120 gatos, superando en número a los habitantes por seis a uno
Sin restaurantes, coches, tiendas, la isla de Aoshima se ha convertido en un paraíso turístico, especialmente para los amantes de los gatos.
Ahora, apenas 20 personas viven aún en la isla, y casi todos sus habitantes son pensionistas y el turismo es la principal fuente de ingresos.
Los gatos rodean a una mujer que lleva una bolsa de comida para gatos.
Un gato salta para intentar atrapar la comida que lleva el fotógrafo, Thomas Peter, durante el reportaje.
Un gato se asoma por la fachada de un colegio abandonado en la isla Aoshima (Japón).


