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Gaudete No. 32 - 14 julio 2024

Las fiestas del Patrón Santiago

Por: Armando Flores Navarro

Estamos a unos días de iniciar las fiestas en honor de Santiago apóstol, titular de nuestra parroquia y patrono de Sahuayo.

Con el paso del tiempo estas fiestas han crecido y se han hecho complejas, concitan muchos intereses y motivaciones que no siempre tienen que ver con el evangelio, el discipulado cristiano o la gloria de Dios. No debe de extrañarnos, lo mismo pasaba con Jesús en su vida pública; Santiago fue testigo que una multitud lo seguía, que muchos lo tocaban, que se arremolinaban en torno suyo, sin que el contacto con él tuviera algún efecto, como si lo tuvo en la vida de la pobre mujer enferma, que había gastado su fortuna en médicos y que habiendo oído hablar de Jesús se acercó con fe, lo tocó y experimentó en su cuerpo el milagro de la salud.

Nuestras fiestas del Patrón Santiago convocan a multitudes, sobre todo en las grandes jornadas festivas; esto representa una oportunidad para dinamizar la economía local, lo que en sí mismo es benéfico, cuando se le convierte en la finalidad de la fiesta la desvirtúa, la deforma, la empobrece y la corrompe y esto sucede cuando se fiesta se politiza, cuando se le convierte en mercancía, en atractivo turístico, cuando se le despoja de su naturaleza religiosa para hacerla evento folclórico. Si esto sucede en un pueblo católico, es algo alarmante, es un signo de que la sal está perdiendo su sabor.

Nuestra fiesta no es un carnaval, como dicen algunos; es en verdad una fiesta religiosa que no se centra en la experiencia religiosa personal sino en la vivencia colectiva, es una espiritualidad barroca, más comunitaria que individualista, más sensual que abstracta, por ello, alerta todos los sentidos para hacernos llegar a la verdad de Dios a través de una experiencia de fe encarnada, que purifica los deseos y los conduce al anhelo de Dios.

Por ello, es importante cuidar que no falte la levadura del Evangelio en la fiesta: que las personas no pierdan rostro, que la multitud no sofoque el encuentro personal con el Señor, que la música, el tintinar de los carrutos y los cohetes no aturdan la escucha, que el colorido de los Tlahualiles no encandile la mirada, que los perfumes y el olor de la pólvora no congestionen el olfato, que el ponche y el alcohol no perturben la conciencia. Es importante que la fiesta estimule la fraternidad, el encuentro, la reconciliación, la generosidad, la gratitud y la convivencia familiar.

Queremos que nuestra fiesta sea evangelizada y evangelizadora. Que en ella se respire una atmósfera de fe y devoción, pero también de fraternidad y servicio; que al mismo tiempo que alabamos a Dios por la obra maravillosa que hizo en Santiago, discípulo del Señor, cuidemos la creación, contaminemos menos, cuidemos el agua y propongamos nuevos hábitos para generar menos basura, reutilizando, reciclando y recogiendo.

Y que el evangelio se anuncie explícitamente, en las Eucaristías, en las peregrinaciones parroquiales, en las procesiones para que no sean desfiles triunfales sino gestas evangelizadoras. A través de nuestras redes sociales se podrá seguir la novena y se difundirán reflexiones que hemos titulado: Con Santiago, en la escuela de la oración. También difundiremos promocionales que este año se centrarán más en la participación de los moros y mulitas.

Ojalá que todos participemos con la mejor actitud. Que la atención no se enfoque en el horario de llegada de la imagen del Patrón Santiago a su Santuario sino en la calidad del recorrido: que haya mas alegría y menos embriaguez, que fluyan los recorridos y no se atoren ni por la pólvora, las fotografías, los ambulantes, los toldos inoportunos o los caprichos interesados.

La fiesta es de todos y entre todos tenemos que hacerla posible para todos.

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