la poléMIca ENtRE GaRcía calDERÓN Y lYNcH.- García Calderón dejó constancia allí de que las autoridades chilenas habían tratado con él aceptando, en pago del cupo por ellas impuesto, billetes por él emitidos y dinero pedido en préstamo a extranjeros residentes en el país. Además, el plenipotenciario Joaquín Godoy tuvo con él conferencias sobre la paz. En cuanto al origen de su autoridad, García Calderón afirmó que no había reposado en la orden o en la tolerancia del Gobierno chileno sino en el voto de los peruanos que lo eligieron y del Congreso que confirmó y prorrogó sus poderes. No podía ser, pues, suprimido como si se tratase de una oficina chilena. El desarme de las tropas de la Magdalena le pareció explicable si se quería que no se practicaran actos de hostilidad o de fuerza u otra manifestación pública que resultara incompatible con la ley marcial. La toma de posesión de la Caja Fiscal y el embargo de los fondos depositados en el Banco de Londres, procedentes de un préstamo de este mismo banco, en cambio, los encontró exentos de toda justificación. Su resuelto propósito de no desmembrar el territorio peruano como base del tratado de paz era la verdadera causa de las medidas que se acababan de dictar. Enumeró en seguida las razones por las cuales le parecía imposible la cesión: la voluntad peruana de oponerse a ella, la segura caída del gobernante que la firmara, la renovación eventual de las hostilidades, la inaplicabilidad del derecho de conquista en América. En cambio, se manifestó dispuesto una vez más, a pagar una indemnización razonable por los gastos de guerra para lo cual tenía los medios suficientes. A esta carta –del 29 de setiembre– que García Calderón hizo publicar, a la vez que dirigía una circular a los cuerpos diplomáticos y consular, Lynch contestó el 1° de octubre, aclarando que la suya era una comunicación de carácter privado. Adujo allí que sus relaciones con Manuel María Gálvez se habían debido a que este señor iba con frecuencia a su oficina y recordó que ya antes le había escrito cartas al propio García Calderón. Todos los actos de relación de las autoridades chilenas con el llamado gobierno de la Magdalena, al que faltaban condiciones de vida y estabilidad, fueron para facilitar el camino por donde llegara a constituirse de modo permanente. "Encontrándose el gobierno provisorio (agregaba) con sus poco afortunadas huestes desarmadas, inhábil para tratar, incapaz de organizar un poder y dejando mucho que desear en materia de buenos propósitos, ha llegado el momento de poner término al ejercicio de sus funciones que hasta aquí solo ha podido desempeñar con nuestra tolerancia". No cabe, seguía diciendo, en una nación la existencia de una autoridad política en presencia de un ejército enemigo que ha invadido la misma capital en que establece su asiento ese régimen, para crear una entidad verdaderamente curiosa en un país que se encuentra en guerra exterior, o sea de un presidente pacífico sin poder para combatir. El dinero de la Caja Fiscal y otras oficinas eran de propiedad del país enemigo de Chile. La ley marcial llegaba no solo a los elementos bélicos sino a todos los que podían ser utilizados en contra del ocupante. Acusó, por último, a García Calderón de haber formado el Gobierno con la idea de aceptar las condiciones chilenas planteadas en las conferencias de Arica y de haber mudado luego de parecer; y también de estar guiado por sentimientos americanistas elevados pero ineficaces y muy poco prácticos. García Calderón volvió a escribir a Lynch el 5 de octubre. Insistió en que, a propósito del cupo, el general Saavedra, investido anteriormente con la máxima autoridad de la ocupación, había estado en relación con él dándole tratamiento de jefe de Estado y que no había habido plazo, condición o reserva en relación con su personería cuando se verificaron las conferencias para la celebración de la paz. Otros actos de los dirigentes chilenos confirmaban esta misma situación. El reconocimiento de su autoridad efectuado en diversos lugares del Perú, no solamente allí donde llegaba la influencia de las armas chilenas, le daba un respaldo auténtico. Si no era Gobierno, no constituían propiedad nacional los fondos de la Caja Fiscal y de otras oficinas que habían sido embargados. La adhesión que le prestaron Arequipa, Moquegua, Puno y Cuzco a mediados de octubre precipitó el acto de fuerza de que fue objeto García Calderón por parte de las autoridades chilenas en Lima. Si esta medida hubiese sido dictada un mes antes, aunque siempre hubiese sido
OfICIALMENTE EL GOBIERNO DE GARCíA CALDERÓN NO OBTUvO NUNCA EL RECONOCIMIENTO DE LAS GRANDES POTENCIAS EUROPEAS, NI TAMPOCO DE LA MAyORíA DE LOS PAíSES DEL CONTINENTE AMERICANO. ADEMáS DE ESTADOS UNIDOS, SOLO ANUNCIARON SU PROPÓSITO DE ENTRAR EN RELACIÓN CON éL COSTA RICA, URUGUAy, SUIZA y DINAMARCA.
[ CAPÍTULO 9 ] PERÍODO 4
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