LOS GRIEGOS

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Los Griegos

Isaac Asimov

La guerra del Peloponeso

Los comienzos de la guerra La explosión se produjo en la isla de Corcira, donde se libraba una enconada guerra civil entre oligarcas y demócratas. En 435 a. C., los oligarcas llamaron en su ayuda a Corinto, la ciudad madre, que era también una oligarquía. Corinto dio gustosamente su ayuda. Envió una flota que, sin embargo, fue rápidamente derrotada por los demócratas de Corcira. Corinto, furiosa, preparó una fuerza expedicionaria mucho mayor. Los demócratas de la isla, naturalmente, apelaron a Atenas, la gran defensora de los demócratas de todas partes. Atenas envió diez barcos. No lo hizo solamente por amor a la democracia. Atenas tenía nuevos intereses en Occidente, ahora que había fundado Turios en el sur de Italia, y una Corcira amiga (que estaba en la ruta marina hacia Italia) sería sumamente útil. En 433 a. C., las flotas de Corcira y Corinto se enfrentaron nuevamente. Esta vez Corinto tenía 150 barcos (el doble de los que había enviado la primera vez) y estaba haciendo retroceder lentamente a los corcirenses cuando los barcos atenienses, que habían estado observando la batalla, irrumpieron del lado de los corcirenses. Esto alteró el equilibrio lo suficiente como para cambiar el curso de la batalla, y cuando otros veinte barcos atenienses aparecieron en el horizonte, los corintios se alejaron, nuevamente derrotados. Corinto estaba fuera de sí de rabia. Tenía muchas razones de enemistad contra Atenas. Esta era una potencia marítima rival que, en la generación anterior, había reducido a Corinto a un segundo plano, y Corinto recordaba con amargura que había salvado a Atenas cuando Cleómenes I podía haberla arrasado (véase pág. 87). Atenas había derrotado a Corinto en tierra veinte años antes, al ponerse de parte de Megara, y ahora la había derrotado en el mar al asumir la defensa de Corcira. Era el colmo. En venganza, Corinto usó su influencia sobre la ciudad de Potidea (que había fundado dos siglos antes), en la Calcídica, y la instigó a rebelarse contra Atenas. Pero los atenienses entraron en acción inmediatamente y, aunque Potidea y otras zonas de la Calcídica mantuvieron la agitación durante un tiempo, Atenas no parecía encontrar allí demasiadas dificultades. Desesperada, Corinto suplicó insistentemente a Esparta que entrara en acción. Se oponía a esto el inteligente rey de Esparta Arquidamo II, que había subido al poder en los días anteriores al terremoto de cuarenta años antes. Era amigo de Pericles e hizo todo lo que pudo para mantener la paz. Pero la misma Atenas minó el suelo a Arquidamo. Pericles decidió adoptar una actitud enérgica y mostrar el poder ateniense. Impuso una prohibición comercial contra Megara, miembro particularmente vulnerable de la alianza espartana. Ningún mercader megarense podía comerciar en ningún puerto controlado por Atenas lo cual significaba que no podía comerciar prácticamente en ninguna parte. Ahora que las ciudades-Estado se dedicaban a la industria y la agricultura especializada, el comercio era esencial. Sólo mediante el comercio podían adquirirse alimentos para la ciudad. Con su comercio estrangulado, Megara pronto iba a pasar hambre.

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