Los Griegos
Isaac Asimov
El Imperio Otomano
La caída de Constantinopla Durante dos generaciones, Grecia estuvo dominada por occidentales, que crearon el llamado «Imperio Latino». Al estilo feudal occidental, los caciques importantes se repartieron el territorio. La Grecia del noroeste se convirtíó en el Reino de Tesalónica (cuya capital era la ciudad de Casandro, fundada quince siglos antes; véase página 235). El Peloponeso se transformó en el Principado de Acaya, mientras que el Atica, Beocia y Fócida formaron el Ducado de Atenas. Pero los griegos no se encontraron totalmente bajo la dominación occidental. Un miembro de la vieja familia real dominaba la Grecia del noroeste y llamó a su dominio el Despotado de Epiro (con una reminiscencia de Pirro, véase pág. 241). Un pariente por matrimonio de la familia real creó un reino en el Asia Menor occidental, en tierras reconquistadas a los turcos en el período de las Cruzadas. Su capital fue Nicea, y se lo llamó el Imperio de Nicea. Su territorio fue como una resurección de la antigua Bitinia. Finalmente, a lo largo de la costa sudeste del mar Negro había una delgada franja de tierra griega, en la que estaban las ciudades de Sinope y Trapezonte, además de unas pocas ciudades griegas que aún sobrevivían en la península de Crimea, al norte del mar Negro. La ciudad de Trapezonte se había convertido en Trebisonda, de modo que el reino fue llamado el Imperio de Trebisonda. El Imperio Latino nunca fue muy sólido y se encontró en creciente peligro frente a los capaces gobernantes de Epiro. En 1222, el déspota de Epiro conquistó el Reino de Tesalónica, por ejemplo. Sin embargo, Constantinopla fue de Nicea, no de Epiro. Miguel Paleólogo se hizo emperador de Nicea en 1259. Se alió con los búlgaros y los genoveses y esperó el momento en que la flota veneciana (que custodiaba la Constantinopla latina) estuviera ausente. Entonces, en un golpe de sorpresa, se apoderó de Constantinopla en 1261. Se convirtió en Miguel VIII, y el Imperio Bizantino fue gobernado nuevamente por griegos. Durante los dos siglos restantes de su historia, todos los emperadores bizantinos fueron descendientes de Miguel. Pero el Imperio Bizantino sólo era una triste sombra de lo que había sido antes. Epiro y Trebisonda se hallaban bajo gobiernos independientes, mientras Venecia conservaba Creta, las islas egeas, el Ducado de Atenas y buena parte del Peloponeso. En verdad, Atenas nunca volvió a ser bizantina. Poco después de 1300, una banda de aventureros sin escrúpulos llegó a Grecia desde Occidente. Muchos de ellos provenían de una región de España oriental llamada Cataluña, Por lo que se conoce a dicha banda como la Gran Compañía Catalana. En 1311 lograron apoderarse del Ducado de Atenas, que entonces permaneció bajo la férula de una u otra fracción occidental hasta la derrota final de los cristianos por los turcos.
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