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Jordan y Cresencio L

a Cámara de Representantes de Estados Unidos, como se preveía, está convertida en un circo. El mejor ejemplo de ello es el Comité de Justicia, que preside el republicano radical Jim Jordan.

Jordan, desde siempre, ha sido un defensor rabioso de Donald Trump. Es de los que sostiene que la insurrección del 6 de enero de 2021 fue “un paseo turístico de buenos ciudadanos”. Siempre expresó su deseo de presidir este comité, porque afirmaba que desde ahí realizaría las investigaciones pertinentes para derrumbar los argumentos demócratas, y exponer las tropelías de lo que llama “la empresa criminal Biden”.

Lo cierto es que quieren involucrar al hijo de Biden, Hunter, en negocios cuestionables en Ucrania y China. Pero ya hasta los republicanos le están dando la espalda a Jordan, porque van cinco años de investigaciones, y no han podido comprobarle nada.

Para desviar la atención de ese fracaso, Jim Jordan decidió expedir un citatorio a Alan Bragg, el fiscal de Manhattan, quien está llevando el caso que llevó a Trump a ser arrestado: los sobornos ilegales que usó para silenciar a mujeres que habían sostenido relaciones con él. Esto es totalmente irregular. Viola la separación de poderes, pero además, Jordan sólo tiene facultades a nivel federal, y el caso contra Trump es local. Bragg, con justa razón, se negó a atender el

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