Brújula No 442 15 deMarzo - 14 de Abril 2020

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S E D U T E I QU

Bitácora

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De manteles largos

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ancún está de fiesta y de manteles largos, por eso le entonamos a una sola voz ‘Las mañanitas’. Nuestra bella ciudad caribeña está cumpliendo sus primeros cincuenta años, y a pesar de su juventud nos ha ofrecido tanto a habitantes como a visitantes cosas maravillosas, por lo que tiene bien merecido ser festejada. Tenemos la inmensa dicha de vivir en uno de los lugares más privilegiados de nuestro país, con un sol esplendoroso que nos cubre casi todo el año, con aterciopelada y blanca arena bañada por un mar azul de inigualable belleza que hipnotiza con solo mirarla. Detrás de todo este encanto se escucha de cada habitante tantas y diversas historias desde que llegaron algún día aquí con la esperanza de un nuevo rumbo y de buscar mayores oportunidades. Conocemos algunas de las primeras personas y familias que llegaron a mediados de los años setenta. Gente aún joven y dinámica, con muchas ganas de construir una zona hotelera y una “pequeña” ciudad junto al mar Caribe, porque así era el plan original de desarrollo de este paradisiaco lugar. A mis amigos bromeo que caminaban con machete para abrirse camino en la selva y les robo una carcajada, pero no creo estar lejos de la verdad ya que cuando visitamos mi familia y yo por primera vez Cancún en 1974 en un viaje de Cozumel ida y vuelta nos percatamos que solo habían dos avenidas de terracería: la Tulum y la Uxmal. Luego un paseo por la zona hotelera hacia al hotel Garza Blanca (después Villas Plaza), ahí terminaba la cimentación del Bulevar Kukulcán y continuaba un camino de terracería sin rumbo. Ya cayendo la tarde volvimos a la isla pero con la promesa de regresar. Me puedo imaginar a aquellas admirables personas que llegaron en los primeros años de su crecimiento para quedarse, soportando falta de servicios y comodidades, aguantando cualquier inclemencia solo por alcanzar un sueño. En 1980 regresé a Cancún, pero solo de paso. Su magnánima belleza de ciudad comparado a lo que fue en mi primera visita me dejó embelesada. No podía creer lo que veía. Nos daba la bienvenida un desfile de palmeras bailando su exquisito vaivén con una cálida brisa de mar. Los principales camellones adornados con hermosos flamboyanes. Simplemente ¡me encantó! Jamás pensé vivir aquí, hasta que el destino hizo de las suyas obligando hacer una mudanza hacia este nuevo hogar. Moría de incertidumbre, apenas con veintidós años, poco de casada, una bebé en brazos y otro por venir y sin ningún proyecto de vida.

Por: Rosi Ruiz Joaquín

Desde entonces ya pasaron 38 años y este fue el lugar ideal para que mi familia se desarrollara. Mis hijos crecieron en una comunidad fraterna y cálida, formando con otras familias una familia. Somos los “tíos” de niños que vimos crecer y que hoy son profesionistas y pilares de las suyas propias. Nos hemos desarrollado profesionalmente, con altas y bajas pero siempre luchando con dinamismo competitivo. Como ciudadanos tenemos desarrollado el sentido del servicio social para ayudar a los más necesitados. Hemos sepultado amigos y familiares que nos han dejado un profundo vacío pero un inolvidable recuerdo. Ahora ya comienzan a crecer nuestros nietos que serán los que forjen las siguientes generaciones y que tendrán la convicción de cuidar esta ciudad que los vio nacer. Aprendimos lo que es vivir un huracán sin tregua y nos preparó para saber sobrevivir a varios más. Con la unión de nuestra gente nos levantamos y nos levantaremos las veces que sean necesarias, siempre juntos porque somos una comunidad fuerte y enlazada que ante cualquier contingencia sabremos unir nuestras manos, ayudarnos y volvernos a levantar, ese es nuestro orgullo y nuestra dignidad, no somos ni más ni menos, somos gente de trabajo, de proyección, hemos tenido empleo y hemos generado otros más. Sabemos dar la bienvenida a gente nueva que viene a vivir. Hemos crecido juntos porque somos una simbiosis de este lugar. Hemos sido testigos de importantes eventos, como una Cumbre Norte Sur efectuada el 22 y 23 de octubre de 1981 con la participación de 22 países, así como que ocho meses después cuando nos azotó el devastador huracán Gilberto dejando a su paso destrucción y desolación, nos levantamos y se realizó el concurso de Miss Universo el 23 de mayo de 1989, engalanado por 76 bellezas de todo el mundo, para demostrar que Cancún estaba de pie; ese año ganó miss Holanda. También fue el inicio del Festival Internacional de Cultura del Caribe en 1988, con más de seiscientos participantes de quince países, al igual que un festival de jazz, un festival de cine internacional, inauguraciones de hoteles, restaurantes y discos, de escuelas y universidades. Se ha recibido a presidentes y ministros, así como a personajes de la realeza de toda la urbe. Por eso y por mucho más nunca debemos olvidar que Cancún nos recibió con los brazos abiertos para darnos una oportunidad y le estaremos eternamente agradecidos cuidando cada rincón, y pedir a quienes siguen llegando todos los días que lo amen y lo cuiden como lo hemos hecho nosotros hasta el día de hoy. Que vengan con sus mejores intenciones porque Cancún es mucho más que sol, mar y arena: Cancún es puro corazón.


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