Contrató un santero para intentar romper la relación con una mujer que practicaba la brujería y pasó una etapa muy difícil de su vida. Atrapado en ese laberinto diabólico pidió ayuda a Dios. Pronto los espíritus que lo atormentaban se esfumaron. Había sido liberado y tenía un nuevo futuro.
EL HOMBRE QUE ESCAPÓ DE
LA BRUJERÍA PAULINO Abrego quería abandonar a su esposa para marcharse con otra mujer de la que se había enamorado sin atenuantes. Cuando tomó la decisión de dejar la casa, una de sus hijas enfermó de pronto gravemente, impidiéndole que pudiera cumplir sus planes. Mara, su esposa, estaba enterada de la relación extramatrimonial que él mantenía y pretendió salvar a su hogar en un último esfuerzo. Le dijo que aquella mujer estaba involucrada en la brujería y que le había hecho un maleficio para arrancarlo del seno de la familia. Al comienzo él no creyó; sin embargo, ciertos detalles de su amante lo decidieron a acudir a un santero. Buscaba ayuda para romper el embrujo que lo ataba a esa mujer como una cadena invisible que
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MOVIMIENTO MISIONERO MUNDIAL
América • Europa • Oceanía • África • Asia
parecía irrompible y lo subyugaba completamente a la voluntad de ella. Apenas llegó, el brujo le dijo directamente que varios miembros de su familia iban a morir si no hacía los rituales que le había preparado; le entregó tres envases para “purificar su casa” y le hizo una rara confesión; dijo que él servía al diablo y que solo tenía el 49% de poder, el otro 51% estaba en otras manos. Durante todo el trayecto de retorno, Paulino se preguntaba quién tendría el otro 51% del poder mencionado por el santero. Pensó por largo rato hasta que se dio cuenta que ese otro no podría ser otro que Dios y entendió que era víctima de un engaño; al llegar a su casa, sacó los envases y los tiró al desagüe. No necesitaba la ayuda de un fanfarrón.