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HISTORIA DE VIDA
En medio de los estragos de la pandemia que afectó al mundo entero, tuvo que soportar el embate de otra enfermedad terminal; cuando todo parecía perdido, apeló a Dios. Esta es la historia de Fulvia Cañate quien triunfó sobre la muerte con la fuerza de su fe.
LA MUJER QUE VENCIÓ AL
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CÁNCER
ELISEO AQUINO / FOTOS: ARCHIVO FAMILIAR

“TIENE USTED CÁNCER”, le dijo la especialista a Fulvia Cañate Mosquera quien sintió que su vida, hasta ese momento tranquila, se tornaba en una tragedia. Eran los primeros meses del año 2020 y la pandemia acosaba al mundo con toda ferocidad. Los hospitales se repletaban con miles de personas atacadas por la Covid-19 y los cuerpos médicos no se daban abasto para atender tamaña demanda. Los pacientes con otras dolencias eran, prácticamente, dejados de lado. Ella tenía un tumor de gran tamaño en unos de los senos, pero no le podían aplicar los procedimientos adecuados debido a las restricciones sanitarias; los médicos optaron, entonces, por suministrarle unas pastillas que, al cabo de un tiempo, no surtieron efecto y la protuberancia creció. En sus 57 años de vida, nunca Fulvia Cañate Mosquera había pasado por una circunstancias tan dramática. Desde su nacimiento en el pueblo de María Chiquita, Panamá, vivió con ciertas dificultades económicas, pero siempre tuvo el amor de una familia bastante unida. Desde muy pequeña escuchó las prédicas de los misioneros cristianos que llegaban al pueblo para enseñar la Palabra de Dios; pasó su adolescencia y juventud al lado de sus padres hasta que, a los 21 años, después de una decepción amorosa y una hija, encontró refugio en la Palabra de Dios. Tiempo después, se casó y fue feliz; sin embargo, después de una década, abandonó la congregación y vivió alejada de Dios por buen tiempo, hasta que, a los 44 años, se reconcilió con el Señor y comenzó a congregar en una iglesia del Movimiento Misionero Mundial (MMM) de su pueblo natal. Durante todo ese tiempo, vivió con tranquilidad, sin bonanzas ni muchos apremios; de ese modo, pudo educar a sus hijos adecuadamente y darles una profesión, mientras ayudaba en lo que podía a la iglesia.
Los primeros síntomas
Así llegó el año 2020, hasta que accidentalmente notó un bulto en su seno. Al principio no le dio importancia, pero cada vez que levantaba el brazo para alabar a Dios en la iglesia o cuando hacía algún esfuerzo, sentía un pequeño dolor en el brazo. Los malestares se tornaron cada vez más fuertes. Cierto día examinó su seno en el espejo del baño con mayor detenimiento y percibió una enorme inflamación y un endurecimiento anormal. Cuando su hija Johaiza se enteró, llamó por teléfono al pastor Guillermo Valdez quien oró por la enferma y recomendó llevarla de inmediato al especialista. En el hospital, los doctores quedaron sorprendidos al ver el tamaño del absceso y decidieron




hacerle una serie de pruebas para determinar las características del mal. El diagnóstico fue desalentador, el mal era grave. La trasladaron a una clínica especializada donde le practicaron una biopsia y tuvo que esperar algunos días para saber la conclusión. Fulvia se quedó impactada con los resultados de los exámenes; tenía cáncer a las mamas. Meses antes, una hermana de la iglesia le había dicho que iba a pasar momentos difíciles y tenía que prepararse. Acertó habían llegado los tiempos penosos. Lloró por mucho rato en el mismo hospital; no esperaba una noticia de esa naturaleza, pero una fuerza interior la hizo sobreponerse pletórica de fe.
- Te doy gracias, Padre, porque tú sabes lo que haces – dijo para sí misma.
Cuando regresó a su casa, dio la noticia a su familia; el ambiente era de mucha tristeza y nadie podía creer lo que estaba pasando. Su hija volvió a llamar al pastor y varios hermanos se pusieron

a llorar. Ella era una hermana muy querida en la iglesia; en ese momento decidieron orar y hacer ayunos para que Dios pueda obrar un milagro.
La ayuda del Señor
Fulvia Cañate Mosquera inició su tratamiento en el hospital Oncológico de Panamá. En las primeras semanas, las restricciones de la pandemia impidieron las sesiones de quimioterapia y los médicos no tuvieron más alternativa que recetarle pastillas. Los medicamentos no hicieron el efecto esperado; el médico apeló, entonces, a las quimioterapias. Ella pasó con la justas la primera sesión y, en la segunda, parecía que su cuerpo no soportaba más; se desvaneció por algunos segundos y pensó que iba al encuentro con el Señor, pero recuperó la conciencia.

Había momentos duros en los que el enemigo la atacaba provocándole desánimo, sobre todo, cuando se enteraba del fallecimiento de que algunos de los pacientes que recibían el mismo tratamiento. El pastor Guillermo la llamaba siempre y le daba mensajes de aliento; los hermanos de la iglesia oraban por ella. Además, su familia le mostraba su enorme amor por sobre las restricciones de la pandemia de COVID-19. Pese al tratamiento, el tumor seguía creciendo de tal manera que llegó a reventarse. Ella pensó que sería su fin; solo le quedaba pedir la ayuda del Señor. Y cierto día, en el baño de su habitación, oró al Señor pidiendo un milagro. Al día siguiente la herida empezó a cerrar; el cáncer empezó ceder y su seno volvió a su estado natural con el pasar de los días. Cuando le hicieron la mamografía, el tumor había desaparecido completamente; los médicos estaban sorprendidos. Fulvia testificaba que era el poder de Dios.
Libre del Cáncer
Después de terminar el tratamiento, a inicios del año 2022, los especialista le recomendaron a Fulvia qué tenía que extirparse el seno como medida de precaución y ella aceptó. Adicionalmente los médicos le dieron una terapia de radiología para eliminar las células más escondidas; después del tratamiento le hicieron unos exámenes exhaustivos para ver si todavía tenía cáncer. Un día recibió la llamada del personal que la trataba en el hospital; cuando llegó al consultorio, estaba asustada porque temía que le anunciarían un recrudecimiento de su mal. Las palabras de la oncóloga la aliviaron.
- La llamé para felicitarla porque que está libre de cáncer- dijo.
En ese instante la alegría llenó su corazón, agradeció a Dios y empezó a llorar de emoción. En el camino de retorno a su casa recordó todas las etapas que vivió y pidió al Señor que le diera una oportunidad de trabajar en su Obra. Cuando aviso a su pastor que estaba libre de cáncer, Fulvia le pidió que aún no le cuente a nadie porque el domingo quería testificar a la iglesia sobre lo que Dios había hecho en su vida. Cuando llegó el día, se paró frente a todos y les dio la grata noticia. La iglesia se gozó y agradecieron al Señor por el milagro que hizo; algunos comenzaron a llorar. Fue una experiencia que Fulvia nunca olvidaría.