Los cracks
Toni Nadal
Alberto Gómez
C
ada tarde miles de chavales cargan meriendas, deberes y raquetas. Entran en sus clubes y se encomiendan a las órdenes del entrenador, esa figura amistosa pero disciplinada que les dice, durante la próxima hora, qué tienen que hacer. Cómo hacerlo. Y cómo hacerlo mejor. Esa misma figura pero un tanto familiar fue la que Rafa Nadal se encontró cuando su padre lo llevó al club de su tío, con apenas tres añitos. Toni era el director del Club Tenis Manacor. Y aquel día no dudó en tirarle unas bolas a su sobrino. No había nada que perder. Pero aquel retaco respondió al desafío. A esa edad en la que un niño abraza los sueños de ser futbolista, piloto de aviones o bombero, Rafa le hizo ver a su tío que tenía delante a alguien al que se le podía dar bien eso de la raqueta. Cuando tenía 5 años, esos síntomas empezaron a coger forma. Toni le hizo golpear como un zurdo a pesar de ser diestro y a partir de ahí no se separaron. Luego vendrían los trucos de magia para frenar la lluvia. Los campeonatos regionales y nacionales, por los que Rafa tuvo un paso fugaz, tuteando siempre a chavales mucho más mayores que él. Llegaría su primer punto ATP, en Sevilla. Su primera victoria ATP, en Palma. Su primer torneo, en Sopot, Polonia. Y por fin su primer Grand Slam, París 2005. Todo con Toni de la mano. Al lado. Detrás. En la sombra. En el banquillo. Siempre. Rafa se fue forjando en el héroe que es actualmente y Roland Garros pasó a ser la guinda de una primavera dorada que también tenía parada en la tierra del RCTB. Aquí se ha visto a Toni cada año, siempre unos pasos por delante de Rafa para dejar el protagonismo a su sobrino, cuando es absorbido por chavales coleccionistas de autógrafos. A veces se ve a Rafa y nadie sabe dónde está Toni, mientras su pupilo recibe homenajes
29