certidumbres E INCERTIDUMBRES
Las esferas DE LA ACCIÓN ciudadana Primera parte José Luis Espíndola Castro
A partir de la década de 1990 se empieza a destacar la importancia de la participación de la sociedad civil1 en la vida democrática de los pueblos y, en consecuencia, numerosas escuelas, universidades y organismos se han propuesto como misión educativa formar al estudiante en los valores ciudadanos. Por ello, si examinamos las listas de competencias generadas por varias de estas instituciones no nos sorprenderá ver que allí aparecen competencias éticas y ciudadanas con distintas nomenclaturas: saber convivir (Delors); buena relación con los demás (Proyecto para el desarrollo, Deseco); competencias cívicas (proyecto Eurydice); participación democrática (país vasco), etcétera.
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pesar del enorme interés y la gran cantidad de artículos sobre la ciudadanía, y de que algunas de estas competencias aparecen desglosadas, hay pocos trabajos que nos hagan ver los ámbitos formales2 en los que la acción ciudadana pueda desarrollarse, para así decidir qué métodos y recursos pedagógicos utilizar.
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Originariamente el término ciudad (polis en griego y civitas en latín) designaba a la comunidad humana más que al conjunto de construcciones. Hoy en día este sentido original se ha recuperado en alguna medida con el concepto de ciudadanía. Algunos desgloses tienen la forma de “saber convivir con el otro”, “participar democráticamente”, “contribuir a resolver problemas sociales”, “evaluar la actuación ética de”, etc., pero son aspectos que no están sistemáticamente reunidos en factores que sean claros y relevantes.
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Mientras que en materias como historia, matemáticas, física, ciencias sociales los ámbitos han sido profusamente definidos y desarrollados, los ámbitos de la acción ciudadana siguen en la ambigüedad, sin que esto signifique que no se hayan aportado ideas al respecto. De no hacer esta labor de definición, las competencias ciudadanas corren el riesgo de quedar en el aire, en la ambigüedad teórica o, en el mejor de los casos, en la ineficiencia o el olvido. Por otra parte, las técnicas y los métodos didácticos sólo podrán definirse correctamente si sabemos la magnitud de las empresas, sus alcances y sus particularidades. Ofreceremos en este ensayo algunas ideas que, esperamos, ayuden a aclarar las vías de la acción ciudadana.
CORREO del MAESTRO
núm. 157 junio 2009